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miércoles, 16 de julio de 2008

XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: MISERICORDIA SIGNIFICA TIEMPO


1. Poderoso y Compasivo

1.1 Los textos de este domingo nos ayudan a compaginar dos atributos de Dios: es poderoso y es compasivo. Y es admirable que los dos se proclamen al tiempo de un solo y mismo Dios, porque nuestra experiencia suele ser que los que tienen mucho poder tienen poca misericordia, mientras que los muy comprensivos resultan inhábiles para alcanzar el mando.

1.2 Parece ser que la clave de la unión entre estas dos cualidades divinas es que ambas son infinitas. El que tiene un poder limitado tiene siempre el temor de perderlo o de que algo escape de su mano. El temor cierra el alma, y de ahí viene la dureza típica de lo que llamamos los "mandos medios." Cuando el único poder que una persona tiene es su estrecha oficina, la persona intenta que todo quepa en sus escasos metros cuadrados y por eso ve con temor que algo se le escape. Se vuelve intransigente e implacable.

1.3 Lo mismo vale si la persona tiene una compasión limitada. ¿Qué es una compasión limitada? Es la capacidad de perdonar "algunas cosas" pero no todas. Es evidente que una persona así tendrá también un poder escaso, pues basta con ofenderlo más allá de su límite para ponerlo fuera de casillas, es decir, para ponerlo fuera de sí, o sea, fuera del control de sí mismo. En tal evento la persona ofendida ya no tiene poder ni siquiera sobre sus propios pensamientos o acciones.

1.4 Dios, en cambio, es ilimitado, es infinito, tanto en su poder como en su compasión. Ambas coexisten precisamente porque son infinitas. Lo dice hermosamente la primera lectura del libro de la Sabiduría: "Tu poder es el fundamento de tu justicia, y por ser el Señor de todos, eres misericordioso con todos... Con todo esto has enseñado a tu pueblo que el justo debe ser humano, y has llenado a tus hijos de una dulce esperanza, ya que al pecador le das tiempo para que se arrepienta."
2. El Grande ayuda al Pequeño

2.1 Podemos reconocer una idea semejante en la segunda lectura de este domingo. También aquí aparece el poder, en este caso el poder del Espíritu Santo, junto con la misericordia que este Espíritu tiene, abajándose a nuestra naturaleza y moldeándola y transformándola hasta hacerle capaz de modular una oración.

2.2 Es Dios quien inspira las oraciones que Dios mismo va a escuchar. Parece un absurdo o sólo un juego. No lo es. El domingo pasado reflexionábamos sobre cómo la Palabra nos bendice con la Palabra que anuncia la gracia, y entonces nosotros, una vez bendecidos aprendemos a bendecir al Dios que nos ha dado esa gracia. Nuestra gratitud nace de la gracia y nuestra bendición de la bendición recibida. Hoy vemos el mismo ciclo, el mismo misterio, pero referido al Espíritu Santo, que enviado por el Padre, nos toca y nos levanta, nos hace espirituales y celestiales, de modo que nuestra oración sea concorde con su fuente y con su término, que es Dios mismo.
3. Misericordia significa Tiempo

3.1 En el evangelio de hoy, la misma idea resuena en otra tesitura. Todos necesitamos compasión. Ahora bien la compasión quiere hacer de nosotros personas distintas y nuevas, seres distintos de lo que somos. Y como por otra parte estamos dotados de libertad, alcanzar ese nuevo ser requiere de tiempo, lo mismo que una planta enferma que necesita nutrirse para dar sus frutos. Por eso la compasión toma el rostro de "tiempo."

3.2 Si nosotros necesitamos de tiempo, y si además podemos contar con ese tiempo, es porque la misericordia de Dios se vuelve paciencia. El Dios compasivo es siempre el Dios paciente, el Dios que da tiempo. Pero nuestro tiempo en esta tierra es limitado y por eso hay también un límite al tiempo de espera por nuestra conversión.

3.3 De nuevo digámoslo: el infinito es Dios y no nosotros. Nuestro tiempo se acaba, y desde ese ángulo hay que decir que nuestra capacidad de recibir la misericordia en forma de tiempo se acaba. Por eso la Biblia afirma las dos cosas: que Dios es paciente pero que esa paciencia se termina en algún punto y llega le momento del juicio. No es que Dios se termine ni que sea finito; los finitos somos nosotros, y porque somos finitos tenemos que apreciar el tiempo que se nos da y apresurarnos en responder al amor con amor.

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