La historia de este santo es un gran regalo de Dios a la humanidad, porque es una historia plena de fuerza humana, pero con virtud divina, fruto de su conversión personal y del misterio del amor de Dios por todo aquel que se deja tocar por su gracia.San Camilo de LelisCamilo nació el 25 de mayo del año 1550 en Bucchianico - Abruzzo, Italia. Hijo de un soldado de ejército, Juan de Lelis, y de una mujer que lo tuvo en avanzada edad, Camila Compelio.
Antes de que Camilo naciera, su madre lo soñó al frente de un escuadrón de muchachos, todos ellos con una cruz roja en el pecho, tal vez como un gran presagio de lo que ocurriría un día. Ella no entendía el sueño y se preguntaba si acaso su hijo se convertiría en jefe de bandidos. Pero afortunadamente, el tiempo transformó a Camilo en un verdadero servidor de Cristo.
A los 25 años, profundamente arrepentido de su pasado, intentó abrazar la vida religiosa con los capuchinos, pero su problema físico le impidió la profesión en el convento. Por ello, vislumbrando un nuevo horizonte para él, se dirigió al Hospital de San Giacomo donde se consagró como voluntario en la ayuda de enfermos. Al principio no tuvo el apoyo de sus contemporáneos religiosos para iniciar su obra, y conoció entonces otra parte de la cruz de Jesús: la crítica y la desconfianza sobre lo que pudiera hacer.
Consagrado totalmente a la vida de Dios y a los enfermos, Camilo se confió a la Divina Providencia para fundar una asociación que reuniera personas caritativas, esfuerzos y voluntades de servicio para los que sufrían enfermedad.
El fundador elige como nombre para sus seguidores el de «Ministros de los Enfermos». La regla era atenderlos con el amor de una madre hacia su único hijo enfermo, y como si fueran el mismo Cristo. Así fue como comenzó a dar asistencia incluso a enfermos en peligro de muerte: infecciosos, heridos de guerra, y graves afectados por las pestes de la época.
Era muy humilde y sabía que no había apostolado más eficaz para tener el alma unida a la misión que la oración y la caridad, reconociéndose impotente para realizarla sin ayuda de Dios. Soportaba trabajos con los enfermos estando también él dolorido físicamente, y superaba con naturalidad las fatigas sin queja alguna, haciendo todo por amor a su Dios sufriente. Ante los médicos, asombrados de su imparable labor solía decir: Es Dios quien misericordiosamente me da la fuerza.
El hospital era también su Sagrario, donde alababa a Cristo y se regocijaba, hasta declarar que el olor tantas veces desagradable del hospital era su fragancia preferida.
La predilección por un delicadísimo trato con los enfermos estaba basada en una simple premisa: tratar al que sufre como si fuera Jesús. En ellos Camilo encontró la imagen de un Dios abajado al sufrimiento por puro amor a los hombres, para salvación de los pecados. Limpiar heridas, vendar, alimentarlos, darles los remedios y al mismo tiempo consolarlos, aliviar sus tristezas, sus miedos y acompañarlos, como al mismo Cristo crucificado.
Dedicó su vida por completo a la grandiosa obra de la que fue precursor y hasta nuestros días, todas las casas de salud, hospitales, clínicas y hogares de atención siguen siendo asistidas por la fuerza espiritual del santo, seguramente intercesor ante Dios por todos sus seguidores.
Era un hombre de pocos estudios, supo comprender la unidad y la unicidad de la persona humana, ofreciendo respuestas personales a necesidades individuales, con creatividad y competencia.
Texto adaptado del Libro: «Como al mismo Jesús». Vida y obra de San Camilo de Lelis. Apóstol del amor por los enfermos. De Alejandra Palazzo. Publicación de la Congregación de las Hijas de San Camilo, 2009 .
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