Pascua 2009: Ser testigos de esperanza con los excluidos y sobrantes

Publicado por AICA

“Ante una realidad llena de oscuridades, sin esperanza, nuestra fe en Cristo Resucitado nos impulsa, como discípulos, a ser testigos de esperanza, de bondad contagiosa, de cercanía y ternura samaritana, con los hermanos excluidos ‘sobrantes’ para ser generadores de inclusión solidaria y fraterna, engendrando un futuro lleno de justicia, verdad, libertad y amor, fundamento de la paz verdadera”. Así lo expresa un mensaje conjunto que los obispos Marcelino Palentini, de Jujuy, y Pedro Olmedo Rivero, prelado de Humahuaca, emitieron para la Pascua.

“Los invitamos a ser constructores de Esperanza y de futuro, en un mundo que no cree que sea posible”, dicen los prelados tras advertir una “visión pesimista de nuestra realidad, global y local y de la situación del ser humano”, donde “parece reinar el virus de la ansiedad, angustia, desaliento, desconfianza, soledad, individualismo”; con “una humanidad que quiere vivir sin Dios, quiere imponer la ley de la selva o el ‘sálvese quien pueda’”.

En un mundo, agregan, “donde la corrupción en lo público y privado y la falta de equidades en la distribución de los bienes, crea desigualdades, exclusión y pobreza, y es causa de tanta violencia y guerras; donde el hombre ya no es el centro y la preocupación de toda actividad humana, porque se ha destruido la cultura del trabajo, vaciando al hombre de su dignidad, de su libertad”; donde la tierra y sus recursos se han convertido en una posibilidad de lucro, negocio para unos pocos en detrimento de la mayoría; donde esta explotación no ha respetado el cuidado del medio ambiente, generando grandes desequilibrios que ponen en riesgo permanente la vida del ser humano y su entorno”; y “donde todavía nos cuesta aceptar la pluralidad y diversidad de culturas y vivir en el respeto, aceptación y diálogo de igual a igual, sin imponer y aceptar al otro”.

Los exhortan a responder a este llamado de construir la esperanza y de futuro, “viviendo una fe creativa, liberadora que genere cambios de vida y no mantenga por omisión y complicidad situaciones de pecado; amando y cuidando entrañablemente la madre y hermana tierra y todo lo que hay en ella; recuperando, renovando y fortaleciendo nuestras organizaciones comunitarias con una participación corresponsable; cambiando nuestro estilo de liderazgo, considerando el poder, como un servicio a los otros y al bien común”.

Y agregan: “Haciendo lo mismo que hizo Jesús en su tierra con su gente cansada de oír hablar de un Dios que no les aportaba sino cargas, obligaciones, leyes y fardos pesados, que los mismos que lo proclamaban no cumplían ni les ayudaban a llevarlos; comenzando hoy a hablar de un Dios con rostro humano, camino, verdad y vida como esperanza posible que aporta un sentido de salida y de futuro; un Dios que nos puede hacer cambiar a nosotros y así cambiar la humanidad deshumanizada hacia otra humanidad sensible, solidaria, respetuosa de la dignidad de los niños, los ancianos, de los emigrantes, de los aborígenes, de la mujer…”

“Tenemos que cambiar. Hay que convertirse porque no hay humanidad nueva sin hombre nuevo, y así poder ser constructores de la esperanza. Si dejamos que Jesús resucitado entre en nuestra vida con su mensaje de esperanza y de paz, seguramente podremos ser agentes de transformación de este mundo sumergido en la desesperanza y el pesimismo”, aseguran.+

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