NO DEJES DE VISITAR
GIF animations generator gifup.com www.misionerosencamino.blogspot.com
El Blog donde encontrarás abundante material de formación, dinámicas, catequesis, charlas, videos, música y variados recursos litúrgicos y pastorales para la actividad de los grupos misioneros.
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

viernes, 17 de abril de 2009

II Domingo de Pascua - Ciclo B (Jn 20,19-31): Dichosos los que crean sin haber visto

Publicado por Dominicos.org

Introducción

Dice san Juan que “estos signos se han escrito para que creáis en Jesús como Mesías, Hijo de Dios, y creyendo tengáis vida en su nombre”. Los primeros discípulos recogieron suficientes signos para que recibamos el anuncio de salvación, que el Verbo de Dios trae a la humanidad. Es fácil encontrar personas ansiosas por descubrir nuevos milagros que ofrezcan garantías para creer en el Señor Jesús, y que den mayor fuerza a su testimonio.

Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo, para salvar al mundo; la mayor prueba del amor es la reconciliación, el perdón de las ofensas. Son aspectos prácticos de entender, aunque no sean tan fáciles de verificar. He aquí el esquema:

1. El anuncio de salvación de parte de Dios culmina con la Encarnación.
2. Por la fe creemos en Jesús, el Cristo, muerto y resucitado por cada uno de nosotros.
3. Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo resume toda la Ley y los profetas.
4. Cumplir los mandamientos es la consecuencia personal de nuestro amor a Dios.
5. El perdón por las ofensas recibido y ofrecido al prójimo es la señal de veracidad.


Comentario bíblico

* Iª Lectura: Hechos (4,23-35): La Resurrección crea comunión de vida

I.1. La primera lectura está tomada de Hechos 4,23-35 que es uno de los famosos sumarios, es decir, una síntesis muy intencionada de la vida de la comunidad que el autor de los Hechos, Lucas, ofrece de vez en cuando en los primeros capítulos de su narración (ver también Hch 2,42-47;5,12-16). ¿Qué pretende? Ofrecer un ideal de la vida de la comunidad primitiva para proponerlo a su comunidad (quizá en Corinto, quizá en Éfeso) como modelo de la verdadera Iglesia de Jesucristo que nace de la Resurrección y del Espíritu.

1.2. Tener una sola alma y un sólo corazón, compartir todas las cosas para que no hubiera pobres en la comunidad es, sin duda, el reto de la Iglesia. ¿Es el idealismo de la comunidad de bienes? Algunos así lo han visto. Pero debemos considerar que se trata, más bien, de un desafío impresionante y, posiblemente, una crítica para el mal uso y el abuso de la propiedad privada que tanto se defiende en nuestro mundo como signo de libertad. Es una lección que se debe sacar como praxis de lo que significa para nuestro mundo la resurrección de Jesús. Eso, además, es lo que libera a los apóstoles para dedicarse a proclamar la Palabra de Dios como anuncio de Jesucristo resucitado.

1.3. En este sumario, el testimonio de los apóstoles sobre la resurrección está, justamente, en el centro del texto, como cortando la pequeña narración de la comunidad de bienes y de la comunión en el pensamiento y en el alma. Eso significa que la resurrección era lo que impulsaba esos valores fundamentales de la identidad de la comunidad cristiana primitiva.

* IIª Lectura: 1ª Carta de San Juan (5,1-6): El amor vence al mundo

II.1. En la segunda lectura se plantea el tema de la fe como fuerza para cumplir los mandamientos y como impulso para vencer al mundo, es decir, su ignominia. Creer que Jesús es el Cristo no es algo que se pueda «saber» por aprendizaje, de memoria o por inteligencia. El autor nos está hablando de la fe como experiencia, y por ello, el creer es dejarse guiar por Jesucristo, que ha resucitado; dejarse llevar hacia un modo nuevo de vida, distinta de la que ofrece el mundo. Por eso se subraya el cumplir los mandamientos de Jesús.

II.2. Pero se ha de tener muy en cuenta que no se trata de una propuesta simplemente moralizante que se resuelve en los mandamientos. ¿Por qué? Porque el mandamiento principal del Jesús joánico es el amor; el amor, como Él nos ha amado. Esta es la victoria de la resurrección y la forma de poner de manifiesto de una vez por todas que la muerte es transformada en vida verdadera. El amor, pues, no es solamente el mandamiento principal del cristianismo, sino el corazón mismo que mueve las relaciones entre Dios y los hombres y entre los hombres entre sí.

* IIIª Lectura (Jn 20,19-31): ¡Señor mío! La resurrección se cree, no se prueba

III.1. El texto es muy sencillo, tiene dos partes (vv. 19-23 y vv. 26-27) unidas por la explicación de los vv. 24-25 sobre la ausencia de Tomás. Las dos partes inician con la misma indicación sobre los discípulos reunidos y en ambas Jesús se presenta con el saludo de la paz (vv. 19.26). Las apariciones, pues, son un encuentro nuevo de Jesús resucitado que no podemos entender como una vuelta a esta vida. Los signos de las puertas cerradas por miedo a los judíos y cómo Jesús las atraviesa, "dan que pensar", como dice Ricoeur, en todo un mundo de oposición entre Jesús y los suyos, entre la religión judía y la nueva religión de la vida por parte de Dios. La “verdad” del texto que se nos propone, no es una verdad objetivable, empírica o física, como muchas veces se propone en una hermenéutica apologética de la realidad de la resurrección. Vivimos en un mundo cultural distinto, y aunque la fe es la misma, la interpretación debe proponerse con más creatividad.

III.2. El "soplo" sobre los discípulos recuerda acciones bíblicas que nos hablan de la nueva creación, de la vida nueva, por medio del Espíritu. Se ha pensado en Gn 2,7 o en Ez 37. El espíritu del Señor Resucitado inicia un mundo nuevo, y con el envío de los discípulos a la misión se inaugura un nuevo Israel que cree en Cristo y testimonia la verdad de la resurrección. El Israel viejo, al que temen los discípulos, está fuera de donde se reúnen los discípulos (si bien éstos tienen las puertas cerradas). Será el Espíritu del resucitado el que rompa esas barreras y abra esas puertas para la misión. En Juan, "Pentecostés" es una consecuencia inmediata de la resurrección del Señor. Esto, teológicamente, es muy coherente y determinante.

III.3. La figura de Tomás es solamente una actitud de "anti-resurrección"; nos quiere presentar las dificultades a que nuestra fe está expuesta; es como quien quiere probar la realidad de la resurrección como si se tratara de una vuelta a esta vida. Tomás, uno de los Doce, debe enfrentarse con el misterio de la resurrección de Jesús desde sus seguridades humanas y desde su soledad, porque no estaba con los discípulos en aquel momento en que Jesús, después de la resurrección, se les hizo presente, para mostrarse como el Viviente. Este es un dato que no es nada secundario a la hora de poder comprender el sentido de lo que se nos quiere poner de manifiesto en esta escena: la fe, vivida desde el personalismo, está expuesta a mayores dificultades. Desde ahí no hay camino alguno para ver que Dios resucita y salva.

III.4. Tomás no se fía de la palabra de sus hermanos; quiere creer desde él mismo, desde sus posibilidades, desde su misma debilidad. En definitiva, se está exponiendo a un camino arduo. Pero Dios no va a fallar ahora tampoco. Jesucristo, el resucitado, va a «mostrarse» (es una forma de hablar que encierra mucha simbología; concretamente podemos hablar de la simbología del "encuentro") como Tomás quiere, como muchos queremos que Dios se nos muestre. Pero así no se "encontrará" con el Señor. Esa no es forma de "ver" nada, ni entender nada, ni creer nada.

III.5. Tomás, pues, debe comenzar de nuevo: no podrá tocar con sus manos las heridas de las manos del Resucitado, de sus pies y de su costado, porque éste, no es una *imagen+, sino la realidad pura de quien tiene la vida verdadera. Y es ante esa experiencia de una vida distinta, pero verdadera, cuando Tomás se siente llamado a creer como sus hermanos, como todos los hombres. Diciendo «Señor mío y Dios mío», es aceptar que la fe deja de ser puro personalismo para ser comunión que se enraíce en la confianza comunitaria, y experimentar que el Dios de Jesús es un Dios de vida y no de muerte.

Fray Miguel de Burgos Núñez



Pautas para la homilía

* Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo unigénito.

El amor de Dios a toda la creación, y al hombre en especial -hecho a su imagen y semejanza- se manifiesta en el misterio de la encarnación; no quiere condenar al mundo sino que los hombres se salven por Jesucristo.

La salvación personal quedará vinculada a aceptar que existe Dios y que es Amor. Creer que hay un solo Dios, Señor, dador de vida, que ama al mundo de tal manera que le envía al propio Hijo para que el mundo se salve por Él. Aceptar estas verdades es camino de salvación.

Vio el sepulcro vacío y creyó en la resurrección, dice san Juan; vio y creyó. Los sumos sacerdotes, al enterarse, buscaron el modo de negarla. Al apóstol Tomás le hablaron del Señor resucitado e insistió en que no lo creería si no lo veía; consiguió ver y creer. A nosotros nos recuerda el evangelio que otros muchos signos hizo Jesús, para que creamos que es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengamos vida en su nombre.

* Amar a Dios es el primer mandamiento; y al prójimo como a ti mismo.

Conocemos bien el resumen de la Ley y los profetas que hizo Jesús; hoy san Juan nos insta a cumplir los mandamientos como santo y seña de que amamos a Dios y al prójimo. Por la fe creemos, y el amor nos salva. El anuncio de la salvación lleva consigo el perdón de Dios a la humanidad, a cada uno de los hombres; perdón iniciado por la vida y muerte de Jesús en la cruz. Nosotros lo asumimos cada día personalmente en la práctica del amor y de la reconciliación fraterna.

* La práctica de los mandamientos hoy.

Las primitivas comunidades cristianas daban ejemplo de su identidad en la forma de amarse unos a otros. El ideal nunca alcanzado nos avisa de que al final de la vida nos examinarán del amor, en el ejercicio práctico de las obras de misericordia, y en la servicialidad que hayamos desarrollado en nuestra trayectoria personal.

Es fácil hallar subterfugios para relativizar el amor que perdona, no encontrar las diferencias entre el olvido y el perdón, o dejar que otros respondan en nombre de las instituciones o sociedad. Nada más lejos de la conciencia bien formada y generosa.

* Mandato misionero: Como el Padre me envió, así os envío yo.

El Papa Juan Pablo II quiso que el segundo domingo de Pascua se llamase del Amor Misericordioso, para resaltar las entrañas de misericordia con las que Jesús se acerca a la humanidad, antes y después de su muerte; tal advocación hacia la persona de Jesús ha cobrado fuerza en los últimos decenios.

Dios envió a su Hijo al mundo no para condenarlo sino para que el mundo se salve por Él; Jesús manifiesta ese amor con el perdón de los pecados ofrecido con su vida, muerte y resurrección. Desde las primeras apariciones, Jesús resucitado ensambla el mandato misionero de llevar la Buena Noticia de la salvación al mundo entero con el perdón y la reconciliación, como expresión del perdón cristiano y del amor fraterno. En esto os conocerán, en que os amáis unos a otros como yo os he amado.

* El perdón en todas sus expresiones, signo de madurez cristiana.

Siendo conscientes de las dificultades que encierra el perdón, hemos de descubrir la grandeza de ánimo que implica salvar las distancias que se producen en la vida diaria, tanto a nivel de esposos, como en familia, pequeñas comunidades o grandes esferas sociales.

Los niños han de ser educados en la generosidad y cercanía a los demás, para que superen su egocentrismo y afanes de dominio. Los adultos requieren trabajar asiduamente en la propia estima desde la auténtica humildad y veracidad; unos y otros necesitamos de la fuerza de Dios para crecer en el amor que se alegra con el bien ajeno en la vida diaria.


Fray Manuel González de la Fuente

No hay comentarios: