Navidad: Dos mandamientos inseparables

Publicado por Misioneros Monfortanos

En este día de Navidad estamos todos invitados a cantar la buena noticia: “Un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado”. Notemos que este último verbo lleva la forma pasiva, como para decirnos que los actores humanos del hecho no tenían nada que ver en la realización del nacimiento. El niño viene de otra parte, de más allá, de más alto; es siempre un don. Estamos invitados a acogerlo tal como es: “el niño que nos ha sido dado”

Fijémonos en este niño dentro del pesebre: es todo nuevo, y sin embargo muy anciano; nos lleva a la noche del tiempo, lo que se verifica también en todo niño que viene a este mundo (la herencia genética) pero mucho más para Jesús. Lo que Juan dice de la “Palabra”, Pablo lo afirma del Verbo hecho carne, de Cristo: “Es la imagen del Dios invisible, primogénito de toda la creación, pues en él todo ha sido creado”…

Por eso, antes de la aparición del hombre, hay algo del hombre, de lo humano en toda cosa. Eso humano un día recibirá forma y entrará en la historia que se realizará ahora en este niño, que es el hombre realizado. Pero quien habla de niño habla de promesa de crecimiento. Jesús cargado de todo lo pasado es también portador de todo lo futuro. Es el alfa y la omega (o sea la A y la Z de todo alfabeto). Es también el camino que va del uno al otro. Comprometidos con Cristo, no somos los adeptos de un universo religioso particular, sino hombres entregados en el camino de humanidad que nos conduce a nuestra plena realización.

Par acoger el misterio del niño del pesebre y nuestro propio misterio, miremos a María. Ella, la primera, se ha sorprendido, y vivirá sorprendiéndose toda su vida. La necesitamos para que la luz que viene de este niño oriente nuestro itinerario en este año nuevo. “Por la Santísima Virgen Jesucristo ha venido a este mundo, y también por ella él ha de reinar en el mundo”

“Ha bajado para revelarnos cosas de otro mundo. Mirando a esa luz, vemos al hombre que comprenderá, por un misterio insondable, toda la condición de su vida humana, en la que demasiado a menudo no se ven otra cosa que contradicciones y cosas absurdas. Todo se va a iluminar: la grandeza del hombre, la miseria del hombre. Hay tanta luz en el misterio de la Encarnación y tanta dulzura para cada uno de nuestros corazones” (Cardenal Journet)

La palabra de Dios hoy nos coloca ante el misterio de Jesús: Dios hecho hombre. Acoger a Jesús, la Palabra de Dios, verdadera Luz, Hijo único lleno de gracia y de verdad, es dejar que esa Palabra, esa Luz, esa Verdad penetre en nosotros en lo cotidiano de nuestra vida, y dejarnos transformar para que seamos hijos de Dios: promesa hecha a los que creen.

Con el corazón lleno de confianza, podemos cantar, a lo largo de todo este día: “Un niño nos ha nacido, un Hijo nos es dado, eterno es su amor.”

Oración : Dos mandamientos inseparables

José y María no se quedaron en la posada
porque necesitaban intimidad.
El encuentro con Dios
sucede en el silencio y en la acogida.
Aceptan el nacimiento
quienes saben leer en la vida de cada día.
Reciben la Buena noticia
los que son capaces de maravillarse
e ilusionarse recibiendo un obsequio.
La gente sencilla nunca aparece con las manos vacías.
Da lo que tiene y regala
con delicadeza y acierto.
Así es el Dios que hoy nos ha nacido:
indefenso y necesitado
para que a la par que crece
vayamos acostumbrándonos a su presencia
y lleguemos a damos a nosotros mismos
en lugar de darle cosas.
Señor, gracias por tu presencia.
Gracias por hacerte presente
de una manera tan familiar.