Una vez más estamos invitados a contemplar cuánto la sabiduría de Dios es desconcertante. Ya los profetas del Antiguo Testamento hicieron esa experiencia. Jeremías se queja de ello en la primera lectura: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir…¡Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí!”
Y el Evangelio de hoy nos muestra cómo el apóstol Pedro hace la misma experiencia a su vez. Como todos los apóstoles se ha dejado seducir por Cristo. Descubre en él al Mesías, al Salvador que el pueblo judío está esperando… Pero todos se imaginan un Mesías según su “sabiduría humana”: esperan un Mesías triunfante de todos los obstáculos. ¡Cómo, entonces, aceptar el anuncio de Jesús: que tendría que padecer mucho de la parte de los ancianos, sacerdotes y escribanos! ¡Más, tendrá que aceptar la muerte! Eso es demasiado, francamente
demasiado. “¡No lo permita Dios!” se exclama Pedro, “¡eso no puede pasarte”!
Y desde hace dos mil años, los discípulos de Jesús han de aceptar que su fe los lleva fatalmente a no ser siempre comprendidos, a rehusar los “medios de la sabiduría humana” (dictadura del dinero, utilización de la violencia, querer tener éxito por encima de todo, rechazo de una verdadera fraternidad etc.).
Más, desde hace dos mil años, unos cristianos deben aceptar, si es necesario, hasta la persecución para testimoniar del único y verdadero amor.
En verdad, seguir los pasos de Cristo es aceptar el llevar la cruz, es aceptar de “perder” la vida… para “salvarla”.
Y el Evangelio de hoy nos muestra cómo el apóstol Pedro hace la misma experiencia a su vez. Como todos los apóstoles se ha dejado seducir por Cristo. Descubre en él al Mesías, al Salvador que el pueblo judío está esperando… Pero todos se imaginan un Mesías según su “sabiduría humana”: esperan un Mesías triunfante de todos los obstáculos. ¡Cómo, entonces, aceptar el anuncio de Jesús: que tendría que padecer mucho de la parte de los ancianos, sacerdotes y escribanos! ¡Más, tendrá que aceptar la muerte! Eso es demasiado, francamente
demasiado. “¡No lo permita Dios!” se exclama Pedro, “¡eso no puede pasarte”!
Y desde hace dos mil años, los discípulos de Jesús han de aceptar que su fe los lleva fatalmente a no ser siempre comprendidos, a rehusar los “medios de la sabiduría humana” (dictadura del dinero, utilización de la violencia, querer tener éxito por encima de todo, rechazo de una verdadera fraternidad etc.).
Más, desde hace dos mil años, unos cristianos deben aceptar, si es necesario, hasta la persecución para testimoniar del único y verdadero amor.
En verdad, seguir los pasos de Cristo es aceptar el llevar la cruz, es aceptar de “perder” la vida… para “salvarla”.
Oración :¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero?
Cuántas veces, Jesús, a lo largo del Evangelio,
dices y repites lo que hoy comentas:
tu muerte y resurrección -misterio-
y nuestra cruz, que tanto cuesta de entender.
y cómo nos conviene que nos lo recuerdes,
ya que siempre es de actualidad, rabiosa o apagada.
Sufrir mucho en la ciudad,
y de parte de los gobernantes.
Ser cristiano en el mundo
y querer actuar en consecuencia.
Ser incomprendido, tal vez perseguido, por los de fuera
y escandalizado por los de dentro, por los tuyos,
con mentalidad de "tiempos mesiánicos”.
¡Son tan atractivos los honores y el poder!
Envíanos tu Espíritu
para que nos inspire a pensar como Dios,
o de lo contrario no te podremos seguir.
Naturalmente, nadie desea ser crucificado,
pero tú no llevas por el camino de calvario.
Para vivir como tú, es obligado morir.
Lo es, incluso para salvar la propia vida.
Cuántas veces, Jesús, a lo largo del Evangelio,
dices y repites lo que hoy comentas:
tu muerte y resurrección -misterio-
y nuestra cruz, que tanto cuesta de entender.
y cómo nos conviene que nos lo recuerdes,
ya que siempre es de actualidad, rabiosa o apagada.
Sufrir mucho en la ciudad,
y de parte de los gobernantes.
Ser cristiano en el mundo
y querer actuar en consecuencia.
Ser incomprendido, tal vez perseguido, por los de fuera
y escandalizado por los de dentro, por los tuyos,
con mentalidad de "tiempos mesiánicos”.
¡Son tan atractivos los honores y el poder!
Envíanos tu Espíritu
para que nos inspire a pensar como Dios,
o de lo contrario no te podremos seguir.
Naturalmente, nadie desea ser crucificado,
pero tú no llevas por el camino de calvario.
Para vivir como tú, es obligado morir.
Lo es, incluso para salvar la propia vida.
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