El presente artículo nos muestra una interesante y útil reflexión, desde la experiencia del P. Juan Carlos Bussenius S.J.y su equipo de la Parroquia Jesús Obrero, sobre el desafío que conlleva el acompañamiento de las personas que han perdido a un ser querido.
Este es un tema que pone en el tapete un desafío pastoral de gran importancia, muchas veces descuidado, y no exento de desafíos que requierende una respuesta a la altura de la importancia que tiene; frente al cual el presente artículo nos entrega importantes pistas.
“Antes que venga, yo puedo adelantarme y ganarle el "quien vive" a la muerte. Puedo decirle: "no me puedes robar la vida, simplemente porque yo puedo regalarla antes de tu visita" (P. Esteban Gumucio).
En la Parroquia Jesús Obrero tenemos desde hace unos años un acompañamiento humano y litúrgico a las personas que solicitan la capilla velatoria o piden un responso en alguna casa. Es una “oferta” de oración organizada con participación laical. La idea es que a los deudos los acoge y los acompaña la “comunidad”, no solamente el sacerdote y el personal administrativo. Procuramos tener rostros de acogida concretos.
Influye naturalmente, el poco tiempo del personal consagrado que no permite a veces “acompañamientos más cualificados”. Sin embargo, no se trata de que los ministros consagrados ya no estén presentes sino de hacerlo en conjunto con los laicos y a veces a delegando con prudencia pastoral.
La Pastoral de la Esperanza es un grupo de personas que acompañan a los deudos (con tino y delicadeza) en las distintas actividades litúrgicas mientras velan a su difunto en la parroquia o casa. Ellos mismos hacen las oraciones con un guión participativo y que ayuda a contener el momento de la muerte.
Tenemos grandes desafíos eso sí que surgen de esta experiencia:
1. Formar más a las personas que participan en esta pastoral ya que el momento y el tema es complejo. Es una formación especializada y con sentido litúrgico. Se trata de tener delicadeza, afecto y claridad con esta misión.
2. Mejorar la disponibilidad y el horario de los laic@s que participan en esta pastoral ya que es un servicio generoso y permanente, que sucede obviamente a cualquier hora.
3. Optimizar el “tono” de la presencia de esta pastoral en la línea de la resurrección y de la esperanza. Así, vemos la importancia de crear “signos de resurrección” en los diversos momentos (cantos, símbolos, imágenes, volantes, etc.). Que exista un tono “pascual” en todo.
4. Presentar la participación laical a los deudos de los difuntos como algo positivo, que no sea sólo clerical. Casi nunca hemos tenido alguna dificultad, los deudos “aceptan” la presencia litúrgica de los laicos.
5. Integrarlos prudentemente en “todos los momentos” en que los deudos traen el difunto a la parroquia. Además del acompañamiento en el cementerio.
6. Incorporar a los ministros extraordinarios de la eucaristía a esta pastoral ya que algunos de ellos han acompañado previamente al distribuir la comunión al enfermo.
7. Ofrecer presencias posteriores a los familiares de los deudos (discernidas), ya sean visitas o acompañamiento en las misas posteriores en que se encomiendan a los difuntos.
8. Ayudar en la preparación de sacramentales y en las eucaristías del día 02 de noviembre, en la conmemoración de todos los fieles difuntos.
Teniendo en cuenta estos desafíos, sin duda, que agradecemos al Señor por esta pastoral en la parroquia. Acompañar a personas que sufren por la muerte de un ser querido nos ayuda a sentirnos solidarios en el dolor y a crecer en la fe.
Este es un tema que pone en el tapete un desafío pastoral de gran importancia, muchas veces descuidado, y no exento de desafíos que requierende una respuesta a la altura de la importancia que tiene; frente al cual el presente artículo nos entrega importantes pistas.
“Antes que venga, yo puedo adelantarme y ganarle el "quien vive" a la muerte. Puedo decirle: "no me puedes robar la vida, simplemente porque yo puedo regalarla antes de tu visita" (P. Esteban Gumucio).
En la Parroquia Jesús Obrero tenemos desde hace unos años un acompañamiento humano y litúrgico a las personas que solicitan la capilla velatoria o piden un responso en alguna casa. Es una “oferta” de oración organizada con participación laical. La idea es que a los deudos los acoge y los acompaña la “comunidad”, no solamente el sacerdote y el personal administrativo. Procuramos tener rostros de acogida concretos.
Influye naturalmente, el poco tiempo del personal consagrado que no permite a veces “acompañamientos más cualificados”. Sin embargo, no se trata de que los ministros consagrados ya no estén presentes sino de hacerlo en conjunto con los laicos y a veces a delegando con prudencia pastoral.
La Pastoral de la Esperanza es un grupo de personas que acompañan a los deudos (con tino y delicadeza) en las distintas actividades litúrgicas mientras velan a su difunto en la parroquia o casa. Ellos mismos hacen las oraciones con un guión participativo y que ayuda a contener el momento de la muerte.
Tenemos grandes desafíos eso sí que surgen de esta experiencia:
1. Formar más a las personas que participan en esta pastoral ya que el momento y el tema es complejo. Es una formación especializada y con sentido litúrgico. Se trata de tener delicadeza, afecto y claridad con esta misión.
2. Mejorar la disponibilidad y el horario de los laic@s que participan en esta pastoral ya que es un servicio generoso y permanente, que sucede obviamente a cualquier hora.
3. Optimizar el “tono” de la presencia de esta pastoral en la línea de la resurrección y de la esperanza. Así, vemos la importancia de crear “signos de resurrección” en los diversos momentos (cantos, símbolos, imágenes, volantes, etc.). Que exista un tono “pascual” en todo.
4. Presentar la participación laical a los deudos de los difuntos como algo positivo, que no sea sólo clerical. Casi nunca hemos tenido alguna dificultad, los deudos “aceptan” la presencia litúrgica de los laicos.
5. Integrarlos prudentemente en “todos los momentos” en que los deudos traen el difunto a la parroquia. Además del acompañamiento en el cementerio.
6. Incorporar a los ministros extraordinarios de la eucaristía a esta pastoral ya que algunos de ellos han acompañado previamente al distribuir la comunión al enfermo.
7. Ofrecer presencias posteriores a los familiares de los deudos (discernidas), ya sean visitas o acompañamiento en las misas posteriores en que se encomiendan a los difuntos.
8. Ayudar en la preparación de sacramentales y en las eucaristías del día 02 de noviembre, en la conmemoración de todos los fieles difuntos.
Teniendo en cuenta estos desafíos, sin duda, que agradecemos al Señor por esta pastoral en la parroquia. Acompañar a personas que sufren por la muerte de un ser querido nos ayuda a sentirnos solidarios en el dolor y a crecer en la fe.
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