Isaías 56 , 1. 6 -7. Dice el Señor: "Guardad el derecho; mi salvación está para llegar; os voy a traer a mi monte santo…". Para vivir la Alianza hay que amar a Dios y a las personas, practicar la justicia”. El Señor que un día nos dio vida, lo sigue haciendo de modo generoso.
Salmo 66, 2 – 3. 5 – 8. El autor del salmo agradece al Señor sus maravillas, motivando la gratitud de quienes son conscientes de los continuos dones del Altísimo. Agradecimiento que ha de transformarnos a la vez, en el servicio a Dios y a los prójimos.
Romanos 11, 15 – 15. 29 – 32. 8, 26 – 27. Con frecuencia tendemos a ignorar a quien no piensa como nosotros, o viene de otro lugar. Pablo vio que en algunas comunidades se despreciaba a las personas, y por eso les dice que Dios actúa en los que quiere y como Él quiere, sin tener en cuenta las etiquetas que ponemos a los demás
San Mateo 15, 21 – 28. Una mujer extranjera es capaz de dar un título de grandeza a Jesús, reconociendo su poder: Hijo de David. Le pide una y otra vez la curación de su hija. El texto destaca la fe auténtica y firme de aquella mujer. Una fe que vence toda división y segregación.
REFLEXIÓN
Dialéctica frustrada
Antiguamente, Canaán conformaba una gran provincia dependiente de Egipto, que comprendía El Líbano, Siria y el actual territorio de Israel.
Su idioma estaba emparentado estrechamente con el hebreo y sus costumbres agrícolas eran las mismas de los judíos. Pero en cuestión religiosa los cananeos mantenían enormes diferencias frente a los israelitas. Por lo cual los profetas insistían en apartar al pueblo de todo contagio con ellos.
Una vez Jesús se retiró al país de Tiro y de Sidón. Buscando descansar de la multitud que le seguía, transpuso la frontera del norte, llegando al territorio de Fenicia, cuyas ciudades más nombradas eran entonces Tiro y Sidón.
Una mujer no judía le sale al encuentro rogándole por su hija. San Marcos la nombra como sirofenicia, de acuerdo con el marco geográfico. San Mateo la llama cananea, por sus raíces étnicas.
Esta madre implora al Señor, porque su niña tiene un “demonio muy malo”. Quizás un mal espíritu o una enfermedad nerviosa desconocida entonces. Al comienzo el Señor no le hace caso a la mujer. Pero los discípulos, molestos por su alboroto, interceden por ella. Jesús replica: “No he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de Israel”. Más tarde el Maestro abrió su programa de salvación a todos los pueblos de la tierra.
Pero la mujer alcanza a Jesús y se postra delante, volviendo a rogarle. Entonces el Señor le responde de una manera, que si no estuvo dulcificada por el tono de la voz y una mirada amable, aparece demasiado áspera: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”.
Aquí empieza a fracasar la dialéctica de Jesús. Tiene delante una fe de mujer. Una fe de madre afligida, la cual presenta un argumento irrebatible. Acepta la comparación de los hijos y los perros, algo muy enraizado en la mentalidad judía. Todos los extranjeros eran tan despreciables estos animales. Pero le devuelve el argumento: “También los perros – algunas traducciones suavizan el texto con un diminutivo- se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”.
Jesús se reconoce perdedor. Quizás levantando a la mujer allí postrada, le dice amablemente: “Grande es tu fe, que se cumpla lo que deseas”. Y añade el evangelista: “En aquel momento quedó curada la hija”. Una bonita condición para orar – consoladora además - es sentirnos pequeños delante del Señor.
¿Qué clase de fe tenía aquella madre? ¿En Yahvé, de quien poco había oído?. ¿En Moloc, Baal, Astarté, los dioses cananeos? Sin embargo Jesús avala su actitud: “Grade es tu fe”. Cuando fracasa lo visible, esta mujer acude a lo desconocido.
¿En qué creen aquellos que no creen?’ Es el tema de muchos ensayos actuales, donde sus autores pretenden descifrar qué ocurre en lo interior del hombre, que agitado por tantas fuerzas contrarias, no identifica todavía un ser superior y bondadoso.
Podríamos preguntarnos: ¿Qué existirá más allá de mi corazón y mi cerebro? En otras palabras: ¿Dentro de mi estructura total, tan sublime - y rastrera a la vez - aflora algún punto que se conecte con Alguien superior? ¿Hacia algún más allá?
Otros posibles temas para la homilía:
• Resaltar las actitudes de aquella mujer sirofenicia, durante su encuentro con Jesús.
• Revisar nuestra vida de cara a Jesús y en especial nuestra oración de petición.
• Enfatizar en los dos elementos esenciales de la fe cristiana: Abandono y confianza.
• Reflexionar en la universalidad de la salvación. San Pablo nos señala que nadie puede ostentar privilegios para salvarse. Dios es para todos los que quieran entrar en obediencia de fe.
• Llevar a los fieles a pensar que Dios presenta un espacio de salvación a todos cuantos practican la justicia. A todos los hombres de buena voluntad.
*ASTERISCO
Más allá de las fronteras
Toda la tarea del Señor transcurrió dentro de las fronteras de Palestina. Además, él mismo había advertido a los discípulos, antes de aquella correría experimental, que no debían pisar territorio de gentiles o de samaritanos.
Sin embargo, toda regla tiene excepción. Una de ellas: Cuando el Maestro sana la hija de una mujer cananea, en la región de Tiro y Sidón, hoy territorio del Líbano.
Este relato lo traen san Mateo y san Marcos. Extraña un poco no encontrarlo en san Lucas, sobre todo tratándose de un gesto de notable misericordia, muy de acuerdo con el contenido del tercer evangelista Los biblistas nos dicen: Tal vez no lo encontró en sus fuentes.
La razón de esta gira por territorio extranjero pudo ser aquel descanso fracasado, que cuentan los evangelistas unas páginas antes. Jesús buscaba un lugar solitario, donde pudiera estar a solas con los suyos.
Pero esta mujer, de algún modo, había oído hablar de Jesús. No tenía ella ningún derecho ante el Señor, ni por raza, ni por tierra, ni por religión. Pero tenía fe y esto fue suficiente. Además nuestros derechos se resumen en el amor que Dios nos tiene a todos.
Salmo 66, 2 – 3. 5 – 8. El autor del salmo agradece al Señor sus maravillas, motivando la gratitud de quienes son conscientes de los continuos dones del Altísimo. Agradecimiento que ha de transformarnos a la vez, en el servicio a Dios y a los prójimos.
Romanos 11, 15 – 15. 29 – 32. 8, 26 – 27. Con frecuencia tendemos a ignorar a quien no piensa como nosotros, o viene de otro lugar. Pablo vio que en algunas comunidades se despreciaba a las personas, y por eso les dice que Dios actúa en los que quiere y como Él quiere, sin tener en cuenta las etiquetas que ponemos a los demás
San Mateo 15, 21 – 28. Una mujer extranjera es capaz de dar un título de grandeza a Jesús, reconociendo su poder: Hijo de David. Le pide una y otra vez la curación de su hija. El texto destaca la fe auténtica y firme de aquella mujer. Una fe que vence toda división y segregación.
REFLEXIÓN
Dialéctica frustrada
Antiguamente, Canaán conformaba una gran provincia dependiente de Egipto, que comprendía El Líbano, Siria y el actual territorio de Israel.
Su idioma estaba emparentado estrechamente con el hebreo y sus costumbres agrícolas eran las mismas de los judíos. Pero en cuestión religiosa los cananeos mantenían enormes diferencias frente a los israelitas. Por lo cual los profetas insistían en apartar al pueblo de todo contagio con ellos.
Una vez Jesús se retiró al país de Tiro y de Sidón. Buscando descansar de la multitud que le seguía, transpuso la frontera del norte, llegando al territorio de Fenicia, cuyas ciudades más nombradas eran entonces Tiro y Sidón.
Una mujer no judía le sale al encuentro rogándole por su hija. San Marcos la nombra como sirofenicia, de acuerdo con el marco geográfico. San Mateo la llama cananea, por sus raíces étnicas.
Esta madre implora al Señor, porque su niña tiene un “demonio muy malo”. Quizás un mal espíritu o una enfermedad nerviosa desconocida entonces. Al comienzo el Señor no le hace caso a la mujer. Pero los discípulos, molestos por su alboroto, interceden por ella. Jesús replica: “No he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de Israel”. Más tarde el Maestro abrió su programa de salvación a todos los pueblos de la tierra.
Pero la mujer alcanza a Jesús y se postra delante, volviendo a rogarle. Entonces el Señor le responde de una manera, que si no estuvo dulcificada por el tono de la voz y una mirada amable, aparece demasiado áspera: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”.
Aquí empieza a fracasar la dialéctica de Jesús. Tiene delante una fe de mujer. Una fe de madre afligida, la cual presenta un argumento irrebatible. Acepta la comparación de los hijos y los perros, algo muy enraizado en la mentalidad judía. Todos los extranjeros eran tan despreciables estos animales. Pero le devuelve el argumento: “También los perros – algunas traducciones suavizan el texto con un diminutivo- se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”.
Jesús se reconoce perdedor. Quizás levantando a la mujer allí postrada, le dice amablemente: “Grande es tu fe, que se cumpla lo que deseas”. Y añade el evangelista: “En aquel momento quedó curada la hija”. Una bonita condición para orar – consoladora además - es sentirnos pequeños delante del Señor.
¿Qué clase de fe tenía aquella madre? ¿En Yahvé, de quien poco había oído?. ¿En Moloc, Baal, Astarté, los dioses cananeos? Sin embargo Jesús avala su actitud: “Grade es tu fe”. Cuando fracasa lo visible, esta mujer acude a lo desconocido.
¿En qué creen aquellos que no creen?’ Es el tema de muchos ensayos actuales, donde sus autores pretenden descifrar qué ocurre en lo interior del hombre, que agitado por tantas fuerzas contrarias, no identifica todavía un ser superior y bondadoso.
Podríamos preguntarnos: ¿Qué existirá más allá de mi corazón y mi cerebro? En otras palabras: ¿Dentro de mi estructura total, tan sublime - y rastrera a la vez - aflora algún punto que se conecte con Alguien superior? ¿Hacia algún más allá?
CALIDOSCOPIO
Otros posibles temas para la homilía:
• Resaltar las actitudes de aquella mujer sirofenicia, durante su encuentro con Jesús.
• Revisar nuestra vida de cara a Jesús y en especial nuestra oración de petición.
• Enfatizar en los dos elementos esenciales de la fe cristiana: Abandono y confianza.
• Reflexionar en la universalidad de la salvación. San Pablo nos señala que nadie puede ostentar privilegios para salvarse. Dios es para todos los que quieran entrar en obediencia de fe.
• Llevar a los fieles a pensar que Dios presenta un espacio de salvación a todos cuantos practican la justicia. A todos los hombres de buena voluntad.
*ASTERISCO
Más allá de las fronteras
Toda la tarea del Señor transcurrió dentro de las fronteras de Palestina. Además, él mismo había advertido a los discípulos, antes de aquella correría experimental, que no debían pisar territorio de gentiles o de samaritanos.
Sin embargo, toda regla tiene excepción. Una de ellas: Cuando el Maestro sana la hija de una mujer cananea, en la región de Tiro y Sidón, hoy territorio del Líbano.
Este relato lo traen san Mateo y san Marcos. Extraña un poco no encontrarlo en san Lucas, sobre todo tratándose de un gesto de notable misericordia, muy de acuerdo con el contenido del tercer evangelista Los biblistas nos dicen: Tal vez no lo encontró en sus fuentes.
La razón de esta gira por territorio extranjero pudo ser aquel descanso fracasado, que cuentan los evangelistas unas páginas antes. Jesús buscaba un lugar solitario, donde pudiera estar a solas con los suyos.
Pero esta mujer, de algún modo, había oído hablar de Jesús. No tenía ella ningún derecho ante el Señor, ni por raza, ni por tierra, ni por religión. Pero tenía fe y esto fue suficiente. Además nuestros derechos se resumen en el amor que Dios nos tiene a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario