Por P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Una mujer, al despertarse por la mañana, le dijo a su marido: He tenido un sueño maravilloso. Soñaba que era la víspera de Navidad y que me regalabas un collar de perlas. ¿Qué crees que puede significar ese sueño?
Su marido le contestó: Lo sabrás el día de Navidad.
A la mañana siguiente se dirigió a su marido y le dijo otra vez: Acabo de soñar que me regalabas un collar maravilloso para Navidad. ¿Qué crees que puede significar?
Lo sabrás mañana, le contestó el marido.
Por tercera vez, la mujer se despertó, sonrió a su marido y le dijo: Acabo de soñar que me regalabas un collar de perlas maravilloso. ¿Qué crees que puede significar?
Su marido sonrió y le dijo: Lo sabrás esta noche.
Cuando su marido regresó aquella noche llevaba un paquete envuelto en papel dorado y se lo dio a su mujer. Ésta lo abrió con mucho cuidado y encontró un libro que se titulaba: “El significado de los sueños”.
A todos nos intrigan los sueños que soñamos mientras dormimos. Son de todos los colores, son indescifrables y muchas veces nos asustan.
Algunos los contamos a los amigos, pero muchos los callamos y olvidamos para volver a soñarlos. A mí me asustan los sueños que sueño despierto. Son con frecuencia los sueños de la ambición y de los siete pecados capitales. Son la nostalgia y la tristeza de las metas soñadas y nunca conseguidas.
Como dice la canción This is Me:
“Pero ahora tengo este sueño
Muy dentro de mí.
Voy a dejar que salga.
Ya es hora de que lo conozcas”.
En el evangelio de este cuarto domingo de Adviento, Mateo nos cuenta el sueño de José, la Anunciación a José.
“Se le apareció en sueños un ángel del Señor, que le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”.
José, el extra, el que parece que sobra en el evangelio, el esposo escandalizado, a punto de pedir la nulidad de su matrimonio al rabino…
Este José, en sueños, recibe la visita de Dios que le habla a través de un ángel y le guía en las decisiones que tiene que tomar.
Dios va a entrar en el mundo de una manera sorprendente y Dios necesita a María, pero también necesita a José.
José, hombre bueno, tiene que fiarse de un sueño y de María. Y en esta Anunciación, José dijo su sí a Dios.
“Tú le pondrás por nombre Jesús”.
Sólo José le podía dar a ese niño un nombre, sólo José podía presentarlo en sociedad, sólo José podía registrarlo en el registro de los nacidos.
José para nosotros, los creyentes, es el padre adoptivo de Jesús, pero para los habitantes de Nazaret, José fue el único padre de verdad de Jesús.
Dios, para quien no hay nada imposible, necesita a José, a María, a Jesús y a todos nosotros para llevar a cabo la Gran Historia de la Salvación comenzada el Día Uno de la Creación. Hoy, tiempo de Adviento, es el tiempo de esperar y soñar la Creación nueva y definitiva, la que Dios llevará a cabo sin nosotros y a pesar de nosotros.
Ya tocando la fiesta de la Navidad se nos anuncia la venida de un niño, único camino para llegar a Dios y recibir los sueños de Dios.
Este Jesús,-Salvador,- viene a poner fin al pecado de los hombres y este, -Enmanuel,- Dios con nosotros,- nos revela que Dios ya no existe ni existirá nunca sin la compañía de los hombres.
Gracias al sueño de José y de María Dios sigue soñando a través de todos sus hijos y sueña, no que nació, sino que sigue naciendo en el mundo de los hombres.
Nosotros, los que decimos creer, los que tenemos sueños de grandezas y de riquezas, San José, el hombre escandalizado, nos invita a soñar y a creer en el niño al que él le dio el nombre sobre todo nombre.
Yo les invito a dormir y a soñar durante los sermones porque Dios les hablará en sueños mejor que los curas con sus prédicas.
Su marido le contestó: Lo sabrás el día de Navidad.
A la mañana siguiente se dirigió a su marido y le dijo otra vez: Acabo de soñar que me regalabas un collar maravilloso para Navidad. ¿Qué crees que puede significar?
Lo sabrás mañana, le contestó el marido.
Por tercera vez, la mujer se despertó, sonrió a su marido y le dijo: Acabo de soñar que me regalabas un collar de perlas maravilloso. ¿Qué crees que puede significar?
Su marido sonrió y le dijo: Lo sabrás esta noche.
Cuando su marido regresó aquella noche llevaba un paquete envuelto en papel dorado y se lo dio a su mujer. Ésta lo abrió con mucho cuidado y encontró un libro que se titulaba: “El significado de los sueños”.
A todos nos intrigan los sueños que soñamos mientras dormimos. Son de todos los colores, son indescifrables y muchas veces nos asustan.
Algunos los contamos a los amigos, pero muchos los callamos y olvidamos para volver a soñarlos. A mí me asustan los sueños que sueño despierto. Son con frecuencia los sueños de la ambición y de los siete pecados capitales. Son la nostalgia y la tristeza de las metas soñadas y nunca conseguidas.
Como dice la canción This is Me:
“Pero ahora tengo este sueño
Muy dentro de mí.
Voy a dejar que salga.
Ya es hora de que lo conozcas”.
En el evangelio de este cuarto domingo de Adviento, Mateo nos cuenta el sueño de José, la Anunciación a José.
“Se le apareció en sueños un ángel del Señor, que le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”.
José, el extra, el que parece que sobra en el evangelio, el esposo escandalizado, a punto de pedir la nulidad de su matrimonio al rabino…
Este José, en sueños, recibe la visita de Dios que le habla a través de un ángel y le guía en las decisiones que tiene que tomar.
Dios va a entrar en el mundo de una manera sorprendente y Dios necesita a María, pero también necesita a José.
José, hombre bueno, tiene que fiarse de un sueño y de María. Y en esta Anunciación, José dijo su sí a Dios.
“Tú le pondrás por nombre Jesús”.
Sólo José le podía dar a ese niño un nombre, sólo José podía presentarlo en sociedad, sólo José podía registrarlo en el registro de los nacidos.
José para nosotros, los creyentes, es el padre adoptivo de Jesús, pero para los habitantes de Nazaret, José fue el único padre de verdad de Jesús.
Dios, para quien no hay nada imposible, necesita a José, a María, a Jesús y a todos nosotros para llevar a cabo la Gran Historia de la Salvación comenzada el Día Uno de la Creación. Hoy, tiempo de Adviento, es el tiempo de esperar y soñar la Creación nueva y definitiva, la que Dios llevará a cabo sin nosotros y a pesar de nosotros.
Ya tocando la fiesta de la Navidad se nos anuncia la venida de un niño, único camino para llegar a Dios y recibir los sueños de Dios.
Este Jesús,-Salvador,- viene a poner fin al pecado de los hombres y este, -Enmanuel,- Dios con nosotros,- nos revela que Dios ya no existe ni existirá nunca sin la compañía de los hombres.
Gracias al sueño de José y de María Dios sigue soñando a través de todos sus hijos y sueña, no que nació, sino que sigue naciendo en el mundo de los hombres.
Nosotros, los que decimos creer, los que tenemos sueños de grandezas y de riquezas, San José, el hombre escandalizado, nos invita a soñar y a creer en el niño al que él le dio el nombre sobre todo nombre.
Yo les invito a dormir y a soñar durante los sermones porque Dios les hablará en sueños mejor que los curas con sus prédicas.
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