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jueves, 15 de enero de 2009

Apoyo para la Homilía y la Reflexión personal: Llamados por Jesús

II Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Por P. José Enrique Ruiz de Galarreta, S.J.
TEMAS Y CONTEXTOS

EL PRIMER LIBRO DE SAMUEL
El primer libro de Samuel forma parte de un conjunto de libros que nosotros llamamos "libros históricos" (Josué, Jueces, Ruth, 1º y 2º de Samuel, 1º y 2º de los Reyes).
Narran la historia del pueblo de Israel desde la entrada en la Tierra Prometida hasta la caída de Jerusalén en manos de Nabucodonosor y el destierro del pueblo a Babilonia.
Pero estos libros, que manejan documentos y fuentes muy antiguas para narrar los hechos, no tienen intención preferentemente histórica, sino "profética", religiosa: es la historia de las relaciones del pueblo con Dios, de sus fidelidades e infidelidades, y de cómo, finalmente, el apartamiento de Dios termina en el castigo. Una vez más, no se trata tanto de la historia sino de "la Historia de la Salvación". Muestran muy claramente la fe de Israel: todo es relación con Dios, toda la historia del hombre se lee desde esta óptica: aceptar la Ley para salvarse: rechazar la Ley y perderse. Se encuentran pues en estos libros muy claros testimonios de la relación del pueblo con Dios, del papel de los profetas, del progresivo conocimiento de Dios.
En la Biblia hebraica, estos libros se llaman "los Profetas anteriores". Detrás de ellos vienen "los profetas posteriores" (Isaías, Jeremías...). Esto muestra bien la intención de los autores.
En el principio del primer libro de Samuel se narra la vocación del que será un gran profeta, el que ungirá a Saúl y a David. Y éste es el tema básico de este Domingo: el encuentro con Dios, el llamamiento, la vocación.

LA CARTA A LOS CORINTIOS
Vamos a hacer una lectura “continua” de esta carta, leyendo fragmentos seleccionados en el orden en que presentan en ella. Por tanto, su mensaje no tendrá nada que ver con el de las otras dos lecturas, salvo por casualidad. El texto de hoy presenta una bella doctrina de Pablo sobre el respeto al cuerpo como templo de Dios.

EL EVANGELIO DE JUAN
Este evangelio se toma aquí del capítulo primero. La estructura de este capítulo es:
1º.- El Prólogo ( "En el principio era la Palabra...")
2º.- El testimonio de Juan Bautista, que significa "Éste es el que había de venir". Es la presentación de Jesús. La Palabra es Éste.
3º.- Los primeros discípulos: presentación de Juan y su primer encuentro con Jesús.
Este fragmento recoge por tanto "el llamamiento", la vocación de los primeros discípulos de Jesús, entre ellos el que lo narra, Juan. En la Iglesia se ha pensado desde antiguo que uno de los dos discípulos era el mismo “discípulo preferido”, al que se suele identificar con Juan Zebedeo. Si es así, El relato de Juan es emocionante, porque Juan se acuerda hasta de la hora en que "se encontró" con Jesús; sobre las cinco de la tarde.
El camino hacia la Fe en Jesús sería aún largo. Vendría después el llamamiento a la orilla del lago, el comienzo de la fe en Caná de Galilea, la amistad profunda, la crisis de la cruz, la fe definitiva en la resurrección. Pero éste fue el principio: aquí "se encontró con Jesús".


REFLEXIÓN

Hoy se nos presenta un bello tema de meditación. Una reflexión sobre nuestro propio encuentro con Dios y sobre nuestra vocación. Se plantean dos líneas profundas: un encuentro personal - un llamamiento. La conversión a Dios, y el seguimiento de Jesús, se producen en el fondo íntimo de la persona: son un encuentro personal profundo. Interviene la persona entera: razón, sentimiento, plan de vida... todo se encuentra con Dios. Hoy se nos presenta por tanto este tema de reflexión. Una reflexión sobre nuestro propio encuentro con Dios y sobre nuestra vocación.
A veces entendemos "vocación" en términos demasiado específicos, como si "vocación" significara una llamada especial de Dios. Todo cristiano (todo ser humano) tiene una vocación. Ser cristiano significa que Dios me ha llamado, me ha propuesto un trabajo, cuenta conmigo para algo. Está en la misma esencia del ser cristiano. Este llamamiento consiste en que hemos conocido a Jesús y esto nos llama a trabajar en lo de Jesús, en el Reino. Es absolutamente incomprensible separar el conocimiento de Jesús con la invitación a trabajar en el Reino.
Esto pueden entenderse como un privilegio. No lo es; es más bien un compromiso. Puedo decir que me siento muy honrado, me siento feliz de que Dios cuente conmigo. Pero sé que si Dios cuenta conmigo asumo una gran responsabilidad y cambio mi vida, me dedico a cosas que serán posiblemente duras y menos agradables. Cambio el modo de ver la vida: no estoy aquí para disfrutar sino para trabajar: no estoy aquí ni siquiera para "salvarme", sino para "salvar".
Este es el contenido, explícito y claro del llamamiento fracasado del joven rico: no entró en el Reino: fue invitado y declinó la invitación. Juan y Andrés y Simón y Santiago aceptaron. Es también el contenido de la parábola del Tesoro. Encontrar el tesoro significa venderlo todo para comprar lo de más valor. Los dos componentes están presentes en la vocación cristiana: venderlo todo nos duele: pero es para comprar algo mucho mejor: es un tesoro barato. Por esta razón todo esto se llama "La Gran Noticia", la revelación del sentido y el valor de la vida entera. Ningún modo de vida es tan satisfactorio ni tan válido como aceptar la llamada, entregar la vida a la construcción del Reino.
Sobre esta vocación básica de todo cristiano, cada cristiano tiene su propio modo de realizarlo. Cada "vocación" particular no es más que el modo de llevar a cabo esa vocación fundamental de dedicarse al reino. El Reino es el fin global, el modo de vida, la jerarquía de valores, el sentido de la vida. Luego vendrá el tipo de vida, el género de trabajo, la profesión, el estado civil, la posición social..... Son maneras de trabajar por el Reino. Y en ellas hay que contar con las aptitudes personales, las circunstancias, las necesidades....
Y es ésta una dimensión fundamental de nuestra religiosidad, que ya subrayábamos en el Adviento: el encuentro, salid al encuentro al Señor que viene. Pero, además, el Señor viene, busca, llama. Nuestra vida religiosa se entiende por tanto como "escuchar al que me llama y seguirle". No en vano ha tenido tanto éxito la definición de Rahner acerca del cristiano: "Oyente de la Palabra". Oyente activo, mejor diríamos "escuchante de la Palabra". Y la Palabra es siempre "vocación", traducida en su aceptación más original, "llamamiento". Dios cuenta conmigo, tiene cosas que encomendarme, "me necesita" en su trabajo de salvación.
El llamamiento, parafraseando el texto de Juan, tiene tres niveles:
- El primero: "¿qué buscáis?", porque la vida del ser humano es inquietud, búsqueda de sentido, necesidad de jerarquizar valores. Es el primer llamamiento, sembrado en nuestra propia condición humana: necesidad de buscar. En su más íntima esencia, el ser humano es el animal insatisfecho, que se hace preguntas sobre sí mismo, sobre su naturaleza y destino, sobre el bien y el mal. Así fue creado, como necesidad de Dios, y Dios se presenta como respuesta a esa necesidad.
- El segundo, llamamiento a "estar con Él". Los dos primeros discípulos encontraron a Jesús un viernes por la tarde (según deducen los especialistas del análisis de los textos). Los dos discípulos se habrían quedado con Jesús durante el Sábado (desde las seis de la tarde del viernes hasta las seis de la tarde del sábado). Dado el alto sentido simbólico de todos estos datos en el cuarto evangelio, se desprende muy bien una intención del evangelista, de hacer entrar a los discípulos en la intimidad con Dios, en el Día del Señor.
El llamamiento a "estar con Él" es para nosotros un llamamiento a la intimidad con Dios, a conocimiento, a la relación personal en que se ha de basar toda la vida cristiana. Y no precisa ni principalmente porque le hablemos constantemente, sino porque constantemente le escuchemos y le sintamos. Muchas veces hemos señalado la vocación contemplativa como fundamental en la espiritualidad cristiana.
- El tercero: llamamiento como misión. Nos van a encargar algo, es decir, el contacto con Jesús va a suponer que descubramos el valor de nuestra vida, el sentido de nuestra vida como misión encargada por Él. Y será ésta una dimensión que hará cambiar todos nuestros parámetros morales, todo el sentido del bien y del mal. La misión, manera de comprenderme, de relacionarme con Dios, de plantear mi relación con los demás. Es el cambio total de mis planteamientos de vida.
San Ignacio lo decía con la frase: "En todo amar y servir". Este era su "Principio y Fundamento", que expresa nuestra disposición a aceptar el llamamiento. Una llamada a comprometer la vida... que es lo que "salvará nuestra vida".


PARA NUESTRA ORACIÓN

Hoy se nos ofrece la oportunidad de recordar cómo he ido encontrando a Jesús, cómo le he ido conociendo, qué camino he seguido en mi encuentro con Él, en mi conversión.
Hacer una lectura de mi historia como historia de Salvación, valorando los sucesos como buenos o malos según me han acercado o alejado de Él. Pensar en mi vocación. Dios cuenta conmigo: ¿para qué?. Dios me llama: ¿cómo?. Buscar la Palabra de Dios en mi vida, reconocer su llamamiento Presentar ante Dios mi resistencia, mi miedo, mi apego, mi servicio a dos señores. Sencillamente, confiadamente, como el enfermo enseña al médico su enfermedad. Y pedir luz, ayuda...


PLEGARIA SENCILLA

Atribuida a Francisco de Asís, es una hermosa
oración de disponibilidad, de entrega a al Reino.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor.
Que donde haya ofensa, ponga yo perdón.
Que donde haya discordia, ponga yo unión.
Que donde haya error, yo ponga verdad.
Que donde haya duda, yo ponga la fe.
Que donde haya desesperación
yo ponga un poco de esperanza.
Que donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Haz que no busque tanto
ser consolado como consolar
ser comprendido como comprender
ser amado como amar.
Porque dando es como se recibe
es olvidando como se encuentra
perdonando se consigue el perdón
y es muriendo
como se resucita a la Vida Eterna

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