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viernes, 29 de octubre de 2010

¿JUSTICIA O VIDA ETERNA?



¿Cuál debe ser nuestra principal preocupación? ¿Establecer la justicia en el mundo o asegurarnos la vida eterna? Lucas nos habla de dos personajes ricos los dos: uno preocupado por la vida eterna, no quiso seguir a Jesús; el otro, que buscó con interés a Jesús, empezó a practicar la justicia al encontrarse con él Y a esa práctica Jesús la llamó «salvación».


EL RICO Y EL CAMELLO

Poco antes del evangelio de este domingo cuenta Lucas (18,18-29) el episodio de aquel hombre rico que se acercó a Jesús y le preguntó qué tenía que hacer para entrar en la vida eterna. Jesús le respondió recordándole los mandamientos que se referían al comportamiento con el prójimo, y puesto que los había cumplido todos desde su juventud el camino hacia la vida eterna estaba, pues, libre-, Jesús lo invitó a preocuparse de este mundo y de esta vida uniéndose a él; pero para ello tenía que cumplir una condición: «... vende todo lo que tienes y repártelo a los pobres, que tendrás en Dios tu riqueza, y anda, sígueme a mí» (Lc 18,22).

Aquel hombre era cumplidor de la ley, como correspondía a un dirigente del pueblo (Lucas dice que era un magistrado), pero no aceptó la invitación de Jesús: su interés se centraba en la otra vida) y Jesús lo invitaba a colaborar en la transforma ción de esta vida contribuyendo a la felicidad de todos los hombres. Pero él no necesitaba que nada cambiara «porque era riquísimo» (Lc 18,23).

Fue entonces cuando Jesús dijo que la riqueza era un obstáculo prácticamente insalvable para entrar en el reino de Dios: « ¡ Con qué dificultad entran en el reino de Dios los que tienen el dinero! Porque es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que no que entre un rico en el reino de Dios» (Lc 18,24-25).


ZAQUEO SE SALVO

Zaqueo no podía decir que había cumplido todos los mandamientos desde su juventud; como él mismo reconoce, era un ladrón, había extorsionado a la gente. Pero no debía de estar demasiado contento consigo mismo, a pesar de que era rico y tenía un cargo, «jefe de recaudadores», que le aseguraba que su riqueza no iba a dejar de crecer.

Su interés por conocer a Jesús parece que era sincero, porque en seguida empieza a dar los pasos necesarios para superar esos obstáculos. Lo primero que hace es salirse de en medio de la masa, quedándose solo ante su decisión. Co nocer a Jesús y, sobre todo, seguirlo, debe ser consecuencia de una opción realizada con plena responsabilidad: «Si uno quiere venirse conmigo...» (Lc 14,26), había dicho Jesús a las «grandes multitudes» que lo acompañaban camino de Jeru salén.

Para superar el problema de su estatura, Zaqueo se sube a un árbol. Pero Jesús le manda bajar: para ir con él nunca fue un problemas el ser pequeño; y se va a comer a casa de aquel ladrón, con gran escándalo de toda la gente: « ¡Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador!», decían.

Zaqueo, tras la experiencia de su encuentro con Jesús, se pone de pie y decide hacerse todavía más pequeño, renunciando a abusar de los demás, rompiendo con la injusticia y repar tiendo sus riquezas: «Zaqueo se puso en pie, y dirigiéndose al Señor, le dijo: La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres, y si a alguien he extorsionado dinero, se lo resti­tuiré cuatro veces».


Y ¿POR QUE AHORA NO?

Jesús, al ver la reacción de Zaqueo, declaró algo que sor prendería a muchas almas piadosas hoy día: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa». A lo que allí acaba de ocurrir Jesús lo llama «salvación». Una salvación ya presente, una salvación que se refiere a esta vida, una salvación que, a los ojos de los ricos de este mundo, es una ruina. Pero una salvación que, desde ese mismo instante, empezaba a ser compartida por los que habían sido empobrecidos por la injusticia que Zaqueo había practicado y de la que acababa de salvarse.

Parece que las cosas han cambiado. A nadie, con excep ción quizá de algunos extremistas radicales, le resulta incom patible la riqueza y el seguimiento de Jesús. Hoy parece que la más estricta ortodoxia se inclina a preocuparse preferente mente por la vida eterna. ¿Y ahora...? ¿Cómo es que hay ricos que dicen que son seguidores de Jesús sin dejar de ser ricos? ¿Cómo es que a nadie le extraña que los injustos se encuentren con Jesús en la eucaristía, por ejemplo, y sigan siendo injustos? Y si Jesús llamó salvación a la práctica del amor y de la justicia social, ¿por qué hoy, cuando se dice «salvación», se entiende siempre y solamente «vida eterna»?

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