1.- Si, amigos, el ritmo que llevamos tiene de todo, menos vida; las palabras que escuchamos contienen cualquier cosa menos una íntegra verdad y…los senderos por los que decimos alcanzar la felicidad, lejos de ser vías que nos lleven a ella, nos conducen hacia el objetivo contrario o a una ansiedad permanente.
Los griegos, y también los romanos, acudían a las plazas para escuchar de los eruditos y filósofos grandes disertaciones sobre la verdad. Y, cada uno, a la verdad le daba su propio color. También, Jesús, en su vida pública ha salido a los caminos y a las plazas de la humanidad, no para disertar sobre la verdad sino para decirnos que El es la verdad, el camino y la vida. No es un camino… ¡El es el Camino!
¿Dónde el camino? ¿Cuándo la verdad? ¿Y la vida? Estos tres interrogantes tienen una respuesta: Jesús. Aquello del Jubileo del Año 2000 sigue teniendo total vigencia y recobra actualidad en este domingo V de la Pascua: ¡Cristo ayer, hoy y siempre!
Jesús, cuando se convierte en el centro de la existencia de sus amigos, muda en un auténtico vergel su vivir. ¿Qué existen contradicciones, discusiones, diferencias? Pues bien; cuando nacen del deseo de avanzar y de hacer más auténtica nuestra fe, son legítimas y hasta comprensibles. Pero cuando son fruto del simple personalismo, de un querer vivir una fe a la carta o de un modo totalmente descafeinado, esas discrepancias son demoledoras para una vivencia cristiana y para una cohesión de todos los cristianos.
Jesús, aun en las diferentes maneras de vivir, se inserta como uno más. Sabe de antemano que somos de barro; que puede mucho en nosotros el afán de notoriedad, la debilidad o que, el cansancio, surge por los cuatro costados de la vivienda de nuestro ser cristiano cuando, El, no es el fuerte de nuestra película.
Precisamente por eso, porque está al tanto, sigue desvelándose por nosotros: en la Eucaristía, como pan de vida; en la Palabra, como voz que ilumina, dirige, orienta y fortalece; en la oración, como amistad o vitalidad que garantiza su presencia hasta el fin de los tiempos. Es en Jesús en donde encontramos el rostro auténtico del Padre. ¿Tan ciegos estamos? ¿Tan obsesionado está el mundo que, encerrado en sí mismo, ha dejado como imposible el luchar y el alcanzar no “su verdad” sino la Verdad, no “su camino”, sino El Camino, y no “su vida” cuanto la Vida Auténtica.
2.- A punto de asomarnos a la solemnidad de la Ascensión, no podemos consentir que el Señor se nos vaya sin haber descubierto los rasgos de un Dios que ha hablado por El y en El, que ha bendecido por Jesús, que ha curado por Jesús y que ha traído su Reino a la tierra por Cristo y con Cristo. Sólo así, cuando vivimos a Jesús como la presencia viva, humana, divina y real de Dios, es cuando podemos transformarnos; cuando podemos sentir a Dios no como a un personaje lejano, sino cercano a nosotros, encarnado y comprometido con la causa del hombre.
¿Que nuestra vida no es vida? ¿Qué la verdad está amañada y empañada por muchos intereses? ¿Qué mil caminos se cruzan delante de nosotros y son rutas que no van ni dan a ninguna parte? ¡Agarrémonos a Jesús!
Que nuestra vida, sea la de Cristo: optar por El conlleva seguir las numerosas pistas que El nos dejó para descubrir la voluntad de Dios
Que nuestra verdad, sea la Verdad de Cristo: no podemos servir a dos señores, no podemos encubrir nuestras mediocridades con las verdades a medias
Que nuestros caminos, sean construidos y allanados por la mano de Jesús. ¿Por qué será que, sabiendo lo que nos conviene y lo que nos degrada, nos lanzamos como locos por autopistas en las que corremos demasiado, pero en las que disfrutamos poco o casi nada?
4.- Si Jesús está en el Padre, nosotros no podemos estar permanentemente en las nubes. Si Jesús nos descubre a Dios, no podemos seguir mirando hacia otro lado. ¿Y todavía decimos que no conocemos a Jesús?
Cambiemos el “chip”, la forma de pensar (para andar en la verdad), la velocidad en nuestro caminar (para descubrir el camino que mejor nos encaja) y la forma de vivir (para intentar hacerlo con bríos renovados).
¡Feliz camino! ¡Feliz verdad! ¡Feliz vida!...con Jesús, claro¡¡
¡5.- TE QUIERO, PORQUE ME HACES FALTA!
Sí, Jesús;
Hace mucho tiempo que me abandoné y hasta me perdí
por caminos aparentemente llanos,
y, al recorrerlos, me di cuenta
que eran inciertos, inseguros y con final oscuro.
Miré, y comprobé que caminabas a mi lado.
¡Gracias, Señor!
Un buen día, comencé a creerme
lo que, a mí mismo, me decía,
olvidé tus Palabras, dejé de escucharlas.
Me interesaban aquellas otras rojas y blancas
verdes y amarillas que se sostenían
en el altavoz del escaparate del engaño.
Afiné mi oído, Señor, y quedé desnudo
ante la VERDAD de tu persona.
Eres amor que no engaña
Eres amigo que no falla.
Miré, y comprobé, que mi vida era una gran mentira
No sé cómo ni cuando,
pero una tarde pensé en la vida y en la muerte,
reflexioné sobre la muerte y la vida,
y, al mirarme a mí mismo,
comencé a sentir llagas de preocupación
heridas de sufrimiento
cicatrices de dolores y de debilidad.
Levanté mis ojos a tu cruz, Señor,
y me quedé asombrado de la VIDA de tu VIDA
de la fuerza de tu VIDA
del amor de tu VIDA.
Por eso, Señor, no puedo menos en este día
que decirte y pregonar a los cuatro vientos:
TÚ, SI QUE ERES CAMINO, VERDAD Y VIDA.
Y, ¿sabes, Señor?
En mi camino, mi verdad y mi vida,
siempre me haces falta.
Amén
Los griegos, y también los romanos, acudían a las plazas para escuchar de los eruditos y filósofos grandes disertaciones sobre la verdad. Y, cada uno, a la verdad le daba su propio color. También, Jesús, en su vida pública ha salido a los caminos y a las plazas de la humanidad, no para disertar sobre la verdad sino para decirnos que El es la verdad, el camino y la vida. No es un camino… ¡El es el Camino!
¿Dónde el camino? ¿Cuándo la verdad? ¿Y la vida? Estos tres interrogantes tienen una respuesta: Jesús. Aquello del Jubileo del Año 2000 sigue teniendo total vigencia y recobra actualidad en este domingo V de la Pascua: ¡Cristo ayer, hoy y siempre!
Jesús, cuando se convierte en el centro de la existencia de sus amigos, muda en un auténtico vergel su vivir. ¿Qué existen contradicciones, discusiones, diferencias? Pues bien; cuando nacen del deseo de avanzar y de hacer más auténtica nuestra fe, son legítimas y hasta comprensibles. Pero cuando son fruto del simple personalismo, de un querer vivir una fe a la carta o de un modo totalmente descafeinado, esas discrepancias son demoledoras para una vivencia cristiana y para una cohesión de todos los cristianos.
Jesús, aun en las diferentes maneras de vivir, se inserta como uno más. Sabe de antemano que somos de barro; que puede mucho en nosotros el afán de notoriedad, la debilidad o que, el cansancio, surge por los cuatro costados de la vivienda de nuestro ser cristiano cuando, El, no es el fuerte de nuestra película.
Precisamente por eso, porque está al tanto, sigue desvelándose por nosotros: en la Eucaristía, como pan de vida; en la Palabra, como voz que ilumina, dirige, orienta y fortalece; en la oración, como amistad o vitalidad que garantiza su presencia hasta el fin de los tiempos. Es en Jesús en donde encontramos el rostro auténtico del Padre. ¿Tan ciegos estamos? ¿Tan obsesionado está el mundo que, encerrado en sí mismo, ha dejado como imposible el luchar y el alcanzar no “su verdad” sino la Verdad, no “su camino”, sino El Camino, y no “su vida” cuanto la Vida Auténtica.
2.- A punto de asomarnos a la solemnidad de la Ascensión, no podemos consentir que el Señor se nos vaya sin haber descubierto los rasgos de un Dios que ha hablado por El y en El, que ha bendecido por Jesús, que ha curado por Jesús y que ha traído su Reino a la tierra por Cristo y con Cristo. Sólo así, cuando vivimos a Jesús como la presencia viva, humana, divina y real de Dios, es cuando podemos transformarnos; cuando podemos sentir a Dios no como a un personaje lejano, sino cercano a nosotros, encarnado y comprometido con la causa del hombre.
¿Que nuestra vida no es vida? ¿Qué la verdad está amañada y empañada por muchos intereses? ¿Qué mil caminos se cruzan delante de nosotros y son rutas que no van ni dan a ninguna parte? ¡Agarrémonos a Jesús!
Que nuestra vida, sea la de Cristo: optar por El conlleva seguir las numerosas pistas que El nos dejó para descubrir la voluntad de Dios
Que nuestra verdad, sea la Verdad de Cristo: no podemos servir a dos señores, no podemos encubrir nuestras mediocridades con las verdades a medias
Que nuestros caminos, sean construidos y allanados por la mano de Jesús. ¿Por qué será que, sabiendo lo que nos conviene y lo que nos degrada, nos lanzamos como locos por autopistas en las que corremos demasiado, pero en las que disfrutamos poco o casi nada?
4.- Si Jesús está en el Padre, nosotros no podemos estar permanentemente en las nubes. Si Jesús nos descubre a Dios, no podemos seguir mirando hacia otro lado. ¿Y todavía decimos que no conocemos a Jesús?
Cambiemos el “chip”, la forma de pensar (para andar en la verdad), la velocidad en nuestro caminar (para descubrir el camino que mejor nos encaja) y la forma de vivir (para intentar hacerlo con bríos renovados).
¡Feliz camino! ¡Feliz verdad! ¡Feliz vida!...con Jesús, claro¡¡
¡5.- TE QUIERO, PORQUE ME HACES FALTA!
Sí, Jesús;
Hace mucho tiempo que me abandoné y hasta me perdí
por caminos aparentemente llanos,
y, al recorrerlos, me di cuenta
que eran inciertos, inseguros y con final oscuro.
Miré, y comprobé que caminabas a mi lado.
¡Gracias, Señor!
Un buen día, comencé a creerme
lo que, a mí mismo, me decía,
olvidé tus Palabras, dejé de escucharlas.
Me interesaban aquellas otras rojas y blancas
verdes y amarillas que se sostenían
en el altavoz del escaparate del engaño.
Afiné mi oído, Señor, y quedé desnudo
ante la VERDAD de tu persona.
Eres amor que no engaña
Eres amigo que no falla.
Miré, y comprobé, que mi vida era una gran mentira
No sé cómo ni cuando,
pero una tarde pensé en la vida y en la muerte,
reflexioné sobre la muerte y la vida,
y, al mirarme a mí mismo,
comencé a sentir llagas de preocupación
heridas de sufrimiento
cicatrices de dolores y de debilidad.
Levanté mis ojos a tu cruz, Señor,
y me quedé asombrado de la VIDA de tu VIDA
de la fuerza de tu VIDA
del amor de tu VIDA.
Por eso, Señor, no puedo menos en este día
que decirte y pregonar a los cuatro vientos:
TÚ, SI QUE ERES CAMINO, VERDAD Y VIDA.
Y, ¿sabes, Señor?
En mi camino, mi verdad y mi vida,
siempre me haces falta.
Amén
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