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viernes, 18 de septiembre de 2009

LECTIO DIVINA: XXV Domingo del T.O. (Marcos 9, 30-37) - Ciclo B: El más grande en el Reino

Publicado por Los Carmelitas

1. Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz , que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura

a) Clave de lectura:

El texto del evangelio que nos propone la liturgia de este domingo nos trae el segundo anuncio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Como sucede en el primer anuncio (Mc 8,31-33), también ahora los discípulos se han atemorizado y están sobresaltados por el miedo. No entienden nada acerca de la cruz, porque no son capaces de entender, ni de aceptar un Mesías que se convierta en siervo de los hermanos. Ellos continúan soñando con un Mesías glorioso (Mt 16,21-22). Existe una gran incoherencia en los discípulos. Cuando Jesús anuncia su Pasión-Muerte, ellos discuten quién será el más grande entre ellos (Mc 9,34). ¡Jesús quiere servir y ellos piensan sólo en mandar! La ambición los lleva a querer colocarse junto a Jesús. ¿Qué es lo que mayormente me estimula en mi vida: la competitividad o el deseo de mandar o el deseo de servir y de promover a las personas?
La reacción de Jesús a la pretensión de los discípulos ayuda a percibir algo de la pedagogía fraterna usada por Él para formar a sus discípulos. Indica cómo le ayudaba a superar “ la levadura de los Fariseos y de Herodes” (Mc 8,15). Esta levadura tiene raíces profundas. ¡Renace de nuevo cada vez! ¡Pero Jesús no desiste! Combate y critica siempre la “levadura” mala. También hoy existe una levadura de la ideología dominante. Una propaganda del sistema neoliberal, del comercio, del consumismo, de las novelas, de los juegos, todo esto influye profundamente en nuestro modo de pensar y de obrar. Como los discípulos de Jesús, también nosotros, no siempre somos capaces de mantener una conducta crítica ante la invasión de todo esto. El talante formador de Jesús nos sigue ayudando.

b) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:

Marcos 9,30-32: el anuncio de la Pasión
Marcos 9,33-37: discusión sobre quién es el más grande
Marcos 9,38-40: el uso del nombre de Jesús
Marcos 9,41: la recompensa de un vaso de agua

c) El texto:

Y saliendo de allí, iban caminando por Galilea; él no quería que se supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará.» Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún y, una vez en casa, les preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos.» Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado.»
Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.» Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.

3. Momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es la frase de este texto que más me ha gustado o atraído mi atención?
b) ¿Cuál es la actitud de los discípulos en cada pasaje: vv 30-32; vv 33-37; vv 38-40?
c) ¿Cuál es la enseñanza de Jesús en cada episodio?
d) ¿Qué significa hoy para nosotros la frase: “Quien no está contra nosotros está con nosotros?"

5. Una clave de lectura

para los que quisieran profundizar más en el texto

a) Comentario

Marcos 9,30-32: El anuncio de la Pasión
Jesús atravesaba la Galilea, pero no quiere que la gente lo sepa, porque está ocupado en la formación de los discípulos. Habla con ellos sobre el “Hijo del Hombre” que debe ser entregado. Jesús aporta en sus enseñanzas las profecías. En la formación de los discípulos se orienta en la Biblia. Los discípulos escuchan, pero no entienden. Pero tampoco piden aclaraciones. ¡Quizás tienen miedo de que se les descubra su ignorancia!

Marcos 9,33-34: Una mentalidad competitiva
Llegando a casa, Jesús pregunta: ¿De qué estábais discutiendo durante el camino? Ellos no responden. Es el silencio de los que se sienten culpables, porque en el camino discutían sobre quién fuese el más grande. La “levadura” de la competitividad, y del prestigio, que caracterizaba a la sociedad del Imperio Romano, ¡se infiltraba ya en la pequeña comunidad que estaba a punto de comenzar! ¡Aquí aparece el contraste! Mientras Jesús se preocupaba de ser el Mesías –Siervo, ellos piensan sólo en quién fuese el más grande. ¡Jesús trata de descender, ellos de ascender!

Marcos 9,35-37: Servir y no mandar
La respuesta de Jesús es un resumen del testimonio de vida que estaba dando desde el principio: ¡Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el siervo de todos! El último no gana nada. Es un siervo inútil (cfr Lc 17,10). Usar el poder no para ascender o dominar, sino para descender y servir. Este es el punto sobre el cual Jesús insiste mayormente y sobre el que fundamenta su testimonio (cfr Mc 10,45; Mt 20,28; Jn 13,1-16).
Jesús pone en medio de ellos a algunos niños. Una persona que sólo piensa en ascender y dominar no piensa en los pequeños, en los niños. ¡Pero Jesús lo invierte todo! Y dice: Quien acoge a uno de estos niños en mi nombre, a mí me acoge; quien me acoge, no me acoge a mí, sino a áquel que me ha enviado. ¡Él se identifica con ellos! ¡Quien acoge a los pequeños en nombre de Jesús, acoge a Dios mismo!

Marcos 9, 38-40: La mentalidad estrecha
Alguno que no pertenecía a la comunidad se servía del nombre de Jesús para arrojar los demonios. Juan, el discípulo, lo ve y lo prohíbe: Se lo hemos prohibido, porque no era de los nuestros. En nombre de la comunidad, Juan impide una acción buena. Él pensaba que era el dueño de Jesús y quería prohibir que otros usasen su nombre para hacer el bien. Era una mentalidad estrecha y antigua del “¡Pueblo elegido, Pueblo separado!” Jesús responde: ¡No se lo prohibáis! ¡Quien no está contra nosotros está con nosotros! (Mc 9,40). Para Jesús, lo que importa no es si la persona forma o no parte de la comunidad, sino si hace el bien que la comunidad debe hacer.

Marcos 9,41: Un vaso de agua por recompensa
Aquí se coloca una frase de Jesús: Quien os dé un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, os digo en verdad que no perderá su recompensa. Dos pensamientos: 1) Quien os dé un vaso de agua: Jesús está caminando hacia Jerusalén para dar la propia vida. ¡Gesto de gran donación! Pero Él no desprecia los pequeños gestos de donación en la vida de cada día: un vaso de agua, una acogida, una palabra, muchos gestos. También el mínimo gesto es apreciado. 2) En mi nombre porque sois de Cristo: Jesús se identifica con nosotros que queremos pertenecer a Él. Esto significa que para Él nosotros valemos mucho.

b) Más informaciones para poder entender mejor el texto

• Jesús, el “Hijo del Hombre”

Es el nombre que más le gusta a Jesús. Aparece con mucha frecuencia en el evangelio de Marcos (Mc 2,10-28; 8,31-38; 9,9-12.31; 10,33-45; 13,26; 14,21.41.62). Este título viene del A.T. En el libro de Ezequiel, indica la condición humana del profeta (Ez 3,1.10.17; 4,1 etc.) En el libro de Daniel, aparece el mismo título en una visión apocalíptica (Dn 7,1-28), en la que Daniel describe los imperios de los babilonios, medas, persas y griegos. En la visión del profeta, estos grandes imperios tienen una apariencia de “animales monstruosos” (cf Dn 7,3-8). Son imperios animalescos, brutales, inhumanos, que persiguen y matan (Dn 7,21-25). En la visión del profeta, después de dos reinos inhumanos, aparece el Reino de Dios que tiene la apariencia, no de un animal, sino de una figura humana, Hijo del Hombre. O sea, es un reino con apariencia de gente, reino humano, que promueve la vida, que humaniza (Dn 7,13-14).
En la profecía de Daniel, la figura del Hijo del Hombre representa, no un individuo, sino, como dice él mismo, el “pueblo de los Santos del Altísimo” (Dn 7,27; cfr Dn 7,18). Es el pueblo de Dios que no se deja engañar ni manipular de la ideología dominante de los imperios animalescos. La misión del Hijo del Hombre, esto es, del pueblo de Dios, consiste en realizar el Reino de Dios como un reino humano. Reino que no mata la vida, más bien la defiende y promueve. Humaniza las personas.
Presentándose a los discípulos como el Hijo del Hombre, Jesús asume como suya esta misión que es la misión de todo el pueblo de Dios. Es como si dijese a ellos y a todos nosotros: “¡Venid conmigo! Esta misión no es sólo mía, sino de todos nosotros. Juntos, cumplamos la misión que Dios nos ha confiado: edificar el Reino humano y humanizante que Él soñó. Hagamos lo que Él hizo y vivió durante toda su vida, sobre todo, en los tres últimos años. El Papa León Magno decía: “Jesús fue tan humano, como sólo Dios puede serlo”. Cuanto más humano, tanto más divino. Cuanto más “hijo del hombre”, tanto más “hijo de Dios”. Todo lo que hace a las personas menos humanas aleja de Dios, también la vida religiosa, e incluso la vida carmelita. Fue lo que Jesús condenó, poniendo el bien de las personas sobre toda ley, sobre el sábado (Mc 2,27).

• Jesús, el Formador

“Seguir” era un término que hacía parte del sistema de la época. Se usaba para indicar la relación entre discípulo y maestro. La relación entre discípulo y maestro es diversa de la que hay entre profesor y alumno. Los alumnos asisten a las lecciones del profesor de una determinada materia. Los discípulos “siguen” al maestro y viven con él, todo el tiempo.
Es propio en esta “convivencia” de tres años con Jesús, que los discípulos reciban su formación. Una formación de “seguimiento de Jesús”, no es en primer lugar la transmisión de verdades para repetir, sino la comunicación de una nueva experiencia de Dios y de la vida que irradiaba de Jesús para los discípulos. La comunidad misma que se formaba alrededor de Jesús era la expresión de esta nueva experiencia. La formación llevaba a las personas a tener una visión distinta, una actitud diversa. Hacía nacer en ellos una nueva conciencia de la misión y el respeto de uno mismo. Operaba de modo que se alineasen de parte de los excluidos. Producía una “conversión”, consecuencia de haber aceptado la Buena Noticia (Mc 1,15).
Jesús es el eje, el centro, el modelo, la referencia para la comunidad. Él indica el camino a seguir, es “camino, verdad y vida” (Jn 14,6). Para sus conductas es la prueba y la muestra del Reino: vuelve transparente y encarna el amor de Dios y lo revela (Mc 6,31; Mt 10,30; Lc 15,11-32). Jesús es una “persona significativa” para ellos, que dejará por siempre una impronta en ellos. Muchos pequeños gestos reflejarán este testimonio de vida con el cual Jesús señalaba su presencia en la vida de los discípulos. Era su modo de dar forma humana a la experiencia que Él mismo tenía del Padre. En este su modo de ser y de convivir, de relacionarse con las personas, de guiar al pueblo y de escuchar a los que venían a hablar con Él, Jesús aparece:
* como una persona de paz, que inspira paz y reconciliación: “¡La Paz sea con vosotros!” (Jn 20,19; Mt 10,26-33; Mt 18,22; Jn 20,23; Mt 16,19; Mt 18,18);
* como una persona libre y que libera, que despierta la libertad y la liberación: “El hombre no se ha hecho para el sábado, sino el sábado para el hombre” (Mc 2,27 2,18-23);
* como una persona de oración, al que vemos orar en todos los momentos importantes de su vida y que despierta en los otros las ganas de rezar: “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1-4; Lc 4,1-13, 6,12-13; Jn 11,41-42; Mt 11,25; Jn 17,1-26; Lc 23,46; Mc 15,34);
* como una persona afectuosa, que provoca respuestas llenas de amor (Lc 7,37-38; 8,2-3; Jn 21,15-17; Mc 14,3-9; Jn 13,1);
* como una persona acogedora, que está siempre presente en la vida de los discípulos y que los acoge a la vuelta de la misión (Lc 10,7);
* como una persona realista y observadora, que despierta la atención de los discípulos por las cosas de la vida mediante la enseñanza de las Parábolas (Lc 8,4-8);
* como una persona atenta, preocupada por los discípulos (Jn 21,9) , que cuida hasta de su descanso y que quiere estar con ellos de modo que puedan descansar (Mc 6,31);
* como una persona preocupada con la situación, que olvida la propia fatiga y el propio descanso cuando ve que la gente lo busca (Mt 9,36-38);
* como una persona amiga, que comparte todo, hasta el secreto del Padre (Jn 15,15);
* como una persona comprensiva, que acepta a los discípulos como son, hasta en su huída, la negación, la traición, sin romper con ellos (Mc 14,27-28; Jn 6,67);
* como una persona empeñada, que defiende a sus amigos cuando son criticados por los adversarios (Mc 2,18-19; 7,5-13);
* como una persona sabia, que conoce la fragilidad del ser humano, sabe lo que sucede en su corazón, y por esto insiste en la vigilancia y enseña a orar (Lc 11,1-13; Mt 6,5-15).
En una palabra, Jesús se presenta como una persona humana, muy humana, tan humana como sólo Dios puede ser humano. ¡Hijo del Hombre!

6. Salmo 30 (29)

Acción de gracias después de un período mortal

Te ensalzo, Yahvé, porque me has levantado,
no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Yahvé, Dios mío, te pedí auxilio y me curaste.
Tú, Yahvé, sacaste mi vida del Seol,
me reanimaste cuando bajaba a la fosa.

Cantad para Yahvé los que lo amáis,
recordad su santidad con alabanzas.
Un instante dura su ira,
su favor toda una vida;
por la tarde visita de lágrimas,
por la mañana gritos de júbilo.

Al sentirme seguro me decía:
«Jamás vacilaré».
Tu favor, Yahvé, me afianzaba
más firme que sólidas montañas;
pero luego escondías tu rostro
y quedaba todo conturbado.

A ti alzo mi voz, Yahvé,
a mi Dios piedad imploro:
¿Qué ganas con mi sangre, con que baje a la fosa?
¿Puede el polvo alabarte, anunciar tu verdad?
¡Escucha, Yahvé, ten piedad de mí!
¡Sé tú, Yahvé, mi auxilio!

Has cambiado en danza mi lamento:
me has quitado el sayal, me has vestido de fiesta.
Por eso mi corazón te cantará sin parar;
Yahvé, Dios mío, te alabaré por siempre.

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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