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miércoles, 15 de julio de 2009

Materiales Litúrgicos y Catequéticos: XVI Domingo del T. O. (San Marcos 6,30-34) - Ciclo B

Por Juan Jauregui
Monición de entrada

(A)
Queridos amigos: bienvenidos a esta Celebración.
El evangelista nos muestra a Jesús que se encuentra con sus amigos. Cuando éstos van a anunciar al Dios Amor, les acoge y les busca un lugar tranquilo donde puedan escucharse unos a otros, donde puedan descansar y llenarse del gozo de la tarea bien hecha y compartida.

Para nosotros la Eucaristía debe ser "ese lugar tranquilo" que nos haga llenarnos de la presencia de Jesús, que nos ayude a descansar un poco de nuestros cansancios, para volver de nuevo a la tarea con una fuerza renovada, con ilusión y gozo en la entrega y en nuestro compromiso.

Que todos los que disfrutamos de las vacaciones, consigamos ese lugar tranquilo, para descansar y volver con nueva sabia.

(B)

Vivimos agobiados y aplastados por la tarea de cada día. Muchas veces vivimos como robots. Hacemos las cosas sin pensar. No nos queda un rato para dedicarlo al descanso, o a reflexionar.
Jesús dice a sus apóstoles en el Evangelio de hoy: " venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar ".
Hay un tiempo para trabajar, y un tiempo para descansar y reponer fuerzas.
Sin embargo, entre nosotros nos agobiamos y muchas veces rendimos poco.
Nosotros llevamos otro ritmo de vida y otra forma de pensar. Usamos otras expresiones: " El trabajo nos lleva todo el día ". "Nos faltan horas en el día para poder sacar adelante nuestras familias "
"No queda un rato para nada y menos para pensar ".
En esta Celebración de hoy vamos a acercarnos a Dios con sencillez y con tranquilidad. Vamos a intentar pensar un poco en nuestras vidas y descansar un rato junto a Dios.

(C)

Hermanos, no solemos tener tiempo y calma para celebrar y escuchar con sosiego la Palabra de Dios. Y es Jesús, el Señor, quien invita a sus discípulos a reunirse en un lugar apartado para tener calma, paz y descanso.
También nosotros hoy y ahora, alejados de toda prisa, nos reunimos, invitados por el Señor, le damos gracias, escuchamos con reposo su Palabra y celebramos con gozo nuestra fe.


Saludo del Sacerdote

Que Dios, Padre Cariñoso, Jesús, el sencillo de corazón y el Espíritu de Amor estén con vosotros ...

Pedimos perdón

(A)

Nosotros vivimos agobiados y aplastados por la tarea de cada día. La sociedad nos roba el tiempo y no tenemos un momento para descansar y pensar.
Al comenzar esta celebración nos acercamos a Dios para pedirle perdón.

* Nuestras preocupaciones nos agobian y no nos dejan acercarnos a Dios. Señor, ten piedad...
* La tarea de cada día llena toda nuestra vida y nos ocupamos poco de la familia y los amigos. Cristo, ten piedad...
* Los días de descanso los empleamos muchas veces en olvidarnos de los problemas, pero los cargamos con otra agitación. Señor, ten piedad...

(B)

En primer lugar, pidamos perdón por nuestros pecados, en un momento de silencio

Tú, que eres el descanso de nuestros agobios. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Tú, que eres nuestro camino, verdad y vida. CRISTO, TEN PIEDAD...
Tú, que eres luz y esperanza de todos los hombres. SEÑOR, TEN PIEDAD...

Gloria

Dios nos ha perdonado. Nos sentimos alegres y liberados de un peso sobre nuestras vidas. Nos sentimos aliviados. Por eso todos a una le decimos...



Escuchamos la Palabra

Monición a la lectura

El profeta ve en el rebaño disperso el fracaso de los pastores. Y con la misma imagen, despierta la esperanza de un pastor que no disperse, ni expulse, ni deje perdidas a las ovejas, sino que congregue y guíe a la vida.
En él estará Dios como sabiduría, paz, justicia y seguridad a favor de su pueblo.

Monición al Evangelio

Jesús huye del triunfalismo, pero no rehuye por eso el encuentro con las masas. Una multitud hambrienta de la verdad. Se compadece de ella porque no tienen buenos pastores. Jesús, el pastor, es la alternativa de tantos pastores mediocres.

Homilías

(A)

Saber descansar
Estamos viviendo en la sociedad de las prisas, de la rapidez, de la falta de tiempo libre y de descanso.
Llevamos un ritmo de trabajo duro, que nos va gastando. Por eso, al llegar está época, se recibe con inmensa alegría el tiempo de las vacaciones y de descanso.
Esperamos liberarnos de la tensión, el agobio, el desgaste y la fatiga que se han ido acumulando a lo largo del año.
Pero ¿qué es descansar? Me diréis, vaya pregunta más tonta. Cómo que no nos gustase a todos el descanso.
Pero, ¿basta con recuperar las fuerzas físicas, y olvidar los problemas y conflictos de cada día, metiéndonos en un mundo de ruido, de fiestas, romerías o playas abarrotadas?
A veces ocurre que, al volver de las vacaciones, hemos cambiado de ocupación, pero no hemos descansado.
Hemos salido del ruido de la fábrica y la ciudad, pero hemos caído en el alboroto de las fiestas o locales abarrotados de gente.
Hemos salido del estrés del trabajo, pero hemos caído en el problema de no tener tiempo para acudir a todos los compromisos de las vacaciones.
Jesús nos dice como a sus apóstoles: "Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco".
Esto nos suena a música celestial, pero creo que pensando en ello y consiguiendo llevarlo a la práctica es una realidad.
Para descansar, necesitamos en primer lugar, encontrarnos con nosotros mismos, con sencillez y con honradez. Necesitamos ratos para buscar el silencio, la calma, la tranquilidad, que a menudo nos faltan durante el año.
Tenemos que descubrir que una vida intensa y bien vivida, no es una vida agitada.
El sentido de nuestra vida no se agota con llenarla de trabajos, de preocupaciones. No se agota amontonando dinero, éxitos o placeres.
La vida se nos presenta más agradable y llevadera, si sabemos llenarla, también, del cariño de una mujer, un marido, unos hijos, de la amistad de unos buenos amigos, del compañerismo, de la alegría compartida. En una palabra de todas esas cosas que nos ayudan a disfrutar, descansar y ser felices.
Además del trabajo y los afanes de la vida, necesitamos saber disfrutar de esos esfuerzos.
Necesitamos buscar esos otros valores de los que hablábamos hace poco. Necesitamos acercarnos a Dios, acercarnos a Jesús que es la fuente y el ejemplo de la alegría, le felicidad, el cariño, la amistad. Por eso nos dice: "vamos a un sitio tranquilo a descansar".
No a perder el tiempo, sino a cambiar de ocupación, a descansar de la tarea de cada día, a reflexionar un poco sobre nuestras vidas, a romper el estrés diario para volver a la tarea como nuevos, renovados, descansados.

(B)

El domingo anterior veíamos a Jesús enviando a los suyos a misionar. Hoy le vemos en una «reunión programada para compartir las experiencias vividas» por los discípulos a la vuelta de «las prácticas de pastoral» que les impuso. Es un momento humano, de comprensión, de revisión, de exigencia humana normal: contar lo que pasa. Inmediatamente después Jesús les invita al descanso: «Venid a un sitio tranquilo a descansar». En varias ocasiones los evangelistas presentan a Jesús buscando la soledad. Lo nuevo ahora es que la busca para los suyos y la disfruta con los suyos.
No son casuales estos detalles de reposo y de silencio que Jesús prepara para los suyos justo al regresar de las tareas de anuncio de reino de Dios.
Es en el silencio y en la soledad donde se aprenden caminos de encuentro con Dios que no proporcionan ni las aulas ni los libros. Hay susurros y brisa de Dios que sólo se perciben cuando uno se retira y «aguanta» el silencio y la soledad. Hay lecciones que Dios sólo imparte en la paz y en la tranquilidad. Preocupados por hacer y ser eficaces, creemos que el éxito de nuestras empresas misioneras está en «cansarnos por el Reino de Dios hasta desgastarnos». Conviene recordar y escuchar esta invitación de Jesús: «Venid a un sitio tranquilo a descansar». Tenemos que confesar que nos da más seguridad lo que hacemos que lo que «nos permitimos» o «regalamos para nosotros mismos». La paz y el silencio, en muchos lugares de planificación de actividades apostólicas, son vistos como «súper lujo». No entran en la programación. Eso que nos perdemos porque quizá nuestra acción pastoral se revelará «ausente» de silencio, de interiorización, de ese hervor que dan las cosas rumiadas en paz.
El relato evangélico de hoy presenta la realidad de la vida: Jesús buscando un lugar tranquilo para los suyos, y la gente adelantándose para no dejarles tranquilos... El hecho recuerda tantas realidades de pastores que se sienten reflejados en la escena. «No tener tiempo para nada», «no tener tiempo para Dios por querer anunciar a Dios sin descanso» es algo que se suele oír con frecuencia. Y sin embargo, hay que saber perder tiempo con Dios para darle la oportunidad de que nos diga lo que sólo Él puede decirnos.
Quienes sean capaces de buscarle e ir al lugar del silencio, al lugar de la paz y de la tranquilidad, donde Jesús lleva a los suyos, realmente entenderán las cosas de Dios porque no les asusta el silencio. Dios tendrá lástima de nosotros y nos dará su tiempo cuando corramos allí donde Él nos está esperando.
Finalmente este apunte: Jesús invita a descansar a los que se han cansado. Si queremos que nos invite a descansar, nos tendremos que dar a las tareas del Reino... Jesús manifiesta mimo y detalles con aquellos que tienen como tarea el anuncio del Reino.

(C)

Llama la atención cómo han aumentado los problemas de «estrés» o de «surmenage» en unos tiempos en los que el bienestar y la comodidad son una de las primeras metas de no pocos.
Son incontables los estudios que se vienen publicando sobre el desequilibrio que produce en las personas un estilo de vida marcado por el exceso de actividad, la agitación y la dispersión. Simplificando bastante las cosas, los expertos nos ayudan a distinguir entre el cansancio, el agotamiento y el desgaste. Tres términos que a menudo se confunden, pero que responden a tres experiencias diferentes.
El cansancio es la consecuencia normal y transitoria de cualquier esfuerzo que realizamos de manera algo intensa o duradera. Toda actividad lleva consigo una dosis de cansancio. Pero este cansancio es sano siempre que se mantenga dentro de unos límites normales; estimula el organismo, incita al sueño y da a la persona una sensación de vitalidad. Es una equivocación pretender eliminar este cansancio; lo importante es dosificarlo y saber descansar mediante el sueño y un reposo adecuado.
El agotamiento es otra cosa. Sin recuperarse debidamente de sus cansancios, la persona sigue actuando por encima de sus límites. El individuo emprende una tarea detrás de otra sin un minuto de respiro; siempre tiene algo que hacer. Pronto aparecen diferentes perturbaciones que no son sino «señales de alarma»: la persona no puede conciliar el sueño, se hace cada día más irritable, crece su inseguridad, pierde el apetito o come con ansia exagerada, se deteriora su relación con las personas, cada día se siente peor.
Esta persona está ya «enferma», aunque no es fácil que ella lo reconozca y asuma su propia responsabilidad. Para liberarse de este agotamiento ya no basta el descanso normal. Se necesitan unas semanas de reposo y un planteamiento nuevo de todo. La persona se cura cuando aprende a recomponer su vida, organizar mejor su trabajo y asegurar un ritmo sano de actividad y descanso.
Si el individuo no reacciona y el estado de agotamiento se prolonga durante años, llega inevitablemente el desgaste con sus síntomas inequívocos de envejecimiento prematuro, insomnio permanente, apatía, fases depresivas y decaimiento general.
Por eso, no es una trivialidad organizarse bien las vacaciones. Puede ser un deber. El descanso veraniego ha de ser un período de recuperación física y psíquica. Pero puede ser, además, una oportunidad para revisar nuestra vida, reconocer nuestras equivocaciones, respetar nuestros límites y aprender a vivir de manera más humana. Es una manera de escuchar también hoy la invitación de Jesús a sus, discípulos: «Venid a un sitio tranquilo a descansar.»

(D)

El evangelio de este domingo a mí me parece muy bonito. Solo cuenta un pequeño detalle de la vida de Jesús, pero es un detalle que nos descubre cosas preciosas. Dice el evangelio que acababan de regresar los discípulos después de haber predicado la Buena Noticia que tantas veces habían oído de labios de Jesús. Éste quiso llevarlos a un sitio tranquilo para descansar porque donde se encontraban parece que no se podía descansar ni hablar con suficiente sosiego, “porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer”. Esas pobres gentes que no les dejaban ni tiempo para comer nos las podemos imaginar: eran gentes sencillas de aquellas aldeas, cargadas de pobrezas y sufrimientos. Nunca habían significado nada para nadie. Nadie se había entretenido en decirles una palabra de ánimo. Cuando habían encontrado a Jesús, que los trataba con cariño y con respeto, aquella pobre gente no les dejaba tiempo ni para comer. Con él estaban a gusto no les producía miedo. Y se acercaban todos: los pobres, los despreciados, los enfermos y los niños... A su lado experimentaban la ternura de Dios con sus hijos.
El Dios del que les habla Jesús es totalmente distinto al Dios de los Fariseos: un Dios que les metía miedo, les hacía vivir encogidos por miedo a la amenaza constante de castigos...
Ahora oían de Jesús que Dios les quiere, que son sus preferidos, que tiene preparada para ellos una gran fiesta. Esto explica que aquella pobre gente siguiera a Jesús sin dejarle tiempo ni para comer.
Nosotros también escondemos muchas heridas de la vida. también nosotros tenemos sed de un Dios que nos quiera y nos acaricie; un Dios que nos diga: “Ánimo, cuenta conmigo”; un Dios que nos dé su mano para levantarnos de nuestras caídas y que nos ayude a recomponer nuestra vida rota... Un Dios que no nos dé miedo y para ello Jesús al igual que a ellos “se pone a enseñarnos con calma”...
Se ha convertido en dicho común, hoy: “Muchos son los bautizados y pocos los evangelizados”... Un cristiano que vive su fe en solitario la tiene seriamente amenazada y acabará por perderla.
Los cristianos vivimos desnutridos de la Palabra... Nos hemos reciclado en casi todo: en la profesión, en la vida social, en la vida política... Sólo en el aspecto religioso muchos cristianos viven de rentas, de lo que aprendieron de niños en el colegio o en la catequesis... Todos los grandes documentos de la Iglesia recomiendan hacer, en grupo, lo que se llama una catequesis de adultos... Que consiste en repensar todos los temas de la fe a la luz de la Palabra de Dios. Necesitamos poner a punto nuestra fe. No basta con la homilía del domingo... La comida familiar del domingo no basta para sobrevivir toda la semana... Hay que escuchar la Palabra de Dios más a menudo.
Cuenta el Cardenal Martini que hizo dos recomendaciones a un matrimonio amigo: Acercarse a la Palabra de Dios e intregrarse en algún grupo cristiano.... ¡Vaya!-contesta el marido- Nos recomiendas dos cosas que no nos van: La Biblia nos marea porque no la entendemos; y no nos gusta comprometernos en grupos porque eso nos llevará a atarnos”. Les contesta el cardenal: “Entonces os conformáis con ser cristianos de mentirijillas, porque sin Palabra de Dios y sin comunidad no hay cristianismo posible”.
No tenemos que sentir envidia de aquellos primeros oyentes de Jesús. Hoy le podemos seguir escuchando sin hacer ninguna caminata. Es sólo cuestión de que abrimos las páginas del Evangelio.


Oración de los fieles

(A)

Con la confianza que nos da el sentirnos hijos de Dios, acudamos a Él con confianza y presentémosle nuestras necesidades y las del mundo.

1.- Por la Iglesia y por todos los pastores que la guían, para que sirvan con desinterés a los hombres y al rebaño que les ha sido encomendado. OREMOS AL SEÑOR
2.- Por todos los que andan desorientados, desilusionados y sin descubrir el sentido y el camino de sus vidas, para que encuentren la luz de la Palabra de Dios y, en los cristianos, un testimonio de Esperanza. OREMOS AL SEÑOR
3.- Por todas las personas que viven en soledad y desasistidos, para que experimenten el amor de un Dios cercano al hombre. Haznos sensibles y cercanos a todos ellos. OREMOS AL SEÑOR
4.- Por nosotros mismos, necesitados del pastor que nos guíe y conduzca, para que el Señor suscite nuevas vocaciones para el servicio en nuestros pueblos. OREMOS AL SEÑOR
5.- Para que nuestra Comunidad (parroquial) abra sus ventanas para darse cuenta de la realidad de las personas y los grupos, para acoger a los hambrientos y maltrechos de la sociedad. Haznos solidarios y comprometidos. OREMOS AL SEÑOR

(B)


Pidamos, hermanos, al Dios de misericordia que auxilie nuestra pequeñez, para que podamos invocar su nombre con los sentimientos que él desea. Respondemos a cada petición:
Escúchanos, Señor.

- Por la paz y concordia de las Iglesias, por la unión de todos los cristianos y por la salvación de nuestras almas, roguemos al Señor.
- Por los responsables de las naciones, para que bajo su gobierno tengamos una vida feliz y pacífica, roguemos al Señor.
- Por los que están lejos de casa, por los enfermos y los encarcelados y por todos los que sufren, roguemos al Señor.
- Por nuestra comunidad reunida en la fe, la piedad y el temor de Dios, por los que hacen el bien a nuestras parroquias y por los que ayudan a los pobres, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, las oraciones de tu pueblo reunido para celebrar el domingo, y haz que, escuchando la palabra de tu Hijo y comiendo su pan de vida, lo reconozcamos como el verdadero profeta y como el buen pastor que nos guía hacia las fuentes de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

(C)

Estamos hablando de descanso, reposo, pero muchas veces el trabajo nos agobia y aplasta, y hay muchos que nunca tienen un rato de descanso y de alivio. Vamos a pedir a Dios por todos.

1..- Te pedimos por el Papa y los Pastores que dirigen la Iglesia, para que, recogiendo las enseñanzas de Jesús, no pongan cargas pesadas ni mandatos complicados sobre los creyentes. Roguemos al Señor.
2.- Te pedimos por los dirigentes de los pueblos, para que hagan cada vez más llevadera la convivencia social sin complicarla por sus caprichos o egoísmos. Roguemos al Señor.
3.- Te pedimos por todos los que viven cansados y agobiados, aplastados por las injusticias de los demás, para que un día vean una luz de esperanza al final del duro túnel, y se encuentren con Jesús. Roguemos al Señor.
4.- Te pedimos por todos nosotros. La vida es dura y pesada, pero muchas veces la hacemos nosotros mismos, más dura y difícil por causa de nuestros egoísmos. Ayúdanos a colaborar con todos y hacer nuestra vida más llevadera y alegre. Roguemos al Señor.

Todo esto y otras peticiones personales que cada uno hemos querido traer a esta celebración, te lo pedimos por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.


Ofrendas

(A)

Reloj despertador: Señor, desde que el reloj nos despierta, vivimos demasiado agitados.

Silla de campo y Evangelio: Señor, necesitamos descansar tranquilamente a tu lado, teniendo el Evangelio por medio.

(B)

Una revista del corazón
(Puede hacer esta ofrenda una de las mujeres de la comunidad. Luego dice:)

Señor, yo te traigo hoy esta revista de las llamadas del corazón, como expresión de la banalidad, de la vida y de cómo, al menos en lo que nos muestran, la gente vive sin valores definidos, víctimas de la moda o del qué dirán. Con ella, nosotros te queremos expresar nuestros deseos de vivir desde el mensaje y los valores de tu Hijo, a la vez que te pedimos fortaleza para poderlo hacer en medio de este mundo hostil.

Presentación de unos cascos de audio
(Esta ofrenda la puede hacer uno de los jóvenes de la comunidad, tan habituados a escuchar música con ellos.)

Señor, yo te traigo estos cascos, que utilizamos tanto los jóvenes de hoy para oír música. Son, sin embargo, un poco símbolo de la soledad, pues nos aíslan unos de otros. Eso es precisamente lo que te queremos ofrecer hoy, como uno de los problemas, que sufre mucha gente. Pero la soledad sólo se vence con la compañía, y ése es nuestro compromiso hoy, tanto individual como comunitariamente.

Presentación de un reloj
(Un varón adulto será el encargado de hacer esta tercera ofrenda.)

Por mi parte, Señor, te traigo este reloj, que simboliza las prisas y el estrés al que se ven sometidos los hombres y mujeres de hoy, que viven precisamente contrarreloj. También te traigo el compromiso mío y el de todos de ser un poco de descanso y sosiego para los demás, en vez de fuente creciente de problemas.


Prefacio

Te damos gracias, Señor,
y queremos bendecir tu nombre,
con la sencillez de nuestras palabras humanas.
Porque, en lugar de alejarnos
con tu poder y majestad,
te has manifestado cercano a todos,
bueno con todos y al alcance de los sencillos.
Has escondido los Misterios de tu Reino
a los sabios y entendidos
y los has revelado a los pobres y sencillos.
Tú no ocupas un puesto importante
en nuestra sociedad,
ni las Comunidades Cristianas
son un pueblo de gente poderosa e influyente.
Tu tienes tu Vida y tu Reinado
entre la gente sencilla y de buena voluntad.
Jesús, extendió los brazos en la Cruz,
con la suprema libertad del que nada posee,
y así entró en tu Reino.
Nosotros, ahora, nos unimos a los santos,
y las personas sencillas y de buen corazón
para entonar un himno de alabanza
diciendo:

Santo, Santo, Santo ...


Padre Nuestro

Dios es nuestro Padre que nos acoge a todos como hijos y nos alivia del peso del trabajo de cada día. Jesús nos enseñó a dirigirnos a Él con una oración sencilla, que la aprendimos de niños y ahora vamos a repetirla diciendo: Padre Nuestro...

Nos damos la paz

Muchas veces no vivimos en paz ni disfrutamos de la vida. La tarea diaria nos tiene agobiados y nos sentimos irritados y enfrentados a los demás.
Vamos a pedir a Dios que nos dé su Paz: esa paz que es fruto de la justicia, de la sencillez y de la tranquilidad del deber cumplido.
- Que la Paz del Señor esté con todos nosotros
- Como amigos y hermanos nos deseamos la Paz...

Compartimos el Pan

Cuando nos sentimos alegres, en paz, descansados, queremos celebrar una fiesta, nos reunimos las familias y amigos alrededor de una mesa. En esta Celebración nos hemos ido relajando, nos hemos acercado a Jesús, que nos ha aliviado de nuestras preocupaciones y ahora nos invita a su Mesa. Vamos a compartir su Comida.
- Dichosos nosotros por haber sido invitados a su Comunión.
- Señor, no soy digno de que entres en mi casa...


Despedida

Amigos, vayamos ahora a nuestras vidas y ocupaciones dispuestos a trabajar, para que el plan de Dios se lleve adelante y para que haya un solo rebaño que reconoce a un único Pastor. No nos olvidemos de sembrar la paz, la justicia, el amor y la fraternidad allí dondequiera que estemos, sabiendo que el Señor está siempre a nuestro lado.

Bendición final

Que nos acompañe la Bendición de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén

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