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viernes, 28 de agosto de 2009

Evangelio Misionero del Día: Sábado 29 de Agosto de 2009. XXI SEMANA DEL T.O.

Martirio de San Juan Bautista


Por CAMINO MISIONERO
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 17-29

En aquel tiempo:
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te es lícito tener a la mujer de tu hermano». Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. Su hija, también llamada Herodías, salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le aseguró bajo juramento: «Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino». Ella fue a preguntar a su madre: «¿Qué debo pedirle?» «La cabeza de Juan el Bautista», respondió ésta.
La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: «Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y ésta se la dio a su madre.
Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.


Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

Testigo de la verdad
Marcos 6,17-29
"Herodes veía que Juan era un hombre justo y santo"

Profeta de soledades, labio hiciste de tus iras
para fustigar mentiras y para gritar verdades.

Sacudiste el azote ante el poder soberbio;
y ante el Sol que nacía se apagó tu lucero.
Por fin, en un banquete y en el placer de un ebrio,
el vino de tu sangre santificó el desierto.
Himno de la Liturgia de las Horas.


Hoy recordamos el martirio de Juan Bautista, un hombre que no tuvo miedo de la verdad y murió por ella.

Si observamos bien este texto, tomado desde el versículo 14, se nos presenta en medio de un doble movimiento de loa apóstoles:

1. El envío (7-13)
2. Muerte de Juan Bautista (14-29)
3. El regreso (30 ss)

Jesús acaba de darles a los apóstoles una serie de indicaciones acerca de lo que deben hacer para que la acción evangelizadora que les confía sea eficaz. En el ambiente se percibe el entusiasmo con el cual ellos salen a realizar su misión; entusiasmo que será más intenso en el momento del regreso. Pienso que no es casual la ubicación de este pasaje dentro de este doble movimiento; es como si se nos quisiera decir que la mejor evangelización lleva en sí el testimonio de una vida limpia, capaz de entregarse por la verdad.

Toda la actividad anterior de Jesús (curaciones, predicación, resurrección de una niña, etc.) habían hecho que su fama se fortaleciera y su conocimiento en la región se extendiera. Con todo, este conocimiento no siempre coincidía con su verdadera identidad. Para algunos era Elías o algún otro profeta. Para otros, incluido el mismo Herodes, Jesús era el mismo Juan a quien él había mandado decapitar, pues aunque reconoció que era un "hombre santo y justo" (20), no pudo evadir la maldad de Herodías, la esposa de su hermano, con quien convivía ilícitamente; situación que había sido denunciada y reprochada por Juan.

En el relato se destacan, además de Juan, otros tres personajes en los cuales es bueno detenernos:

(1) Herodes: un rey débil, sobre quien pudo más el influjo negativo de Herodías, para encarcelar y dar muerte a Juan, que su "convencimiento" personal de que Juan era "un hombre santo y Justo" (20). Y como si fuera poco, el texto agrega que Herodes "lo protegía y aunque al oírlo se quedaba sin saber qué hacer, lo escuchaba de buena gana" (20).

(2) Herodías; la mujer para quien su único recurso contra Juan que continuamente reprochaba su conducta fue la venganza y la violencia. Ella no quedó tranquila hasta que no "vio llegar su oportunidad". (21)

(3) La hija de Herodías: quien manipulada por su madre fue la intermediaria del fatal desenlace.

Es en este contexto que resalta con nitidez y grandeza la figura de Juan, mártir de la verdad y del valor. Ni la cárcel ni la muerte hicieron que él hablara menos fuerte o cambiara de parecer. Fue valiente y claro desde el principio hasta el fin.

Entresaquemos del texto algunos rasgos de su personalidad:

- Juan fue un tipo frentero que dijo las cosas claramente, sin matizar ni minimizar la realidad del pecado. Nos lo muestra el texto: "Juan decía a Herodes: 'No te está permitido tener la mujer de tu hermano'" (18).

- Herodes mismo nos señala dos rasgos significativos de la personalidad de Juan: "Era un hombre justo y santo" (20). Justicia y santidad que no se inclinaron ni se callaron por conveniencia ni siquiera ante la autoridad real ni la amenaza de muerte.

- Se ve también que Juan era muy agradable al hablar pues "Herodes escuchaba a Juan de buena gana" (20). Decía las cosas abierta y directamente y poseía el don de hacerlas llegar directo al corazón de sus oyentes.

La figura de Juan que nos presenta la liturgia hoy nos estimule a todos a vivir como verdaderos discípulos de Jesús haciendo que la verdad brille cada vez más en nuestra sociedad golpeada por la mentira y el engaño.




Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

1. ¿Por qué Herodes le temía y buscaba proteger a Juan Bautista?

2. ¿Cuál es mi actitud ante la mentira y engaño que puedo encontrar en las personas con la cuales me relaciono?

3. ¿Qué puedo hacer concretamente para que en mi familia, en mi grupo o comunidad, la verdad sea defendida a toda costa, aún con la misma vida, como lo hizo Juan?

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