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viernes, 10 de julio de 2009

Domingo 12 07 09. Benedicto XVI, una lección de economía. Jesús, Mesías sin dinero

Publicado por El Blog de X. Pikaza

Domingo 15, tiempo ordinario, ciclo b. Mc 6, 6b-13. Ésta ha sido y sigue siendo el texto básico de la misión cristiana, que debemos unir con el paralelo del Q, es decir, de Lc 9, 1-6, para descubrir lo que fue la tarea de los primeros enviados de Jesús, una tarea y misión que conserva plena actualidad en este día, después de haber leído con atención emocionada y nerviosa [Jesús] la Encíclica de Benedicto XVI (Caritas in Veritate, un Papa que tanto sabe y tantas cosas buenas dice del dinero, de la justicia, del progreso. He quedado admirado y sin respuesta por un tiempo, sumándome a los que le proponen para el Premio Nobel de la Economía, pues él lo merece. Pero luego he vuelto el evangelio del domingo y veo que Jesús, erre que erre, manda a los suyos de dos en dos, sin dejarles que lleven ni un duro o monedita de bronce (khalkon) en la faja (sin pan, ni alforja, ni dinero...). Les manda por el mundo sin haberles enseñado economía, sin una monedita, con mucha humanidd: "Hala, sin nada, y de dos en dos, para curar y querer a la gente, dejando que os quieran",es decir, que os reciban. He quedado sobrecogido por la sabiduría del Papa y la audacia humana/divina de Jesús (¡sin un duro...!). He quedado sin palabras y no tengo solución para componer las posibles diferencias entre Jesús y su Papa, aunque debe haber solución y yo mismo la he buscado en algún libro. Pero hoy prefiero poner de relieve los contrastes. Por favor, si queréis entrar en la liturgia de este domingo leed primero la Encíclica de Benedicto XVI y después el mensaje de Jesús en Marcos. Sacad las consecuencias. Yo voy a limitarme a leer para vosotros el texto de Marcos

Texto y contexto de Marcos:

Según Marcos, Jesús no manda a sus discípulos para enseñar teorías, sino para ofrecer el testimonio del evangelio. Así les envía, de un modo universal , a Roma y a la India, a la ONU y los batuas(sin las limitaciones que se establecen más tarde, en otra línea, en Mt 10, 5-6) para que expandan su tarea (Mc 6, 6b-13), haciendo lo que él hizo: proclamar la conversión, expulsar demonios y curar a los enfermos (Mc 6, 12-13), quedando en manos (en las casas) de aquellos a quienes ofrecen su anuncio (Mc 6, 8-11), para construir su nueva comunidad.

Mientras sus discípulos van (vamos) Jesús se retira. Es lógico que en ese fondo el evangelio cuente la muerte del Bautista (6, 14-29), anticipando la de Jesús. Es lógico que este Jesús retirado (que parece ausente) nos sigue enviando a nosotros, en este año que Benedicto XVI quiere que sea año sacerdotal y que quizá se podría denominar mejor año misionero, de dos en dos, para testimonio de evangelio.

Texto (Mc 6, 6b-13)

6b Y recorría las aldeas del entorno enseñando. 7 y llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. 8 Les ordenó que no tomaran nada para el camino, excepto un bastón. Ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja. 9 Que calzaran sandalias, pero que no llevaran dos túnicas. 10 Les dijo además:
--Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de aquel lugar. 11 Si en algún sitio no os reciben ni os escuchan, salid de allí y sacudid el polvo de la planta de vuestros pies, como testimonio contra ellos.
12 Ellos marcharon y predicaban que se convirtieran. 13 Expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban .

Le han rechazado en su aldea, pero no abandona su proyecto de familia sino que lo amplía y universaliza. Antes quiso encerrarle en su casa Simón, pero Jesús le respondió expandiendo su mensaje a todos los lugares del entorno (Mc 1, 35-39). También se le opusieron escribas y parientes, impidiéndole ayudar a los posesos (Mc 3, 20-35), pero él respondió sembrando de forma universal su palabra/parábola de reino (4, 1-34). Ahora le expulsan de su patria y contesta enviando por doquier a sus discípulos, para ofrecer y compartir humanidad mesiánica. Antes les había constituido en la montaña (3, 13-14), haciéndoles sus compañeros y delegados. Ahora les envía: (Llamó a los Doce...! (6, 7). Le han rechazado sus los vecinos de su pueblos; él abre su familia a través de otros parientes hacia todo el mundo.

Esquema

Este envío puede presentarse como gran provocación: no cesa en su empeño a pesar de los rechazos que ha sufrido. Precisamente allí donde la sinagoga (Nazaret) cierra sus puertas, Jesús abre su mensaje al mundo entero, en un gesto que se cumple en el tiempo de su historia(él obró así, con los suyos) y del tiempo posterior de la pascua cristiana (evoca la misión posterior de la iglesia, la forma en que nosotros debemos misiona). Éste es el esquema de su obra:

--a: Envío (6, 6b-7a). De la enseñanza (6, 6b) se pasa de manera directa a la misión (6, 7).
-- b: Autoridad sobre los espíritus impuros (6, 7b). Los enviados harán lo que Jesús hacía (cf. 1, 27; 3, 22-30).
-- c: Equipamiento (6, 8-9). Van sin comida, ropa o dinero, en gesto de confianza mesiánica.
-- c': Acogida (6, 10-11). Esperan recibir comida y ropa en las casas y lugares donde les reciban.
B b': Acción (6, 12-13). Incluye exorcismos (cf. 6, 7b) y kerigma de conversión y curación de los enfermos
-- a': Retorno (6,30). Conforme a su técnica habitual, Mc ha intercalado en la misión de los discípulos el asesinato del Bautista (6, 14-29), signo de la muerte de Jesús y del peligro de sus enviados. Por otra parte, la vuelta de los misioneros (6, 30) será punto de partida de multiplicación.

En el centro del texto (c y c') está el signo de los enviados que marchan desprovistos de todo, desarmados, quedando a merced de quienes les reciban o rechacen. Desde ese centro ha de entenderse su obra misionera propiamente dicha (b y b'). Ella no es recuerdo de un pasado (en la línea de Lc 9, 1-6; 10, 1-12), ni ensayo parcial (intrajudío) de una tarea posterior universal (como es Mt 10, 5-15, en relación con 28, 16-20), sino misión en sí. Por eso tiene una importancia radical en Mc: alude al tiempo de Jesús y recuerda su estrategia misionera; pero en su forma actual ofrece el programa de toda la misión cristiana tras la pascua. Mc no ha establecido distancia entre el tiempo/acción de Jesús y el de su iglesia.

Momentos de la misión en Marcos

No hay en Mc un mandato misionero posterior, al final del evangelio, como en Mt 28, 16-20, que reinterpreta el despliegue anterior del evangelio. Para Mc toda la vida de Jesús es misión: lo que él hace y dice, lo que él es, eso es la esencia de la misión cristiana, actualizada por sus discípulos. Jesús no queda atrás, no se pierde en el pasado, está presente en la obra de sus enviados, tal como la expresa el conjunto de Marcos.

--La misión es proclamación del evangelio, como de forma programática resume Mc 1, 14-15: así dijo Jesús, así dicen y actúan sus discípulos.

--Es pesca final, reunión de pueblos, como muestra la llamada de los cuatro pescadores (1, 16-20; cf. 13, 3)
B Es misión testimonial del leproso a quien Jesús pidió que calle, pero habla, dando testimonio de su obra (1, 40-45). Son con él misioneros quienes propagan los milagros salvadores de Jesús (cf. 2, 12; 7, 37).

--Es proclamación kerigmática del geraseno, a quien Jesús deja en su pueblo para que anuncie la misericordia que el Señor le ha mostrado (5, 18-20).

-- La misión es envío programado de los apóstoles, a quienes Jesús constituye como Doce (epoiêsen tous dôdeka), llamándones (hous ônomasen) apóstoles (=enviados), en misión que debe abrirse a todos los humanos (3, 13-19).

--Es misión de la vida y no de la simple interioridad o la palabra externa. Los enviados de Jesús ofrecen conversión/curación y quedan en manos de aquellos que les reciben o rechazan; hacen iglesia haciéndose humanidad (casa) allí donde ofrecen su mensaje (6, 6-13).

--Es misión del pan compartido. Quiere Jesús descansar con sus enviados y no puede; tiene que expandir su acción y dar palabra y pan a todos los que vienen (6, 30-44; cf. 8, 1-10).

-- Es misión pascual. Los rasgos anteriores culminan en la entregra de Jesús (cf. 8, 31-389. Por eso, la misión cristiana ha de asumir su muerte, iniciándose de nuevo en Galilea (16, 7-8).
Consecuencia. La misión consiste en expandir la vida mesiánica de Jesús. Eso significa que el mismo ser de la iglesia es misión: presencia testimonial y transformadora del evangelio.

Desarrollo

Por eso, hablando de la obra de Jesús habla de la obra de la Iglesia y viceversa. Teniendo esto presente podemos evocar sus rasgos principales:

--Les envía de dos en dos (6, 7a), como expresión de misterio compartido. Son signo de comunidad, no de pensamiento solitario. No son filósofos cínicos o mendigos asociales, obligados por vocación a vivir en soledad. Su misma vida en compañía (de dos en dos) es signo de iglesia germinal, es experiencia de evangelio. Mucho más que lo que dicen importa lo que son, como testigos de vida hecha diálogo, experiencia común de fraternidad. Mc no ha concretado la relación entre los dos (dos amigos o hermanos, dos célibes, una pareja matrimonial... ). Todas las variaciones son posibles. Lo único que el texto ha definido es que vayan en pareja, es decir, que se quieran y entiendan, que concuerden y vivan en amor mientras llevan el evangelio. Vivir de dos en dos ya es ser misioneros

--Que no tomen nada para el camino: ni pan, ni alforja, ni dinero, ni dos túnicas (6, 8-9). Ciertamente, calzan sandalias para caminar; pero no llevan vestido de repuesto. No van así por austeridad ni por espíritu de pobreza; no son ascetas profesionales ni mendigos (comen y beben, no ayunan, como indicaba 2, 18-22). Van desequipados por confianza: tienen la certeza mesiánica de que habrá quien les ofrezca lo que necesiten. No van para construir su propia casa (aislados de los otros) sino para "quedarse" en el lugar que les acoja, recibiendo allí comida, vestido, alojamiento. Con esa fe caminan. Son testigos vivientes de esperanza.

-- Les dijo: cuando entréis en una casa, quedaos allí... (6, 10). Es la otra cara del rasgo anterior: si nada llevan es porque todo esperan recibir. No imponen, no exigen, pero aceptan la hospitalidad de quien les abra las puertas, integrándose en el contexto familiar y social del lugar que les reciba. Son humanos pobres: personas que caminan sin seguridades materiales. Pero su misma pobreza es principio de comunidad: son dos en manos de muchos que les han de acoger, ofreciéndoles familia, o les expulsarán, rechazando así la invitación mesiánica. Son más ricos no teniendo nada, pues esperan recibirlo todo de los otros. No llevan armas, no pretenden conquistar cosa ninguna por dinero o por prestigio social; pero confían en la ayuda de los otros.

--No son mendigos (no piden limosna), ni ricos son autosufientes (no van con lo que necesitan, para aislarse de los otros). Son mensajeros mesiánicos que inician sobre el mundo un camino de intercambio salvador. Tienen poder sobre los espíritus impuros (6, 7); por eso ofrecen a los hombres y mujeres de los pueblos donde llegan la más honda conversión, la metanoia o cambio de mente (vida). Son portadores de salud más alta: pueden enfrentarse al poder diabólico y curar a los enfermos, en gesto sacramental que nos sitúa en el comienzo de la praxis de la iglesia (ungen con aceite: cf. 6, 12-13) .

Los enviados de Jesús son germen de humanidad mesiánica, misioneros con su propia vida. No llevan dogmas conceptuales; no tienen dinero o poder para exigir cosa ninguna. Pero, desde su más honda pobreza ofrecen lo más importante: esperanza de conversión, libertad interna, curación completa. Expertos en humanidad, eso son los enviados de Jesús sobre la tierra .

Así debe entenderse la tarea de los enviados mesiánicos, que según los momentos del texto consta de una, dos o tres acciones. Al principio aparece sólo un gesto: exorcismos (6, 7). Al final hay dos: acción y enseñanza (6, 30). En el centro tres: kerigma de conversión, exorcismos y curaciones (6, 12-13). Ordinariamente , Mc suele unir con un " y" (kai) dos gestos o palabras, de manera que el segundo sirve para explicitar y concretar el primero. Aquí resulta difícil aplicar ese principio para organizar los elementos del envío y misión de los discípulos, pues varía en cada caso el orden de sus obras y/o palabras.

LA ENSEÑANZA DE LOS ENVIADOS DE JESÚS es la expresión de su propia vida. No llevan dogmas conceptuales; no tienen dinero o poder para exigir cosa ninguna. Sin embargo, desde su pobreza ellos ofrecen el kerigma de la conversión (ekêridsan hina metanoôsin: 6, 12), mostrando a los humanos que pueden cambiar. La metanoia (cf. 1, 14-15) que proclaman es principio de evangelio. De esa forma ofrecen la autentica enseñanza (cf. hosa edidaxan: 6, 30). La acción de los misioneros (hosa epoiêsan: 6, 30) es una expansión o verificación de esa enseñanza, pues ella expulsa a los espíritus impuros (cf. 1, 27). En un caso esa acción se identifica con los exorcismos (6, 7); en otro, el exorcismo se expande como curación: ungieron con aceite a muchos enfermos y los curaron (6, 13). Es evidente que Mc está aludiendo a una praxis eclesial: los enviados de Jesús son expertos sanadores, especialistas en humanidad, animan, curan. Ellos han instituido una especie de sacramento de la unción de los enfermos, en clave sanadora (no de preparación para la muerte).

Una misión doméstica. Curar y acoger

De esa forma han puesto en marcha una misión doméstica que debe cambiar la misma estructura familiar y social de los convertidos. El texto no dice que vayan a la plaza del mercado, ni al templo o Entran en las casas (oikia: 6, 10), es decir, en los lugares de convivencia familiar, para iniciar allí un proceso de transformación mesiánica universal (cf. topos: 6, 11). No piden como mendigos, ni venden como comerciantes. Ellos ofrecen y comparten, curan y reciben. Por eso suscitan gratuidad y vida compartida (evangelio, reciben un lugar en casa), estableciendo lazos de familia en gratuidad.-

No son mendicantes, ni buscadores de fortuna sino profetas, creadores de fraternidad. Dan y reciben: ofrecen su riqueza mesiánica y quedan en manos de aquellos que quieran acogerles. Así convierten la vieja casa de este mundo (antes lugar de disputa y separación) en espacio de encuentro universal. No hay venta o negocio en su gesto. Ofrecen solidaridad mesiánica (van de dos en dos, curan... ) y quedan en manos de aquellos que quieran responderles con solidaridad humana.

Esta es la eclesiogénesis de Mc, su estrategia de familia y comunidad. Frente al orden romano que se instaura por códigos de honor, poder y dinero, frente al orden judío edificado sobre bases de distinción nacional y pureza religiosa, Jesús expone las bases del orden mesiánico, universal, sobre principios de donación humana (cada uno da lo que tiene) y acogida mutua (cada uno queda en manos del otro). Así pierde sentido la vieja diferencia entre judío y no judío. Es evidente que al fondo está la esta misión a los judíos. Pero en ella no hay nada exclusivamente judío. Todo es universal, todo humano. Quien empieza a ofrecer así evangelio rompe las fronteras de nación o grupo elegido. Los enviados de Jesús van suscitando una familia en que todos pueden compartir en gratuidad vida y palabra :

-- Los pobres curan… Es decir, los que van sin nada. Ellos ofrecen lo que tienen: su experiencia de reino hecha poder de curación. El texto supone que han cumplido bien su cometido (6, 12-13), en fuerte contraste con aquello que iremos descubriendo luego (al final, en Jerusalén, muchos discípulos acabarán rechazando a Jesús, pero es evidente que su tarea siigue). Mc los hace aquí ejemplo y promesa de la misión postpascual de la iglesia. Los misioneros van sin nada, pero llevan la curación, pueden cambiar el mundo

-- Quedan en las casas y lugares donde ofrecen su evangelio. Por eso, la palabra clave es recibir (dekhomai: 6, 11), que volveremos a encontrar hablando de los niños (9, 37; 10, 15). Como niños indefensos en manos de los grandes, así quedan los misioneros de Jesús en el mundo. Ellos dan en la medida en que reciben, iniciando una forma de existencia dialogada, en plano de palabras, dones y afectos.

Así se configura la más honda novedad cristiana, más allá de todo ascetismo o rechazo de los bienes: ésta es una misión de comunidad, de dos en Dios; misión para crear comunidad, es decir, para curar a los ricos (señores de casas) y para que todos compartan la vida, es decir, para la acogida.

Así van los misioneros como pobres (nada llevan), siendo los más ricos: creadores de comunidad y curación humana. Son parábola de Dios hecha familia sobre el mundo. Por eso pueden confiar y confían: serán recibidos en la mesa y en casa de los pueblos .

Los enviados cumplen la tarea: saliendo, anunciaron el kerigma... (6, 12-13). Queda Jesús sólo, quedan ellos sin Jesús, van proclamando y realizando la verdad de su mensaje, en una especie de anticipación pascual. Mientras dura la misión (en el tiempo de la historia), como expresión del destino de Jesús, ha introducido Mc el relato de la muerte del Bautista (6, 14-29).

Conclusión

La misión conforme a Mc supera de raíz muchos problemas de eclesiología, especialmente de inculturación. Las iglesias occidentales han impuesto en su viaje misionero muchas riquezas (y pobrezas) de tipo social, cultural, político y, de un modo especial, las propias "riquezas" ideológicas de un cristianismo convertido en cosmovisión dominante. Sus misioneros no han quedado con la bolsa vacía, en manos de los pueblos donde han ofrecido kerigma y curación de Jesús, sino todo lo contrario: han tendido a imponerles su propia ideología cultural. El retorno a Mc implica un nuevo tipo de misión sin imposiciones culturales o sociales: la iglesia prueba su fe cuando sus mensajeros (misioneros) quedan en las casas de los misionados.

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