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martes, 21 de diciembre de 2010

Comentario Bíblico y Pautas para la Homilía: Noche Buena (Lc 2, 1- 14) - Ciclo A


«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”.»
Publicado por Dominicos.org

Tomás De Aquino dice que la religión cristiana consiste en la encarnación. Es la clave decisiva para conocer cómo es Dios y la vocación del ser humano. En la conducta histórica de Jesucristo se ha hecho visible la “filantropía”, la benevolencia de Dios a favor de todos. Y en esa conducta se abrió definitivamente un camino de salvación o plena realización para la humanidad y para la creación entera. Domingo de Guzmán, abrazo al Crucifijo, vivió con intensidad estas dos dimensiones inseparables en la encarnación. Hablando con Dios experimentó su entrañable misericordia, y movido a compasión fue testigo creíble del evangelio.

Siguiendo el pensamiento patrístico, decía la teología tradicional: “la humanidad asumida por el Verbo nunca será abandonada• Y el Vaticano II ha concretado: “en la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo ser humano” Bien podemos hablar, siguiendo a nuestro hermano Dominico D. Chenu, de “encarnación continuada”.

Con esta visión en la Navidad celebramos la ternura del Padre que con sus dos brazos, el Hijo y el Espíritu, origina, envuelve a nuestra humanidad y el dinamismo de la creación. Siguiendo nuestra más genuina tradición. Los dominicos hoy debemos dilatar nuestras pupilas para descubrir esa “advertencia amorosa” de Dios en la evolución de nuestro tiempo y para ser “predicadores de la gracia.

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COMENTARIOS BÍBLICOS

Comentario fr. Gerardo Sánchez Mielgo O.P.

Primera Lectura: Isaías, 9,2-7.

Marco: Este fragmento está integrado en el Libro del Enmanuel: ¡Dios con nosotros! La liturgia de este noche celebra sacramentalmente y centra su atención en el nacimiento temporal del Hijo de Dios hecho hombre.

Reflexiones

1ª) ¡Dios es la luz de los hombres que disipa las tinieblas!

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló. El binomio luz-tinieblas está presente en toda la historia de la salvación. En los orígenes las tinieblas lo invadían todo. La intervención creadora de Dios con su Palabra y con su Espíritu será una victoria de la luz sobre las tinieblas. Todo el universo brillaba con luz esplendorosa... Para tus fieles brillaba una espléndida luz... Cuando un silencio apacible lo envolvía todo, y la noche llegaba a la mitad de su veloz carrera, tu omnipotente palabra se lanzó desde el cielo, desde el trono real, cual implacable guerrero... traía como aguda espada un decreto irrevocable (Sb 18,14s). Con el Nacimiento del Mesías se tiende un puente entre la tinieblas y la luz. En adelante el hombre podrá vivir siempre en la luz. Nuestro mundo actual necesita de la luz como en pocas etapas de la historia. De la luz que viene de Dios y que alcanza a la vida humana en todos sus niveles. Los creyentes somos invitados esta noche a dejarnos empapar de la luz del Mesías que se nos regala y luego ser lámparas encendidas a nuestro alrededor.

2ª) ¡Dios nos hizo para la felicidad y nos quiere felices!

Acreciste la alegría, aumentaste el gozo: se gozan en tu presencia. Una lectura atenta de la Escritura, especialmente del profeta Isaías, nos convencerá de la importancia que la alegría tiene en el plan de Dios. Ya desde la creación nos hizo para la felicidad. Dios que es eterna y plenamente feliz proyectó sobre su creación, especialmente sobre el hombre, esta realidad profunda en que Él vive. La venida del Mesías, que restaurará el plan de Dios no podía estar ajena a esta experiencia de alegría y felicidad. Todos somos conscientes de que vivimos en un mundo muy ruidoso, que acaso ríe a carcajadas. Pero está muy ayuno de la verdadera alegría y felicidad que el profeta entiende ha de ser la proyección visible de la que Dios posee. Los creyentes hemos de ir por el mundo irradiando una alegría (muchas veces incomprensible) que nadie nos puede quitar, porque es la que necesita el mundo que nos rodea. Porque, en palabras de la Doctora Santa Teresa, "un santo (discípulo de Jesús) triste es un triste santo".

3ª) ¡Dios entre los hombres: una promesa desbordante!

Porque un niño nos ha nacido... Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz. Es una de las más bellas profecías mesiánicas. Utiliza imágenes apropiadas enmarcadas, lógicamente, en el mundo religioso y cultural en el que él vive. Todas estas imágenes y calificativos apuntan y convergen en el gobernante ideal que conduce a su pueblo hacia la paz. Esta palabra, que aparecerá de nuevo a lo largo de este tiempo navideño, engloba según la comprensión bíblica todos los bienes de salvación que Dios ofrece al hombre: desde los más espirituales hasta los más tangibles y experimentables. El mundo cuenta, entre sus tesoros más inapreciables, la presencia siempre actual del Príncipe de la paz que quiere conducirlo hacia ella. Necesitamos tomar más en serio la paz y la equidad en el mundo. En todas sus manifestaciones: la paz íntima del corazón zarandeado por innumerables preocupaciones, en las familias, en la convivencia cotidiana, en las relaciones públicas nacionales o internacionales. La paz que está amenazada por todas partes. Dios es un Dios de paz no de aflicción.

Segunda Lectura: (Tito 2,11-14)

Marco: Dirige la mirada y la atención hacia los deberes en los diferentes estados de la vida. Precisamente las palabras que vamos a proclamar expresan el fundamento de estas exigencias.

Reflexiones

1ª) ¡Dios ofrece gratuitamente la salvación a todos los hombres!

Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Toda la Escritura, desde la primera promesa de salvación (Gn 3,15) pasando por la promesa hecha a Abrahán (Gn 12,1ss) y realizada en plenitud en Jesucristo es una proclamación del proyecto universal de Dios en favor de todos los hombres de todos los tiempos. Dios no tiene acepción de personas, no excluye a nadie del banquete festivo de su Reino. Y se ha cumplido con la Encarnación de Jesucristo, consumado plenamente en el misterio pascual. Esta oferta de Dios tiene consecuencias concretas y exigentes. Si este el proyecto de Dios, el Padre de todos, todos los creyentes han de ir por el mundo proclamando con sus vidas esta realidad. Es necesario romper fronteras y derribar obstáculos que surgen por todas partes. Hoy experimentamos a todos los niveles la grave realidad de los racismos y discriminaciones de todo género. Navidad es la realización del recorrido de Dios (infinito) al hombre finito. Y es una invitación urgente a que todos realicemos el recorrido que va de mí a mi hermano y de mi hermano a mí.

2ª) ¡La gratuidad de Dios exige una respuesta convincente!

Llevar desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos... Para prepararse un pueblo dedicado a las buenas obras. El autor de la Carta a Tito se encuentra en un momento en el que los cristianos parecen perder el primer frescor del evangelio. La Iglesia en aquellos momentos padece crisis muy alarmantes tanto en el ámbito doctrinal como práctico. El autor de esta carta se ve en la obligación pastoral de llamar al atención. Ciertamente Dios ha puesto toda la creación al servicio del hombre, de todos los hombres. Hoy se nos invita a vivir en el tiempo presente con moderación, justicia y religiosidad. La utilización de todos los bienes de la naturaleza y de todos los recursos exige la justa distribución de los mismos. Navidad debería ser un momento privilegiado para que los creyentes reflexionasen sobre su actuación en todos los ámbitos: laboral, nacional e internacional para comprobar qué hemos hecho y qué estamos haciendo con los bienes que son de todos. La contemplación de la escena de Belén plantea graves y urgentes interrogantes y está clamando por profundas y serias actuaciones de los discípulos de Jesús.

3ª) ¡El proyecto de Dios sobre los hombres es único en sus etapas!

Aguardamos la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro: Jesucristo. El misterio que celebramos esta noche nos invita a dirigir la mirada en tres direcciones: futuro, presente y pasado. El futuro de la vuelta gloriosa del Señor es un acicate para el presente de la historia de la salvación que se apoya en el pasado de las maravillas de Dios que ahora actualizamos. La Escritura nos urge a vivir aquel pasado como un "recuerdo", es decir, una actualización y presencialización de lo que aquello significó y sigue significando. Esta noche santa, que no debe esfumarse en una inoperante memorización, debe urgir al creyente a contemplar reposadamente aquel acontecimiento y por qué se ha producido. En silencio junto a José y María es necesario y urgente meditar en lo sucedido. Dios, infinitamente rico, pobre. Dios, infinitamente santo, asume la naturaleza humana menos en el pecado. Algo debería cambiar en nuestra vida.

Evangelio: (Lucas 2,1-14)

Marco: La conjunción de unas circunstancias históricas,.aparentemente fortuitas, y el proyecto misterios de Dios dan como resultado el nacimiento del Mesías en Belén. Roma decide ordenar en todo el imperio un censo y todos deben empadronarse en su lugar de origen. Sea lo que sea el censo de Quirino, la realidad es que Jesús, naciendo en Belén, significa visiblemente su pertenencia a la descendencia de David.

Reflexiones

1ª) ¡El nacimiento de Jesús en medio de la historia: Dios realmente entre los hombres, entre los pobres!

Salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero.... Historia y proyecto de Dios. La Escritura nos invita a contemplar siempre el proyecto de Dios inmerso en la historia de los hombres. No permite la huida de esta historia, aunque parezca desconcertante. Esta es la característica de la fe cristiana que es histórica, es decir, que contempla a un Dios transcendente y poderoso acomodándose pedagógicamente al desarrollo de la historia para realizar su proyecto salvador en favor de los hombres. Y el acontecimiento central de esta historia de la salvación, como no podía ser de otro modo, se realiza también en un marco histórico concreto y desconcertante. Por mandato de un emperador, usurpador e invasor del país del pueblo de Dios, el Mesías va a nacer en Belén. Dios actúa así. La grave tentación de nuestro mundo es la huída a no sabe dónde. El hombre intenta huir, alejarse de la historia real, porque sospecha, intuye o experimente que en el marco de la historia todo es paradójico y desconcertante. Y el creyente está asaltado por esa misma tentación. La realidad y el mensaje de esta Noche santa le invita con urgencia a tomar en serio el marco histórico en que le ha tocado vivir. Pablo nos invita a redimir el tiempo y el espacio. Esa es nuestra tarea: hacer de esta desconcertante y escandalosa historia una historia de la salvación en todos los ámbitos en que se desenvuelven nuestras vidas.

2ª) ¡Desconcertante y esperanzador mensaje: os traigo una gran alegría para todo el pueblo!

No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Son un relato de anunciación, una revelación. Cuando se hace presente Dios por medio de sus mensajeros, los receptores siempre sienten temor y espanto ante lo inesperado y lo divino. Pero lo importante es el mensaje que se quiere revelar. Es necesario saborear todo el sentido que el Espíritu Santo nos ofrece a través del evangelista. Estos títulos aplicados a Jesús los reveló el Espíritu a la Iglesia después de la Pascua. Pero ahora se anticipan a la Infancia para revelarnos la hondura de la presencia de Dios en aquel marco tan sumamente austero y simple. ¡Dios es así! estamos saboreando la Navidad desde la Pascua y el don del Espíritu. Y esto es la gran Buena Noticia que el mundo necesita. Debemos prestar hoy especial cuidado al actualizar este acontecimiento. Lo estamos reviviendo desde el misterio pascual. Eso significa para el creyente un compromiso serio frente a la historia que vive. En la Pascua se produjo la gran liberación, para que en la Navidad celebrada hoy se realice de nuevo. No celebraremos bien la Navidad si no se rompe a nuestro alrededor algún lazo esclavizador que imposibilita la verdadera comunión en la familia, en el trabajo, en nuestros compromisos sociales.

3ª) ¡Gloria y paz!

Una legión del ejército celestial alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en el cielo y en la tierra, paz a los hombres que Dios ama. En el lenguaje de la Biblia la "gloria" designa la automanifestación gloriosa de Dios. La gloria se manifiesta en la creación, pero sobre todo en la historia de la salvación (grandes gestas de Dios). Al fin de los tiempos se espera una manifestación definitiva de la "gloria" mediante la salvación de Israel. Esta Noche, como la de Pascua, son apropiadas para recordar, experimentar, proclamar, y recibir la gloria de Dios. Gloria y paz. La paz es el bienestar en el más amplio sentido de la palabra, la dicha, la salud corporal, la tranquilidad, el entendimiento pacífico entre los pueblos y los hombres, la salvación entendida como una realidad estable. Se participa a la vez en la paz y en los dones salvíficos. La Escritura testimonia que en estrecha relación con la paz se encuentra la justicia sin la cual aquella es imposible. La gloria y la paz están estrechamente vinculadas entre sí y con el plan salvador de Dios, de tal manera que la paz es la síntesis y la suma de todos los bienes salvíficos que Dios ofrece gratuitamente al hombre y en cuya recepción y proclamación se manifiesta la gloria de Dios. El profeta Isaías proclamaba: Convertirán sus espadas en arados, sus lanzas en podaderas. No alzará la espada nación contra nación, ni se prepararán más para la guerra (Is 2,4). Esta palabra nos urge hoy a educarnos para la paz y no para la guerra. Los acontecimientos que se agolpan parecen desmentir este proyecto amoroso de Dios. Las naciones se preparan cada vez más para la guerra. Pero la verdadera paz no se construye sólo desde arriba. El edificio de la paz se comienza a construir desde abajo: nuestra propia intimidad y nuestra comunión con el Príncipe de la paz hasta alcanzar a las múltiples relaciones sociales y humanas. La paz es muy frágil y muy necesaria para los hombres. ¡Así se celebra bien el Nacimiento del Príncipe de la paz! Los creyentes debemos, esta Noche, asumir gozosamente la misión de hacer sensible y tangible al mundo la gloria de Dios respondiendo a su proyecto salvador y asumiendo el compromiso de llevarlo a los demás mediante la construcción de la paz. Dichosos los que promueven la paz porque ellos son hijos de Dios (Mt 5,9). Es el resultado del misterio pascual de Cristo: Por medio de él quiso reconciliar consigo todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra, trayendo la paz por medio de su sangre derramada en la cruz (Cl 1,20).



Fray Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo de Torrent (Valencia)
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Este comentario está incluido en el libro: La Palabra fuente de vida. Ciclo A. Editorial San Esteban, Salamanca 2004.



Comentario de fr. Miguel de Burgos O.P.

Iª Lectura: Isaías (9,1-3.5-6): Siempre brillará una gran luz

I.1. El poema de Isaías sobrecoge por su hermosura, por su descaro para proponer lo que no se toca con las manos, pero que siempre se sueña. Lo profetas siempre son utópicos, pero realistas cuando es necesario. Como canto de esperanza y de gozo, es una exhortación a la alegría. Atrás quedan muchas cosas de la historia de un pueblo: guerras y opresiones, deslealtad y búsqueda de “dioses” que no tienen ojos, ni corazón. Hay, pues, un horizonte de luz para el pueblo. La luz, por tanto, se convierte en el signo de este poema. La luz trae la vida, la salvación, y por eso, hasta la noche es hermosa, cuando en ella “hay luz”.

I.2. La luz es, por otra parte, el signo de la gran liberación que el profeta propone al pueblo en nombre de Dios. Liberación que habla de la utopía de la justicia; y con la justicia la paz, shalom, esa palabra clave de la Biblia y de todo corazón humano. La paz nunca se puede dar sin justicia. Bien es verdad que es algo más que el “orden”: es un bien “mesiánico” con todas las de la ley. La tiranía del opresor, su vara, las botas del soldado y el manto manchado de sangre han sido destruidos. La luz siempre evoca la acción creadora y salvadora de Dios. No olvidemos que a muchos esclavos del pueblo les habían sacados los ojos… para no ver; así habían caminado a un destierro.

I.3. ¿Quién trae todo esto? “un niño”. El profeta, desde luego, no piensa en el niño de Belén. Nosotros, sin embargo, solamente podemos leer este poema desde Belén. Es uno de los privilegios de la hermenéutica cristiana. Tenemos todo el derecho a ello, porque podemos ir más allá del poema y de las circunstancias históricas (probablemente se refería al niño que sería después el rey Ezequías). La utopía se realiza en la historia concreta, humana, entrañable: un niño, un hijo, uno de nosotros es quien puede traer todo esto. Probablemente se ha podido inspirar el profeta en poemas de “entronización”... pero es un canto a la justicia y a la paz. Y esto en la tierra no se hace presente si Dios no interviene y nosotros le dejamos intervenir: eso es Navidad.

IIª Lectura: Tito (2,11-14): Se ha hecho presente la gracia de Dios

II.1. En la noche de Navidad, esta especie de confesión de fe primitiva, recogida en el texto de la carta a Tito, evoca la grandeza del misterio de esta noche santa. El texto, que viene después de una exhortación a los esclavos, habla de una epifanía (epiphanía), así comienza; y a continuación se desgranan una serie de expresiones llenas de sentido: la gracia (charis) de la salvación (sôtería) de Dios “para todos” (pasin) los hombres. El pensar que la salvación de Dios es para todos los hombres, para la humanidad, es muy importante. Porque Dios se ha hecho hombre por todos. Esto conviene resaltarlo a todos los efectos, porque en el corazón humano es donde debe reinar esa gracia de la salvación de Dios. Por tanto, todos los hombres, esclavos o libres, estamos llamados a ser nosotros mismos en Cristo nuestro salvador.

II.2. Todo esto recuerda el hecho de una liberación que el pueblo de Israel ha sentido en sus carnes (cf Dt 14,2). Ahora acontece algo semejante, o mejor, mucho más grandioso: ¿por nada? (Desde luego que no!, Nadie puede ver a Dios, ni a su salvador Jesucristo, viviendo en la impiedad y en la injusticia (asebeia - adikía). No es es simplemente por el pago de una vida ética y moral, como en cierta forma se puede leer el texto. Es algo que va mucho más allá de la vida del mundo, de los criterios del mundo y de la impiedad del mundo. Se trata de tener una experiencia nueva del Dios que tiene un proyecto absoluto: la salvación de todos los hombres. Y esto comenzó a ser realidad en la “encarnación”. Todo esto se escribe con la mano de Dios. Y la historia “nueva” de la humanidad no puede escribirse sin el Dios salvador.

Evangelio: Lucas (2,1-14): Cur Deus homo? ¿Por qué Dios está entre nosotros?

III.1. Henos aquí ante el gran texto de la noche de Navidad. La Navidad de Occidente se ha expresado siempre en la “noche” por este relato primoroso; hemos de reconocerlo. El mundo no celebraría la Navidad sin esta narración, aunque sea en esa noche que antes del cristianismo era divino-pagana (era la celebración del solsticio de invierno y la fiesta del “sol invicto”) y ahora es divino-humana. Lucas, su creador, se ha cubierto de gloria como escritor y como teólogo, quizá no tanto como historiador. Hay muchas maneras de leer e interpretar el conjunto, que en realidad debería contemplar los vv. 1-21, pero la última parte se reserva para otro día del tiempo de Navidad, o para la misa de la aurora, donde se celebre. El conjunto narra e “interpreta” lo que significa el nacimiento de Jesús, el Salvador, el Mesías y el Señor en la “ciudad de David”. Los tres títulos que llenan de contenido el anuncio del cielo. Habría que decir muchas cosas desde el punto de vista exégetico y narrativo. Pero nos vamos a reducir a lo más esencial.

III.2. El evangelio de esta noche está planteado en dos momentos. En el primero (vv.1-5) se muestra la autoridad del “César”, dueño del imperio, del mundo de entonces. Un “dogma”, un decreto suyo, moviliza a los oprimidos y esclavos de su autoridad y de su poder. Si analizamos lo que de histórico hay en todo esto, quizás no podamos aceptar cada uno de los pormenores de este relato. Pero entre esos “sometidos” estaban los padres de Jesús que tienen que “ponerse en camino”, que es una constante del evangelio de Lucas. Jesús antes de nacer ya está caminando, como cuando su madre va a visitar a Isabel. La elección de todo esto por parte de Lucas puede responder a la historia, pero sería lo menos importante el probarlo. Lo que verdaderamente nos debe llamar la atención es cómo el “dios” del mundo (Augusto era considerado divino, un dios) quiere “censar”, controlar, someter, hacer pagar tributo a todos los habitantes del mundo (oikumene). Y es eso lo que pretende Lucas que se considere como causa de un acontecimiento de gracia y salvación: la visita de Dios a los que no tienen derecho y libertad y, por lo mismo, al mundo entero, en contrarréplica al decreto y a la autoridad del “dios” de Roma (Augusto) que ha construido un imperio sobre la esclavitud y la injusticia.

III.3. El segundo momento (vv. 6-14) quiere presentarnos al Dios de verdad, según Lucas. Las cosas van a ser bien distintas a todos los efectos: un grupo de pastores se van a convertir en “los emisarios” de la voz y el proyecto de Dios, lo que es verdaderamente extraño. Estos no tienen la autoridad de Quirino para llevar a cabo su cometido. Tampoco hay un “decreto”, un “dogma”, como en la primera parte, sino una “voz” celeste, la del ángel del Señor y la gloria (kabod) que los envuelve. Todo es demasiado irreal por el contraste que se representa. Se podía haber elegido unos emisarios más dignos del testimonio que habían de dar. La intencionalidad, pues, es kerygmática, se dice; proclama que Dios, cuando parece que todo está perdido para los sin ley, sin derecho y sin nombre, tiene una palabra que decir y visita a los suyos. Cuando María no encuentra “acogida” para dar a luz, el cielo muestra que nada hay imposible para Dios. El Salvador, el Mesías y el Señor ni siquiera tiene sitio en la “ciudad de David”. Cualquier letrado hubiera interpretado que la ciudad de David era Jerusalén, pero los ignorantes pastores aciertan con la otra ciudad de David, la verdadera, la primitiva, la que había perdido su rango y su historia. En el caso de la tradición primitiva recogida por Lucas es Belén, pero nosotros tenemos derecho a interpretar que Belén es más una ciudad teológica que histórica.

III.4. Desde el cielo se les da un “signo” (sêmeion): “un niño envuelto en pañales y acunado en un pesebre (phatnê)” ¡Vaya signo! ¿Existe relación entre los títulos de quien ha nacido: Salvador (sôter), Mesías (christos) y Señor (kyrios) con este signo? ¡Desde luego que sí! Pero solo para quien tiene el alma y la conciencia de los pastores y los marginados, de los “sin poder”. Pues he aquí lo extraordinario y la grandeza de la noche de Navidad: se trata de signos muy humanos que hacen posible hablar de una noche divino-humana, como ya hemos apuntado. Nadie reconocería a un personaje de tales títulos en un niño empañado, que es lo primero que hace una madre cuando da a luz a su hijo. Para unos ignorantes y pendencieros pastores era muy poco para reconocer al Salvador y Señor. Y sin embargo no se equivocaron; lo humano es verdaderamente reconocible. La historia que comenzó desde la tiranía de un decreto, la convierte Dios, por obra y gracia de su decisión salvífica, en una historia de liberación y de amor. Dios, pues, está entre nosotros porque quiere divinizarnos a todos, humanizándonos. ¿Cómo? El himno de los ángeles, como colofón, lo deja claro: con el don de la paz que Dios entrega a los que ama; los que son objeto de su benevolencia. Efectivamente, navidad se escribe con la mano del Dios vivo y verdadero que sale a nuestro encuentro.



Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura


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PAUTAS PARA LA HOMILÍA

1.En la encarnación Dios se revela como Amor que está viniendo a favor nuestro. Lo que tuvo lugar de forma inaudita en el nacimiento de Jesús, proporcionalmente tiene lugar en la vida de todos los seres humanos. Más íntimo a nosotros que nosotros mismos nos fundamenta ese Alguien que continuamente nos habla en el sagrario de nuestra conciencia sugiriéndonos crecer en el amor, “llevando una vida honrada”. Navidad es el tiempo para gustar esa presencia de quien se revela como Amor “para formar un pueblo dedicado a las buenas obras” (2ª lectura).

2. Otra forma de presentar el gozo de la Navidad es el contraste de luz y tinieblas. Luz es el símbolo de la vida de la felicidad y la fiesta. Tinieblas en cambio es símbolo de muerte, caos, fracaso. El cuarto evangelio confiesa que Jesús es la luz y quien le sigue no anda ya en tinieblas. Los primeros cristianos son muy conscientes de que pueden caminar como hijos de la luz gracias a la fe o encuentro personal con Jesucristo; por eso a quienes recibían el bautismo llamaban “neófitos”, nuevos iluminados. En esa mentalidad bíblica el profeta Isaías trata de animar la esperanza de quienes se ven derrotados: “el pueblo que caminaba en las tinieblas vio una luz grande”. Según el evangelio, los pastores que guardaban de noche a sus rebaños se vieron sorprendidos por una claridad. Nosotros también andamos en la noche, a veces sin saber por dónde tirar, la oscuridad nos envuelve y no vemos salida. Celebremos el nacimiento de Jesucristo dejando que nos transforme la luz que inundó a los pastores de Belén.

3.“Sucedió por aquellos días”. El nacimiento de Jesús una especie de representación teatral hecha por una divinidad que se ha manifestado con apariencias humanas. Fue un acontecimiento real en nuestra historia y en nuestra geografia. Dentro de una situación política cuando un emperador romano llamado Augusto decretó un censo . En una sociedad de cultura rural donde los pastores cuidaban el ganado de los amos. Este realismo de la encarnación es la novedad singular de la fe cristiana: Jesucristo no es una divinidad que se ha puesto piel humana para disimular su condición divina, ni un micrófono de la divinidad que permanece impasible detrás de las nubes. Lo inaudito es que Dios mismo asume nuestra condición humana, desde ahora y para siempre divinidad y humanidad van inseparablemente unidas. Jesús dirá con toda propiedad: “Quien me ve a mí ve al Padre”. No es que veamos a un hombre y pensemos en Dios. Sólo en la conducta humana de Jesús percibimos cómo es y cómo actúa el Padre. Lugar también se hace presente y activo el verdadero Espíritu. En la celebración de la Navidad nos alegraos porque ya nunca estamos solos; Dios mismo nos acompaña en nuestro camino. Se humaniza para que la humanidad alcanzada y transformada por ese amor llegue a la plenitud de la vida. Es la novedad que nos ha liberado “a cuantos por temor a la muerte estábamos sometidos a la esclavitud” (Hb 2,15).

4. María y José como dos emigrantes, los pastores que era una profesión despreciada e impura, el establo y el pesebre sugieren otro aspecto importante. La Navidad evoca la ternura de Dios que se manifiesta en la compasión y su poder que se revela en quienes se abren confiadamente a su presencia.

5. “Es el Salvador, Cristo Señor". Dios mismo hecho hombre, asumiendo nuestra condición humana y dando satisfacción a nuestros profundos anhelos de inmortalidad e infinitud. Es lo más inaudito, lo más peculiar y novedoso de Cristianismo. Desde que Dios mismo se hace hombre, todo lo humano entra en una dimensión divina y a los que vivimos este acontecimiento con esa mirada de la fe cristiana, nada humano será indiferente o ajeno.

6.”Aquí tenéis la señal: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. El Mesías y Salvador es encontrado y reconocido en las más humildes y bajas condiciones humanas que no cuadran con la imagen de la divinidad fabricada por nosotros. La omnipotencia de Dios se revela como misericordia, cómo amor que se hace cargo y carga con nuestra miseria. Su gloria incluye la paz entre los seres humanos, que todos puedan gozar de su dignidad como personas. Dios se manifiesta en nuestra historia y en sus procesos; su presencia en los templos y el culto litúrgico pierden su verdad cuando se interpretan y se realizan al margen de esa historia humana con sus gozos y tristezas. Y Dios se hace presente y se manifiesta en una familia emigrante que no tienen para pagar una pensión, y en un establo; en lo más pobre y desamparado. Cuando los cristianos y otros de buena voluntad tejen su vida con esta perspectiva se anuncia la buena nueva: “Os ha nacido un Salvador que es Dios con nosotros”

Fr. Jesús Espeja Pardo O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino "Olivar" (Madrid)

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