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jueves, 27 de marzo de 2008

Domingo II de Pascua: Fe y Vocacion

MEDITACIONES VOCACIONALES

Pastoral Vocacional



1.Comentario Vocacional


En el evangelio de hoy encontramos dos apariciones de Jesús que siguen un esquema muy parecido. Les separa una semana lo cual refleja la intención del evangelista de reflejar las reuniones de la comunidad cristiana en “el día del Señor, el día de la resurrección”.

En la segunda reunión-celebración la figura de Tomás tiene un relieve remarcado con el fin de dejar una catequesis clara a los cristianos futuros. Nosotros ya nos hemos acostumbrado de hablar de la resurrección de Jesús y lo vemos como algo normal. Pero conviene hacer un esfuerzo para ponerse en el lugar de esos pobres seguidores de Jesús. Ellos no estaban predispuestos a la resurrección, algo que si bien aceptaban algunos judíos (los fariseos), se esperaba al final de los tiempos.

Tomás representa el escepticismo y el realismo ante un acontecimiento que escapa al control humano. Tomás representa nuestra propia tentación de tener certezas “palpables” de nuestra fe. Muchos jóvenes tienen miedo de sentirse llamados por Jesús. Ese miedo nace de la misma incertidumbre de Tomás (¿de verdad el Señor me llama? ¿Cómo puedo estar seguro de ello?). Pero en la vocación no hay certezas, sino amor, simplemente.



Según los estudiosos, todo el capítulo 20 de Juan conduce a un fin buscado y previsto. Hay una pedagogía en los textos (sepulcro vacío, aparición a la Magdalena y a los discípulos) para desembocar en una confesión de fe: “¡Señor mío y Dios mío!” (v.28). Se puede ver fácilmente que el título de “Señor” aparece varias veces en boca de la Magdalena (vv.2.13.18) y de los discípulos (v.25). Pero es Tomás, tantas veces presentado como ejemplo de duda y poca fe, quien le reconoce y confiesa como Señor y Dios, añadiendo además un adjetivo posesivo (Señor mío y Dios mío) que la convierte en una confesión completamente personal. Juan, como punto de llegada de la fe pascual, nos presenta a Tomás como modelo de creyente, como aquel que ha sido capaz de desentrañar y descubrir la verdadera identidad de Jesús.

Sin embargo, el evangelista recoge una bienaventuranza de Jesús para los cristianos del futuro (“Dichosos los que crean sin haber visto” v.29). Probablemente en la comunidad de Juan habría ya miembros de una “segunda generación” que no conocieron ni siguieron personalmente a Jesús. Para ellos y para los que vendrán después, él escribe su evangelio para “que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su Nombre” (v.31). Tendríamos que reflexionar para saber si verdaderamente hemos llegado una confesión personal de nuestra fe, si tenemos una experiencia personal de encuentro con Jesús. Sin esa experiencia personal, quien se embarca en la aventura de la vocación, pronto encontrará dificultades.

En la primera aparición Jesús hace un envío de los discípulos. Su misión será la de continuar la misma misión de Jesús y no otra; la misión que le había encomendado el Padre: perdonar los pecados. Bien sabemos que en el cuarto evangelio el pecado se identifica con la renuncia a creer en Jesús y aceptar su obra salvadora. Lo cual no deja de sorprendernos que Jesús envíe a los suyos a perdonar a los que no quieren creer. Sin duda es una lectura complementaria a los textos de envío que se encuentran en los sinópticos. Hay que añadir finalmente que para que los discípulos puedan llevar a cabo su misión necesitan el Espíritu que Jesús les da en un gesto que recuerda una nueva creación.

Aunque la fe es una opción y decisión personal, aunque la vocación también es personal, no podemos prescindir de su dimensión comunitaria como nos refleja la primera lectura. Se nos da una descripción idealizada de la primera comunidad para que nos sirva de ejemplo a lo largo de los siglos. Lucas no nos muestra las normas que la regían, sino que nos habla de la vida que había en ella. Y los rasgos que yo destacaría de esa vida serían: la constancia (perseverancia), la alegría y la unidad. Con estos elementos la manera de vivir la fe en comunidad es en sí testimonio para los otros. La vida de nuestra comunidad es en sí misma misionera. Revisemos si verdaderamente nuestra comunidad da ese testimonio.


2.Ideas clave para la homilía

-Tomás es el hombre que desde un realismo busca la certeza de la resurrección de Jesús.

-Pero Juan nos presenta a Tomás como modelo de creyente. Su confesión de fe nos muestra la identidad de Jesús como Hijo de Dios.

-Jesús resucitado envía la comunidad de los apóstoles a continuar su propia misión que consiste en el perdón de los pecados. Para ello les da su Espíritu.

-La vida de la primera comunidad cristiana se nos presenta también como modelo. Su manera de vivir era en sí misma, un testimonio provocador.


3.Preguntas para la reflexión personal o grupal

-¿Qué dudas e incertidumbres experimento en mi vida de fe y en mi vocación?

-¿En qué cosas soy escépticos o realista?

-¿En qué medida tengo una experiencia personal de fe y de encuentro con el Señor?

-¿Te sientes enviado a continuar la misma tarea de Jesús? ¿Qué tendrías que hacer para sentirte más “misionero”?

-¿Cómo anda tu comunidad en cuento a la constancia, la alegría y la unidad? ¿Qué puedes aportar tu para mejorar la situación?


4.Un poco de poesía

Poema I

Dinos, Señor, dónde resides. Dónde

pones tu pie de paz, dónde tu casa:

si en el mar de los muertos o en la brasa

de la noche… ¿Por qué, Señor, se esconde

tu corazón – adonde rueda, adónde –

después que nos roza y nos abrasa?

¿Por qué ocultas tu labio cuando pasa

bebiendo nuestro amor…? ¿Por qué? Responde.

Yo te quiero en mi mano, dulcemente

amarrado y en vilo por amarnos,

en vilo y entre rejas prisionero.

Suene mi río al son de tu corriente.

Que tus ojos se laven al mirarnos.

Y no vuelvas a huir, ¡oh forastero!

(Vicente García Hernández)


5.Para darle vueltas

“La vocación no es cuestión de evidencia, sino de amor” (Jorge Sans Vila)

Carlos Comendador


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