XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A
por Jesús Burgaleta
«Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?»
Yo digo que Tú, Jesús,
eres la experiencia más importante de mi vida.
Nada,
ni mi nacimiento,
ni mi vocación,
ni mi trabajo,
ni mis relaciones,
ni mi familia,
nada,
ni mi misma vida,
es comparable contigo.
Tú eres el fuego que arde dentro de mí,
la voz que no cesa,
el palpitar primero,
la luz íntima.
Tú eres la vibración más honda,
la energía profunda,
la fuerza que me empuja
y me levanta.
Tú, Jesús,
eres mi proyecto,
mi camino,
mi misma vida –la Vida de mi vida–.
De Ti bebo,
manantial inagotable,
lo bueno y lo noble
que en mi anida.
Tú eres, Jesús,
el Libro que me narra
de dónde nace
el primer aliento de mi existencia.
Tú eres el plano escondido
que me marca el sendero
para llegar al tesoro
que todo lo llena.
Tú eres la brújula,
el norte,
la flecha del camino
que señala la meta.
Tú eres el futuro,
el horizonte,
el alba que nace del ocaso,
la nueva perspectiva,
mi esperanza.
Tú, Jesús,
me has sellado con sangre,
como se marca a una res
o se hace el tatuaje del alma.
Eres más íntimo,
más entrañable,
más hondo,
más medular,
más mío
que mi conciencia.
Tú, Jesús,
me has atraído,
arrebatado
y seducido,
como el imán al hierro,
como el agua al ciervo sediento
después de la parada nupcial con su pareja.
Tú, Jesús,
estás en mi torpe amor,
entregado a cuentagotas a mi hermano.
Tú eres el que me llama
a estar junto al que sufre,
al que llora
y al necesitado.
Tú eres el de la cárcel,
que no visito.
Tú eres el que llama a mi puerta;
el que me pide el pan
que no comparto.
Tú eres
el que tiene hambre y sed de esa justicia,
por la que no lucho.
Tú eres el hombre de la paz,
en cuyo movimiento
no milito.
Tú eres el que me pide el vaso de agua,
que yo me bebo;
el que va desnudo,
porque le han quitado la ropa
que yo me pongo.
Jesús es
mi espíritu crítico,
la aguja que me pincha,
la conciencia que me inquieta,
mi corazón dormido.
Jesús,
Tú eres
Presencia del Dios vivo.
En Ti encuentro
el símbolo maravilloso
de Dios presente
en mí,
en mis hermanos,
en mi mundo.
¿Quién eres Tú?
¡Eso quisiera saber yo
y tenerlo claro!
Tú eres el enigma
que ha descifrado a Dios
deshojando su margarita
a favor de todos.
por Jesús Burgaleta
«Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?»
Yo digo que Tú, Jesús,
eres la experiencia más importante de mi vida.
Nada,
ni mi nacimiento,
ni mi vocación,
ni mi trabajo,
ni mis relaciones,
ni mi familia,
nada,
ni mi misma vida,
es comparable contigo.
Tú eres el fuego que arde dentro de mí,
la voz que no cesa,
el palpitar primero,
la luz íntima.
Tú eres la vibración más honda,
la energía profunda,
la fuerza que me empuja
y me levanta.
Tú, Jesús,
eres mi proyecto,
mi camino,
mi misma vida –la Vida de mi vida–.
De Ti bebo,
manantial inagotable,
lo bueno y lo noble
que en mi anida.
Tú eres, Jesús,
el Libro que me narra
de dónde nace
el primer aliento de mi existencia.
Tú eres el plano escondido
que me marca el sendero
para llegar al tesoro
que todo lo llena.
Tú eres la brújula,
el norte,
la flecha del camino
que señala la meta.
Tú eres el futuro,
el horizonte,
el alba que nace del ocaso,
la nueva perspectiva,
mi esperanza.
Tú, Jesús,
me has sellado con sangre,
como se marca a una res
o se hace el tatuaje del alma.
Eres más íntimo,
más entrañable,
más hondo,
más medular,
más mío
que mi conciencia.
Tú, Jesús,
me has atraído,
arrebatado
y seducido,
como el imán al hierro,
como el agua al ciervo sediento
después de la parada nupcial con su pareja.
Tú, Jesús,
estás en mi torpe amor,
entregado a cuentagotas a mi hermano.
Tú eres el que me llama
a estar junto al que sufre,
al que llora
y al necesitado.
Tú eres el de la cárcel,
que no visito.
Tú eres el que llama a mi puerta;
el que me pide el pan
que no comparto.
Tú eres
el que tiene hambre y sed de esa justicia,
por la que no lucho.
Tú eres el hombre de la paz,
en cuyo movimiento
no milito.
Tú eres el que me pide el vaso de agua,
que yo me bebo;
el que va desnudo,
porque le han quitado la ropa
que yo me pongo.
Jesús es
mi espíritu crítico,
la aguja que me pincha,
la conciencia que me inquieta,
mi corazón dormido.
Jesús,
Tú eres
Presencia del Dios vivo.
En Ti encuentro
el símbolo maravilloso
de Dios presente
en mí,
en mis hermanos,
en mi mundo.
¿Quién eres Tú?
¡Eso quisiera saber yo
y tenerlo claro!
Tú eres el enigma
que ha descifrado a Dios
deshojando su margarita
a favor de todos.
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