“Para el liderazgo cristiano del futuro es de vital importancia la mística de la teología, de tal manera que cuanto se diga, todo consejo que se dé y toda estrategia que se desarrollen procedan de un corazón que conoce íntimamente a Dios”.
“El líder cristiano del futuro está llamado a ser alguien completamente irrelevante, y a presentarse ante el mundo ofreciendo solamente su persona totalmente vulnerable”.
“El líder del futuro será quien se atreva a proclamar su irrelevancia en el mundo contemporáneo como una vocación divina que le permita entrar en profunda solidaridad con la angustia que subyace bajo el brillo del éxito, y llevar hasta allí la luz de Jesús”.
“El líder cristiano del futuro es el que conoce verdaderamente el corazón de Jesús hecho carne, un corazón de carne, en Jesús. Conocer el corazón de Dios significa, de una forma radical y concreta, anunciar y revelar que Dios es amor y sólo amor”.
“A los sacerdotes y a cuantos se dediquen al servicio ministerial en el futuro no les bastará con ser personas honradas, bien preparadas, deseosas de ayudar a sus hermanos los hombres y capaces de responder con creatividad a los problemas candentes de nuestro tiempo. Todo eso es muy valioso e importante, pero no es lo esencial del liderazgo cristiano. La pregunta central es: ¿los líderes del futuro son verdaderos hombres y mujeres de Dios, personas que experimentan el deseo ardiente de vivir en la presencia de Dios, de escuchar la voz de Dios, de estar en contacto con la Palabra encarnada de Dios y de saborear plenamente la infinita bondad de Dios?”.
“Para que el liderazgo cristiano sea verdaderamente fructífero en el futuro, se requiere un giro desde la moral a la mística”.
“El líder cristiano del futuro está llamado a ser alguien completamente irrelevante, y a presentarse ante el mundo ofreciendo solamente su persona totalmente vulnerable”.
“El líder del futuro será quien se atreva a proclamar su irrelevancia en el mundo contemporáneo como una vocación divina que le permita entrar en profunda solidaridad con la angustia que subyace bajo el brillo del éxito, y llevar hasta allí la luz de Jesús”.
“El líder cristiano del futuro es el que conoce verdaderamente el corazón de Jesús hecho carne, un corazón de carne, en Jesús. Conocer el corazón de Dios significa, de una forma radical y concreta, anunciar y revelar que Dios es amor y sólo amor”.
“A los sacerdotes y a cuantos se dediquen al servicio ministerial en el futuro no les bastará con ser personas honradas, bien preparadas, deseosas de ayudar a sus hermanos los hombres y capaces de responder con creatividad a los problemas candentes de nuestro tiempo. Todo eso es muy valioso e importante, pero no es lo esencial del liderazgo cristiano. La pregunta central es: ¿los líderes del futuro son verdaderos hombres y mujeres de Dios, personas que experimentan el deseo ardiente de vivir en la presencia de Dios, de escuchar la voz de Dios, de estar en contacto con la Palabra encarnada de Dios y de saborear plenamente la infinita bondad de Dios?”.
“Para que el liderazgo cristiano sea verdaderamente fructífero en el futuro, se requiere un giro desde la moral a la mística”.
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