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domingo, 2 de noviembre de 2008

La Palabra se hace carne para poder abrazarnos


Por Gabriel Sánchez (Uruguay)
Publicado por Redes Cristianas

Revmo. P. Adolfo NICOLÁS, S.I., Prepósito General de la Compañia de Jesús (ESPAÑA)
En estos días de Sínodo hemos escuchado hablar de muchos de los aspectos que hacen de las Sagradas Escrituras un don de Dios tan precioso.
Continuamos a escuchar que , sin embargo, habrá otros siempre nuevos y sin respuesta. Las preguntas que con mayor frecuencia nos llegan son de carácter pastoral.

El Pueblo de Dios sigue interrogando acerca de la cuestión pastoral: cómo podemos leer las Escrituras de modo que produzcan en nosotros, en nuestros corazones, en nuestras familias y en nuestras comunidades todos los efectos positivos que la Tradición cristiana ha proclamado en el curso de los siglos?

Permítanme hacer referencia solamente a uno de los aspectos concretos del más amplio ámbito pastoral de la cuestión. Este aspecto es el llamado poder “medicinal” o ” transformante” de la Palabra de Dios. Estoy convencido de que la Palabra de Dios puede reivindicar una gran función “terapéutica” en la vida de la comunidad cristiana.

Cada vez que entramos en el mundo de la Biblia, estamos expuestos a un mundo nuevo: el mundo de Dios, la acción de Dios, la enseñanza de Dios a su pueblo. El encuentro, si es real, puede conmocionar, sorprender, iluminar, dar seguridad o consolar. Puede también no ser comprendido o perderse.

Todas las condiciones del encuentro pues son importantes. Los pastores y los ministros de la Palabra deben llegar a ser una ayuda útil para lograr encuentros positivos y fecundos. Es preciso que sepamos dónde se encuentran las personas verdaderamente (diagnosis); necesitamos la capacidad de presentar la Palabra (enseñanza, oración, catequesis bíblica); se espera de nosotros que seamos una buena compañía en el estudio profundo (contemplación); y somos ordenados o llamados a una buena dirección cristiana (servicio de caridad para la comunidad y la vida cristiana).

Todo esto significa que los pastores y los ministros de la Palabra necesitan una formación para una buena diagnosis, una sabia aplicación de los modos de lectura, una oración e interiorización más profundas de la Palabra de Dios y para un acompañamiento significativo que ayude al fiel a discernir la acción del Espíritu Santo en y a través de la lectura de la Biblia.

Como es una tarea delicada que requiere un profundo sentido espiritual, una adecuada formación y discernimiento al confiar la tarea, parece ser indispensable que esta formación sea incluida en la preparación al ministerio pastoral y en los programas de formación permanentes para todos los sacerdotes. Además todas las parroquias y/o diócesis deberían tener acceso a centros o a personas capacitadas que puedan ofrecer este servicio a individuos o comunidades y que puedan formar catequistas y otros ministros laicos para este importante servicio.
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LA PALABRA SE CARNE PARA PODER ABRAZARNOS
Montevideo, 18 de octubre de 2008- Gabriel Sánchez
Se ha enfatizado mucho en este sínodo, que la Palabra de Dios, no es la escritura…que la palabra de Dios es Jesús de Nazareth…Es decir Dios hecho hombre…es en la expresión del encuentro con la humanidad de Dios, en donde se produce la vinculación profunda que nos pone en comunión con Él.-

El padre Nicolás, el más pequeño de los Jesuita (su prepósito), ha empleado un lenguaje que vincula a la persona con la Palabra, habla de una vinculación de la escritura con la persona, de su carácter terapéutico y de la conmoción que le produce a la persona el encuentro profundo con esa Palabra.-

Este inculturando su pensamiento a la realidad que lo rodea, una realidad que esta más allá de los muros del concilium…una realidad que no se deja aprisionar por nuestras normas y que ni siquiera sigue los ritmos de nuestros esfuerzos pastorales.-

Para mucha gente que vive y lucha en una realidad competitiva, en donde la persona es instrumentada, la Palabra quiere devolverle su humanidad, quiere solidarizarse con el ser humano sufriente para alzarse sobre el dolor, la angustia y la depresión y desesperanzas que una realidad que es hostil y deshumanizante es entiendo desde allí donde la palabra tiene un enorme valor- cura porque da sentido, entrega un proyecto, nos revela el escondido mundo de lo comunitario…que renueva todas las áreas del ser-sentir-actuar humano…y desde allí se la sintamos como sanadora…pero concomitantemente esta fuerza liberador que nos impulsa a caminar como pueblo…comunidad de comunidades…en el proyecto del Reino…

Porque el encuentro con la palabra que es Jesús, esta siempre connotado de la experiencia comunitaria, nos desinstala de nuestros sufrimientos y nos sitúa en corriente vital de la historia, haciendo nuestro todo sufrimiento y todo goce, toda muerte y toda vida humana…

Nos com- promete…es decir nos une en una promesa…ese com de comunidad y ese promete de promesa…parte de un llamado que hace la Palabra a nuestro corazón…a ser comunidad…a insertarnos en una corriente trinitaria…que nos va ir exigiendo en un proceso de dialogo con Jesús y con los otros, todo lo que somos y tenemos, seguramente a eso se refiere el “ todo lo ponían en común” (incluía todo lo material-y todo nuestro ser-creer- obrar-Cfr. Hch. 2,44), esto como un valor escatológico de la comunidad que en su accionar testimonia el Reino…poniéndolo todo en común.-(Cfr. Fil. 4,14-18)..-

Ese encuentro con la Palabra desata en nuestro corazón y en el corazón colectivo de la sociedad de nuestro tiempo…un aprender a partirnos y compartirnos por los hermanos, especialmente los más pequeños, los más pobres, los más débiles.-

Es entonces allí, desde nuestro corazón impulsado a la vida comunitaria que se transforma en testimonio y en el centro de las luchas de los pueblos por su liberación, en la construcción de un mundo más humano, justo y fraterno, en donde nos encontramos con la Palabra, que viene a abrazarnos y a enseñarnos a entregar la vida… sirviendo al Reino, que es servicio a todos los hombres….

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