Mt 16, 21-27
CONTEXTO
Hoy lo tenemos fácil, porque el texto que acabamos de leer es continuación del que hemos leído el domingo pasado. Seguimos en Cesarea de Filipo, fuera del territorio de Palestina. Lo que Mateo pone hoy en boca de Jesús, ni siquiera es aceptable para los seguidores.
El domingo pasado Jesús felicitaba a Pedro por expresar pensamientos divinos. Hoy le critica por pensar como los hombres. La diferencia es abismal; y sólo a unas líneas de distancia en el mismo evangelio.
Como Pedro, los cristianos en todas las épocas, nos hemos escandalizado de la cruz, y si hubiera estado en nuestras manos, ni uno sólo hubiera elegido para Jesús el camino que él siguió.
De nada sirve ya la imagen de profeta o de Mesías victorioso; menos aún la de Hijo de Dios. Se trata ahora del “servidor” que se entrega totalmente a los demás, y así hace presente a un Dios que es amor.
Las palabras puestas en boca de Pedro demuestran que ni él ni los demás, habían entendido lo que significaba Jesús. Como siempre, el mayor escollo para aceptar lo nuevo, fue su religión.
Para entender a Jesús, hay que dejar de pensar como los hombres y empezar a pensar como Dios. Pensar como Dios, es dejar de ajustarse a este mundo; es transformarse por la renovación de la mente (Pablo).
Para aceptar el mensaje de este evangelio, tenemos que cambiar radicalmente nuestra imagen de Dios. El hombre ha pretendido siempre poner a Dios al servicio de su ser biológico. Ese Dios no puede existir.
EXPLICACIÓN
Tres puntos importantes podemos descubrir en el relato de hoy:
1.- El anuncio de la pasión por parte de Jesús.
2.- La vehemente protesta de Pedro y recriminación de Jesús.
3.- La invitación al seguimiento con todas las consecuencias.
1.- La muerte de Jesús fue para los primeros cristianos el punto más impactante de su vida. Seguramente el primer núcleo de todos los evangelios lo constituyó un relato de su pasión y muerte. No nos debe extrañar que, al redactar su vida se haga desde esa perspectiva. Hasta cuatro veces anuncia Jesús su muerte en el evangelio de Mateo.
Como los evangelios están escritos mucho después de morir Jesús, nunca sabremos lo que de verdad anticipó Jesús sobre su muerte. Lo cierto es que no hacía falta ser profeta para darse cuenta de que la vida de Jesús corría serio peligro. Lo que decía y lo que hacía estaba en contra de la doctrina oficial, y los encargados de su custodia tenían el poder suficiente para eliminar a una persona tan peligrosa para sus intereses.
Cualquiera con un mínimo sentido de la realidad podía descubrir que lo iban a matar. Hasta sus familiares quisieron impedir que eso sucediera, llevándoselo a casa, porque estaba claro que había elegido un camino de locos.
No se trata de aceptar lo inevitable como un accidente inesperado e invencible, sino de manifestar que esa muerte encaja en los planes de un Mesías distinto al oficial.
2.- Pedro responde a Jesús con toda lógica. ¿Podía Pedro dejar de pensar como los hombres? Incluso el día que vinieron a prenderle, Pedro prefiere sacar la espada y atizar un buen golpe a Malco, para evitar que se llevaran al Maestro.
Era inconcebible para un judío, que al Mesías lo mataran los máximos representante de Dios en la tierra. El texto quiere transmitirnos, que la idea falsa de Dios que manejan, hacía a Jesús inaceptable como su representante. La crítica de Jesús va dirigida a los de dentro, no a los de fuera.
La respuesta de Jesús a Pedro, es casi la misma que dio al diablo en las tentaciones del desierto. Ni a los fariseos ni a los letrados, ni a los sacerdotes dirige Jesús palabras tan duras. Lo cual quiere indicar que la propuesta de Pedro era la gran tentación para todo ser humano, también para Jesús.
La verdadera tentación no viene de fuera, sino de dentro. Lo difícil no es vencerla, sino descubrirla como tal, desenmascararla y tomar conciencia de que ella es la que puede arruinar nuestra propia Vida.
Jesús desenmascara a Pedro y deja muy claro que su idea de Dios es distinta a la oficial. Jesús no rechaza a Pedro como discípulo, pero quiere que descubra su verdadero mesianismo, que no coincide ni con el del judaísmo oficial ni con lo que esperaban los discípulos.
3.- Negarse a sí mismo supone renunciar a toda ambición personal. El egoísmo, el individualismo quedan descartados de Jesús y del que quiera seguirlo.
Cargar con la cruz es aceptar la oposición del mundo a los que no piensan como él. Esta oposición está asegurada, pero se manifestará en cada uno de distinta manera; por eso dice “su cruz”.
Debe quedar claro que si no se está dispuesto a afrontar las dificultades que la fidelidad acarrea, hasta la misma muerte, no se está en la actitud de seguir a Jesús.
El seguimiento, es muy importante en todos los evangelios. Se trata de abandonar cualquier otra manera de relacionarse con Dios y con los demás, y entrar en la dinámica espiritual que Jesús manifiesta en su vida. Es aceptar un Dios “nadapoderoso” que está dispuesto a darse totalmente y sin condiciones. Es identificarse con Jesús en su entrega total a los demás, sin buscar para sí nada que pueda oler a poder o gloria humana.
Jesús no pretende ir contra las apetencias más profundas de todo ser humano, sino que intenta mostrarnos el camino que nos puede llevar más lejos en esas legítimas pretensiones.
La propuesta de Jesús es la única manera de ser hombre. Todo ser humano debe aspirar a ser más; incluso ser como Dios. Pero debe encontrar el camino que le lleve a su verdadera plenitud.
Los argumentos finales dejan claro que las exigencias que parecen tan duras, son las únicas sensatas. Lo que Jesús exige a sus seguidores, es que vayan por el camino del amor, es decir, por el camino del servicio a los demás aunque ese camino les acarree sufrimiento e incluso la muerte misma.
Aquí está la esencia del mensaje cristiano. No se trata de renunciar a nada, sino de elegir en cada momento lo mejor para mí. Si interpreto el mensaje evangélico como renuncia, es que no he entendido ni jota.
APLICACIÓN
Aquí está la madre del cordero, porque la aplicación a la vida tiene que hacerla personalmente cada uno. El evangelio de hoy, está sin estrenar. Seguimos pensando como los hombres. A través de los siglos, en el mejor de los casos, nos hemos equivocado en la interpretación. (basta leer la vida de la mayoría de los “santos”).
El mensaje de Jesús no pretende deshumanizarnos como se ha entendido a veces, sino llevarnos a la verdadera plenitud humana. No se trata de sacrificarse creyendo que eso es lo que quiere Dios. Dios quiere nuestra felicidad en todos los sentidos. Dios no puede “querer” ninguna clase de sufrimiento; Él es amor y sólo puede querer para nosotros lo mejor en todos los aspectos.
Nuestra limitación es la causa de que, a veces, el conseguir lo mejor, exige elegir entre distintas posibilidades, y el reclamo del gozo inmediato inclina la balanza hacia los que es menos bueno e incluso malo. Mi falso yo, que es lo más inmediato a mi conciencia, está exigiendo que mi verdadero ser se someta a sus deseos. En la medida que lo consiga, estoy salvando mi vida pero pierdo la verdadera Vida.
La mayoría de nuestras oraciones pretenden poner a Dios de nuestra parte en un afán de que salve la vida de aquí abajo, exigiéndole que supere con su poder nuestras limitaciones.
Lo que Jesús nos propone es alcanzar la plenitud despegándonos de todo lo que no es esencial. Si descubrimos lo que nos hace más humanos, será fácil volcarnos hacia esa escala de valores.
En la medida que disminuyo mi necesidad de seguridades materiales, más a gusto, más feliz y más humano me sentiré. Estaré más dispuesto a dar y a darme, porque eso es lo que me hace crecer en mi verdadero ser.
Una plenitud de vida biológica, sensitiva, instintiva no supone ninguna garantía de mayor humanidad. Todo lo contrario, si pongo mi parte superior al servicio de la inferior, arruinaré mi posible Vida humana y me quedaré en la simple biología, habré perdido la una y la otra.
Ganar la Vida es ir más allá de las apariencias, es decir, dejar de pensar que lo biológico, lo sensitivo y emocional es lo importante. Sin dejar de dar la importancia que tiene a la parte sensible de tu ser, debes descubrir tu verdadero ser y empezarás a vivir en plenitud.
La muerte afecta sólo a tu ser biológico, por eso la vida fisiológica se pierde siempre, antes o después. Si accedes a la verdadera Vida, la muerte pierde su importancia. La plenitud se encuentra más allá de lo caduco. ¡Ojo! No más allá en el tiempo, sino más allá en profundidad, pero aquí y ahora.
Para ser cristiano, hay que trasformarse. Hay que nacer de nuevo. Lo natural, lo cómodo, lo que me pide el cuerpo es acomodarme a este mundo. Pero lo que Dios espera de mí es que vaya más allá de todo lo sensible y descubra lo que de verdad es mejor para la persona entera, no para una parte de ella.
Los instintos no son malos; que los sentidos quieran conseguir su objeto, no es malo. Sin embargo la plenitud del ser humano está más allá de los sentidos y de los instintos. La vida biológica no se nos da para que la guardemos y preservemos, sino para que la consumamos en beneficio de los demás.
CONTEXTO
Hoy lo tenemos fácil, porque el texto que acabamos de leer es continuación del que hemos leído el domingo pasado. Seguimos en Cesarea de Filipo, fuera del territorio de Palestina. Lo que Mateo pone hoy en boca de Jesús, ni siquiera es aceptable para los seguidores.
El domingo pasado Jesús felicitaba a Pedro por expresar pensamientos divinos. Hoy le critica por pensar como los hombres. La diferencia es abismal; y sólo a unas líneas de distancia en el mismo evangelio.
Como Pedro, los cristianos en todas las épocas, nos hemos escandalizado de la cruz, y si hubiera estado en nuestras manos, ni uno sólo hubiera elegido para Jesús el camino que él siguió.
De nada sirve ya la imagen de profeta o de Mesías victorioso; menos aún la de Hijo de Dios. Se trata ahora del “servidor” que se entrega totalmente a los demás, y así hace presente a un Dios que es amor.
Las palabras puestas en boca de Pedro demuestran que ni él ni los demás, habían entendido lo que significaba Jesús. Como siempre, el mayor escollo para aceptar lo nuevo, fue su religión.
Para entender a Jesús, hay que dejar de pensar como los hombres y empezar a pensar como Dios. Pensar como Dios, es dejar de ajustarse a este mundo; es transformarse por la renovación de la mente (Pablo).
Para aceptar el mensaje de este evangelio, tenemos que cambiar radicalmente nuestra imagen de Dios. El hombre ha pretendido siempre poner a Dios al servicio de su ser biológico. Ese Dios no puede existir.
EXPLICACIÓN
Tres puntos importantes podemos descubrir en el relato de hoy:
1.- El anuncio de la pasión por parte de Jesús.
2.- La vehemente protesta de Pedro y recriminación de Jesús.
3.- La invitación al seguimiento con todas las consecuencias.
1.- La muerte de Jesús fue para los primeros cristianos el punto más impactante de su vida. Seguramente el primer núcleo de todos los evangelios lo constituyó un relato de su pasión y muerte. No nos debe extrañar que, al redactar su vida se haga desde esa perspectiva. Hasta cuatro veces anuncia Jesús su muerte en el evangelio de Mateo.
Como los evangelios están escritos mucho después de morir Jesús, nunca sabremos lo que de verdad anticipó Jesús sobre su muerte. Lo cierto es que no hacía falta ser profeta para darse cuenta de que la vida de Jesús corría serio peligro. Lo que decía y lo que hacía estaba en contra de la doctrina oficial, y los encargados de su custodia tenían el poder suficiente para eliminar a una persona tan peligrosa para sus intereses.
Cualquiera con un mínimo sentido de la realidad podía descubrir que lo iban a matar. Hasta sus familiares quisieron impedir que eso sucediera, llevándoselo a casa, porque estaba claro que había elegido un camino de locos.
No se trata de aceptar lo inevitable como un accidente inesperado e invencible, sino de manifestar que esa muerte encaja en los planes de un Mesías distinto al oficial.
2.- Pedro responde a Jesús con toda lógica. ¿Podía Pedro dejar de pensar como los hombres? Incluso el día que vinieron a prenderle, Pedro prefiere sacar la espada y atizar un buen golpe a Malco, para evitar que se llevaran al Maestro.
Era inconcebible para un judío, que al Mesías lo mataran los máximos representante de Dios en la tierra. El texto quiere transmitirnos, que la idea falsa de Dios que manejan, hacía a Jesús inaceptable como su representante. La crítica de Jesús va dirigida a los de dentro, no a los de fuera.
La respuesta de Jesús a Pedro, es casi la misma que dio al diablo en las tentaciones del desierto. Ni a los fariseos ni a los letrados, ni a los sacerdotes dirige Jesús palabras tan duras. Lo cual quiere indicar que la propuesta de Pedro era la gran tentación para todo ser humano, también para Jesús.
La verdadera tentación no viene de fuera, sino de dentro. Lo difícil no es vencerla, sino descubrirla como tal, desenmascararla y tomar conciencia de que ella es la que puede arruinar nuestra propia Vida.
Jesús desenmascara a Pedro y deja muy claro que su idea de Dios es distinta a la oficial. Jesús no rechaza a Pedro como discípulo, pero quiere que descubra su verdadero mesianismo, que no coincide ni con el del judaísmo oficial ni con lo que esperaban los discípulos.
3.- Negarse a sí mismo supone renunciar a toda ambición personal. El egoísmo, el individualismo quedan descartados de Jesús y del que quiera seguirlo.
Cargar con la cruz es aceptar la oposición del mundo a los que no piensan como él. Esta oposición está asegurada, pero se manifestará en cada uno de distinta manera; por eso dice “su cruz”.
Debe quedar claro que si no se está dispuesto a afrontar las dificultades que la fidelidad acarrea, hasta la misma muerte, no se está en la actitud de seguir a Jesús.
El seguimiento, es muy importante en todos los evangelios. Se trata de abandonar cualquier otra manera de relacionarse con Dios y con los demás, y entrar en la dinámica espiritual que Jesús manifiesta en su vida. Es aceptar un Dios “nadapoderoso” que está dispuesto a darse totalmente y sin condiciones. Es identificarse con Jesús en su entrega total a los demás, sin buscar para sí nada que pueda oler a poder o gloria humana.
Jesús no pretende ir contra las apetencias más profundas de todo ser humano, sino que intenta mostrarnos el camino que nos puede llevar más lejos en esas legítimas pretensiones.
La propuesta de Jesús es la única manera de ser hombre. Todo ser humano debe aspirar a ser más; incluso ser como Dios. Pero debe encontrar el camino que le lleve a su verdadera plenitud.
Los argumentos finales dejan claro que las exigencias que parecen tan duras, son las únicas sensatas. Lo que Jesús exige a sus seguidores, es que vayan por el camino del amor, es decir, por el camino del servicio a los demás aunque ese camino les acarree sufrimiento e incluso la muerte misma.
Aquí está la esencia del mensaje cristiano. No se trata de renunciar a nada, sino de elegir en cada momento lo mejor para mí. Si interpreto el mensaje evangélico como renuncia, es que no he entendido ni jota.
APLICACIÓN
Aquí está la madre del cordero, porque la aplicación a la vida tiene que hacerla personalmente cada uno. El evangelio de hoy, está sin estrenar. Seguimos pensando como los hombres. A través de los siglos, en el mejor de los casos, nos hemos equivocado en la interpretación. (basta leer la vida de la mayoría de los “santos”).
El mensaje de Jesús no pretende deshumanizarnos como se ha entendido a veces, sino llevarnos a la verdadera plenitud humana. No se trata de sacrificarse creyendo que eso es lo que quiere Dios. Dios quiere nuestra felicidad en todos los sentidos. Dios no puede “querer” ninguna clase de sufrimiento; Él es amor y sólo puede querer para nosotros lo mejor en todos los aspectos.
Nuestra limitación es la causa de que, a veces, el conseguir lo mejor, exige elegir entre distintas posibilidades, y el reclamo del gozo inmediato inclina la balanza hacia los que es menos bueno e incluso malo. Mi falso yo, que es lo más inmediato a mi conciencia, está exigiendo que mi verdadero ser se someta a sus deseos. En la medida que lo consiga, estoy salvando mi vida pero pierdo la verdadera Vida.
La mayoría de nuestras oraciones pretenden poner a Dios de nuestra parte en un afán de que salve la vida de aquí abajo, exigiéndole que supere con su poder nuestras limitaciones.
Lo que Jesús nos propone es alcanzar la plenitud despegándonos de todo lo que no es esencial. Si descubrimos lo que nos hace más humanos, será fácil volcarnos hacia esa escala de valores.
En la medida que disminuyo mi necesidad de seguridades materiales, más a gusto, más feliz y más humano me sentiré. Estaré más dispuesto a dar y a darme, porque eso es lo que me hace crecer en mi verdadero ser.
Una plenitud de vida biológica, sensitiva, instintiva no supone ninguna garantía de mayor humanidad. Todo lo contrario, si pongo mi parte superior al servicio de la inferior, arruinaré mi posible Vida humana y me quedaré en la simple biología, habré perdido la una y la otra.
Ganar la Vida es ir más allá de las apariencias, es decir, dejar de pensar que lo biológico, lo sensitivo y emocional es lo importante. Sin dejar de dar la importancia que tiene a la parte sensible de tu ser, debes descubrir tu verdadero ser y empezarás a vivir en plenitud.
La muerte afecta sólo a tu ser biológico, por eso la vida fisiológica se pierde siempre, antes o después. Si accedes a la verdadera Vida, la muerte pierde su importancia. La plenitud se encuentra más allá de lo caduco. ¡Ojo! No más allá en el tiempo, sino más allá en profundidad, pero aquí y ahora.
Para ser cristiano, hay que trasformarse. Hay que nacer de nuevo. Lo natural, lo cómodo, lo que me pide el cuerpo es acomodarme a este mundo. Pero lo que Dios espera de mí es que vaya más allá de todo lo sensible y descubra lo que de verdad es mejor para la persona entera, no para una parte de ella.
Los instintos no son malos; que los sentidos quieran conseguir su objeto, no es malo. Sin embargo la plenitud del ser humano está más allá de los sentidos y de los instintos. La vida biológica no se nos da para que la guardemos y preservemos, sino para que la consumamos en beneficio de los demás.
Meditación-contemplación
“Transformaos por la renovación de la mente”.
Nacer de nuevo, nacer del Espíritu,
son expresiones con el mismo mensaje.
En lo biológico estamos siempre; es el punto de partida.
Lo espiritual hay que descubrirlo y vivirlo.
………………..
Si no entro en la dinámica del Espíritu,
permaneceré en el ámbito de lo sensible.
Puedo disfrutar de placeres inmediatos sin cuento,
pero quedará truncada mi más elevada posibilidad de ser.
…………………
El hedonismo es la gran tentación y el gran engaño.
Todo lo que nos rodea en nuestra sociedad,
está encaminado a convencerme de las excelencias del placer sensible.
Si rechazas la oferta, quedas estigmatizado para el mundo,
y se revolverá contra ti como una fiera herida.
…………………….
No tengas miedo;
El mundo sólo puede matar el cuerpo.
………….
“Transformaos por la renovación de la mente”.
Nacer de nuevo, nacer del Espíritu,
son expresiones con el mismo mensaje.
En lo biológico estamos siempre; es el punto de partida.
Lo espiritual hay que descubrirlo y vivirlo.
………………..
Si no entro en la dinámica del Espíritu,
permaneceré en el ámbito de lo sensible.
Puedo disfrutar de placeres inmediatos sin cuento,
pero quedará truncada mi más elevada posibilidad de ser.
…………………
El hedonismo es la gran tentación y el gran engaño.
Todo lo que nos rodea en nuestra sociedad,
está encaminado a convencerme de las excelencias del placer sensible.
Si rechazas la oferta, quedas estigmatizado para el mundo,
y se revolverá contra ti como una fiera herida.
…………………….
No tengas miedo;
El mundo sólo puede matar el cuerpo.
………….
No hay comentarios:
Publicar un comentario