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jueves, 6 de noviembre de 2008

XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO: Los hombres vivimos lo inmediato

Por P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

Un grupo de turistas iba a emprender una excursión por las montañas. La carretera era estrecha y llena de curvas peligrosas.

El conductor estaba nervioso, era la primera vez que hacía ese recorrido. Antes de comenzar la excursión se plantó delante del autobús y dijo sus oraciones.

Apenas recorridos unos kilómetros, el motor comenzó a calentarse. No había agua en el radiador. Eso tenía fácil arreglo. Pero faltando muchos kilómetros para la meta, el autobús se paró. No había gasolina en el tanque. Se quedó vacío. Los turistas tuvieron que esperar largas horas antes de ser auxiliados.

El conductor había orado antes de salir pero no había echado agua al radiador y no había llenado el tanque de gasolina.

En nuestro mundo, y entre nosotros, hay personas que viven como turistas. El turista es el que disfruta de un lugar, lo usa unas horas o unos días y habitualmente lo deja peor de lo que lo encontró.

Los hay que viven como peregrinos. Hacen muchos sacrificios, pero sólo les interesa la meta. Y se desentienden de lo que pasa a su alrededor.

Los hay indiferentes. El mundo pasa. La vida es una historia contada por un idiota.

¿Para qué trabajar? ¿Para qué preocuparse?

Los impíos dicen: comamos, bebamos, gocemos...que esto no da más de si.

Algunos creyentes: oran mucho pero no echan agua al radiador ni llenan el tanque de gasolina.

Todas estas personas son las cinco doncellas necias que esperan al novio dormidas y vacías.

Y están las cinco doncellas sabias. Estas son las que saben que el mundo es un lugar hermoso, que hay que disfrutar, pero que hay que dejarlo mejor de lo que lo encontramos. Las que saben que hay que hacerlo más humano, más justo, más solidario, más fraterno, más según el proyecto de Dios.

Son sabias las personas que saben que hay una meta final, una nueva patria, pero este mundo es hoy nuestra casa y nuestra patria y hay que comprometerse con todas las causas justas , hay que hincar el diente a los problemas que a todos nos afectan y hay que mancharse las manos.

Son sabias las personas que saben que hay un fin del mundo y oran por los cielos nuevos y la tierra nueva y oran para que venga a nosotros el Reino del Padre y oran para que el novio llegue y nos introduzca en el banquete de bodas, pero viven preparados y trabajando. No saben a qué hora va a llegar el novio y viven "como si Dios no existiera". Saben que Dios no es un capataz que nos vigila, pero saben que Dios está presente y le agradan haciendo lo que nos ha mandado: ser sal y luz de la tierra y ser aceite que sana las heridas.

Jesús nos dice a todos hoy: "Estén vigilantes porque no saben ni el día ni la hora".

La pregunta para el cristiano no es ¿cuándo se acabará el mundo? La pregunta es: ¿está usted preparado?

Unos preparan oposiciones. Otros preparan un viaje exótico. Otros se preparan para un futuro inmediato. Otros viven al día.

Nosotros nos preparamos par lo mejor, para una fiesta de bodas, para recibir al novio y el novio es Jesucristo.

Y como el novio se retrasa más de la cuenta, unos se quedan dormidos, otros se van al bar de la esquina y otros piensan que no hay que esperar a ningún Godot; la suerte ya está echada, pase lo que pase.

Sí, el novio se retrasa, pero viene, y nos invita a nosotros que tenemos un poco de sabios y un poco de necios a buscar la sabiduría. La prudencia intenta resolver lo inmediato. La sabiduría contempla la totalidad de la vida.

Esta es una de las parábolas del evangelio en que todos los personajes son mujeres.

A media noche son las portadoras de la luz a la comunidad. Esperan y vigilan. Viven en la fe y en el amor al Señor.

Si yo hubiera escrito esta parábola, habría descrito a cinco mujeres sabias y a cinco hombres necios.

Los hombres vivimos lo inmediato.

Nos devoran los instintos.

Nos matan los problemas, los negocios.

No tenemos tiempo para lo importante: Dios, los hijos, la comunidad, las cosas del espíritu, la oración...

Nos envenena la avaricia, el prestigio, el tener más...

Nos contentamos con poco. Nos basta el presente. Nos basta un ligue más para la colección. Nos basta la tierra. No tenemos un horizonte trascendente.

Jesucristo es importante. Descrubrámosle en este hoy de nuestra vida y Él será nuestro mañana feliz.

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