Publicado por Pastoral Vocacional
2 Crón 36, 14 - 16. 19 – 23 / Ef 2, 4 – 10
Jn 3, 14 – 21
1. Comentario vocacional
2 Crón 36, 14 - 16. 19 – 23 / Ef 2, 4 – 10
Jn 3, 14 – 21
1. Comentario vocacional
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Porque, en definitiva, es un amor y una gracia que no merecemos. La historia de la salvación es un elenco de infidelidades como vemos en la primera lectura. El pueblo de Israel multiplicó sus infidelidades y se burló de los mensajeros enviados por Dios. Nada nuevo. Es lo que seguimos haciendo nosotros hoy. La deportación a Babilonia fue interpretada como un castigo de Dios por esta infidelidad. Sin embargo el autor del libro de las Crónicas termina abriéndonos una puerta a la esperanza desde una confianza absoluta en el cumplimiento de la profecía hecha por Dios.
Esta profecía llega a su cumplimiento verdadero en el Nuevo Testamento: “tanto amó Dios al mundo, que entregó a su propio hijo”. Para algunos, este versículo 16 es una fórmula única que resume toda la teología del cuarto evangelio. El amor del Padre por nosotros, origina el envío del Hijo. Él será elevado en una cruz, lugar que para Juan constituye el triunfo definitivo y la glorificación del Hijo. Desde la cruz él da la vida eterna. Por ello San Pablo, en la segunda lectura, utiliza los verbos en pasado: “nos ha hecho vivir con Cristo… nos ha resucitado con Cristo y nos ha sentado en el cielo con él”. La gracia y la salvación son ya algo presente y definitivo que ya hemos recibido.
Pero no hay que olvidar la respuesta del hombre a esta oferta. En el evangelio se pasa de una oferta global de la salvación a una respuesta individual. Dios ama al mundo y envía su Hijo al mundo (oferta global) pero la respuesta es personal: el que cree en él.. el que no cree (en singular). Conviene precisar que el verbo “creer” aparece cinco veces en el texto por lo que intuimos su importancia. Es en esta acción de creer donde se juega lo importante. El creyente está en crisis y tiene que elegir. Su decisión es ya un juicio. El que cree tiene la vida eterna y no será condenado. El que no cree ya está condenado porque él mismo ha elegido la muerte, él mismo se priva de la vida eterna y ha anticipado el juicio final. El que cree ya anticipa su parte en la vida eterna.
Sin embargo conviene preguntar ¿por qué creer hoy? Incluso podemos ser más incisivos aún y personalizar la pregunta: ¿por qué soy creyente? Para fundamentar nuestra fe, hay que volver al origen, al amor de Dios. Me reafirmo como creyente porque Dios me ama, creo en su amor y quiero vivir correspondiendo a su amor. Creo porque soy amado.
Nuestro error está en pensar que una vez que hemos iniciado nuestro recorrido vocacional ya hemos hecho la opción “por la vida eterna” y que somos creyentes para siempre. Y será verdad que hemos hecho una opción fundamental la de orientar nuestra vida hacia la Vida. Pero no podemos olvidar ni descuidar el hecho de que todos los días tenemos que renovar esa opción. Todos los días somos creyentes y optamos por ser creyentes.
2.Ideas para la homilía
-El amor de Dios se encuentra en el origen de nuestra vida y nuestra vocación. Es el punto de partida y también el término de nuestro trayecto. En el “tanto amó Dios al mundo” está condensado todo el evangelio y nuestra propia vida.
-Todo es un don y una gracia del Dios “rico en misericordia” a pesar de nuestra historia personal de pecado e infidelidad.
-Ante esta oferta, el creyente se encuentra en una situación crítica y de elección. Por eso tiene sentido plantearse la pregunta ¿porqué creer hoy? “Todo el que cree en él tiene vida eterna”. El que no cree, ya se ha condenado.
-La vocación es un don y una gracia pero se nos pide actualizar en lo cotidiano nuestra opción por Cristo.
3. Preguntas para la reflexión personal o de grupo
-¿Qué experiencia tienes de sentirte querido y amado por Dios?
-¿Cuáles son las infidelidades que jalonan tu vida?
-¿Qué puedes hacer para crecer en tu vida de fe?
-¿Porqué sigues siendo creyente hoy?
-¿Cómo concretas cada día tu opción de vida?
4. Un poco de poesía
Padre y amigo
Padre,
yo te amo
porque eres
único.
Porque eres amor,
ternura, consuelo
y cariño.
Porque eres
padre en la noche
y amigo en el peligro.
Porque eres mi todo,
mi fuerza,
guía y camino.
Porque eres vida
en mi vida,
misterio y desafío.
Padre,
tras ti corro
y de ti me fío.
Pongo mi vida
en tu vida.
Mis brazos
son tuyos.
Padre, yo sé
que eres mi amigo.
(Eusebio Gómez Navarro)
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