Por Casiano Floristán - Luís Maldonado
Publicado por Fe Adulta
Es digno y justo, Padre, que te alabemos
y que te manifestemos, en este tiempo de esperanza,
nuestro agradecimiento y nuestro gozo.
Nos alegramos, Señor, y te damos gracias
como ya hizo María , que se sintió llena de alegría y agradecimiento,
al saber que iba a ser madre de Jesús.
En sus entrañas lo alimentó y preparó su nacimiento a este mundo.
Hoy también nuestra comunidad sigue en expectación,
gestando el alumbramiento de una nueva tierra
y una nueva humanidad.
Nuestras esperanzas se reavivan en estas fechas de adviento
y al contemplar ilusionados este mañana que nos aguarda,
prorrumpimos en un himno de alabanza,
en un canto a tu mayor gloria.
Santo, santo…
Queremos también recordar y agradecer desde aquí
la entrega y el esfuerzo de todas aquellas personas
que han sabido engendrar nuevas ideas
y han dado a luz proyectos de vida,
que han servido a la humanidad
para seguir avanzando en la construcción de un mundo mejor.
En todas estas obras estabas tú, guiando y animando sus empeños.
Especialmente te agradecemos el mensaje luminoso de Jesús,
que sumado a su buen hacer,
constituye nuestra guía y modelo de vida.
El Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Después de recordar cómo entregó Jesús su vida por todos nosotros
te pedimos, Padre, que envíes tu espíritu,
para que su fuerza cubra nuestra Iglesia
y renueve nuestro cristianismo.
Extiende tu bendición sobre todo tu pueblo
y cuantos tienen responsabilidades en nuestras comunidades.
Acuérdate también de nuestros difuntos.
A Ti, Padre de los cielos, que estás en todos nosotros,
te damos las gracias por Jesús y con él te alabamos ahora y siempre.
AMÉN.
Publicado por Fe Adulta
Es digno y justo, Padre, que te alabemos
y que te manifestemos, en este tiempo de esperanza,
nuestro agradecimiento y nuestro gozo.
Nos alegramos, Señor, y te damos gracias
como ya hizo María , que se sintió llena de alegría y agradecimiento,
al saber que iba a ser madre de Jesús.
En sus entrañas lo alimentó y preparó su nacimiento a este mundo.
Hoy también nuestra comunidad sigue en expectación,
gestando el alumbramiento de una nueva tierra
y una nueva humanidad.
Nuestras esperanzas se reavivan en estas fechas de adviento
y al contemplar ilusionados este mañana que nos aguarda,
prorrumpimos en un himno de alabanza,
en un canto a tu mayor gloria.
Santo, santo…
Queremos también recordar y agradecer desde aquí
la entrega y el esfuerzo de todas aquellas personas
que han sabido engendrar nuevas ideas
y han dado a luz proyectos de vida,
que han servido a la humanidad
para seguir avanzando en la construcción de un mundo mejor.
En todas estas obras estabas tú, guiando y animando sus empeños.
Especialmente te agradecemos el mensaje luminoso de Jesús,
que sumado a su buen hacer,
constituye nuestra guía y modelo de vida.
El Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Después de recordar cómo entregó Jesús su vida por todos nosotros
te pedimos, Padre, que envíes tu espíritu,
para que su fuerza cubra nuestra Iglesia
y renueve nuestro cristianismo.
Extiende tu bendición sobre todo tu pueblo
y cuantos tienen responsabilidades en nuestras comunidades.
Acuérdate también de nuestros difuntos.
A Ti, Padre de los cielos, que estás en todos nosotros,
te damos las gracias por Jesús y con él te alabamos ahora y siempre.
AMÉN.
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