1.- ¿Y quién decís vosotros que soy Yo? En otras palabras ¿qué soy yo para vosotros?, ¿para ti?, contestaciones de catecismo o teología barata todos las tenemos, pero Jesús no nos pregunta sobre nuestros conocimientos religiosos, esos no le interesan nada, cuántos ateos saben todo se Jesús, como los fariseos que lo sabían todo de él, su lugar de origen, sus padres, el oficio de carpintero del padre, sus hermano y hermanas, hasta su edad aproximada.
¿Qué es Jesús para mí? Tal vez compañero de camino, con el que hago mi camino día a día sin encontrarme nunca sólo, una ignorante viejecita decía que para ella Dios era “compañía”.
Tal vez el Padre perdonador del que siempre quería sentir sus manos perdonadoras y protectoras sobre mis hombros cuando me arrodille ante El al regresar sucio y desarrapado a la Casa Paterna.
¿Quizás el que me aseguró de su presencia cuando en la vida tuve que tomar decisiones que no eran menos arriesgadas que tirarse al vacío sin paracaídas, el que aseguró que donde quiera que fuera, desarraigado de familia, amigos, patria, lengua y cultura, allí estará siempre El conmigo?
El que cuando se encuentra uno sólo, mal interpretado, envidiado y hasta perseguido, no dice en el interior que nada importa el juicio de los hombres, que sólo es importante lo que El piensa de mí.
Con el que cuento a cualquier hora del día y de la noche, porque en el sagrario le tengo siempre como amigo cercano, que siempre goza con mis visitas. ¿Quién es Jesús para mí?
2.- Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, es la contestación de Pedro, y aunque inspirada por Dios, dudo yo de que dijese lo que sabía, otro apóstol tuvo una contestación más profunda, más suya, más personal, fue Tomás, “Señor mío y Dios mío” No hay ahí definición teológica ninguna, hay una experiencia de lo más hondo del corazón. ¿Es para mí Jesús, Mesías como para Pedro? Ó ¿Señor mío y Dios mío como para Tomás?
3.- Alaba el Señor a Pedro, no por su definición, sino porque lo que está diciendo se lo ha revelado gratuitamente Dios. “Te doy gracias, Padre, porque has revelado estás cosas a los humildes y sencillos, y se lo has ocultado a los sabios y entendidos de este mundo. Y es que Fe no es conocimiento acumulado en libros, es revelación de Dios, es experiencia interna de Dios, como dicen los Santos Padres de la Iglesia, es sensación de Dios.
Por eso nos dirá san Ignacio que “no el mucho saber harta y satisface el alma, sino el sentir internamente de las cosa de Dios. Pues que el Señor nos vea pequeños ye nos revele a lo hondo del corazón.
¿Qué es Jesús para mí? Tal vez compañero de camino, con el que hago mi camino día a día sin encontrarme nunca sólo, una ignorante viejecita decía que para ella Dios era “compañía”.
Tal vez el Padre perdonador del que siempre quería sentir sus manos perdonadoras y protectoras sobre mis hombros cuando me arrodille ante El al regresar sucio y desarrapado a la Casa Paterna.
¿Quizás el que me aseguró de su presencia cuando en la vida tuve que tomar decisiones que no eran menos arriesgadas que tirarse al vacío sin paracaídas, el que aseguró que donde quiera que fuera, desarraigado de familia, amigos, patria, lengua y cultura, allí estará siempre El conmigo?
El que cuando se encuentra uno sólo, mal interpretado, envidiado y hasta perseguido, no dice en el interior que nada importa el juicio de los hombres, que sólo es importante lo que El piensa de mí.
Con el que cuento a cualquier hora del día y de la noche, porque en el sagrario le tengo siempre como amigo cercano, que siempre goza con mis visitas. ¿Quién es Jesús para mí?
2.- Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, es la contestación de Pedro, y aunque inspirada por Dios, dudo yo de que dijese lo que sabía, otro apóstol tuvo una contestación más profunda, más suya, más personal, fue Tomás, “Señor mío y Dios mío” No hay ahí definición teológica ninguna, hay una experiencia de lo más hondo del corazón. ¿Es para mí Jesús, Mesías como para Pedro? Ó ¿Señor mío y Dios mío como para Tomás?
3.- Alaba el Señor a Pedro, no por su definición, sino porque lo que está diciendo se lo ha revelado gratuitamente Dios. “Te doy gracias, Padre, porque has revelado estás cosas a los humildes y sencillos, y se lo has ocultado a los sabios y entendidos de este mundo. Y es que Fe no es conocimiento acumulado en libros, es revelación de Dios, es experiencia interna de Dios, como dicen los Santos Padres de la Iglesia, es sensación de Dios.
Por eso nos dirá san Ignacio que “no el mucho saber harta y satisface el alma, sino el sentir internamente de las cosa de Dios. Pues que el Señor nos vea pequeños ye nos revele a lo hondo del corazón.
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