NO DEJES DE VISITAR
GIF animations generator gifup.com www.misionerosencamino.blogspot.com
El Blog donde encontrarás abundante material de formación, dinámicas, catequesis, charlas, videos, música y variados recursos litúrgicos y pastorales para la actividad de los grupos misioneros.
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

jueves, 20 de noviembre de 2008

Apoyo para la Homilía y la Reflexión personal: EL REINO DE DIOS ESTÁ DENTRO DE NOSOTROS

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
Publicado por Jesuitas de Loyola


T E M A S Y C O N T E X T O S

Estos textos pretenden sin duda proporcionarnos tres accesos diferentes y complementarios al concepto de "Cristo-Rey". Es claro que ninguno de ellos cae en la burda asimilación del concepto con ninguna connotación política. Se trata de presentar lo más profundo de la figura de Cristo: Pastor - Sentido de la Creación - Consumador.
Y ésta es la imagen sobre la que vamos a reflexionar.

EL TEXTO DE EZEQUIEL
Ezequiel vivió entre los años 600 - 550, sin que podamos precisar más. Son los años trágicos de la destrucción de Jerusalén por los babilonios de Nabucodonosor (578). Ezequiel y Jeremías son los dos profetas testigos de la caída de Jerusalén y la deportación a Babilonia. La primera parte de la profecía de Ezequiel es contemporánea de los últimos días de Judá, y es anuncio de la caída de Jerusalén. La segunda parte, ya en el destierro, se dedica a mantener la esperanza del pueblo en la restauración, fundándola en la confianza en Dios y por tanto en la adhesión del pueblo al Señor, no en vanas esperanzas políticas.
El texto que hoy leemos corresponde a esa segunda parte. Está sacado de contexto, como casi siempre. El texto entero es una violenta diatriba contra los malos pastores. Las desgracias del pueblo son en buena parte responsabilidad de los malos jefes, que no han sido pastores sino depredadores, que no se han preocupado del rebaño sino que lo han echado a perder. Pero el Señor mismo tomará la iniciativa y será pastor de su pueblo. La imagen se completa con la exigencia de responsabilidades, en forma de juicio, entre oveja y oveja. Es también un texto mesiánico y escatológico, anuncio de un único futuro pastor y de una instalación final en los más verdes pastos.
El texto se incluye aquí como magnífico complemento de la "parábola" del Juicio final que leemos en el Evangelio.

EL TEXTO DE CORINTIOS
Las dos frases-clave de este texto, que lo incluyen bien en la fiesta de hoy, son sin duda "Cristo tiene que reinar" y “Dios será todo en todos”. Se presenta pues una imagen del desenlace de la historia humana, interpretada como "el triunfo final de Cristo a la cabeza de la humanidad entera". Cristo triunfa de todos sus enemigos. Es muy significativo que su mayor enemigo es la muerte. No se trata de que Cristo triunfa sobre personas. Nunca Cristo es enemigo de personas. Los enemigos de Cristo son los enemigos de las personas; y el último enemigo es la muerte, que se presenta aquí como símbolo del pecado. El texto es entre simbólico y profético. Se toma la imagen de Adán, el hombre sin Dios abocado a la muerte, y se contrapone con Cristo, el hombre lleno de Dios, fuente de vida para todos.
"Cristo tiene que reinar"- “Dios será todo en todos”, equivalen a "se realizará el reino de Dios", la humanidad entera llegará a la plenitud en Dios, por la fuerza del Espíritu de Cristo. Es uno de los textos más completos, más esperanzadores, que mejor revelan el pensamiento global de Pablo respecto a la función de Cristo Libertador de la humanidad.

EL JUICIO FINAL
Mateo presenta estas palabras como la última enseñanza de Jesús en su vida pública.
La preceden inmediatamente las parábolas de la vigilancia (los talentos, las diez doncellas y el mayordomo) los anuncios de la Parusía y la destrucción de Jerusalén y las disputas con los jefes del pueblo. Ese contexto puede equivocarnos y hacernos pensar que se trata de un anuncio de cómo será el final. Jesús nunca explica esos "cómos". (Entre otras cosas porque no lo sabe). Jesús está enviando dos mensajes.
Uno a los jefes de Israel: estáis ante el mayor dilema de la historia, aceptar la Palabra o rechazarla. Otro, a todos, dirigido a sus seguidores: estad vigilantes, no es tiempo de dormir, la vida es aceptar una responsabilidad ante Dios. En este contexto, la escena del Juicio Final precisa cuál es el contenido del juicio, no cómo será la escena del juicio. El cómo será la escena del juicio es nuestra curiosidad, nunca satisfecha por Jesús. El contenido del juicio, su materia, es lo que le importa a Jesús.
Es importante recordar que este texto pertenece al género parabólico (aunque para estrictos especialistas se trate de un genero parabólico especial, teñido de género apocalíptico). Una parábola – recordemos – es una narración inventada para comunicar un contenido, un mensaje. Así pues, como todos los relatos de este tipo, hay que distinguir entre el ropaje del relato, el envoltorio del mensaje, y el mensaje mismo. El envoltorio es la escena del juicio, el juez, los ángeles, las ovejas y las cabras, las palabras del juez y de los juzgados, la herencia del reino preparado, el fuego eterno y sus ángeles... Son las imágenes tomadas de la tradición de Israel, que Jesús aplica para que todos le entiendan. Esta escenografía insuperable nos recuerda inevitablemente otra, no menos espectacular: la proclamación de La Ley en la cumbre del Sinaí en llamas, en mitad de la tormenta. Y son muy semejantes: una prodigiosa
escenografía para envolver un contenido muy importante. En este modo de expresarse no hay nada de revolucionario, de palabra nueva de Jesús, de mensaje propiamente dicho. El mensaje de Jesús es la materia del juicio, y esa sí que es revolucionaria, sorprendente, nueva, acorde con todas las líneas de fuerza del evangelio. Y se condensa en la frase "a mí me lo hicisteis".
La antigua línea del "misericordia quiero y no sacrificios" (Mt 9,13, citando a Oseas 6,6) culmina en esta espectacular afirmación: servir a Dios es servir al prójimo; no hay otra manera de servir a Dios que servir al prójimo. Y esto se subraya con la repetición en negativo de la misma afirmación: no servir al prójimo es no servir a Dios. Para subrayar la importancia definitiva de este mensaje, que condensa toda la enseñanza de Jesús, para mostrar lo "definitivo" de esta palabra, se ha montado toda la escenografía del juicio de las naciones, de los ángeles, de la condena... Son los métodos literarios propios de la dramatización dirigida a dejar clara la importancia vital, definitiva, del mensaje. Este texto tiene un paralelo, complementario y expresivo en Mateo 7, 22: "No todo el que me diga 'Señor, Señor' entrará en el Reino de Dios, sino el que cumpla mi voluntad. Cuando llegue aquel día, muchos me dirán: 'Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre?, ¿no hemos expulsado demonios en tu nombre?, ¿no hemos hecho milagros en tu nombre?' Y yo entonces declararé:
'Nunca os conocí; apartaos de mí, malhechores'. Este texto esclarece la imagen del Juez. Jesús se presenta como juez definitivo, es decir, como fiel de la balanza, piedra angular, roca sobre la que edificar.
El sentido total de este fragmento está muy por encima de interpretaciones tan superficiales como: "así será la escena final", "los malos irán al infierno", "al final, Dios será un juez implacable" ... todas esas maneras de interpretar no son más que aprovechamientos de predicadores superficiales para meter miedo al rebaño. El mensaje es mucho más profundo y mucho más sencillo: son de Jesús los que ponen la vida al servicio de los demás; los que no lo hacen, por más que digan o practiquen cultos, no son de Jesús.
Y el que ocupa el trono del juez no es Dios, es Jesús: magnífica profesión de fe de Mateo: yo creo de Dios lo que veo en Jesús; los criterios de Jesús son los criterios de Dios. Por eso llamamos a Jesús “el Señor”.


R E F L E X I Ó N

Jesús no es rey. No es un rey como los reyes son reyes. El reino de Dios no es un estado. Recordemos algunas citas significativas

1.- Los reyes de la Tierra.
"Los que visten ropas delicadas están en los palacios de los reyes" (Mt.11,8)
"Os conducirán ante los reyes...por causa de mi nombre" (Mt.24.Mc.13.Lc.21)

2.- La dificultad de los discípulos ante este mensaje.
La madre de los Zebedeos y sus hijos le piden "sentarse uno a la derecha y otro a la izquierda en su reino. Jesús Contesta: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?. Ellos dijeron : Sí, podemos. Respondió Jesús: Sí, mi cáliz lo beberéis, pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo: es para los que haya decidido mi Padre. Los otros diez se enteraron y se indignaron contra los dos hermanos. Jesús les llamó y les dijo:
"Los jefes de las naciones las gobiernan como dueños y los grandes hacen sentir su poder. No debe ser así entre vosotros. Al contrario, entre vosotros, el que quiera ser grande, que se haga vuestro criado, el que quiera ser el primero, que se haga vuestro esclavo.. Porque así sucede con el Hijo del Hombre, que no ha venido a ser servido sino a servir, y a dar su vida por todos." (Mt.20,20 y ss.)
Estas mismas expresiones se repiten, según Lucas (22,24), durante la misma Ultima Cena, en que los discípulos discuten "quién es el mayor".

3.- El relato de Juan que "sustituye" a la institución de la Eucaristía.
.....Cuando terminó de lavarles los pies, y se puso sus vestidos y volvió a, la mesa, les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?. Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y hacéis bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros os debéis lavar los pies unos a otros. Os he dado ejemplo para que actuéis como yo he actuado con vosotros. En verdad os digo: no es el esclavo mayor que su dueño, ni el enviado más grande que el que le envía". (Jn.13)
Jesús no es rey. Y Dios no es rey. Jesús revela a Dios más que nunca cuando se pone a lavar los pies ( yo, el maestro y el Señor), y más aún cuando muere despreciado y "vencido" en la cruz. Dios es así, lo vemos en Jesús. Dios es el que da la vida por las ovejas. La imagen del Todopoderoso, Rey de reyes y Señor de señores, Altísimo, Señor de los ejércitos, Gobernador del Universo, nos interesa poco. Nos interesa lo que hemos visto de Dios en Jesús. Y hemos visto a Dios enamorado, trabajando por sus hijos, capaz de dar la vida, puesto al servicio. Mientras no nos cambiemos al Dios de Jesús, estamos lejos del Reino. El Reino de Dios está dentro, no fuera, está en la disposición de servir, está en la necesidad de agradecer el bien recibido, está en la idea clara de que “Dios no está pero sus hijos sí. Dios no está, pero yo sí estoy”
Esta "parábola" culmina y encierra a todas las demás. Un ejemplo perfecto de aplicación de esta parábola es la del buen samaritano. El sacerdote y el levita podrían decir "Señor, Señor, ¿no servimos en tu templo, no conocemos y practicamos tu ley?". Y la respuesta será "me visteis desnudo y herido y no me ayudasteis; no os conozco".
Y el samaritano, hereje y enemigo del Templo de Jerusalén, se extrañará de las palabras del Juez: "¿Cuándo te vi desnudo y herido...?". Y escuchará: "¿No te acuerdas del camino de Jerusalén a Jericó?".
Esta "parábola" culmina el sentido de todas las parábolas de la vigilancia y de los talentos. Estad atentos, no sea que veáis a Dios necesitado y paséis de largo. Estad atentos, no sea que salgáis del templo satisfechos de vuestra acción de gracias a Dios y Dios no haya quedado nada satisfecho. Estad atentos, no sea que enterréis vuestros talentos en un vano servicio a un Dios que no existe y no los pongáis al servicio de Dios que sufre y los necesita.
Cristo tiene que reinar, es decir: las personas humanas tienen que ser liberadas del mal, tienen que vivir como hijos, tienen que conocer a su padre. Podremos poner una estatua de Cristo rey coronando nuestras ciudades, podremos entronizar a Jesucristo en nuestras casas cuando no haya pobres entre nosotros, cuando vivamos respetando la naturaleza, cuando los gobernantes sean pastores que se preocupan del pueblo, cuando nuestras relaciones se basen en el respeto y en el perdón. Ése es el reino que está por construir. Pero ese reino nace de dentro a fuera. Sólo será posible si el corazón de las personas se parece al corazón de Dios, que conocemos en el corazón de Jesús. No se trata de sumisión, sino de conversión. No se trata de imposición, sino de servicio. No se trata de hacer prosélitos, sino de "mirad cómo se aman".
Los judíos esperaban a un mesías-rey. Jesús se presentó como un mesías anti-rey. Jesús fue para aquellos judíos el anti-cristo, lo contrario que el cristo que esperaban. Los judíos esperaban un nuevo reino de Israel. Jesús les ofreció un anti-reino. El Reino de Dios es el anti-reino de los reyes de la tierra. Jesús es el anti-rey. Por eso no es bueno que lo vistamos con atributos de reyes de la tierra, ni que celebremos nuestro culto con oros y sedas propios de los reyes de la tierra. Jesús es el rey de la compasión, el rey del servicio, el rey de la consecuencia, el rey de la entrega. En todas esas cosas es rey. Y en ninguna de las que ostentan los poderes de este mundo.
Frecuentemente se ha deformado esta imagen de Jesús-Rey partiendo del texto de Mateo 28,28: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.” deformando la noción de “poder” y aplicando a Jesús maneras de poder propias de reyes absolutos de la tierra.
Pero no tiene nada que ver con los reyes de la tierra ni mucho menos con los del tiempo de Jesús y con su poder. No sé cómo se aplica esto a Jesús resucitado, pero está muy claro que no podía aplicarse a Jesús de Nazaret. Le va tan mal esta expresión como calificarlo de “Rey”. La tablilla puesta sobre su cabeza en la cruz pretendía ser una burla y lo era, pero no burla contra Jesús sino burla contra el poder de los reyes. Ese tipo de poder, incluidos sus símbolos: cetro, trono, oro, palacio, represión ... no es camino de humanidad, no tiene poder para humanizar ni para divinizar, ni tiene nada que ver con Jesús.
Jesús tiene otros poderes, “poderosos poderes”. Jesús es capaz de curar, Jesús quita el hambre y la sed, Jesús puede con-padecer, Jesús tiene palabras que hacen vivir, Jesús puede preferir a los últimos, Jesús es capaz de sembrar, y de sembrarse, y de ser levadura y sal y lámpara, Jesús puede arriesgar la vida por los culpables, Jesús puede reconciliar, Jesús puede perdonar, Jesús tiene el poder de encontrar a su Padre en la oración, de conectar con el Padre sin dejar de ser verdadero hombre, Jesús tiene el supremo poder de dar la vida. Jesús tiene el poder de la semilla, de la sal, del grano de mostaza, del vino, del pan. Esos son sus poderes, los que no tienen los reyes.
Y esos son los poderes de la Iglesia, nuestros poderes. Si ejercemos esos poderes, nosotros la Iglesia somos por un lado irresistibles y por otro lado, aborrecidos por los “otros poderes”. Cuando en los tres primeros siglos la Iglesia era perseguida, la viña se iba podando, los sarmientos secos eran cortados, no tenía poderes regios, aunque empezaba a estar amenazada de tenerlos. Después desapareció la animosidad de los criterios y los poderes de “el mundo” ... porque se habían instalado dentro de la misma Iglesia, la habían invadido ... y actuaba con los mismos criterios que antes la perseguían. No repitamos el mismo error.
Algunas veces entendemos nuestra misión, nuestro trabajo de que “conozcan a Jesús” como un constante estado de predicación, de sermoneo, de controversia. Quizá sea el carisma de algunos, pero no es el carisma habitual. El carisma básico de la Iglesia, lo que le otorga máximos poderes, es ser, vivir con los criterios y valores de Jesús ...
silenciosamente, como la sal que sólo se nota cuando falta o cuando sobra. El poder de lo cotidiano bien hecho. El poder de ser digno de confianza. El poder de ser un buen amigo. El poder de que se puede contar con nosotros. El poder de la humildad, de querer pasar desapercibido. El poder de interesarse, el poder de ser agradecido, el poder de no juzgar ... Esas cosas son las que tienen el máximo poder, poder de convicción, poder de invitación, poder de ser evidentemente satisfactorias. Vivir así es anunciar el Reino. A la Iglesia nos sobran hoy palabras sobre Dios y sobre Jesús. Todo el mundo nos oye, pero no ven en nosotros lo que veían en Jesús. No tenemos su poder.


PARA NUESTRA ORACIÓN

1.- Meditación : el Plan de Dios.
No nos es posible entenderlo, ni abarcarlo, pero quizá sea bueno soñar. Dios sueña al crear. Imaginamos todo el fantástico proceso de la Evolución, desde el Cosmos ilimitado a la estructura interna de los órganos de los seres vivos. La Infinita Sabiduría del Creador destinada a que haya seres inteligentes y libres que puedan llamarse Hijos de Dios, hechos a su imagen. El sueño de Dios es el Reino, el Reino es el que le hace crear, la humanidad de hijos completada y perfecta es el gran Proyecto, el gran sueño. Y estamos invitados a colaborar con Dios en el gran Proyecto. Soñamos en la consumación. Cuando toda la Creación, libre ya de pecado y de muerte, resplandezca, definitiva y plena, como corona de Dios. Una visión que tuvo Juan y nos transmitió en el Apocalipsis.
Soñar: poner la imaginación al servicio de nuestro deseo de liberación, de perfección, de plenitud segura y definitiva ante Dios. Y rogar por ello. Toda esta imagen se concreta en "la segunda venida de Cristo", como consumador, el que lleva a plenitud definitiva. Ponemos nuestra imaginación al servicio de la oración, y vemos el último día, con Jesús triunfante, y todos nosotros. Alegrarse del triunfo de Cristo. Pedirlo, con la oración de los primeros cristianos, la que cierra el Apocalipsis: "El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven!... ¡Ven, Señor Jesús!"

2.- La moral del camino: conmigo lo hicisteis.
La única pregunta es :¿dónde está tu Dios?. La única respuesta cristiana es: "donde me necesitan". Allí me habla y allí le respondo. Pero leámoslo hoy desde la alegría: me necesitan tantos y tanto que no tengo ninguna duda de lo que tengo que hacer para servir a Dios. Y todas las cosas de mi vida tienen un valor y una trascendencia que yo no puedo ni soñar. Todo, todo lo que parece insignificante y trivial, absolutamente todo cuenta para la construcción del Reino. Y se me ha encomendado a mí, y lo puedo hacer, y lo hago. Sirvo a Dios, y escucharé la Palabra ."Ven, bendito, al Reino preparado desde la eternidad".

3.- ¿Es Jesús el Rey de mi vida?
En definitiva, es la única pregunta que importa en la fiesta de hoy. ¿Quién es mi rey? ¿a quién sirvo? ¿quién manda en mí?.
No se puede servir a dos señores. Pero, más aún, en este caso. Servimos a señores que nos oprimen: la sensualidad, el consumo, la trivialidad, el pasar el tiempo… tantos pequeños señorcillos feudales de mi vida que la van haciendo cada vez más esclava y miserable, cada vez más trivial e insignificante. Recordamos a Ignacio de Loyola, cambiando el servicio del rey temporal por el de Jesús. Recordamos a Francisco de Javier, cambiando ambiciones terrenas por el servicio a los más necesitados.
Recordamos a Francisco de Borja ante el cadáver de la emperatriz Isabel: “Nunca más servir a señor que se me pueda morir”.
Señores que esclavizan, Cristo Rey que da la vida, aquí para siempre. ¿Qué criterios y valores reinan en mí? ¿Los de Jesús para vivir o tantos otros que no hacen más que empujarme a morir? Es día de repetir las palabras de Pedro:
“Señor, tú solo tienes palabras de vida eterna”

S A L M O 62 - 63

Oramos juntos manifestando al Señor que le necesitamos, que le elegimos, que deseamos su salud, que le declaramos Señor.
En Dios solo reposa mi alma
de El viene mi esperanza.
El solo es mi Roca, mi salud
mi refugio; no temo junto a El.
Oh Dios, Tú eres mi Dios, yo te busco
mi alma tiene sed de Ti.
Junto a Ti se despliega mi vida
tierra seca, sedienta, sin agua.
Mejor es tu amor que la vida
y quiero bendecir tu nombre.
A tu nombre elevo mi alabanza
con júbilo y placer de mi espíritu.
Tendido en mi lecho pienso en Ti
en Ti medito en mis noches de desvelo,
Tú que eres mi socorro ,
y me alegro a la sombra de tus alas.
Mi alma se refugia junto a Ti
y tu diestra me sirve de apoyo.
Oh Dios, ven siempre en mi ayuda
porque soy pobre y lleno de pecados
Tú, mi socorro, mi rey, mi Salvador
no tardes, Señor.

No hay comentarios: