Publicado por Entra y Veras
En su catequesis del día 27 de Agosto, el Papa Benedicto XVI resumía la vida de San Pablo de este modo: «El Apóstol nació en Tarso de Cilicia. Hebreo de la diáspora, hablaba griego, no obstante tuviera un nombre de origen latino y gozara de la ciudadanía romana. Tal vez aprendió de su padre a tejer la lana para fabricar tiendas de campaña. Trasladado a Jerusalén con unos doce años, fue formado por el Rabino Gamaliel el Viejo en las rígidas normas del fariseísmo, mostrando un gran celo por la Ley Mosaica, lo que le llevó a perseguir a los cristianos. Su vida, sin embargo, experimentó un gran cambio camino de Damasco, llegando a ser un apóstol infatigable del Evangelio. Realizó tres viajes misioneros: el primero con Bernabé; en el segundo escogió como compañeros a Silas y Timoteo. Durante el tercero, Pablo fue arrestado en Jerusalén por los judíos a causa de un malentendido. Tras permanecer un tiempo en prisión, habiendo apelado al César, el Procurador Porcio Festo lo envió a Roma, donde pasó dos años en una casa custodiado por un soldado. Tradiciones sucesivas hablan de que Pablo fue liberado y pudo realizar desde Roma un viaje a España y otro a Oriente. Otras tradiciones señalan que fue encarcelado una segunda vez, acabando sus días martirizado».
El resumen de la vida de una persona nos habla de las variadas situaciones que ha tenido que vivir a lo largo de sus años en este mundo. No faltará quién piense que de poco sirve saber estos pocos datos. O que tal vez simplemente sacian la curiosidad. Como si los libros de historia solamente fueran una colección de hechos pasados que poco o nada tienen que ver con nosotros. Sin embargo, conocer la vida de San Pablo de verdad ayuda a construir hoy una nueva civilización.
Cada época es diferente, pero las motivaciones de los seres humanos siguen siendo las mismas (salvando las distancias de tiempo y lugar). Bien podemos decir que los esfuerzos y deseos que San Pablo tuvo para la Iglesia siguen siendo (o deberían serlo) los mismos que mueven nuestros corazones. Cada uno de nosotros tiene una vocación, una llamada de Dios, una misión. El reto es: 1) identificar cuál es; 2) cambiar lo necesario en nuestra vida para poder cumplirla; 3) esforzarnos en realizarla.
San Pablo tuvo que enfrentarse a ese reto, igual que usted y que yo. Conocer su vida sirve de modelo para saber “encontrar” la voluntad de Dios en los acontecimientos cotidianos. Por ejemplo: Estoy convencido de que Dios había intentado hacer que Pablo descubriera la grandeza de Cristo en muchas ocasiones... pero su “dureza de corazón” no le permitió descubrir ese mensaje... hasta que el mismo Jesucristo le habló camino de Damasco.
¿Y usted? ¿Ya sabe cómo identificar la voz de Dios y conocer Su voluntad? A Pablo le costó años. A nosotros nos costará menos si aprendemos del ejemplo de nuestros hermanos mayores en la fe. Por eso el Papa terminaba su catequesis del día 27 diciendo: «Que el ejemplo del Apóstol nos sirva de estímulo constante para nuestro compromiso eclesial». Utilicemos este mes de octubre para pedir a San Pablo su ayuda en nuestro proceso de discernimiento vocacional respondiendo a la pregunta: ¿Qué desea el Señor de mí?.
Juan Luis Calderón Varona, agustino recoleto. Centro Guadalupe, Union City, New Jersey, Estados Unidos.
Publicado en el periódico mensual New Jersey Católico de la Arquidiócesis de Newark, octubre 2008.
El resumen de la vida de una persona nos habla de las variadas situaciones que ha tenido que vivir a lo largo de sus años en este mundo. No faltará quién piense que de poco sirve saber estos pocos datos. O que tal vez simplemente sacian la curiosidad. Como si los libros de historia solamente fueran una colección de hechos pasados que poco o nada tienen que ver con nosotros. Sin embargo, conocer la vida de San Pablo de verdad ayuda a construir hoy una nueva civilización.
Cada época es diferente, pero las motivaciones de los seres humanos siguen siendo las mismas (salvando las distancias de tiempo y lugar). Bien podemos decir que los esfuerzos y deseos que San Pablo tuvo para la Iglesia siguen siendo (o deberían serlo) los mismos que mueven nuestros corazones. Cada uno de nosotros tiene una vocación, una llamada de Dios, una misión. El reto es: 1) identificar cuál es; 2) cambiar lo necesario en nuestra vida para poder cumplirla; 3) esforzarnos en realizarla.
San Pablo tuvo que enfrentarse a ese reto, igual que usted y que yo. Conocer su vida sirve de modelo para saber “encontrar” la voluntad de Dios en los acontecimientos cotidianos. Por ejemplo: Estoy convencido de que Dios había intentado hacer que Pablo descubriera la grandeza de Cristo en muchas ocasiones... pero su “dureza de corazón” no le permitió descubrir ese mensaje... hasta que el mismo Jesucristo le habló camino de Damasco.
¿Y usted? ¿Ya sabe cómo identificar la voz de Dios y conocer Su voluntad? A Pablo le costó años. A nosotros nos costará menos si aprendemos del ejemplo de nuestros hermanos mayores en la fe. Por eso el Papa terminaba su catequesis del día 27 diciendo: «Que el ejemplo del Apóstol nos sirva de estímulo constante para nuestro compromiso eclesial». Utilicemos este mes de octubre para pedir a San Pablo su ayuda en nuestro proceso de discernimiento vocacional respondiendo a la pregunta: ¿Qué desea el Señor de mí?.
Juan Luis Calderón Varona, agustino recoleto. Centro Guadalupe, Union City, New Jersey, Estados Unidos.
Publicado en el periódico mensual New Jersey Católico de la Arquidiócesis de Newark, octubre 2008.
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