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viernes, 21 de marzo de 2008

Pascua: y Vocación

PASCUA Y VOCACIÓN

Publicado por Pastoral Vocacional

1.Comentario Vocacional

Ofrecer un comentario vocacional al primer domingo de pascua no es fácil. Parece que se tratase de desviar la atención del significado profundo de la Pascua a un elemento muy concreto de la vida cristiana como es la vocación. Pero no es así. Partiendo del hecho de que la vocación es una vivencia que tiene todo cristiano, sabemos por experiencia que esa vivencia nace de un encuentro con el Cristo resucitado. En este sentido, las lecturas de hoy nos ofrecen un apoyo en nuestro crecimiento vocacional.

El evangelio de Juan que la liturgia nos ofrece en la eucaristía de la mañana es muy sugerente. Sobre todo porque este relato que abre el día de la resurrección tiene una serie de diferencias con respecto a los sinópticos que nos dan unas pistas insospechadas para nuestra reflexión. En los otros tres evanglios encotramos a María Magdalena y un grupo de mujeres que encuentran el sepulcro vacío. Esto les llena de miedo. Sin embargo reciben la aparición de un ángel que les anuncia la buena noticia de la resurreción del Maestro.

Por el contrario, en el texto joánico no encontramos al principio ni ángeles ni una manifestación abierta del Señor. Podríamos decir que es un relato de la “ausencia” del Resucitado. El sepulcro está vacío. Eso es todo. Y ante este sepulcro vacío se acercan tres personajes María, Pedro y “el otro discípulo”, con tres reacciones distintas. El verbo “ver”, que tanto importacia tiene en el cuarto evangelio, marcará aquí la diferencia entre ellos.

En primer lugar María Magdalena “vio” la losa quitada y echó a correr (vv. 1-2). Ella constata que el sepulcro está abierto, pero no se acerca, ni mira al interior ni entra dentro. Por ello saca conclusiones equivocadas: “se han llevado al Señor” (v.2). Sin embargo, esto no nos debe extrañar. Juan recalca que fue al sepulcro “al amanecer, cuando todavía está osucro”. Los estudiosos señalan que este término que refleja tinieblas u oscuridad, siempre tiene un sentidio fiturativo en el cuarto evangelio. María se ha acercado a la tumba desde la oscuridad de la falta de fe en Jesús. Por eso no ha encontrado nada.

El otro discípulo llega después y “vio” las vendas en el suelo pero no entró. Es Pedro quien entra (verbo que marca la diferencia y nos muestra un paso más en el proceso de fe) y ve la vendas y el sudario. Pedro ha ido más lejos que la mujer, ha entrado y ha encontrado todo en orden, pero ¿qué ha pasado? El orden de las cosas sólo pueden ser un indicio de que el cuerpo no ha sido robado.



Es del otro discípulo de quien se nos dice que “vio y creyó” (v.8). Él ha cubierto todas las etapas del proceso: ha visto, ha entrado y ha creído. El evangelista nos propone a este discípulo como modelo pues ha creído en la resurreción desde los “signos de la ausencia”. No ha necesitado ni de ángles ni de una manifestación explícita del Cristo. Su fe es una fe pura.

Este proceso es el mismo por el que tenemos que pasar en nuestro camino vocacional. Al final hemos de llegar a una fe desnuda de adornos superficiales. Muchas veces nos hemos encontrado o nos encontraremos en esa noche oscura de la que tanto hablan los grandes místicos. Una noche que nos exigirá ir más allá para terminar dando nuestro sí incluso en la ausencia de quien nos ha llamado.

Esta fe en el Cristo resucitado nos lleva a unas consecuencias que nos muestran las otras dos lecturas. En primer lugar hay que considerar que la resurección de Jesús no es un mero acontecimiento histórico. Su resurrección debe convertirse en nosotros en un acontecimiento personal: “habéis resucitado con Cristo” nos dice S.Pedro (v.1). Por ello nuestra vida es otra, con otros intereses, otras motivaciones y otros objetivos. Aspirar a los bienes de arriba donde está Cristo (v.2) es vivir y actuar con una escala de valores que no es la de este mundo.

Pero el encuentro íntimo con el Resucitado (expresado en el “comer y beber con él”) no es sólo un asunto personal, sino que nos convierte en apóstoles y misioneros: “nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio...”. El fragmento del discurso de Pedro en la casa de Cornelio (primer pagano bautizado) que leemos hoy nos ofrece además la posibilidad de fijarnos en el contenido del anuncio, sobre todo la descripción de Jesús que no tiene desperdicio y merece analizar detenidamente.

Miremos y examinemos qué es lo que desea nuestro corazón para saber si de verdad nos hemos dejado resucitar con el Cristo. Miremos y examinemos también las palabras de nuestro testimonio para descubrir la imagen de Jesus que anunciamos a los demás.

2. Ideas clave para la homilia

- Juan nos ofrece un primer relato de la resurreción en el que no hay ni apariciones de ángles ni manifestaciones del Cristo, tal y como ocurre en los sinópticos.

- Hay un proceso de fe que reflejan cada uno de los personajes del evangelio y se expresa en tres acciones: ver, entrar y creer.

- El otro discipulo es el que ve y cree en la resurreción de Jesús a partir de los signos que la anuncian. No tuvo necesidad de apariciones de ángeles.

- La resurrección de Jesús deber ser un acontecimiento personal, de tal modo que también nosotros resucitemos con él.

- Este encuentro con el Resucitado nos llevara a ser testigos y apóstoles de aquel hombre “que pasó haciendo el bien”.

3.Preguntas para le reflexión grupal o personal

-¿He tenido experiencia de la noche oscura de la fe? ¿Cómo la he vivido? ¿Cómo he conseguido mantenerme fiel?

-¿Hay ahora algún elemento en tu vida que indique que te encuentras en la oscuridad?

-¿Dónde, cuándo y cómo buscas al Resucitado?

-¿Qué experiencia tienes de haber resucitado con Cristo? ¿Cómo se refleja en tu vida?

-¿En qué sentido buscas los bienes de arriba?

-¿En qué se puede decir que eres apóstol del Resucitado?

-Cuando hablas de Jesús ¿qué dices de él?

4.Un poco de poesía

Viví jugando a demasiadas cosas,

a vivir, a soñar, a ser un hombre.

Tal vez nazca al morir, aunque me asombre,

como nacen, soñándose, las rosas.

Dame tus manos misericordiosas

para que el corazón se desescombre.

Dime si es cierto que, al pensar tu nombre,

se vuelven las orugas mariposas.

Sé que los cielos estarán abiertos

y aún más abierta encontraré la vida.

Ya no seremos nunca más cautivos.

Ganaremos, perdiendo la partida.

Y, pues hemos vivido estando muertos,

muriendo en la luz despertaremos vivos.

(José Luis Martín Descalzo)


5.Para darle vueltas

“No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho, y así lo que más os despertare amar, eso haced” (Santa Teresa)

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