Jer 20, 7-9; Rom 12, 1—2; Mt 16, 21-27.
A. El último día del mes de Agosto nos recuerda que comenzamos la última tercera parte del año 2008. Comienza una nueva etapa de nuestra vida. ¿Qué nos van a traer estos últimos cuatro meses? ¿Cuál sería su significado en nuestro caminar en la fe?
B. Jesús dirige a los apóstoles en el evangelio una pregunta muy similar. Porque también para él comienza una nueva etapa; Jesús parte con sus seguidores a Jerusalén, la capital del pueblo de Dios, la ciudad del templo que es la casa de Dios en medio de su pueblo.
Jesús caminará a la cabecera de esta peregrinación. Recién Pedro lo ha confesado como el Mesías esperado y como Hijo del Dios vivo. Esta confesión despertó grandes expectativas y sueños en los discípulos: Ahora llega el gran momento en que Maestro entrará en Jerusalén como el prometido y anhelado rey de la paz para levantar su reino de paz, así piensan los discípulos. Y Jesús abre la cortina para mostrar una nueva etapa en la vida de fe de sus seguidores. Les muestra el futuro como un camino que lleva por la oscuridad a la luz, por la pasión y la muerte a la vida. Y esto vale para el camino de fe de todos los discípulos de Jesús y por eso vale también para nosotros: por la cruz a la vida, a la luz.
1. Primero explica Jesús a sus discípulos que no deben esperar una entrada triunfal en Jerusalén, sino que esta subida a Jerusalén será un camino de muchos sufrimientos y terminará finalmente con su muerte. Parece que la palabra de la resurrección ya no escuchan los discípulos por el susto que les da lo primero.
2. Ahora observamos la reacción a este anuncio de Jesús. Especialmente la reacción del recientemente instituido como portavoz de los apóstoles, la reacción de Pedro: “Pedro, llevándoselo aparte, se puso a reprenderlo”. “¡Dios te libre, Señor! No te sucederá tal cosa”. Dios tiene que evitar la muerte de Jesús, sería una pérdida para los discípulos y el fracaso de su sueño del comienzo triunfal del reinado de Dios.
3. No le sale fácil a Jesús el convencer a estos sus discípulos desilusionados y angustiados, y a ganarlos para que den un Sí claro, valiente y creyente a su camino al Jerusalén terrenal y celestial. Lo hemos escuchado como Jesús quiere convertir el No de sus discípulos en un Sí y una decisión a acompañarlo en su camino previsto por la voluntad del Padre.
a. Primero les muestra que detrás del No de los discípulos al camino de la cruz, están las fuerzas diabólicas y no la voluntad del Padre. Cuando Pedro había pronunciado su confesión de que Jesús es el Mesías e Hijo de Dios, Jesús le dice claramente que esta confesión no ha salido de su carne y de su sangre, sino por iluminación desde arriba, desde el Padre en el cielo. Ahora le tiene que decir, que detrás de su No al camino de Cristo no está la voluntad del Padre, sino la voluntad humana, miope y seducida por poderes diabólicos. “Quítate de mi presencia, Satanás”, una palabra dura pero clara.
b. Pero Jesús no quiere que Pedro o los discípulos se retiren, sino quiere que se aleje el tentador y seductor. Por eso Jesús, después de la palabra dura, invita a Pedro y a sus discípulos para que lo acompañen en su camino de la pasión y de la cruz y que lleguen, a través de la cruz, a la victoria. “El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame”. No hay salvación evitando la cruz, la de Crista y la cruz personal. Esto significa perder la vida. Jesús quiere dar ánimo para aceptar la cruz y el sufrimiento porque es el único camino para salvar su vida.
También para nosotros vale: quien acepta su cruz personal y lo lleva con Jesús lo convierte para sí y para los suyos en fuente de vida. Camino de la cruz con Cristo es camino a la vida, la vida eterna, y no camino a la muerte eterna.
A todos quienes están dispuestos a acompañar a Jesús en su via crucis reciben la promesa del Señor de que se van encontrar con el cuando vuelve y les va recompensar su fidelidad y su amor con la gloria de la vida para siempre. Porque Jesús habló desde el comienzo no solamente de la muerte, sino también de la resurrección.
C. María acompañó a su Hijo Jesús en su camino de la cruz y se ofrece a acompañarnos también a nosotros. En nuestra vida hay muchas alegrías pero la alegría más grande nos espera después de muchas estaciones del via crucis; porque la cruz es la única escalera que nos lleva a la vida para siempre. Amén. HG.JF.
B. Jesús dirige a los apóstoles en el evangelio una pregunta muy similar. Porque también para él comienza una nueva etapa; Jesús parte con sus seguidores a Jerusalén, la capital del pueblo de Dios, la ciudad del templo que es la casa de Dios en medio de su pueblo.
Jesús caminará a la cabecera de esta peregrinación. Recién Pedro lo ha confesado como el Mesías esperado y como Hijo del Dios vivo. Esta confesión despertó grandes expectativas y sueños en los discípulos: Ahora llega el gran momento en que Maestro entrará en Jerusalén como el prometido y anhelado rey de la paz para levantar su reino de paz, así piensan los discípulos. Y Jesús abre la cortina para mostrar una nueva etapa en la vida de fe de sus seguidores. Les muestra el futuro como un camino que lleva por la oscuridad a la luz, por la pasión y la muerte a la vida. Y esto vale para el camino de fe de todos los discípulos de Jesús y por eso vale también para nosotros: por la cruz a la vida, a la luz.
1. Primero explica Jesús a sus discípulos que no deben esperar una entrada triunfal en Jerusalén, sino que esta subida a Jerusalén será un camino de muchos sufrimientos y terminará finalmente con su muerte. Parece que la palabra de la resurrección ya no escuchan los discípulos por el susto que les da lo primero.
2. Ahora observamos la reacción a este anuncio de Jesús. Especialmente la reacción del recientemente instituido como portavoz de los apóstoles, la reacción de Pedro: “Pedro, llevándoselo aparte, se puso a reprenderlo”. “¡Dios te libre, Señor! No te sucederá tal cosa”. Dios tiene que evitar la muerte de Jesús, sería una pérdida para los discípulos y el fracaso de su sueño del comienzo triunfal del reinado de Dios.
3. No le sale fácil a Jesús el convencer a estos sus discípulos desilusionados y angustiados, y a ganarlos para que den un Sí claro, valiente y creyente a su camino al Jerusalén terrenal y celestial. Lo hemos escuchado como Jesús quiere convertir el No de sus discípulos en un Sí y una decisión a acompañarlo en su camino previsto por la voluntad del Padre.
a. Primero les muestra que detrás del No de los discípulos al camino de la cruz, están las fuerzas diabólicas y no la voluntad del Padre. Cuando Pedro había pronunciado su confesión de que Jesús es el Mesías e Hijo de Dios, Jesús le dice claramente que esta confesión no ha salido de su carne y de su sangre, sino por iluminación desde arriba, desde el Padre en el cielo. Ahora le tiene que decir, que detrás de su No al camino de Cristo no está la voluntad del Padre, sino la voluntad humana, miope y seducida por poderes diabólicos. “Quítate de mi presencia, Satanás”, una palabra dura pero clara.
b. Pero Jesús no quiere que Pedro o los discípulos se retiren, sino quiere que se aleje el tentador y seductor. Por eso Jesús, después de la palabra dura, invita a Pedro y a sus discípulos para que lo acompañen en su camino de la pasión y de la cruz y que lleguen, a través de la cruz, a la victoria. “El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame”. No hay salvación evitando la cruz, la de Crista y la cruz personal. Esto significa perder la vida. Jesús quiere dar ánimo para aceptar la cruz y el sufrimiento porque es el único camino para salvar su vida.
También para nosotros vale: quien acepta su cruz personal y lo lleva con Jesús lo convierte para sí y para los suyos en fuente de vida. Camino de la cruz con Cristo es camino a la vida, la vida eterna, y no camino a la muerte eterna.
A todos quienes están dispuestos a acompañar a Jesús en su via crucis reciben la promesa del Señor de que se van encontrar con el cuando vuelve y les va recompensar su fidelidad y su amor con la gloria de la vida para siempre. Porque Jesús habló desde el comienzo no solamente de la muerte, sino también de la resurrección.
C. María acompañó a su Hijo Jesús en su camino de la cruz y se ofrece a acompañarnos también a nosotros. En nuestra vida hay muchas alegrías pero la alegría más grande nos espera después de muchas estaciones del via crucis; porque la cruz es la única escalera que nos lleva a la vida para siempre. Amén. HG.JF.
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