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martes, 16 de diciembre de 2008

Evangelio Misionero del Día: Miercoles 17 de Diciembre de 2008

Publicado por CAMINO MISIONERO


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 1, 1-17

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham fue padre de Isaac;
Isaac, padre de Jacob;
Jacob, padre de Judá y de sus hermanos.
Judá fue padre de Fares y de Zará,
y la madre de éstos fue Tamar.
Fares fue padre de Esrón;
Esrón padre de Arám;
Arám, padre de Aminadab;
Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón.
Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab.
Booz fue padre de Obed, y la madre de éste fue Rut.
Obed fue padre de Jesé;
Jesé, padre del rey David.
David fue padre de Salomón, y la madre de éste fue la que
había sido mujer de Urías.
Salomón fue padre de Roboám;
Roboám, padre de Abías;
Abías, padre de Asá;
Asá, padre de J osafat;
Josafat, padre de Jorám;
Jorám, padre de Olías.
Olías fue padre de Joatám;
Joatám, padre de Acaz;
Acaz, padre de Ezequías;
Ezequías, padre de Manasés.
Manasés fue padre de Amón;
Amón, padre de Josías;
Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos,
durante el destierro en Babilonia.

Después del destierro en Babilonia:

Jeconías fue padre de Salatiel;
Salatiel, padre de Zorobabel;
Zorobabel, padre de Abiud;
Abiud, padre de Eliacím;
Eliacím, padre de Azor.
Azor fue padre de Sadoc;
Sadoc, padre de Aquím;
Aquím, padre de Eliud;
Eliud, padre de Eleazar;
Eleazar, padre de Matán;
Matán, padre de Jacob.
Jacob fue padre de José, el esposo de María,
de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.

El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

Compartiendo la Palabra
Por Fundación Epsilón

Con esta genealogía se inserta el Mesías en la historia. Hombre entre los hombres. Solidaridad: su ascendencia empieza con la de un idólatra conver­tido (Abrahán) y pasa por todas las clases sociales: patriarcas opu­lentos, esclavos en Egipto, pastor llegado a rey (David), carpintero (José).

Aparte María su madre, de las cuatro mujeres citadas, Tamar se prostituyó (Gn 38,2-26), Rut era extranjera, Rahab extranjera y prostituta (Jos 2,1), Betsabé, «la de Urías», adúltera (2 Sm 11,4). Ni racismo ni pureza de sangre, la humanidad como es.

En Jesús Mesías va a culminar la historia de Israel. La genea­logía se divide en tres períodos de catorce generaciones, marcados por David y por la deportación a Babilonia. La división en gene­raciones no es estrictamente histórica, sino arreglada por el evangelista para obtener el número «catorce» (valor numérico de las letras con que se escribe el nombre de David), estableciendo al mismo tiempo seis septenarios o «sema­nas» de generaciones. Jesús, el Mesías, comienza la séptima semana, que representa la época final de Israel y de la humanidad. La octava será el mundo futuro. Con la aparición de Jesús Mesías da comienzo, por tanto, la última edad del mundo.

«Engendrar», en el lenguaje bíblico, significa transmitir no sólo el propio ser, sino la propia manera de ser y de comportarse. El hijo es imagen de su padre. Por eso, la genealogía se interrum­pe bruscamente al final. José no es padre natural de Jesús, sino solamente legal. Es decir, a Jesús pertenece toda la tradición an­terior, pero él no es imagen de José; no está condicionado por una herencia histórica; su único Padre será Dios, su ser y su ac­tividad reflejarán los de Dios mismo. El Mesías no es un producto de la historia, sino una novedad en ella. Su mesianismo no será davídico (cf. 22,4146).

Mateo hace comenzar la genealogía de Jesús con los comienzos de Israel (Abrahán) (Lc 3 23-38 se remonta hasta Adán). Esto corresponde a su visión teológica que integra en el Israel mesiánico a todo hombre que dé su adhesión a Jesús. La historia de Israel es, para Mateo, la de la humanidad.

El hecho de que Abrahán no lleve patronímico y, por otra parte, se niegue la paternidad de José respecto de Jesús, puede indicar un nuevo comienzo. Así como con Abrahán empieza el Israel étnico, con Jesús va a empezar el Israel universal, que abarcará a la hu­manidad entera.



El Mesías salvador nace por una intervención de Dios en la historia humana. Jesús no es un hombre cualquiera. El significado primario del nacimiento virginal, por obra del Espíritu Santo, hace aparecer esta acción divina como una segunda creación, que supera la descrita en Gn 1,lss. En la primera (Gn 1,2), el Espíritu de Dios actuaba sobre el mundo material ("El Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas"); ahora hace culminar en Jesús la creación del hombre. Esta culminación no es mera evolución o desarrollo de lo pasado; por ser nueva creación se realiza mediante una intervención de Dios mismo.

Puede aún compararse Mt 1,2-17 y 1,18-25 con los dos relatos de la creación del hombre. En el primero (Gn 1,1-2,3) aparece el hombre como la obra final de la creación del mundo; en el segun­do (Gn 2,4bss) se describe con detalle la creación del hombre, se­parado del resto de las obras de Dios. Así Mateo coloca a Jesús, por una parte, como la culminación de una historia pasada (genealogía) y, a continuación, describe en detalle el modo de su concepción y nacimiento, con los que comienza la nueva humanidad. Jesús es al mismo tiempo novedad absoluta y plenitud de un proceso his­tórico.

La escena presenta tres personajes: José, María y el ángel del Señor, denominación del AT para designar al mensajero de Dios, que a veces se confunde con Dios mismo (Gn 16,7; 22,11; Ex 3,2, etc.).

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