Por Jesús Bastante
Jesús visita a sus amigos Lázaro, Marta y María. Pocos días antes de morir, y sabiendo que va a ocurrir, el Maestro quiere sentir la cercanía de los amigos. No es baladí este pasaje del Evangelio. Pues los cristianos somos hermanos, y amigos, de Jesús y, en sus ojos, sus manos y sus sufrimientos, de todos los hombres. De ahí que nuestra responsabilidad sea mayor si cabe. Hoy es un buen día para agradecer la presencia de tantos amigos, de tantos hermanos, de tantas oraciones y silencios compartidos. De tantos abrazos.
En las buenas, y en las malas; en los días grises, junto al sol y cuando llueve. Incluso, en los momentos de soledad. Jesús morirá solo dentro de pocos días, pero antes se reunirá con sus amigos y les dará su cuerpo y su sangre, les lavará los pies y les recordará que cuando dos o más se reúnan en su nombre, allá estará Él. El amigo que nunca falla.
En las buenas, y en las malas; en los días grises, junto al sol y cuando llueve. Incluso, en los momentos de soledad. Jesús morirá solo dentro de pocos días, pero antes se reunirá con sus amigos y les dará su cuerpo y su sangre, les lavará los pies y les recordará que cuando dos o más se reúnan en su nombre, allá estará Él. El amigo que nunca falla.
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