Su deseo para los creyentes con motivo del año nuevo
En estos días de Navidad, llenos de adornos y regalos, Benedicto XVI ha dejado un consejo para descubrir su sentido: "La fiesta se puede organizar, la alegría no".
Fue una de las constataciones a las que llegó en el discurso que dirigió el 22 de diciembre a los miembros de la Curia Romana en la tradicional audiencia de intercambio de felicitaciones con motivo del nacimiento del Niño Jesús
"La fiesta es parte integrante de la alegría --afirmó el Santo Padre--. La fiesta se puede organizar, la alegría no".
"Sólo puede ofrecerse como don; y, de hecho, se nos ha dado en abundancia: por eso nos sentimos agradecidos".
Citando a Friedrich Nietzsche, el sucesor de Pedro afirmó: "la habilidad no está en organizar una fiesta, sino en traer a personas capaces de poner alegría".
"Así como Pablo califica la alegría fruto del Espíritu Santo del mismo modo también Juan, en su Evangelio, ha unido íntimamente el Espíritu y la alegría. El Espíritu nos da la alegría. Y es la alegría".
"La alegría es el don en el que todos los demás dones están resumidos -afirmó el obispo de Roma--. Es la expresión de la felicidad, del estar en armonía consigo mismos, algo que sólo puede derivarse de estar en armonía con Dios y con su creación".
"Forma parte de la naturaleza de la alegría el irradiarse, tener que comunicarse", añadió.
La misión de la Iglesia, explicó, "no es más que el impulso por comunicar la alegría que se nos ha dado".
"Que siempre esté viva en nosotros y, después, que se irradie en el mundo en sus tribulaciones: este es mi auspicio para finales de este año", confesó.
Fue una de las constataciones a las que llegó en el discurso que dirigió el 22 de diciembre a los miembros de la Curia Romana en la tradicional audiencia de intercambio de felicitaciones con motivo del nacimiento del Niño Jesús
"La fiesta es parte integrante de la alegría --afirmó el Santo Padre--. La fiesta se puede organizar, la alegría no".
"Sólo puede ofrecerse como don; y, de hecho, se nos ha dado en abundancia: por eso nos sentimos agradecidos".
Citando a Friedrich Nietzsche, el sucesor de Pedro afirmó: "la habilidad no está en organizar una fiesta, sino en traer a personas capaces de poner alegría".
"Así como Pablo califica la alegría fruto del Espíritu Santo del mismo modo también Juan, en su Evangelio, ha unido íntimamente el Espíritu y la alegría. El Espíritu nos da la alegría. Y es la alegría".
"La alegría es el don en el que todos los demás dones están resumidos -afirmó el obispo de Roma--. Es la expresión de la felicidad, del estar en armonía consigo mismos, algo que sólo puede derivarse de estar en armonía con Dios y con su creación".
"Forma parte de la naturaleza de la alegría el irradiarse, tener que comunicarse", añadió.
La misión de la Iglesia, explicó, "no es más que el impulso por comunicar la alegría que se nos ha dado".
"Que siempre esté viva en nosotros y, después, que se irradie en el mundo en sus tribulaciones: este es mi auspicio para finales de este año", confesó.
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