1.- Todos, en muchos aspectos, tenemos un ideal. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos anhelado llegar a metas altas. Todos, en algún instante, hemos intentado buscar la perfección y escapar de la mediocridad o de las cosas dejadas a medias.
Y, en todo ello; en los ideales, metas y búsqueda de la perfección, nos hemos dado cuenta que no siempre hemos estado a la altura y que, para llegar hasta el final, hemos tenido que corregir aquello que no era bueno para lograr nuestros propósitos. ¿O no?
-¿Sirve de algo iniciar un viaje sabiendo que, en el bolsillo, no tenemos lo suficiente para hacer frente a los gastos?
- ¿Es bueno, para nosotros y para los que nos rodean, encerrarnos en nuestros defectos y presumir de lo que sabemos son en el fondo errores?
- ¿Por qué, con frecuencia, pensamos que la conversión o el cambio lo tienen que realizar los demás y no en nuestra vida?
2.- Jesús, en el evangelio de este domingo, nos ofrece unas pistas que son muy dignas de ser tenidas en cuenta:
Primero: la corrección fraterna no significa el modelar las personas a nuestro antojo. Cuántas veces nos creemos con derecho a apuntar las debilidades de los demás y a ocultar las nuestras. El Señor nos indica el camino y el sentido auténtico de la corrección fraterna: buscar que nuestros hermanos estén en comunión con Dios.
Segundo: nuestro objetivo, como cristianos, no es juzgar ni pregonar desde la azotea de nuestras palabras, posición o privilegios, las actitudes o vida de los demás. Nuestra oración, nuestra misión o nuestro reto debe ser precisamente el que los demás encuentren la verdad de Dios.
Tercero: aquello de “a mí plin” no es bueno ni característico de una vida cristiana. Los problemas de los demás, aunque nos parezca una intromisión, deben de ser también los nuestros. No podemos vivir indiferentes al sufrimiento de los que nos rodean. Ser cristiano es compartir la alegría y la tristeza, el gozo y el llanto, el éxito y el fracaso con todos.
4.- Cuesta, y mucho, corregir y ser corregido. Corregir; porque siempre hay riesgo de perder amigos y de ser subjetivo o dejarnos seducir o condicionar por nuestras ideas, ideologías o preferencias. Cuesta, y mucho, ser corregido; entre otras cosas porque el nivel de nuestra fe no siempre está suficiente cultivado como para afrontar o acoger una dinámica de este tipo.
Sólo, desde la lectura de la Palabra de Dios, desde el amor a Cristo, desde el deseo de encontrarnos con El es cuando, la corrección fraterna, es entendida como un camino que nos abre las puertas hacia el encuentro personal y auténtico con Jesús y a una mejora en nuestra relación con los demás.
Vivimos en una sociedad donde, los defectos y los fallos de la Iglesia, son aireados no como llamada al cambio o la reflexión sino como destrucción. También, a nuestro alrededor, con nuestra forma de enjuiciar situaciones y personas, podemos caer en la misma tentación: querer someter todo aquello que no nos agrada. Y eso, amigos, no es corrección amigable, fraterna o cristiana, sino todo lo contrario: aniquilación del adversario.
5.- Pidamos, desde la fuerza que nos da la oración, que seamos capaces de discernir nuestra propia vida, de fomentar comunidades cristianas más auténticas y de que, nuestra maduración en la fe vaya creciendo de tal manera, que gustemos y acojamos la corrección como un camino hacia la perfección humana, comunitaria y personal.
Y, en todo ello; en los ideales, metas y búsqueda de la perfección, nos hemos dado cuenta que no siempre hemos estado a la altura y que, para llegar hasta el final, hemos tenido que corregir aquello que no era bueno para lograr nuestros propósitos. ¿O no?
-¿Sirve de algo iniciar un viaje sabiendo que, en el bolsillo, no tenemos lo suficiente para hacer frente a los gastos?
- ¿Es bueno, para nosotros y para los que nos rodean, encerrarnos en nuestros defectos y presumir de lo que sabemos son en el fondo errores?
- ¿Por qué, con frecuencia, pensamos que la conversión o el cambio lo tienen que realizar los demás y no en nuestra vida?
2.- Jesús, en el evangelio de este domingo, nos ofrece unas pistas que son muy dignas de ser tenidas en cuenta:
Primero: la corrección fraterna no significa el modelar las personas a nuestro antojo. Cuántas veces nos creemos con derecho a apuntar las debilidades de los demás y a ocultar las nuestras. El Señor nos indica el camino y el sentido auténtico de la corrección fraterna: buscar que nuestros hermanos estén en comunión con Dios.
Segundo: nuestro objetivo, como cristianos, no es juzgar ni pregonar desde la azotea de nuestras palabras, posición o privilegios, las actitudes o vida de los demás. Nuestra oración, nuestra misión o nuestro reto debe ser precisamente el que los demás encuentren la verdad de Dios.
Tercero: aquello de “a mí plin” no es bueno ni característico de una vida cristiana. Los problemas de los demás, aunque nos parezca una intromisión, deben de ser también los nuestros. No podemos vivir indiferentes al sufrimiento de los que nos rodean. Ser cristiano es compartir la alegría y la tristeza, el gozo y el llanto, el éxito y el fracaso con todos.
4.- Cuesta, y mucho, corregir y ser corregido. Corregir; porque siempre hay riesgo de perder amigos y de ser subjetivo o dejarnos seducir o condicionar por nuestras ideas, ideologías o preferencias. Cuesta, y mucho, ser corregido; entre otras cosas porque el nivel de nuestra fe no siempre está suficiente cultivado como para afrontar o acoger una dinámica de este tipo.
Sólo, desde la lectura de la Palabra de Dios, desde el amor a Cristo, desde el deseo de encontrarnos con El es cuando, la corrección fraterna, es entendida como un camino que nos abre las puertas hacia el encuentro personal y auténtico con Jesús y a una mejora en nuestra relación con los demás.
Vivimos en una sociedad donde, los defectos y los fallos de la Iglesia, son aireados no como llamada al cambio o la reflexión sino como destrucción. También, a nuestro alrededor, con nuestra forma de enjuiciar situaciones y personas, podemos caer en la misma tentación: querer someter todo aquello que no nos agrada. Y eso, amigos, no es corrección amigable, fraterna o cristiana, sino todo lo contrario: aniquilación del adversario.
5.- Pidamos, desde la fuerza que nos da la oración, que seamos capaces de discernir nuestra propia vida, de fomentar comunidades cristianas más auténticas y de que, nuestra maduración en la fe vaya creciendo de tal manera, que gustemos y acojamos la corrección como un camino hacia la perfección humana, comunitaria y personal.
6.- HAZLO CON AMOR
Si tengo defectos y dificultan mi camino
ayúdame a superarlos….pero con amor
Si avanzo en la dirección equivocada
indícame el camino verdadero….pero con amor
Si hay algo que de mí no te gusta y te hiere
házmelo saber….pero con amor
Si mi vida se dispara hacia un túnel sin salida
adviértemelo….pero con amor
Si soy egoísta o vanidoso
si la envidia no me deja ser feliz
si tengo mil vicios o caídas
dímelo….pero con amor
Si no soy como no tengo que ser,
no pretendas que sea como tú,
pero si tú vives en la verdad y yo en la mentira
dime cómo se sale de ella….pero con amor
Si me falta corazón y caridad
reza por mí…..pero hazlo con amor
Si estoy mal conmigo mismo y con los demás
si me encuentro agarrotado por la soberbia
si hace tiempo que perdí el norte de mi existir
mírame a los ojos….pero hazlo con amor
Si pensamos de forma diferente
si crees que podemos caminar juntos
si todavía confías en mí
lo intentemos de nuevo…..pero con amor
Pero una cosa te digo:
Si piensas que, sólo soy yo, el que fallo
Si crees que, soy sólo yo, el falto de caridad
Si crees que tú eres el santo, el bueno y el sabio
no me digas entonces nada…
Porque es cuando me daré cuenta
que tú tampoco dejas actuar a Dios.
Dime lo que quieras…
pero eso sí…hazlo con amor
Amén
Si tengo defectos y dificultan mi camino
ayúdame a superarlos….pero con amor
Si avanzo en la dirección equivocada
indícame el camino verdadero….pero con amor
Si hay algo que de mí no te gusta y te hiere
házmelo saber….pero con amor
Si mi vida se dispara hacia un túnel sin salida
adviértemelo….pero con amor
Si soy egoísta o vanidoso
si la envidia no me deja ser feliz
si tengo mil vicios o caídas
dímelo….pero con amor
Si no soy como no tengo que ser,
no pretendas que sea como tú,
pero si tú vives en la verdad y yo en la mentira
dime cómo se sale de ella….pero con amor
Si me falta corazón y caridad
reza por mí…..pero hazlo con amor
Si estoy mal conmigo mismo y con los demás
si me encuentro agarrotado por la soberbia
si hace tiempo que perdí el norte de mi existir
mírame a los ojos….pero hazlo con amor
Si pensamos de forma diferente
si crees que podemos caminar juntos
si todavía confías en mí
lo intentemos de nuevo…..pero con amor
Pero una cosa te digo:
Si piensas que, sólo soy yo, el que fallo
Si crees que, soy sólo yo, el falto de caridad
Si crees que tú eres el santo, el bueno y el sabio
no me digas entonces nada…
Porque es cuando me daré cuenta
que tú tampoco dejas actuar a Dios.
Dime lo que quieras…
pero eso sí…hazlo con amor
Amén
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