IV Domingo de Cuaresma (LC 15, 1-3.11-32): EL PADRE FRACASADO

Por José María Maruri SJ

1. - Al pie de la colina la casa de labor con olor a paja y oveja. Y ante ella, campos amarillos y rojos de trigo y amapolas. En el corazón del anciano padre, que sube todos los días a esta colina, hay una honda tragedia. No le ha sido posible formar una familia unida, sólo dos hijos. El menor se le marchó hace años por aquel camino pedregoso que él otea cada día. El mayor está en casa. Está. Eso es todo. El uno alejado de la casa, el otro alejado del corazón.

Jesús, acusado de comilón y borracho, por comer con mercaderes y defender a la adúltera. Un día, tal vez de sobremesa, quiso mostrar el Corazón del Buen Padre Dios hacia sus dos clases de hijos. Dos clases distintas, pero ambos hijos muy queridos.

2. - Y es el hijo menor, que, quiere realizarse, encontrar su identidad, y probar sus fuerzas. El padre no se opone. Tal vez, le da sus consejos. Y se queda triste por los peligros que esperan al hijo por su inexperiencia.

Y en efecto, ese hijo arrastrado por egoísmos propios y ajenos, llega a lo más bajo. No sólo no se realiza, sino que es considerado inferior a los cerdos. Y es entonces, cuando se da cuenta de que la única mano que se extiende hacia él es, sin duda, la de su Padre, que respetó su personalidad y le dio aquellos pocos consejos. Y se levanta, y, se pone en camino hacia el Padre.

“Los publícanos y las mujeres de mala vida están más cerca de los Cielos”.

3. - Nuestro Buen Padre Dios tiene otro hijo, otra clase de hijos:

**Los que nunca se han marchado, los que con cumplir nos contentamos.

**Los que pedimos por los pecadores sin incluirnos.

*Los que hacemos de la Iglesia el único reducto de los justos.

*Los que señalamos con el dedo y amenazamos con el castigo de Dios.

*Los que nos molestamos con la presencia de los manchados con el polvo de la lucha y el camino.

*Los que después de tantos años junto al Padre, no conocemos su buen corazón.

*Los que a fuerza de legalismos, nos quedamos sin hermanos: ¡Ese hijo tuyo!

*Los que nos negamos a participar en la alegría del Padre, porque si Él ha recobrado un hijo, nosotros hemos recobrado un hermano, que nunca debió dejar de serlo.

4. - Y ese mismo Padre que, conmovido en sus entrañas, bajó corriendo la colina en busca del hijo menor, que se marchó. Sale ahora a la puerta para tratar de convencer al que permaneció en la casa paterna, para que participe en la alegría de su Padre y de su hermano, porque la alegría del hogar nunca será completa si no está formado por dos hijos que se quieran como hermanos.

+ Y ¿nosotros?

+ ¿Nos dejaremos abrazar por el Padre que corre a nuestro encuentro?

* ¿Nos dejaremos convencer por ese Padre que quiere que vivamos como hermanos?