Los discípulos han llegado a la fe en Jesús Resucitado desde su propia experiencia. Pero, ¿con qué experiencias podemos contar nosotros para agregarnos a la fe de los primeros creyentes?
Ciertamente, el testimonio de los primeros testigos no basta. Cada uno debemos recorrer nuestro propio itinerario hacia el encuentro con Jesús Resucitado.
La equivocación de Tomás no está en pretender su propia experiencia pascual, sino en querer verificar la «realidad» del Resucitado con sus manos y sus ojos. No es la verificación científica la que lleva al encuentro con el Resucitado, sino la experiencia de fe.
Pero, ¿cuál puede ser hoy nuestra experiencia en Jesús Resucitado?
¿Dónde y cómo vivir la fe en la resurrección, sin reducirla a un mero convencimiento teórico e inoperante?
¿Cómo y cuándo se hace presente la fuerza Jesús en la vida y la actuación de los creyentes?
Antes que nada, hemos de decir que la resurrección se vive y se hace presente donde se trabaja por la vida y se combate contra la muerte.
Donde se liberan las fuerzas de la vida y donde se lucha contra todo lo que deshumaniza y mata al hombre.
Creer hoy en la resurrección es comprometerse por una vida más humana, más plena, más feliz. «La resurrección se hace presente y se manifiesta allí donde se trabaja y hasta se muere por evitar la muerte que está a nuestro alcance, y por suprimir el sufrimiento que se puede evitar».
Quien a pesar de fracasos, frustraciones y sufrimientos, se mantiene incansablemente por todo aquello por lo que luchó Jesús, está caminando con él hacia la vida.
Creemos en el gesto resucitador de Dios cuando damos vida a los crucificados, cuando damos vida a quienes están amenazados en su dignidad y en su vida misma.
Vivir como resucitados es vivir como servidores, buscando la vida y la justicia por la que Jesús vivió y murió.
A partir de la resurrección, los primeros creyentes confesaron a Jesús como Señor. Pero esto no es una pura afirmación teórica. Se trata más bien de hacer que Jesús sea realmente Señor de la historia y de la vida.
Pero entendámoslo bien. El señorío de Jesús resucitado no significa solamente que Cristo sea reconocido por los creyentes, sino que seamos servidores como él lo fue. «El reino de Cristo se hace real en la medida en que hay servidores como él lo fue».
Ciertamente, el testimonio de los primeros testigos no basta. Cada uno debemos recorrer nuestro propio itinerario hacia el encuentro con Jesús Resucitado.
La equivocación de Tomás no está en pretender su propia experiencia pascual, sino en querer verificar la «realidad» del Resucitado con sus manos y sus ojos. No es la verificación científica la que lleva al encuentro con el Resucitado, sino la experiencia de fe.
Pero, ¿cuál puede ser hoy nuestra experiencia en Jesús Resucitado?
¿Dónde y cómo vivir la fe en la resurrección, sin reducirla a un mero convencimiento teórico e inoperante?
¿Cómo y cuándo se hace presente la fuerza Jesús en la vida y la actuación de los creyentes?
Antes que nada, hemos de decir que la resurrección se vive y se hace presente donde se trabaja por la vida y se combate contra la muerte.
Donde se liberan las fuerzas de la vida y donde se lucha contra todo lo que deshumaniza y mata al hombre.
Creer hoy en la resurrección es comprometerse por una vida más humana, más plena, más feliz. «La resurrección se hace presente y se manifiesta allí donde se trabaja y hasta se muere por evitar la muerte que está a nuestro alcance, y por suprimir el sufrimiento que se puede evitar».
Quien a pesar de fracasos, frustraciones y sufrimientos, se mantiene incansablemente por todo aquello por lo que luchó Jesús, está caminando con él hacia la vida.
Creemos en el gesto resucitador de Dios cuando damos vida a los crucificados, cuando damos vida a quienes están amenazados en su dignidad y en su vida misma.
Vivir como resucitados es vivir como servidores, buscando la vida y la justicia por la que Jesús vivió y murió.
A partir de la resurrección, los primeros creyentes confesaron a Jesús como Señor. Pero esto no es una pura afirmación teórica. Se trata más bien de hacer que Jesús sea realmente Señor de la historia y de la vida.
Pero entendámoslo bien. El señorío de Jesús resucitado no significa solamente que Cristo sea reconocido por los creyentes, sino que seamos servidores como él lo fue. «El reino de Cristo se hace real en la medida en que hay servidores como él lo fue».
1 comentario:
Felices Pascuas de Resurrección hermanos que hacen posible este hermoso, útil, y profundo blog. Desde El salvador deseándoles saludos y ánimo sigan con este proyecto porque Cristo está vivo¡¡¡¡.
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