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martes, 2 de junio de 2009

Materiales Litúrgicos y Catequéticos: Santísima Trinidad

Por Juan Jauregui

Monición de entrada
(A)

Queridos amigos, celebramos hoy la fiesta de la Trinidad, la fiesta de la vida íntima de Dios. Sin lugar a dudas a muchos les resultará una gran pretensión decir que nos vamos a acercar a la intimidad de Dios. El mismo San Agustín afirmaba que cuando uno cree conocer a Dios, en realidad está lejos de Él; y al contrario, cuando uno siente una gran oscuridad, eso mismo es señal de cercanía a Dios. Porque Dios es cegador, es desbordante; y si nos cabe en la cabeza, es señal de que nos hemos fabricado un dios tan pequeñito como nuestra propia cabeza.
El pueblo judío, ya fue consciente de este peligro y por eso avisó con claridad y con seriedad: “no te harás imágenes de Dios”. Pero podemos mantener fieles este mandato y atisbar el gran misterio de amor que es Dios. Conscientes de nuestra limitación y de la grandeza de Dios, hagamos de esta celebración que vamos a comenzar, un himno de acción de gracias y de alabanza a Dios nuestro Señor.

(B)
En este domingo de la Trinidad celebramos de manera explícita y en un domingo aparte lo que celebramos todos los domingos del año y constituye el misterio nuclear de nuestra fe cristiana. Necesitamos hacer un esfuerzo de atención para concentrar en pocas palabras toda la fe y toda la historia de la salvación.
Dios es amor. Dios es uno en tres personas. El Padre es amor y origen de toda vida. El Hijo es amor y devuelve al Padre la humanidad liberada. El Espíritu Santo es amor y habita en nuestras almas para santificarnos. Por tanto, este misterio nos recuerda que somos hijos de Dios, hermanos de Jesús y templos del Espíritu Santo.

Saludo

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros...


Pedimos perdón
(A)

Al querer experimentar hoy el mismo amor de Dios, descubrimos nuestra distancia y pecado. Por eso, iniciemos nuestra celebración pidiéndole perdón por ello.

Dios y Padre nuestro, porque no siempre te reconocemos y confesamos como nuestro Padre, principio y meta de nuestro peregrinar por la vida. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Hijo del Padre y Hermano nuestro, que eres el camino que nos conduce al Padre, porque no siempre caminamos de acuerdo con tus palabras y ejemplos. CRISTO, TEN PIEDAD...
Espíritu del Padre y del Hijo, que guías nuestros pasos, porque no siempre somos dóciles a tus inspiraciones. SEÑOR, TEN PIEDAD...

(B)

Antes de celebrar esta acción de gracias a Dios Padre, por Jesucristo, su Hijo, y en el Espíritu Santo, recojámonos un segundo en nuestro corazones y abrámonos a su perdón.

Tú, imagen de Dios, Padre compasivo y misericordioso. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Tú, Hijo fiel, enviado para dar vida al mundo. CRISTO, TEN PIEDAD...
Tú, Fuente del Espíritu, derramado en nuestro corazones. SEÑOR, TEN PIEDAD...

Dios, Padre y Señor todopoderoso, ten misericordia de nosotros y perdona nuestros pecados. Amén.


Gloria

El Gloria es un aplauso a Dios Trinidad por ser quien es y por todo lo que ha hecho con nosotros. Con júbilo y gratitud proclamémoslo.



Escuchamos la Palabra

Monición a las lecturas

Hay una coincidencia importante entre las grandes religiones. Todas reconocen un solo Dios. Los nombres pueden ser distintos, pero las vivencias religiosas, en el fondo, son muy coincidentes. Esto apunta que no tiene sentido suplantar al único Dios por otros ídolos.
En nuestro caso, hemos recibido el Espíritu de Dios por el que nos sentimos hijos y con un destino semejante al de Jesús. Éste es quien nos revela que nuestro Dios es trinitario y familiar. Y quiere que esta verdad sea conocida en todas partes.


Las lecturas del día…



Homilías

(A)
Si por un imposible, la Iglesia dijera un día que Dios no es Trinidad, ¿cambiaría en algo la existencia de muchos creyentes? Probablemente, no.
Por eso queda uno sorprendido ante la confesión del P. Varillon: “Pienso que si Dios no fuera Trinidad, yo sería probablemente ateo... En cualquier caso, si Dios no es Trinidad, yo no comprendo absolutamente nada”.
La inmensa mayoría de los cristianos no sabemos que al adorar a Dios como Trinidad, estamos confesando que Dios, en su intimidad más profunda, es sólo amor, acogida, ternura.
Es quizás la conversión que más necesitamos: el paso progresivo de un Dios considerado como Poder a un Dios adorado gozosamente como Amor.
Dios no es un ser “omnipotente y sempiterno” cualquiera. Un ser poderoso puede ser un déspota, un tirano destructor, un dictador arbitrario. Una amenaza para nuestra pequeña y débil libertad.
¿Podríamos confiar en un Dios del que sólo supiéramos que es Omnipotente? Es muy difícil abandonarse a alguien infinitamente poderoso. Es mejor desconfiar, ser cautos, salvaguardar nuestra independencia.
Pero Dios es Trinidad. Dinamismo de amor. Y su omnipotencia es la omnipotencia de quien sólo es amor, ternura insondable e infinita. Es el amor de Dios el que es omnipotente.
Dios no lo puede todo. Dios no puede sino lo que puede el amor infinito. Y siempre que lo olvidamos y nos salimos de la esfera del amor, nos fabricamos un Dios falso, una especie de Júpiter extraño que no existe.
Cuando no hemos descubierto todavía que Dios es sólo Amor, fácilmente nos relacionamos con él desde el interés o el miedo. Un interés que nos mueve a utilizar su omnipotencia para nuestro provecho. O un miedo que nos lleva a buscar toda clase de medios para defendernos de su poder amenazador.
Pero una religión hecha de interés y de miedos está más cerca de la magia que de la verdadera fe cristiana.
Sólo cuando uno intuye desde la fe que Dios es sólo AMOR y descubre fascinado que no puede ser otra cosa sino AMOR presente y palpitante en lo más hondo de nuestra vida, comienza a crecer libre en nuestro corazón la confianza en un Dios Trinidad del que lo único que sabemos en Cristo es que no puede no amarnos.


(B)
En otros tiempos, “Dios” fue una palabra llena de sentido para muchos hombres y mujeres. Hoy son cada vez más los que se avergüenzan de hablar de Dios de manera seria. Para muchos, Dios trae malos recuerdos. No interesa pensar en él. Es mejor “pasar” de Dios.
¿Cuál es la raíz profunda de este “ateismo mediocre” que sigue creciendo en el corazón de tantos que, incluso, se llaman cristianos? Quizás, muchos de ellos han experimentado a Dios como alguien prepotente, tirano poderoso ante el que tenemos que defender nuestra libertad, rival invencible que nos roba la vida y la felicidad.
Sin darse cuenta, siguiendo la invitación de F. Nietzche, están matando en su corazón a este Dios indeseado porque están secretamente convencidos de que es un ser prepotente que nos estropea la vida avasallando nuestra libertad.
No saben que ese Dios tirano y dominador contra el que inconscientemente se rebelan, es un fantasma que no existe en la realidad.
La clave para recuperar de nuevo la fe en el verdadero Dios sería, para muchos, descubrir que Dios es amigo humilde y respetuoso.
Dios no es un ídolo satisfecho de sí mismo y de su poder. No es un tirano narcisista que se goza y se complace en su omnipotencia.
Dios no grita, no se impone, no coacciona. Dios no se exhibe. No se ofrece en espectáculo. Son muchos los que se quejan de que Dios es demasiado invisible y no interviene espectacularmente en nuestras vidas, si siquiera reacciona ante tantas injusticias. No han descubierto todavía que Dios es invisible porque es discreto y respeta hasta el final la libertad de los hombres.
La fiesta de la Trinidad nos vuelve a recordar algo que olvidamos una y otra vez. Dios sólo es Amor y su gloria y su poder consiste sólo en amar. Para nosotros, la gloria siempre es algo ambiguo y nos sugiere renombre, éxito por encima de todo, triunfo sobre los demás, poder que puede con los otros... La gloria de Dios es otra cosa.
Dios sólo es amor y, precisamente por eso, no puede sino amar.
Dios no puede manipular, humillar, abusar, destruir. Dios sólo puede acercarse a nosotros para que nosotros podamos ser nosotros mismos. “La gloria de Dios consiste en que el hombre esté lleno de vida”.
Muchos hombres y mujeres cambiarían su actitud ante Dios si descubrieran que su idea de Dios es una “degradación lamentable” y si aprendieran a creer en un Dios humilde respetuoso, amigo de la vida y la felicidad de los hombres, un Dios que no sabe ni puede hacer otra cosa que querernos.

(C)
Ladislao Boros ha dicho que “la humanidad sufre hoy la más terrible de todas las experiencias: la lejanía de Dios”. Y esto es cierto, pues para muchos de nuestros contemporáneos, Dios es algo lejano y vago, algo que se confunde casi con lo ilusorio e irreal.
De hecho, son bastantes los que casi insensiblemente, van pasando poco a poco, de una fe débil y superficial, a un ateísmo también débil y superficial, sin detenerse con sinceridad ante la realidad de quién es el origen y el destino último de nuestro ser.
¿Cómo dar de nuevo un contenido vivo a ese nombre de “Dios”, cuando uno lo ha ido vaciando de vida, con una fe banal y una existencia mediocre? ¿Cómo aprender de nuevo a vivir con gozo ante Dios? ¿Cómo ponerse de nuevo en camino hacia Él?
Probablemente hemos de redescubrir, antes que nada, que Dios en su realidad más profunda es Trinidad. Es una familia. Es decir, que Dios no es algo frío e impersonal, un ser solitario, sino vida compartida, amor comunitario, amistad gozosa, ternura y vida en plenitud.
Dios no es alguien que nos ciega con su poder divino. Dios es amor que nos acoge, amistad que nos envuelve, ternura que nos busca por todos los caminos de nuestra existencia.
Por eso su presencia en el mundo es humilde y discreta, como lo es siempre la presencia de la ternura y el amor verdaderos.
Sólo quien sabe de amor, sabe de Dios. Sólo quien es capaz de vivir incondicionalmente la amistad, de irradiar amor y bondad en esta sociedad egoísta, de poner un poco de justicia y ternura en la construcción de este mundo, puede encontrar a Dios.
Es el amor vivido incondicionalmente el que purifica nuestras falsas imágenes de Dios y nos coloca en la verdad y la humildad necesarias para acercarnos al Dios Trinitario.
Nuestra sociedad no necesita “defensores triunfalistas” que nos hagan la propaganda de Dios, sino testigos humildes que con su vida nos hagan percibir el amor y la amistad de Dios por los hombres.
La gran novedad que nos revela la Palabra de Dios es: que Dios es Amor. Y esto no se nos ha revelado para que nosotros lo contemplemos boquiabiertos o para que hagamos especulaciones estériles o razonamientos filosóficos... Cristo nos ha revelado la intimidad de Dios para que construyamos nuestra vida de creyentes teniendo en cuenta ese patrón.
Cuando lleguemos a creer en un Dios que es amor, es decir: diálogo, entrega, comunión, felicidad compartida; entonces, comenzaremos a sentir la necesidad de parecernos a Él, de imitarle, de darnos y entregarnos a lo divino y a nuestros hermanos los hombres.
La Trinidad es paradigma de lo que han de ser nuestras comunidades. La causa profunda de desunión entre los hombres y la más lamentable incomprensión entre los cristianos, es haber olvidado el ejemplo de convivencia amorosa entre las Personas de la Trinidad. Y la causa de la lesión de la dignidad humana, de la esclavitud y la opresión es no haber comprendido que somos libres en el Espíritu e hijos de Dios.
Necesitamos ahondar en esta verdad de Dios. Dios es amor. Y esta noticia la tenemos que comunicar al mundo, no con palabras, sino a través de una ilustración práctica: nuestro amor fraterno.
Viendo cómo nos amamos, los hombres han de entender qué es el amor de Dios y qué efecto produce en nosotros. Los hombres han de ser instruidos acerca de Dios observando nuestro comportamiento.
Los grandes problemas que preocupan, hoy, a los hombres, sólo se conseguirá solucionarlos cambiando los corazones.
La respuesta a tanta división, conflicto y guerra es una vida fraterna; la respuesta a las desigualdades es compartir. La respuesta al odio y al rencor es el perdón. Sí, actuar a favor del hombre, es actuar a favor de Dios, revelando su rostro más auténtico.
Que el Dios Trinidad nos conceda la gracia de ser espejos que reflejemos su amor y su misericordia.



Plegaria de los fieles

(A)

Unidos a la oración de la Iglesia, en comunión con Cristo y con el Espíritu, te presentamos, Padre, nuestras necesidades y esperanzas.

Todos. Envía, Señor, tu Espíritu de amor.

Mira, Padre, el mundo dividido por los intereses, el odio, la guerra y el terror, haz de nosotros instrumentos de paz. OREMOS...
Mira, Padre, las Iglesias separadas por la incomprensión y el orgullo, haz de nosotros trabajadores de la unidad. OREMOS...
Mira, Padre, a las familias en crisis por falta de sacrificio y amor, haz de nosotros portadores de reconciliación. OREMOS...
Mira, Padre, a tantos hijos tuyos que sufren por la pobreza, por la soledad, por la enfermedad, por todo tipo de rechazo y exclusión, haz de nosotros testigos de tu misericordia liberadora. OREMOS...
Mira, Padre, a las comunidades religiosas que se consagran enteramente a tu escucha y servicio, haz que su luz brille en el mundo, y que sepamos alegrarnos con su luz y crezcan las vocaciones contemplativas. OREMOS...
Mira, Padre, y ayúdanos a conocer y vivir tu misterio trinitario. OREMOS...

Te lo pedimos, Padre, movidos por el Espíritu, en comunión con tu Hijo Jesucristo, que vive y reina...

(B)

Al Dios Trinidad que no duda en entregarnos a su propio Hijo, y la fuerza de su Espíritu, le decimos:

Todos: ¡Dios del Amor, escúchanos!

Por la Iglesia, para que vivamos unidos, trabajando por el bien de todos, siendo signo de servicio y disponibilidad en medio de nuestro mundo. OREMOS...
Por nuestro mundo, roto por las guerras y discordias, para que Dios Padre nos conceda el don de la paz y de la concordia. OREMOS...
Por quienes más sufren y están apartados de la sociedad, para que encuentren motivos y personas en quienes seguir confiando. OREMOS...
Por todos nosotros, para que en todo momento seamos constructores de amor y de paz. OREMOS...

Escúchanos, Señor, y concédenos aquello que más nos ayude a vivir en tu presencia. Por JNS...

(C)

Al Dios uno y trino, misterio de amor, tan cercano siempre al hombre y a sus necesidades, pedimos:

Todos: ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!.

Los asesinatos y las violencias crecen cada día, cada año. Crece el clima de indefensión y la falta de aprecio por la vida humana. De ti, Señor, hemos aprendido a amar esta vida. haz que crezca nuestro compromiso con la vida. OREMOS
Muchos pueblos se encuentran al borde de la quiebra y de la fractura social.. Son países a los que hacemos presentes en nuestra celebración. Y con ellos su dolor, su rabia, su impotencia y su anhelo de superar la crisis creciente en la que viven. Nos unimos a los pueblos hundidos por la Deuda externa. Que se condone la deuda de los pobres. OREMOS...
Muchas familias se desgastan sin saber cómo educar a sus hijos y se sienten impotentes para darles una respuesta a sus demandas. Queremos poner a todas estas familias y a las que están rotas delante de Ti. Que la Comunidad Cristiana ayude a las familias a convivir, a comprenderse, a valorarse y a respetarse. OREMOS...
Los pobres esperan nuestra solidaridad y nuestros gestos de amor, esperan un mundo en el que habite la justicia. Queremos empeñarnos en conseguir una sociedad más justa, donde sean eliminadas las grandes y obscenas injusticias que crean pobres vergonzantes. Que no nos conformemos con dar limosna. OREMOS...
Que la Eucaristía que celebramos sea reflejo del Dios Trinitario en el que creemos, que nos congregue y nos una muchos más a cuantos hemos puesto nuestra confianza en el Señor Jesús. OREMOS...

Escucha, Padre, nuestra plegaria y derrama y manifiesta tu amor en el mundo. Por JNS...



Presentación de ofrendas

(A)

Aspersión sobre la asamblea en recuerdo de nuestro bautismo y como señal de que Dios nos bendice.

(B)

Presentación de un salero:

Mira, Señor, yo te ofrezco hoy este salero. La sal es signo de transformación de la realidad. Con esta ofrenda, te traigo el ánimo y el compromiso de esta Comunidad de convertir este mundo en tu casa y la humanidad en tu Familia.



Prefacio

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar.
Tú, Padre bueno, con el Hijo y el Espíritu
eres un solo Dios, un solo Señor;
pero has querido revelarnos ese misterio de amor que hay en ti,
que siendo un Dios uno y único,
vives en comunidad de amor en tus tres personas,
y nos haces partícipes de ese amor
a todos los hombres,
para que todos lleguemos a alcanzar un día tu misma vida.
Por eso, unidos a todos los santos
que te cantan y te alaban,
también nosotros entonamos un himno a tu gloria:

Santo, Santo, Santo...


Padrenuestro

Por Jesús somos hijos de Dios. Unidos por el Espíritu santo y conscientes de la presencia de Jesús entre nosotros, nos dirigimos a Dios, nuestro Padre, con la oración que Él nos enseñó: Padre nuestro...

Nos damos la paz

La paz es el clima de la relación de Dios. De ahí que hoy, al compartirla entre nosotros, la hemos de hacer símbolo y talante de nuestras relaciones. Que la paz del Señor esté con todos vosotros...

Compartimos el pan

Sobre el pan que vamos a comulgar, Dios, ha derramado su Espíritu, para que sea mucho más que mero pan. Acerquémonos, unidos en una misma fe y alegría a compartir el banquete de la Vida. Dichosos...


Bendición

Que el Señor nos bendiga y nos guarde. Amén.
Que haga brillar su rostro sobre nosotros y nos conceda su favor. Amén.
Que vuelva su mirada a nosotros y nos conceda la paz. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. Amén.

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