Por CAMINO MISIONERO
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 11, 28-30
Jesús tomó la palabra y dijo:
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.
Reflexión
Les propongo comenzar la oración del Evangelio de hoy buscando un espacio donde haya silencio, para leer detenidamente cada palabra que sale de la boca del Señor, para así encontrar el descanso que ella nos procura brindar.
Tomemos con mucho cariño lo que hoy Jesús nos está diciendo, es un remanso dentro del torbellino de actividades que el mundo nos propone y que a diario parece ahogarnos, hasta el punto de quitarnos el aire.
La quietud, la relajación y la concentración en la Palabra nos ayudarán a "entrar" dentro del Evangelio y encontrarnos con un Jesús Amigo que nos abre los brazos para recibirnos con nuestras fatigas humanas y pedidos temporales que tengamos para realizarle.
Te invito a que después de releer el Evangelio, juntos hagamos la siguiente oración:
"Señor te pedimos en este día que podamos ver todo aquello que nos cansa y muchas veces nos aparta de Tí, para que así lo podamos dejar en tus manos, y nos ilumines para poder descubrir tu Voluntad".
- VENGAN A MÍ. El Evangelio comienza con esta invitación de Jesús a que acudamos a Él, sin importar donde estemos o que estemos haciendo (incluso sin importar lo que hicimos). En este mundo donde todo parece estar vinculado con la exclusión, el rechazo y las elites, el Maestro nos llama desde su Corazón mismo, para dejar toda ocupación e ir en busca de un remanso amigo. No es de poco valor la gratuita invitación que estamos recibiendo, porque Jesús traspasa nuestra historia, para ubicarse delante nuestro, mirándonos y acogiendonos, como diciendo que no digamos nada, que Él ya sabe de donde venimos y que problemas tenemos, nos aprisiona junto a su pecho dándonos la bienvenida, haciéndonos oír sus latidos de Amor.
- AFLIGIDOS Y AGOBIADOS. Podemos contemplar que a Jesús no le es indiferente nuestra humanidad, Él sabe que nos duele y porque, que nos hace daño y sus razones, que nos entristece y nos hace tropezar, que nos desanima y nos deprime. Porque Cristo siempre está a nuestro lado, acompañando cada proceso de nuestra vida. Aunque es muy cierto que a menudo nos sentimos solos con nuestros dolores, pero esa es una percepción errada, propuesta por el pecado. Jesús, tan humano como nosotros, está sintiendo lo que a nosotros nos pasa. Y se duele... Y se entristece... Y se apena... pero no de nosotros, sino CON NOSOTROS. No somos algo erráticamente alejado de Cristo, sino que somos parte de su Amor, porque así lo demostró cuando ofrendó su vida para nuestra salvación. Jesús nos Ama. Y ese Amor es tan radical y extremo, que sólo se preocupa por el bien de nuestra almas. Déjate confortar por Él. Ofrécele un espacio para que pueda entrar. Jesús hará todo lo demás.
- PACIENTE Y HUMILDE CORAZÓN. A lo largo de todo su itinerario, Cristo nos va ofreciendo alguna pistas de como y en que debemos convertirnos, y cuál es el camino que nos conduce al Reino de los Cielos. Hoy no hay sugerencia con parábolas, sino desde la fortaleza de su testimonio, se pone como ejemplo, y nos dice que seamos como Él. Quizás podríamos encontrar muchos pasajes bíblicos donde bucear en las virtudes que Jesús practicó, pero la más sublime de todas es contemplar el camino de la cruz, allí podemos ver como soportó cada paso, desde el Getsemaní hasta el Gólgota, sin renunciar a su misión, teniendo siempre presente que su sacrificio cobraba el sentido en la salvación del mundo entero. Imitemos también nosotros a lo largo del día, en nuestro propio vía crucis, la paciencia y la humildad de Cristo para no desviarnos de la Voluntad del Padre y poder encontrar el sentido de cada hecho que nos tiene como protagonistas.
- ENCONTRARÁN ALIVIO. En nuestra vida de comunidades cristianas, sobre todo en las parroquias o movimiento eclesiales, las tareas suelen multiplicarse y la rutina en las actividades, nos llevan a que las relaciones personales entren en fricción e intolerancia, como así también, convertirse en abrumadoras las acciones apostólicas que ponemos en práctica. No debemos preocuparnos demasiado por eso, por que es normal en la vida de grupo que esto así ocurra, pero debemos tener muy en claro, que la forma y la manera en que encaremos estas cuestiones deben ser a la manera de Cristo. Con amor y comprensión, hacia nuestros hermanos y hacia nosotros mismos. Si actuamos como Él, tengamos por seguro que las cosas no van a ser tan pesadas, porque estaremos trabajando verdaderamente por el Reino, y esto trae consigo la Felicidad de estar haciendo aquello para lo que fuimos creados y estamos llamados a ser: Servidores del Evangelio y de los hombres.
Hoy Jesús quiere ser el médico que alivie tus aflicciones y agobios. Para sanarte te pregunta cuales son tus dolores y problemas.
¿Qué te duele hoy? ¿Te dejas sanar por Cristo?
Busquemos acudir al llamado que nos hace Jesús, nos dejemos mimar por Él y le entreguemos cada una de nuestras penas, tristezas, desilusiones y cansancios, que a diario cargamos en nuestras espaldas, para que así, juntos a Cristo transitemos nuestra vida poniéndola al servicio de la Gracia y la Voluntad del Padre.
Gloria la Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Amén.
Tomemos con mucho cariño lo que hoy Jesús nos está diciendo, es un remanso dentro del torbellino de actividades que el mundo nos propone y que a diario parece ahogarnos, hasta el punto de quitarnos el aire.
La quietud, la relajación y la concentración en la Palabra nos ayudarán a "entrar" dentro del Evangelio y encontrarnos con un Jesús Amigo que nos abre los brazos para recibirnos con nuestras fatigas humanas y pedidos temporales que tengamos para realizarle.
Te invito a que después de releer el Evangelio, juntos hagamos la siguiente oración:
"Señor te pedimos en este día que podamos ver todo aquello que nos cansa y muchas veces nos aparta de Tí, para que así lo podamos dejar en tus manos, y nos ilumines para poder descubrir tu Voluntad".
Puntos para la Oración:
- VENGAN A MÍ. El Evangelio comienza con esta invitación de Jesús a que acudamos a Él, sin importar donde estemos o que estemos haciendo (incluso sin importar lo que hicimos). En este mundo donde todo parece estar vinculado con la exclusión, el rechazo y las elites, el Maestro nos llama desde su Corazón mismo, para dejar toda ocupación e ir en busca de un remanso amigo. No es de poco valor la gratuita invitación que estamos recibiendo, porque Jesús traspasa nuestra historia, para ubicarse delante nuestro, mirándonos y acogiendonos, como diciendo que no digamos nada, que Él ya sabe de donde venimos y que problemas tenemos, nos aprisiona junto a su pecho dándonos la bienvenida, haciéndonos oír sus latidos de Amor.
- AFLIGIDOS Y AGOBIADOS. Podemos contemplar que a Jesús no le es indiferente nuestra humanidad, Él sabe que nos duele y porque, que nos hace daño y sus razones, que nos entristece y nos hace tropezar, que nos desanima y nos deprime. Porque Cristo siempre está a nuestro lado, acompañando cada proceso de nuestra vida. Aunque es muy cierto que a menudo nos sentimos solos con nuestros dolores, pero esa es una percepción errada, propuesta por el pecado. Jesús, tan humano como nosotros, está sintiendo lo que a nosotros nos pasa. Y se duele... Y se entristece... Y se apena... pero no de nosotros, sino CON NOSOTROS. No somos algo erráticamente alejado de Cristo, sino que somos parte de su Amor, porque así lo demostró cuando ofrendó su vida para nuestra salvación. Jesús nos Ama. Y ese Amor es tan radical y extremo, que sólo se preocupa por el bien de nuestra almas. Déjate confortar por Él. Ofrécele un espacio para que pueda entrar. Jesús hará todo lo demás.
- PACIENTE Y HUMILDE CORAZÓN. A lo largo de todo su itinerario, Cristo nos va ofreciendo alguna pistas de como y en que debemos convertirnos, y cuál es el camino que nos conduce al Reino de los Cielos. Hoy no hay sugerencia con parábolas, sino desde la fortaleza de su testimonio, se pone como ejemplo, y nos dice que seamos como Él. Quizás podríamos encontrar muchos pasajes bíblicos donde bucear en las virtudes que Jesús practicó, pero la más sublime de todas es contemplar el camino de la cruz, allí podemos ver como soportó cada paso, desde el Getsemaní hasta el Gólgota, sin renunciar a su misión, teniendo siempre presente que su sacrificio cobraba el sentido en la salvación del mundo entero. Imitemos también nosotros a lo largo del día, en nuestro propio vía crucis, la paciencia y la humildad de Cristo para no desviarnos de la Voluntad del Padre y poder encontrar el sentido de cada hecho que nos tiene como protagonistas.
- ENCONTRARÁN ALIVIO. En nuestra vida de comunidades cristianas, sobre todo en las parroquias o movimiento eclesiales, las tareas suelen multiplicarse y la rutina en las actividades, nos llevan a que las relaciones personales entren en fricción e intolerancia, como así también, convertirse en abrumadoras las acciones apostólicas que ponemos en práctica. No debemos preocuparnos demasiado por eso, por que es normal en la vida de grupo que esto así ocurra, pero debemos tener muy en claro, que la forma y la manera en que encaremos estas cuestiones deben ser a la manera de Cristo. Con amor y comprensión, hacia nuestros hermanos y hacia nosotros mismos. Si actuamos como Él, tengamos por seguro que las cosas no van a ser tan pesadas, porque estaremos trabajando verdaderamente por el Reino, y esto trae consigo la Felicidad de estar haciendo aquello para lo que fuimos creados y estamos llamados a ser: Servidores del Evangelio y de los hombres.
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Hoy Jesús quiere ser el médico que alivie tus aflicciones y agobios. Para sanarte te pregunta cuales son tus dolores y problemas.
¿Qué te duele hoy? ¿Te dejas sanar por Cristo?
Conclusión
Busquemos acudir al llamado que nos hace Jesús, nos dejemos mimar por Él y le entreguemos cada una de nuestras penas, tristezas, desilusiones y cansancios, que a diario cargamos en nuestras espaldas, para que así, juntos a Cristo transitemos nuestra vida poniéndola al servicio de la Gracia y la Voluntad del Padre.
Gloria la Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Amén.
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