Por José María Maruri, SJ
1.- Nos ha tocado el Gordo de la Lotería, de la Lotería del Niño, de este Niño. No hay botellas de champán que salpican y ensucian, pero hay alegría de ángeles que sin piernas dan saltos de alegría, y sin brazos se dan grandes abrazos y otros con la barbilla apoyada en el pesebre no dan crédito a sus ojos y allá dentro de su corazón de espuma nos tienes envidia a los hombres
Ya lo dice su canto: “paz a los hombres que ama el Señor, que tanto ama el Señor”, tanto que se hace hombre y no se hace ángel.
Nos ha tocado la lotería de ser hombres y la lotería de tener un Dios que es hombre como nosotros. Y este es el gran descubrimiento de la Navidad, nos muestra lo que es Dios de verdad y lo que somos los hombres de verdad.
2.- Esa carita coloradita de niño recién nacido nos muestra que Dios antes que ser poder absoluto, ciencia absoluta, ser absoluto es amor absoluto. En Navidad nace en Belén el Dios enamorado y muere en cualquier rincón el Dios de los filósofos.
Navidad nos muestra que la grandeza de Dios no está en haber creado al universo entero, sino en haberse puesto en los brazos del hombre olvidándose de sus grandezas eternas e infinitas.
--En Belén, nos dice San Pablo, se nos ha aparecido la benignidad de Dios y su amor a los hombres, amor desatinado, loco, sin fundamento, porque ¿qué podía Dios encontrar en el gusano-hombre para hacerse uno de ellos?
¿Podemos entender que la inmensidad del mar sea absorbida por ese hombrecillo que pasea por la playa? ¿Puede el inmenso mar hacerse uno con ese ser que lanzado al mar sin orillas apenas se le puede distinguir desde el helicóptero que busca salvarle? Pues es una pálida comparación, porque el mar tiene límites y Dios no.
Podemos creer o no que Dios se ha hecho hombre, ero si lo creemos no podemos hacerlo sin una sensación de vértigo, de perder la cabeza, de total incomprensión, de admiración.
Esto es lo que nos enseña la Navidad que Dios se ha vuelto loco de amor por el hombre.
3.-Y nos ha tocado la lotería de ser hombres, no por nuestros conocimientos científicos o técnicos ni filosóficos, sino porque la Navidad nos ha demostrado que el hombre tiene capacidad para recibir a Dios y hacerse uno con El.
--En Belén, de repente, nos damos cuenta de que en el hombre cabe Dios, este ser nuestro que creíamos pequeño y miserable se estira hasta llegar a la medida de Dios.
--En Belén ha nacido una nueva humanidad, la de nuestra lotería del Niño, que hace al hombre tan rico que se puede codear con Dios.
Ya lo dice su canto: “paz a los hombres que ama el Señor, que tanto ama el Señor”, tanto que se hace hombre y no se hace ángel.
Nos ha tocado la lotería de ser hombres y la lotería de tener un Dios que es hombre como nosotros. Y este es el gran descubrimiento de la Navidad, nos muestra lo que es Dios de verdad y lo que somos los hombres de verdad.
2.- Esa carita coloradita de niño recién nacido nos muestra que Dios antes que ser poder absoluto, ciencia absoluta, ser absoluto es amor absoluto. En Navidad nace en Belén el Dios enamorado y muere en cualquier rincón el Dios de los filósofos.
Navidad nos muestra que la grandeza de Dios no está en haber creado al universo entero, sino en haberse puesto en los brazos del hombre olvidándose de sus grandezas eternas e infinitas.
--En Belén, nos dice San Pablo, se nos ha aparecido la benignidad de Dios y su amor a los hombres, amor desatinado, loco, sin fundamento, porque ¿qué podía Dios encontrar en el gusano-hombre para hacerse uno de ellos?
¿Podemos entender que la inmensidad del mar sea absorbida por ese hombrecillo que pasea por la playa? ¿Puede el inmenso mar hacerse uno con ese ser que lanzado al mar sin orillas apenas se le puede distinguir desde el helicóptero que busca salvarle? Pues es una pálida comparación, porque el mar tiene límites y Dios no.
Podemos creer o no que Dios se ha hecho hombre, ero si lo creemos no podemos hacerlo sin una sensación de vértigo, de perder la cabeza, de total incomprensión, de admiración.
Esto es lo que nos enseña la Navidad que Dios se ha vuelto loco de amor por el hombre.
3.-Y nos ha tocado la lotería de ser hombres, no por nuestros conocimientos científicos o técnicos ni filosóficos, sino porque la Navidad nos ha demostrado que el hombre tiene capacidad para recibir a Dios y hacerse uno con El.
--En Belén, de repente, nos damos cuenta de que en el hombre cabe Dios, este ser nuestro que creíamos pequeño y miserable se estira hasta llegar a la medida de Dios.
--En Belén ha nacido una nueva humanidad, la de nuestra lotería del Niño, que hace al hombre tan rico que se puede codear con Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario