Publicado por Fe Adulta
ANÁFORA
Realmente es nuestra obligación darte gracias, Padre Dios,
y de modo especial en esta solemnidad del Domingo de Ramos,
porque obra tuya es el universo entero y lo sigues sosteniendo,
porque somos fruto de tu amor y nos mantienes en la vida.
Es justo que te demos gracias porque eres un buen Dios,
que amparas y proteges a todos los seres humanos por igual,
sin reparar si somos más ricos o más pobres, más o menos cultos,
creyentes o no, más o menos cumplidores.
Para ti, sólo somos hijos tuyos, todos somos tus hijos. Gracias, Padre.
Queremos ahora unir nuestras voces a las de todo el género humano
y aclamarte, proclamar tu bondad infinita y bendecir tu nombre.
Santo, santo…
Queremos dedicar la semana que hoy comienza a recordar agradecidos
los últimos días de la vida de tu hijo Jesús, su pasión y su muerte.
Tenemos vivas todas las imágenes de sus sufrimientos
a lo largo de aquel primer vía crucis,
y de verdad que nos siguen doliendo en el alma.
Pero también queremos ser conscientes de que otros muchos hijos tuyos
están ahora sufriendo en sus carnes toda una pasión,
que se nos están muriendo de hambre y sed y toda suerte de violencias.
Cuando Jesús vio inminente su muerte, se despidió de sus amigos
y nos explicó en dos gestos y unas pocas palabras
que nuestra vida, como la suya, no puede tener otro sentido
que entregarla por amor a tantos hermanos que imploran nuestra ayuda.
Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Envía tu Espíritu en medio de nosotros,
para que caminemos por el sendero que Jesús nos enseñó.
En un mundo en crisis, donde la esperanza brilla por su ausencia,
queremos ser profetas de la esperanza, en el nombre de Jesús.
En un mundo triste, dónde predominan las malas noticias,
queremos ser portadores de consuelo y de buena nueva.
En un mundo que malvive en situaciones de opresión y miseria,
queremos estar del lado de los excomulgados de la vida.
Y denunciar formalmente, como Iglesia de Jesús,
las injusticias que sufren, por las que mueren,
tantos seres humanos, hermanos nuestros.
Te agradecemos, Señor, ahora todo lo bueno
que han hecho por nosotros nuestros familiares difuntos,
que ya sólo viven en ti.
Nos unimos en una sola comunidad a todos los creyentes, cristianos o no,
para prometerte que pondremos todo nuestro empeño
en hacer un mundo más justo y solidario.
AMÉN.
Rafael Calvo Beca
PRINCIPIO
Reunidos alrededor de esta mesa vamos a contemplar la Pasión de Jesús.
Te pedimos, Padre, que esta contemplación
aumente nuestra fe y nuestro amor
y nos anime cada vez más a comulgar con Él.
Por Jesús, tu hijo, nuestro Señor.
OFRENDA
Este pan y este vino es nuestra carne y nuestra sangre, nuestra vida entera.
En comunión con Jesús,
queremos que sea una ofrenda completa a nuestros hermanos.
Por Jesús, tu hijo, nuestro Señor.
DESPEDIDA
Gracias, Padre, porque en Jesús te podemos conocer.
Gracias por su valor y por su entrega.
Gracias porque en la eucaristía podemos comulgar con Él.
Te damos gracias, Padre, por Jesús, tu hijo, nuestro Señor.
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PREGÓN DE SEMANA SANTA
SE ACERCA LA PASCUA
Se acerca la Pascua,
tu Pascua,
tu Pascua de vida plena
y entregada
por quienes después de haber protestado
de todos los Egiptos y Babilonias
nos aferramos a lo que tenemos
y seguimos quejándonos
por el horizonte que se nos avecina.
Se acerca la Pascua,
tu Pascua,
tu Pascua llamada florida
y utópica,
porque despierta y embriaga
a los que caminan por la vida
con los sentidos y el corazón en vilo
y las entrañas enternecidas
por golpes, caídas y caricias.
Se acerca la Pascua,
tu Pascua,
con su muerte y vida
verdaderas;
y no quiero que me encuentre
con el corazón de piedra,
los ojos desviados o cerrados,
dormido o escondido en cualquier esquina,
justificando retrasos o ausencias.
Se acerca la Pascua,
tu Pascua.
Estás pasando por nuestra historia
y vida.
-----------------
DOMINGO DE RAMOS
Ni en coche,
porque no los había;
ni a caballo,
que es lo que se creía y quería;
ni en camello,
tan apto para mercancías y comercio;
ni en carroza,
que es sólo para sus señorías;
ni a pie,
porque no hubiera merecido reseña...
Fue en pollino prestado,
Para mostrar quién era
y para que lo recordara la historia.
Y la gente se concentró:
gritó, cantó, bailó,
sacó lo mejor de sí misma;
de eso se trataba y Dios así lo quería.
Alfombraron el camino
con sus mantos peregrinos;
cortaron palmas, flores,
y ramas de laurel y olivo;
aplaudieron con ganas
al que los había reunido;
sus gritos se oyeron en el cielo,
en el único templo del pueblo
y en los palacios de los señores dueños.
Y temblaron los cimientos de la tierra
mientras Dios reía.
Y tan mal les sentó
que el pueblo despertara de su sueño
e hiciera manifestación,
que decidieron matar,
en nombre de Dios, de la paz y del bienestar,
al hombre que traía la esperanza y la osadía
a los parias de toda la historia.
Desde entonces,
todos los años hay intentos y escaramuzas
al llegar la primavera
y terminarse la cuaresma,
o cuando los pueblos reciben una sacudida
o aparece un profeta
en el reverso de la historia.
Pero todavía ninguna procesión
ha logrado ser como aquella manifestación,
aunque se haga con palmas benditas
y cantando cantos de Iglesia.
¡Bendito seas, Jesús de Nazaret,
nuestro hermano y Mesías!
ANÁFORA
Realmente es nuestra obligación darte gracias, Padre Dios,
y de modo especial en esta solemnidad del Domingo de Ramos,
porque obra tuya es el universo entero y lo sigues sosteniendo,
porque somos fruto de tu amor y nos mantienes en la vida.
Es justo que te demos gracias porque eres un buen Dios,
que amparas y proteges a todos los seres humanos por igual,
sin reparar si somos más ricos o más pobres, más o menos cultos,
creyentes o no, más o menos cumplidores.
Para ti, sólo somos hijos tuyos, todos somos tus hijos. Gracias, Padre.
Queremos ahora unir nuestras voces a las de todo el género humano
y aclamarte, proclamar tu bondad infinita y bendecir tu nombre.
Santo, santo…
Queremos dedicar la semana que hoy comienza a recordar agradecidos
los últimos días de la vida de tu hijo Jesús, su pasión y su muerte.
Tenemos vivas todas las imágenes de sus sufrimientos
a lo largo de aquel primer vía crucis,
y de verdad que nos siguen doliendo en el alma.
Pero también queremos ser conscientes de que otros muchos hijos tuyos
están ahora sufriendo en sus carnes toda una pasión,
que se nos están muriendo de hambre y sed y toda suerte de violencias.
Cuando Jesús vio inminente su muerte, se despidió de sus amigos
y nos explicó en dos gestos y unas pocas palabras
que nuestra vida, como la suya, no puede tener otro sentido
que entregarla por amor a tantos hermanos que imploran nuestra ayuda.
Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Envía tu Espíritu en medio de nosotros,
para que caminemos por el sendero que Jesús nos enseñó.
En un mundo en crisis, donde la esperanza brilla por su ausencia,
queremos ser profetas de la esperanza, en el nombre de Jesús.
En un mundo triste, dónde predominan las malas noticias,
queremos ser portadores de consuelo y de buena nueva.
En un mundo que malvive en situaciones de opresión y miseria,
queremos estar del lado de los excomulgados de la vida.
Y denunciar formalmente, como Iglesia de Jesús,
las injusticias que sufren, por las que mueren,
tantos seres humanos, hermanos nuestros.
Te agradecemos, Señor, ahora todo lo bueno
que han hecho por nosotros nuestros familiares difuntos,
que ya sólo viven en ti.
Nos unimos en una sola comunidad a todos los creyentes, cristianos o no,
para prometerte que pondremos todo nuestro empeño
en hacer un mundo más justo y solidario.
AMÉN.
Rafael Calvo Beca
PRINCIPIO
Reunidos alrededor de esta mesa vamos a contemplar la Pasión de Jesús.
Te pedimos, Padre, que esta contemplación
aumente nuestra fe y nuestro amor
y nos anime cada vez más a comulgar con Él.
Por Jesús, tu hijo, nuestro Señor.
OFRENDA
Este pan y este vino es nuestra carne y nuestra sangre, nuestra vida entera.
En comunión con Jesús,
queremos que sea una ofrenda completa a nuestros hermanos.
Por Jesús, tu hijo, nuestro Señor.
DESPEDIDA
Gracias, Padre, porque en Jesús te podemos conocer.
Gracias por su valor y por su entrega.
Gracias porque en la eucaristía podemos comulgar con Él.
Te damos gracias, Padre, por Jesús, tu hijo, nuestro Señor.
José Enrique Galarreta
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PREGÓN DE SEMANA SANTA
SE ACERCA LA PASCUA
Se acerca la Pascua,
tu Pascua,
tu Pascua de vida plena
y entregada
por quienes después de haber protestado
de todos los Egiptos y Babilonias
nos aferramos a lo que tenemos
y seguimos quejándonos
por el horizonte que se nos avecina.
Se acerca la Pascua,
tu Pascua,
tu Pascua llamada florida
y utópica,
porque despierta y embriaga
a los que caminan por la vida
con los sentidos y el corazón en vilo
y las entrañas enternecidas
por golpes, caídas y caricias.
Se acerca la Pascua,
tu Pascua,
con su muerte y vida
verdaderas;
y no quiero que me encuentre
con el corazón de piedra,
los ojos desviados o cerrados,
dormido o escondido en cualquier esquina,
justificando retrasos o ausencias.
Se acerca la Pascua,
tu Pascua.
Estás pasando por nuestra historia
y vida.
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DOMINGO DE RAMOS
Ni en coche,
porque no los había;
ni a caballo,
que es lo que se creía y quería;
ni en camello,
tan apto para mercancías y comercio;
ni en carroza,
que es sólo para sus señorías;
ni a pie,
porque no hubiera merecido reseña...
Fue en pollino prestado,
Para mostrar quién era
y para que lo recordara la historia.
Y la gente se concentró:
gritó, cantó, bailó,
sacó lo mejor de sí misma;
de eso se trataba y Dios así lo quería.
Alfombraron el camino
con sus mantos peregrinos;
cortaron palmas, flores,
y ramas de laurel y olivo;
aplaudieron con ganas
al que los había reunido;
sus gritos se oyeron en el cielo,
en el único templo del pueblo
y en los palacios de los señores dueños.
Y temblaron los cimientos de la tierra
mientras Dios reía.
Y tan mal les sentó
que el pueblo despertara de su sueño
e hiciera manifestación,
que decidieron matar,
en nombre de Dios, de la paz y del bienestar,
al hombre que traía la esperanza y la osadía
a los parias de toda la historia.
Desde entonces,
todos los años hay intentos y escaramuzas
al llegar la primavera
y terminarse la cuaresma,
o cuando los pueblos reciben una sacudida
o aparece un profeta
en el reverso de la historia.
Pero todavía ninguna procesión
ha logrado ser como aquella manifestación,
aunque se haga con palmas benditas
y cantando cantos de Iglesia.
¡Bendito seas, Jesús de Nazaret,
nuestro hermano y Mesías!
Florentino Ulibarri
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