XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
MISA: “Gloria”, “Aleluya” y “Credo” / Oraciones del XXXIII Domingo del T. Ordinario [396] / Prefacio Dominical del T. Ordinario (I-X) [460-469] / Leccionario I (A) [283]: Pr 31, 10-13. 19-20. 30-31; Sal 127, 1-2. 3. 4-5; 1Ts 5, 1-6; Mt 25, 14-30 (o bien más breve: Mt 25, 14-15. 19-21).
LITURGIA DE LAS HORAS: Tomo IV / Del “Domingo XXXIII” del T. Ordinario se toman: las antífonas para el cántico evangélico (“Año A”), la oración conclusiva y las dos lecturas del
Oficio (“Año II”) [537] / Todo lo demás del “Domingo I” del Salterio [676] / COMPLETAS: Después de las II Vísperas [1212].
LECTURAS
Lectura del libro de los Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31
Lectura del libro de los Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31
Una buena ama de casa, ¿quién la encontrará?
Es mucho más valiosa que las perlas.
El corazón de su marido confía en ella
y no le faltará compensación.
Ella le hace el bien, y nunca el mal,
todos los días de su vida.
Se procura la lana y el lino,
y trabaja de buena gana con sus manos.
Aplica sus manos a la rueca
y sus dedos manejan el huso.
Abre su mano al desvalido
y tiende sus brazos al indigente.
Engañoso es el encanto y vana la hermosura:
la mujer que teme al Señor merece ser alabada.
Entréguenle el fruto de sus manos
y que sus obras la alaben públicamente.,
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 127, 1-5
R. ¡Feliz el que ama al Señor!
¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien. R.
Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa. R.
¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén! R.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 5, 1-6
Hermanos:
En cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba. Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche. Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores del parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón: todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios.
Palabra de Dios.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 14-30
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.
En seguida, el que había recibido cinco talentos fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos ganó otros dos; pero el que recibió uno solo hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presento otros cinco. «Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor».
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: «Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel; y que respondiste fielmente en lo poco, te encargare de mucho mas: entra a participar del gozo de tu señor».
Llegó luego el que había recibido un solo talento. «Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!» Pero el señor le respondió: «Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes».
Palabra del Señor.
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