A. Todos los pueblos del mundo celebran la Navidad. Es una fiesta de una irradiación mágica y de una atracción irresistible. En medio de la ruidosa propaganda del mercantilismo se mantiene una atmósfera de silencio, de alegría y de paz. Muchos centran la fiesta en hacer regalos y en recibir regalos. Para muchos sigue siendo una fiesta de unión familiar donde padres e hijos se encuentran para celebrar como familia. También hay muchos que despiertan sus recuerdos del pasado donde despiertan vivamente los sueños y anhelos de la niñez en el hogar de los padres. Para otros es simplemente una fiesta de descanso y de recuperación de fuerzas. Todo esto puede ser la fiesta también para nosotros.
B. Pero nosotros buscamos algo más: La fiesta del nacimiento de Cristo de María la Virgen, la fiesta de la encarnación del Hijo de Dios; la fiesta de la renovación de la familia humana y de su conversión en una familia de Dios. Fiesta en la cual la humanidad ha vuelto desde la lejanía de Dios a su origen, a la cercanía de Dios, a la amistad con Dios, a la casa paternal. Los regalos, los cantos, los árboles, saludos, el pan de pascua y todas las costumbres navideñas no deben tapar y hacernos olvidar el centro de la fiesta, sino transformarse en camino para llegar al corazón de la fiesta: Y este corazón de la Navidad es el Niño en el pesebre: El Hijo del eterno Padre, hecho hombre. Todo lo demás son como rayos de luz que el pesebre irradia y nos quieren conducir al verdadero y extraordinario regalo de Navidad para nosotros y para todos los hombres de esta tierra.
1. La liturgia de la Iglesia nos ofrece tres celebraciones: en la noche, que se llama la misa de gallo, en la mañana la misa de los pastores y al medio día, la misa solemne del día que estamos celebrando ahora. En esta misa estamos invitados a ver en plena luz el misterio de la Noche Buena, el Nacimiento de Cristo. Las dos misas anteriores podemos comparar con una foto cercana del Niño en el pesebre: De los pastores se decía: “Encontraron a María, a José y al niño”. Al niño se le describe: “envuelto en pañales y puesto en un pesebre”. Pero los pastores y más tarde los reyes magos descubren en el niño la cercanía de Dios, el amor de Dios, la aparición de Dios. Una foto cercana muestra un niño indefenso del cual irradia una luz que alumbra la oscuridad del mundo.
2. La tercera misa que celebramos ahora, con sus lecturas y su evangelio, la podemos comparar con una foto desde la distancia o de más profundidad. Esta foto nos muestra no tanto el ñiño en el pesebre, sino la luz que sale aumentando de él y que llega al más lejano pasado, a las más lejanas regiones y continentes y también al más lejano futuro.
a.) En casa podemos leer de nuevo las lecturas de hoy: La primera lectura dijo: “Todos los confines de la tierra ven la salvación de nuestro Dios”. Esta es una foto a distancia. La segunda lectura fue de la Carta a los Hebreos. Los estudiosos de la Biblia, los Exegetas, nos dicen que esta Carta a los Hebreos debe ser escrita por un buen conocedor de Pablo: un discípulo de él. En el año paulino queremos penetrar en el mundo del apóstol de los gentiles. Para la Carta a los Hebreos, el niño en el pesebre es el Hijo del eterno Padre; este niño nacido de la Virgen María es el heredero del orbe, no solamente de la tierra, sino del universo. Una foto a distancia: Hijo del Padre, conclusión del tiempo, heredero del universo; aquí tocamos el corazón de la Navidad.
b.) El evangelio según san Juan también fue escrito después de la muerte de san Pablo, igual como la Carta a los Hebreos. “En el principio ya existía la Palabra; por medio de la Palabra se hizo todo; y la Palabra se hizo carne”. Nuevamente estamos junto al niño en el pesebre: En el resplandece la gloria de Dios.
C. Debemos en medio del estrés y la dispersión de la vida navideña, dejarnos guiar a la raíz y al corazón de esta fiesta, por los pastores y los reyes magos. Por los grandes teólogos de la Carta a los Hebreos y del evangelista san Juan y sobre todo por María la gran tesorera de los misterios y verdades de nuestra fe. HG. JF
B. Pero nosotros buscamos algo más: La fiesta del nacimiento de Cristo de María la Virgen, la fiesta de la encarnación del Hijo de Dios; la fiesta de la renovación de la familia humana y de su conversión en una familia de Dios. Fiesta en la cual la humanidad ha vuelto desde la lejanía de Dios a su origen, a la cercanía de Dios, a la amistad con Dios, a la casa paternal. Los regalos, los cantos, los árboles, saludos, el pan de pascua y todas las costumbres navideñas no deben tapar y hacernos olvidar el centro de la fiesta, sino transformarse en camino para llegar al corazón de la fiesta: Y este corazón de la Navidad es el Niño en el pesebre: El Hijo del eterno Padre, hecho hombre. Todo lo demás son como rayos de luz que el pesebre irradia y nos quieren conducir al verdadero y extraordinario regalo de Navidad para nosotros y para todos los hombres de esta tierra.
1. La liturgia de la Iglesia nos ofrece tres celebraciones: en la noche, que se llama la misa de gallo, en la mañana la misa de los pastores y al medio día, la misa solemne del día que estamos celebrando ahora. En esta misa estamos invitados a ver en plena luz el misterio de la Noche Buena, el Nacimiento de Cristo. Las dos misas anteriores podemos comparar con una foto cercana del Niño en el pesebre: De los pastores se decía: “Encontraron a María, a José y al niño”. Al niño se le describe: “envuelto en pañales y puesto en un pesebre”. Pero los pastores y más tarde los reyes magos descubren en el niño la cercanía de Dios, el amor de Dios, la aparición de Dios. Una foto cercana muestra un niño indefenso del cual irradia una luz que alumbra la oscuridad del mundo.
2. La tercera misa que celebramos ahora, con sus lecturas y su evangelio, la podemos comparar con una foto desde la distancia o de más profundidad. Esta foto nos muestra no tanto el ñiño en el pesebre, sino la luz que sale aumentando de él y que llega al más lejano pasado, a las más lejanas regiones y continentes y también al más lejano futuro.
a.) En casa podemos leer de nuevo las lecturas de hoy: La primera lectura dijo: “Todos los confines de la tierra ven la salvación de nuestro Dios”. Esta es una foto a distancia. La segunda lectura fue de la Carta a los Hebreos. Los estudiosos de la Biblia, los Exegetas, nos dicen que esta Carta a los Hebreos debe ser escrita por un buen conocedor de Pablo: un discípulo de él. En el año paulino queremos penetrar en el mundo del apóstol de los gentiles. Para la Carta a los Hebreos, el niño en el pesebre es el Hijo del eterno Padre; este niño nacido de la Virgen María es el heredero del orbe, no solamente de la tierra, sino del universo. Una foto a distancia: Hijo del Padre, conclusión del tiempo, heredero del universo; aquí tocamos el corazón de la Navidad.
b.) El evangelio según san Juan también fue escrito después de la muerte de san Pablo, igual como la Carta a los Hebreos. “En el principio ya existía la Palabra; por medio de la Palabra se hizo todo; y la Palabra se hizo carne”. Nuevamente estamos junto al niño en el pesebre: En el resplandece la gloria de Dios.
C. Debemos en medio del estrés y la dispersión de la vida navideña, dejarnos guiar a la raíz y al corazón de esta fiesta, por los pastores y los reyes magos. Por los grandes teólogos de la Carta a los Hebreos y del evangelista san Juan y sobre todo por María la gran tesorera de los misterios y verdades de nuestra fe. HG. JF
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