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sábado, 11 de octubre de 2008

Gran banquete: ¿Matar malvados, expulsar malvestidos?

Mt 22,1-14
XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A
Publicado por El Blog de X. Pikaza

Éste es el domingo del banquete bíblico, marcado por la experiencia de la abundancia final. Los textos básicos son dos. (a) El de Is 25, que habla de la fiesta de Dios en el Monte Sión, fiesta de abundancia, abierta a todas las naciones, para siempre (superando el velo de la muerte). (b) El de Mt 22 habla parabólicamente que el Gran Rey ofrece con ocasión de las bodas de su Hijo. Es un texto hermoso, donde se ofrece un banquete gratuito, al que todos son invitados, en especial los pobres y expulsados de todos los banquetes de la (los que están perdidos por los cruces de caminos…). Pero es, al mismo tiempo, un texto durísimo, por dos de sus rasgos. (1) El rey monta en cólera y manda matar a los que han rechazado su mensaje (a los que han matado a sus enviados); es, sin duda, un rey de talión. (2) El rey expulsa a los que primero ha llamado sin imponerles condiciones, porque han venido como estaban, sin “traje de bodas”. ¿Por qué no lo tienen? ¿No se lo han entregado al entrar en la sala del convite? ¿Lo han rechazado ellos? Es, sin duda, un texto parabólico, un texto para pensar.

Textos

Isaías 25,6-10a
Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. -Lo ha dicho el Señor-. Aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte."

Mateo 22,1-14
En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. [Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos."]

El banquete en la Biblia

(1) AT. Banquete escatológico. Empecemos recordando las palabras de Zacarías: «¡Qué espléndido será, qué hermoso! El trigo hará florecer a los jóvenes, el mosto a las doncellas (Zac 9, 17). En esa línea avanza el llamado «Apocalipsis de Isaías» (del siglo III-II a. C.): «El Señor de los Ejércitos (Yahvé Sebaot) prepara en este Monte (=Sión), para todos los pueblos, un banquete de manjares suculentos, banquete de buenos vinos: manjares pingues, vinos depurados; y arrancará en este Monte el velo que cubre a todos los pueblos... Aniquilará a la Muerte para siempre» (Is 25, 6-7).

El banquete final se sitúa sobre el Monte Sión, que Is 2, 1-5 presentaba como foco de reconciliación universal (¡de las espadas forjarán arados!), entendida ahora como lugar banquete y victoria sobre la muerte. En esa línea, el libro de Parábolas de Henoc (1 Hen 37-71), escrito al parecer en tiempos de Jesús, habla de un banquete del → Hijo del Hombre, entendido como salvador escatológico: «Los justos y elegidos serán salvos ese día, no verán ya a los perversos... Dios habitará con ellos; morarán y comerán con este Hijo del hombre, se acostarán y se levantarán por los siglos» (1 Hen 62, 7-14).

La salvación significa morar y comer con el Hijo del hombre. Los últimos libros de la apocalíptica judía (Ap. de Baruc, 4º Esdras), escritos a finales del I d. C., siguen destacando el tema de la abundancia final, en forma de comida: «La tierra producirá sus frutos: mil por uno. Cada viña tendrá mil sarmientos, cada sarmiento mil racimos, cada racimo mil uvas y cada uva dará una medida de vino. Y se alegrarán los hambrientos y serán espectadores de prodigios: los vientos que provienen de mi faz (de Dios) esparcirán cada mañana perfumes aromáticos y traerán cada tarde nubes cargadas de rocío. Entonces lloverá de nuevo el maná, que yo había reservado y lo comerán aquellos años, pues habrá llegado al fin de los tiempos» (ApBar 29, 5-8). Estos son los tiempos buenos de la nueva tierra, definida básicamente por el vino mesiánico de abundancia y el maná-pan de la gracia.

(2) Banquete en el mensaje de Jesús. El símbolo y práctica del banquete, abierto a todas las naciones, en claves de reconciliación y plenitud humana, resulta importante en el menaje y vida de Jesús, como aparece en los textos de las multiplicaciones (Mc 6, 30-44 y 8, 1-10 par; Jn 6, 1-5), que la tradición cristiana ha presentado con rasgos pascuales y eclesiales, destacando la presencia orante (pascual) de Jesús allí donde sus fieles comparten en su nombre los panes y los peces. Pero es claro que en el fondo de ese símbolo late un fuerte recuerdo histórico, vinculado a las comidas de Jesús, que se sentaba con pecadores y excluidos, invitándoles al Reino.

La iglesia sabe que el Banquete de Reino ha de ser universal, abierto a la muchedumbre, superando los sacrificios del templo de Jerusalén, y los convites rituales (puros) de los pequeños grupos de separados, como los fariseos (haburot) y esenios de Qumrán. La comensalidad abierta define el carácter humano y expansivo del movimiento de los seguidores de Jesús que no necesitan un templo donde sacrificar corderos para comerlos, entre los puros, ni casas especiales de doctrina (escribas), ni lugares de manutención separada (alimentos puros, para hombres en estado de pureza), sino que ofrecen y comparten la comida normal (pan y pescado), a campo abierto, con mujeres y niños, como si se hubiera cumplido ya la promesa de Is 26, 6-8.

Los riesgos del banquete

En este contexto han de resaltarse las dos notas del texto ya citado de Mateo. (a) El Rey manda matar a los que rechazan el banquete, a los que matan a los mensajeros del banquete. (2) El rey expulsa a los que no tienen el “vestido nupcial”. ¿Se trata de acciones directas del Rey… o han de entenderse en sentido parabólico, como un aviso? ¿Se trata de palabras de Jesús o han sido añadidas por una Iglesia que vuelve de nuevo a la violencia externa y a la intolerancia interna.

(a) Intolerancia externa. El gesto de “matar a los asesinos”. El texto resulta de una violencia brutal y despótica: ¿puede matar así a un rey a los que simplemente rechazan su invitación?. Ciertamente, puede tratarse sólo de un rasgo parabólico, para hacernos pensar. Pro aún así es duro. ¿Se trata de un aviso para aquellos que quieren tener sólo su banquete, rechazando el banquete del Rey, que es para todos? Porque estos que "rechazan el banquete" no sólo rechazan al Rey, sino que rechazan a los invitados pobres, condenándoles al hambre. Quizá se pueda decir que al no permitir que coman los pobres... ellos se están condenando a sí mismos. Éstos parecen ser aquellos que sólo quieren su banquete en exclusiva ¡que se mueran los pobres! Al condenar a los pobres se están condenando a sí mismos, caen en manos de su propio talión: los que no quieren banquete para los pobres, se condenan a sí mismos. Sea como fuere, el texto es duro. Son muchos los exegetas que afirman que no puede venir de Jesús, sino sólo de una comunidad posterior, que se ha vuelto vengativa. Aquí han visto algunos la "condena de Dios" que mata los judíos, porque no han recibido a los profetas, porque han querido impedir el banquete de Jesús, el Hijo. Pero esta aplicación es demasiado partidista, va en contra del texto, que se sitúa en un nivel parabólico durísimo, pero parabólico, abierto a todos, judíos y cristianos. Quizá Mateo quiera mostrar la condena de aquellos que condenan al hambre y a la muerte a los otros

(b) El gesto de “expulsar a los que no tienen vestido de bodas… es también muy duro. En principio, no parece que pueda ser de Jesús, que invita a todos, para que vengan con el traje que tengan, sin vestido especial, tal como están. Pero, en un segundo momento, puede mostrarse como un aviso para los cristianos, invitados ya al banquete, a fin de que tengan cuidado, de que sean dignos, para que conserven la “gracia” de la vida. Éste parece un gesto de aviso para aquellos que han entrado en el banquete y piensan que ya pueden hacer lo que ellos quieran, sin preocuparse de los demás, sin preocuparse de los más pobres... Es evidente que, entendido así, este gesto es una aviso para la fidelidad, un gesto que tiene que ir en la línea de toda la parábola. Éstos que no tienen "traje de boda"... son los que no dejan que los otros entren en la boda, son los que quieren el banquete en exclusiva para sí mismos. Éste parece el sentido del texto, pero aún así resulta duro. Será bueno pensar más en lo que significa.


3.Peregrinación final. Santuario del pan.

En esa línea se sitúa el tema de la peregrinación final, que no lleva a un santuario peculiar, de Jerusalén o de La Meca, sino a una comida abierta para todos los humanos: «En verdad os digo, vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob, en el Reino de los cielos. Pero los hijos del Reino serán expulsados a las tinieblas exteriores...» (Mt 8, 11-12). Ese tema recoge un motivo de la tradición escatológica de Israel (cf. Is 2, 1-4; 18, 7; 40, 5; 60, 1-22; Miq 4, 1-2; Zac 8, 20-21), según la cual vendrán los hijos dispersos, desde los cuatro puntos cardinales, para sentarse a la mesa del banquete... Pero el movimiento de Jesús ha reelaborado esa tradición dándole unos rasgos particulares, que definen su movimiento.

(a) La reunión y comida final no se realiza en el Monte de Jerusalén, pues no tiene un carácter cúltico o sacrificial, ni es celebración de triunfo del pueblo en cuanto tal, pues se añade que muchos hijos del Reino (=israelitas) se excluirán a sí mismos.

(b) Más que con Jerusalén y su templo, esta reunión y comida, abierta al Reino, se vinculada a las promesas patriarcales. Aquí, igual que en otro pasaje central sobre la resurrección (cf. Mc 12, 26 par), Jesús apela a los patriarcas, como garantes y testigos de la salvación universal de Dios.

(c) En Is 26, 6 el banquete final de Sión lo prepara el Señor de los Ejércitos, Dios vencedor, vinculado a la violencia escatológica. Por el contrario, en Mt 8, 5-13, va unido a la fe de un soldado o centurión que sufre, no por la derrota en el campo de batalla, sino por la enfermedad de su hijo o querido (pais: Mt 8, 6). Por su parte, el Apocalipsis distingue entre un banquete diabólico (literalmente de Dios, es decir, muy grande), de tipo pervertido, vinculado a la aves carroñeras que comen la carne muerta de la historia (Ap 19, 17), y un banquete de Bodas del Cordero, relacionado con su triunfo sobre la muerte (19, 9). La promesa de felicidad se interpreta en Ap 3, 20 (cenaré con él y él conmigo) como banquete. Pero en la culminación del libro (Ap 21, 1-22, 5) ese tema queda sólo insinuado en el Árbol de la vida, del que comerán los invitados, sin escena expresa de banquete.
(cf. J. JEREMIAS, La promesa de Jesús a los paganos, Fax, Madrid 1974; X. PIKAZA, Fiesta del pan, fiesta del vino, Verbo Divino, Estella 2000).

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