Evangelio: Mateo 5,13-16
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo”
v. 13: Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
Sois la sal de la tierra.
¿Para qué servía la sal? Para conservar las carnes cuando no había frigoríficos y para dar gusto a la comida.
¿Cuánta sal es necesaria en una cocina familiar? ¿Cuántos cristianos auténticos se necesitan en la tierra, en la Humanidad?
Bastaría un puñadito de cristianos distribuidos por las cocinas humildes de la Sociedad humana; no son necesarios millones.
¿Con qué se la salará?
No hay sal que pueda salar a la sal aguachinada. No sirve para nada. Es una imagen muy fuerte que va dirigida a los cristianos donde se les avisa que no se des-virtúen (pierdan la fuerza) para que sean buenos misioneros de la Palabra proclamada y practicada.
Sería el caso típico del ministro de la Palabra, que caído de su misión, es despreciado de los hombres.
v. 14: Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.
Cristo es la luz verdadera que ilumina a todo hombre (Jn 1,9).
Tales deben ser los cristianos que proclaman el Evangelio. Su puesto en la Comunidad cristiana está entre los profetas que hablan la Palabra de Dios.
Son como una ciudad puesta en lo alto.
Hablando en el lado occidental del lago de Genesaret, bien podría Jesús señalar gráficamente a Hippos, al otro lado del Lago.
San Pablo usa una metáfora semejante:
Para que seáis irreprochables e inocentes, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación tortuosa y perversa, en medio de la cual brilláis como antorchas en el mundo (Flp 2,15).
v. 15: Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelabro, para que alumbre a todos los que están en la casa.
Veamos los elementos caseros que Jesús menciona:
1.- Lámpara: Una pequeña lámpara de cerámica que contenía aceite.
2.- Celemín: Un recipiente comunísimo en todas las casas, que servía para medir el trigo, tenía una capacidad para ocho kilos.
3.- Candelabro: De metal o de madera, fijado en un lugar adecuado para que la lámpara pudiera iluminar toda la habitación.
Todos le entendieron perfectamente. Los seguidores de Cristo tienen la vocación de iluminar los escondrijos oscuros de la vida y de la conducta humana. Tenemos que aceptar ser expuestos para podamos proclamar la Verdad del Evangelio.
v. 16: Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
¿Qué clase de luz debemos proyectar a nuestros hermanos los hombres y mujeres?¿Cómo tendría que ser la comunidad cristiana para ser como una ciudad en la cima de un monte y como una lámpara que ilumine?
¿Cómo tendría que ser o luchar para implantar los principios “cristianos” en nuestra sociedad?.
Deberíamos responder personal y grupalmente a estas preguntas que fluyen del hecho cristiano como aparece en esta perícopa.
Glorifiquen… El Creador creando manifiesta su Gloria. La criatura siendo y desarrollando lo que es, da gloria a Dios.
¿Cómo podemos glorificar al Padre? Comportándonos como cristianos hijos de tal Padre siendo una buena sal y luz.
Vean vuestras buenas obras. Para Jesús ser un buen seguidor suyo supone practicar las buenas obras para que todos los hombres puedan dar gloria a Dios. Traducido más en cristiano, nosotros como hijos de este Dios Abba tenemos que portarnos tan bien que nuestra conducta sea lúcida y así viendo esta práctica nuestra puedan glorificar al Padre celestial.
Luz del mundo. Delante de los hombres. Se rompe el marco estrecho del judaísmo; se nos pide actuar delante de toda la Humanidad para ser la Luz de este mundo humano.
Los que vivan las bienaventuranzas llevan una vida a contrapelo y puede resultar tan contracultural que incluso moleste por un exceso de la luz.
La persecución sería el peaje y la señal que se va por el Camino que es Cristo.
Señor Jesús, es tan bello pensar que tú estás muy interesado que demos gloria al Padre, tuyo y nuestro, portándonos como buenos seguidores tuyos, seamos sabrosa salud y agradable luz para todos los hombres y mujeres. Haz, Hermano Mayor, que seamos buena sal y luz clara. Amén
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo”
v. 13: Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
Sois la sal de la tierra.
¿Para qué servía la sal? Para conservar las carnes cuando no había frigoríficos y para dar gusto a la comida.
¿Cuánta sal es necesaria en una cocina familiar? ¿Cuántos cristianos auténticos se necesitan en la tierra, en la Humanidad?
Bastaría un puñadito de cristianos distribuidos por las cocinas humildes de la Sociedad humana; no son necesarios millones.
¿Con qué se la salará?
No hay sal que pueda salar a la sal aguachinada. No sirve para nada. Es una imagen muy fuerte que va dirigida a los cristianos donde se les avisa que no se des-virtúen (pierdan la fuerza) para que sean buenos misioneros de la Palabra proclamada y practicada.
Sería el caso típico del ministro de la Palabra, que caído de su misión, es despreciado de los hombres.
v. 14: Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.
Cristo es la luz verdadera que ilumina a todo hombre (Jn 1,9).
Tales deben ser los cristianos que proclaman el Evangelio. Su puesto en la Comunidad cristiana está entre los profetas que hablan la Palabra de Dios.
Son como una ciudad puesta en lo alto.
Hablando en el lado occidental del lago de Genesaret, bien podría Jesús señalar gráficamente a Hippos, al otro lado del Lago.
San Pablo usa una metáfora semejante:
Para que seáis irreprochables e inocentes, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación tortuosa y perversa, en medio de la cual brilláis como antorchas en el mundo (Flp 2,15).
v. 15: Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelabro, para que alumbre a todos los que están en la casa.
Veamos los elementos caseros que Jesús menciona:
1.- Lámpara: Una pequeña lámpara de cerámica que contenía aceite.
2.- Celemín: Un recipiente comunísimo en todas las casas, que servía para medir el trigo, tenía una capacidad para ocho kilos.
3.- Candelabro: De metal o de madera, fijado en un lugar adecuado para que la lámpara pudiera iluminar toda la habitación.
Todos le entendieron perfectamente. Los seguidores de Cristo tienen la vocación de iluminar los escondrijos oscuros de la vida y de la conducta humana. Tenemos que aceptar ser expuestos para podamos proclamar la Verdad del Evangelio.
v. 16: Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
¿Qué clase de luz debemos proyectar a nuestros hermanos los hombres y mujeres?¿Cómo tendría que ser la comunidad cristiana para ser como una ciudad en la cima de un monte y como una lámpara que ilumine?
¿Cómo tendría que ser o luchar para implantar los principios “cristianos” en nuestra sociedad?.
Deberíamos responder personal y grupalmente a estas preguntas que fluyen del hecho cristiano como aparece en esta perícopa.
Glorifiquen… El Creador creando manifiesta su Gloria. La criatura siendo y desarrollando lo que es, da gloria a Dios.
¿Cómo podemos glorificar al Padre? Comportándonos como cristianos hijos de tal Padre siendo una buena sal y luz.
Vean vuestras buenas obras. Para Jesús ser un buen seguidor suyo supone practicar las buenas obras para que todos los hombres puedan dar gloria a Dios. Traducido más en cristiano, nosotros como hijos de este Dios Abba tenemos que portarnos tan bien que nuestra conducta sea lúcida y así viendo esta práctica nuestra puedan glorificar al Padre celestial.
Luz del mundo. Delante de los hombres. Se rompe el marco estrecho del judaísmo; se nos pide actuar delante de toda la Humanidad para ser la Luz de este mundo humano.
Los que vivan las bienaventuranzas llevan una vida a contrapelo y puede resultar tan contracultural que incluso moleste por un exceso de la luz.
La persecución sería el peaje y la señal que se va por el Camino que es Cristo.
Señor Jesús, es tan bello pensar que tú estás muy interesado que demos gloria al Padre, tuyo y nuestro, portándonos como buenos seguidores tuyos, seamos sabrosa salud y agradable luz para todos los hombres y mujeres. Haz, Hermano Mayor, que seamos buena sal y luz clara. Amén
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