Publicado por El Blog de X. Pikaza
6º dom de tiempo ordinario. Mt 5,17-37.Es uno de los temas que más me han preocupado en la exégesis y vida de la Iglesia: Jesús dice de un modo taxativo (apodíctico) ¡no juréis! y la Iglesia ha montado su credibilidad en juramentos, sobre todo a partir de la famosa crisis modernista, que desembocó (se quiso superar) con el durísimo Juramento Antimodernista:
Tienen que jurar los profesores para enseñar teología o religión
Tienen que jurar los que asumen cargos o responsabilidades de tipo religioso…
Y además la Iglesia quiere los cristianos juren por Dios o por la Biblia (¡que dice “juréis!) cuando los políticos asumen un cargo.
El tema me parece serio. Jesús dice que no juremos, que los juramentos (¡poner a Dios como testigo de una verdad humana, apelar a él para resolver nuestros conflictos!) es algo que viene del Diablo (del Maligno), porque Dios es la afirmación (sí, si, no, no)… y el diablo la duda. Por eso, cuando la Iglesia pide a alguien que jure está dudando de él, dudando de su verdad, está apelando al Diablo (Jesús dice al Maligno, que significa Diablo).
Sí, ya sé, el juramento es un “acto religioso” (¡poner a Dios como testigo, apelar a Dios de un modo expreso…!). Más aún, gran parte de las religiones (a excepción de cierto tipo de budismo) están llenas de juramentos:
El AT incluye cientos de juramentos…
En el mismo NT, san Pablo jura y jura muchas veces, como si no hubiera escuchado a Jesús, diciendo “no juréis”.
Y para colmo el mismo evangelio de Mateo (23, 16-22), en otro lugar, sin duda por instigación de cristianos que estaban conformes con lo que había dicho Jesús, ofrece unas “aclaraciones sobre juramentos buenos y malos”, que parecen matizar lo dicho en nuestro caso. Eso indica que a la Iglesia antigua le costó ya mantener la doctrina de Jesús sobre los juramentos.
Para situar mejor el tema quiero empezar presentando el texto donde se prohíben los juramentos…. Evocaré después el contexto (las seis antítesis de Mt) y terminaré diciendo cómo la Iglesia se sigue empeñando en jurar y jurar (quizá por miedo, quiero porque busca seguridad, y el juramento parece darla, quizá….).
Texto:
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" (no perjurarás) y "Cumplirás tus votos al Señor".
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.] A vosotros os basta decir "si" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno (Mt 6, 33-37).
Se dijo a los antiguos (es decir, en el AT): cf. Lev 19, 12; Num 30, 3; Dt 23, 22. El juramento, así entendido, es un tipo de “control” religioso: poner a Dios como testigo de algo, hacer que alguien invoque sobre sí el castigo de Dios para el caso de que no diga la verdad.
El juramento es una forma de utilizar la religión para ejercer un control social (la sociedad te obliga a jurar) y personal (de conciencia: alguien que jura tiene miedo de que Dios le castigue si no cumple su juramento).
En el evangelio el hombre que más jura es Pedro, jura y perjura en falso, diciendo que no conoce a Jesús (cf. Mc 14, 66-72 par)
Contexto. Las antítesis de Mt 5, 17-48.
El evangelio de Mateo, que ha crecido en diálogo interior con el judaísmo legal, ha trazado en forma de antítesis las relaciones de los judíos mesiánicos (cristianos) y de los más legalistas. El punto de partida lo ofrece la formulación general de Mt 5, 17-20 (que es el evangelio entero de la misa de este domingo, que quizá habrá que leer en particular)
En este contexto se entienden las seis antítesis que son para Mateo una aportación específica de Jesús al judaísmo. Quizá más que antítesis se podrían llamar síntesis, porque en general no niegan la ley anterior, sino que la profundizan.
(a) Mt 5, 21-26. No matar… no airarse. Lo que se dijo a los antiguos (¡no matar!) es para Jesús insuficiente. No basta con evitar el asesinato externo, sino que es necesario que los hombres superen todo tipo de ira y violencia contra el prójimo.
(b) Mt 5, 27-30. No adulterar… no desear mal. Para Jesús la maldad del divorcio no empieza en el hecho externo, sino en el mal deseo del corazón, que se deja llevar consciente y voluntariamente por la intención de “apoderarse” de una persona que vive otra realidad de amor y de familia
(c) Mt 5, 31-32. Ley de divorcio... no divorciarse. La ley permite el divorcio, para regular el orden social. Jesús va más allá de la ley y pide fidelidad plena a un varón y a una mujer (aunque el texto de Mt modula esa fidelidad, suponiendo que veces no existe ya, no hay matrimonio).
(d) Mt 5, 33-37. No perjurar... no jurar. La ley exige mantener el juramento, como acto religioso (pues Dios mismo es quien avala los juramentos). La prohibición de Jesús (¡no jurarás!), matizada por el mismo Mt en otro contexto (Mt 23, 16-22), tiene un sentido básicamente religioso: Dios no está ahí para avalar los juramentos, sino que tiene valor en sí mismo, por encima de ese tipo de palabras sagradas. La verdad religiosa del hombre se sitúa en el plano de la vida profana, sin necesidad de introducir una palabra religiosa (de juramento) para ratificar por ella las relaciones humana.
(e) Mt 5. 5, 38-42. Del talión (ojo por ojo) a la no violencia. La Ley se sitúa en un plano de oposición, suponiendo que para vencer el mal hay que aplicar otro mal (ojo por ojo). De esa forma, la ley se sitúa en la línea del juicio, con la violencia que ello implica. En contra de eso, Jesús quiere que la vida de los hombres sea experiencia y expresión de gratuidad, renunciando de esa forma a la violencia.
(f) Mt 5, 43-47. Del amor al amigo al amor al enemigo. La ley aplica el talión en el campo de las relaciones humanas, dividiendo a los hombres en amigos y enemigos (en buenos y malos para mí). En contra de eso, Jesús presenta la vida como don creador, que puede abrirse a todos, superando la división de amigos y enemigos. En el fondo de las antítesis se expresa la oposición entre la ley (que sostiene lo que existe a través de la fuerza y la venganza) y la gracia (que entiende la vida como fidelidad personal y amor activo).
De nuevo ante el tema. No jurar…
En sentido estricto, el Jesús de las antítesis no va en contra de la ley, ni discute sus implicaciones (como hará la tradición rabínica de la Misná), sino que (a no ser en el caso del divorcio, donde Mt introduce una cláusula exceptiva) se sitúa por encima de ella: busca y ofrece un principio de gratuidad creadora, que va más allá de la ley, en una línea de trasparencia y fidelidad humana. En esa línea, pide a los hombres que no juren, es decir, que renuncien a un gesto religioso muy significativo, como es el juramento.
Los juramentos … pertenecen al plano de la religión. No es que sean malos, aunque pueden convertirse en malos. Hay juramentos bueno… y puede haber juramentos malos. Y en ese plano la ley del AT (y la ley de cierta iglesia posterior) quiere que los juramentos sean buenos y que siendo buenos se cumplan….
Pues bien, Jesús no quiere ese tipo de religión de juramentos… ni aún los buenos… No quiere que manejemos a Dios, sino que digamos la verdad por sí misma. Es evidente que la Iglesia (empezando por Pablo) ha tenido miedo a Jesús, ha tenido miedo a la gente no actúe bien (no sea responsable) sin juramentos… y así ha pedido y pide a sus fieles que juren.
Al pedir a sus obispos, provinciales religiosos, profesores de teología/religión y demás personas “responsables” que juren, la Iglesia está desconfiando de ellos, poniéndose así en contra de Jesús. Éste me parece un tema serio, un tema grave. La Iglesia no vive en el nivel de la gratuidad y la verdad de Jesús, sino que ha vuelto a un nivel de sospechas y miedos, exigiendo por eso a sus responsables el juramento (para sentirse así más segura, para atar a los creyentes).
Los matices del juramento. Se entienden desde el contexto judío….
Recordemos que los judíos no podían jurar por Dios (pues a Dios ni le nombraban), sino por realidades vinculadas a Dios. Por eso, en contexto judío, Mt da una lista de cosas por la que no se puede jurar:
No juréis ni por el cielo, que es el trono de Dios;
ni por la tierra, que es estrado de sus pies;
ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey.
Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo
Ha dicho Jesús que no juremos, que digamos “si, si, no, no”, y que todo lo demás viene del diablo. No le hemos hecho caso, no le ha hecho caso la Iglesia Oficial, que pide que se jure, siguiendo así al Diablo más que a Dios.
Ya sé que se pueden dar cien matizaciones, y así lo haría Pablo, que juraba, defendiéndose… Puede responder el mismo Mateo, que en el cap. 23 matiza la doctrina de los juramentos… Pero tengo la sospecha de que todo eso son al fin excusas.
Si la Iglesia creyera de verdad en Dios y en los hombres, según el ejemplo de Jesús, dejaría mañana mismo de pedir juramentos a su gente. Eso es lo que deseamos para todos.
Tienen que jurar los profesores para enseñar teología o religión
Tienen que jurar los que asumen cargos o responsabilidades de tipo religioso…
Y además la Iglesia quiere los cristianos juren por Dios o por la Biblia (¡que dice “juréis!) cuando los políticos asumen un cargo.
El tema me parece serio. Jesús dice que no juremos, que los juramentos (¡poner a Dios como testigo de una verdad humana, apelar a él para resolver nuestros conflictos!) es algo que viene del Diablo (del Maligno), porque Dios es la afirmación (sí, si, no, no)… y el diablo la duda. Por eso, cuando la Iglesia pide a alguien que jure está dudando de él, dudando de su verdad, está apelando al Diablo (Jesús dice al Maligno, que significa Diablo).
Sí, ya sé, el juramento es un “acto religioso” (¡poner a Dios como testigo, apelar a Dios de un modo expreso…!). Más aún, gran parte de las religiones (a excepción de cierto tipo de budismo) están llenas de juramentos:
El AT incluye cientos de juramentos…
En el mismo NT, san Pablo jura y jura muchas veces, como si no hubiera escuchado a Jesús, diciendo “no juréis”.
Y para colmo el mismo evangelio de Mateo (23, 16-22), en otro lugar, sin duda por instigación de cristianos que estaban conformes con lo que había dicho Jesús, ofrece unas “aclaraciones sobre juramentos buenos y malos”, que parecen matizar lo dicho en nuestro caso. Eso indica que a la Iglesia antigua le costó ya mantener la doctrina de Jesús sobre los juramentos.
Para situar mejor el tema quiero empezar presentando el texto donde se prohíben los juramentos…. Evocaré después el contexto (las seis antítesis de Mt) y terminaré diciendo cómo la Iglesia se sigue empeñando en jurar y jurar (quizá por miedo, quiero porque busca seguridad, y el juramento parece darla, quizá….).
Texto:
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" (no perjurarás) y "Cumplirás tus votos al Señor".
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.] A vosotros os basta decir "si" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno (Mt 6, 33-37).
Se dijo a los antiguos (es decir, en el AT): cf. Lev 19, 12; Num 30, 3; Dt 23, 22. El juramento, así entendido, es un tipo de “control” religioso: poner a Dios como testigo de algo, hacer que alguien invoque sobre sí el castigo de Dios para el caso de que no diga la verdad.
El juramento es una forma de utilizar la religión para ejercer un control social (la sociedad te obliga a jurar) y personal (de conciencia: alguien que jura tiene miedo de que Dios le castigue si no cumple su juramento).
En el evangelio el hombre que más jura es Pedro, jura y perjura en falso, diciendo que no conoce a Jesús (cf. Mc 14, 66-72 par)
Contexto. Las antítesis de Mt 5, 17-48.
El evangelio de Mateo, que ha crecido en diálogo interior con el judaísmo legal, ha trazado en forma de antítesis las relaciones de los judíos mesiánicos (cristianos) y de los más legalistas. El punto de partida lo ofrece la formulación general de Mt 5, 17-20 (que es el evangelio entero de la misa de este domingo, que quizá habrá que leer en particular)
En este contexto se entienden las seis antítesis que son para Mateo una aportación específica de Jesús al judaísmo. Quizá más que antítesis se podrían llamar síntesis, porque en general no niegan la ley anterior, sino que la profundizan.
(a) Mt 5, 21-26. No matar… no airarse. Lo que se dijo a los antiguos (¡no matar!) es para Jesús insuficiente. No basta con evitar el asesinato externo, sino que es necesario que los hombres superen todo tipo de ira y violencia contra el prójimo.
(b) Mt 5, 27-30. No adulterar… no desear mal. Para Jesús la maldad del divorcio no empieza en el hecho externo, sino en el mal deseo del corazón, que se deja llevar consciente y voluntariamente por la intención de “apoderarse” de una persona que vive otra realidad de amor y de familia
(c) Mt 5, 31-32. Ley de divorcio... no divorciarse. La ley permite el divorcio, para regular el orden social. Jesús va más allá de la ley y pide fidelidad plena a un varón y a una mujer (aunque el texto de Mt modula esa fidelidad, suponiendo que veces no existe ya, no hay matrimonio).
(d) Mt 5, 33-37. No perjurar... no jurar. La ley exige mantener el juramento, como acto religioso (pues Dios mismo es quien avala los juramentos). La prohibición de Jesús (¡no jurarás!), matizada por el mismo Mt en otro contexto (Mt 23, 16-22), tiene un sentido básicamente religioso: Dios no está ahí para avalar los juramentos, sino que tiene valor en sí mismo, por encima de ese tipo de palabras sagradas. La verdad religiosa del hombre se sitúa en el plano de la vida profana, sin necesidad de introducir una palabra religiosa (de juramento) para ratificar por ella las relaciones humana.
(e) Mt 5. 5, 38-42. Del talión (ojo por ojo) a la no violencia. La Ley se sitúa en un plano de oposición, suponiendo que para vencer el mal hay que aplicar otro mal (ojo por ojo). De esa forma, la ley se sitúa en la línea del juicio, con la violencia que ello implica. En contra de eso, Jesús quiere que la vida de los hombres sea experiencia y expresión de gratuidad, renunciando de esa forma a la violencia.
(f) Mt 5, 43-47. Del amor al amigo al amor al enemigo. La ley aplica el talión en el campo de las relaciones humanas, dividiendo a los hombres en amigos y enemigos (en buenos y malos para mí). En contra de eso, Jesús presenta la vida como don creador, que puede abrirse a todos, superando la división de amigos y enemigos. En el fondo de las antítesis se expresa la oposición entre la ley (que sostiene lo que existe a través de la fuerza y la venganza) y la gracia (que entiende la vida como fidelidad personal y amor activo).
De nuevo ante el tema. No jurar…
En sentido estricto, el Jesús de las antítesis no va en contra de la ley, ni discute sus implicaciones (como hará la tradición rabínica de la Misná), sino que (a no ser en el caso del divorcio, donde Mt introduce una cláusula exceptiva) se sitúa por encima de ella: busca y ofrece un principio de gratuidad creadora, que va más allá de la ley, en una línea de trasparencia y fidelidad humana. En esa línea, pide a los hombres que no juren, es decir, que renuncien a un gesto religioso muy significativo, como es el juramento.
Los juramentos … pertenecen al plano de la religión. No es que sean malos, aunque pueden convertirse en malos. Hay juramentos bueno… y puede haber juramentos malos. Y en ese plano la ley del AT (y la ley de cierta iglesia posterior) quiere que los juramentos sean buenos y que siendo buenos se cumplan….
Pues bien, Jesús no quiere ese tipo de religión de juramentos… ni aún los buenos… No quiere que manejemos a Dios, sino que digamos la verdad por sí misma. Es evidente que la Iglesia (empezando por Pablo) ha tenido miedo a Jesús, ha tenido miedo a la gente no actúe bien (no sea responsable) sin juramentos… y así ha pedido y pide a sus fieles que juren.
Al pedir a sus obispos, provinciales religiosos, profesores de teología/religión y demás personas “responsables” que juren, la Iglesia está desconfiando de ellos, poniéndose así en contra de Jesús. Éste me parece un tema serio, un tema grave. La Iglesia no vive en el nivel de la gratuidad y la verdad de Jesús, sino que ha vuelto a un nivel de sospechas y miedos, exigiendo por eso a sus responsables el juramento (para sentirse así más segura, para atar a los creyentes).
Los matices del juramento. Se entienden desde el contexto judío….
Recordemos que los judíos no podían jurar por Dios (pues a Dios ni le nombraban), sino por realidades vinculadas a Dios. Por eso, en contexto judío, Mt da una lista de cosas por la que no se puede jurar:
No juréis ni por el cielo, que es el trono de Dios;
ni por la tierra, que es estrado de sus pies;
ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey.
Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo
Ha dicho Jesús que no juremos, que digamos “si, si, no, no”, y que todo lo demás viene del diablo. No le hemos hecho caso, no le ha hecho caso la Iglesia Oficial, que pide que se jure, siguiendo así al Diablo más que a Dios.
Ya sé que se pueden dar cien matizaciones, y así lo haría Pablo, que juraba, defendiéndose… Puede responder el mismo Mateo, que en el cap. 23 matiza la doctrina de los juramentos… Pero tengo la sospecha de que todo eso son al fin excusas.
Si la Iglesia creyera de verdad en Dios y en los hombres, según el ejemplo de Jesús, dejaría mañana mismo de pedir juramentos a su gente. Eso es lo que deseamos para todos.
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