Las lecturas de este domingo son una reclamación incisiva a llevar el Evangelio a la vida, a un compromiso coherente con la Palabra que escuchamos, de otro modo, nuestra Eucaristía, la de hoy mismo, será puro fariseísmo. Esta reclamación se manifiesta como una cuestión de honestidad, para desenmascarar la hipocresía y la falsedad que pueden afectar a nuestra vida cristiana.
Para el Evangelio el compromiso es un asunto de sinceridad, de verdad, de honestidad. Ser personas sinceras y honestas para con Dios, para con los demás, para una misma… es quizá la primera dimensión del compromiso cristiano. Implica una adhesión fuerte con la verdad, que es el ámbito de Dios. Fuera de la verdad sólo existe la mentira, que es el ámbito del no-Dios.
El error farisaico, por el contrario, es un empeño de engañar a Dios, a los demás e incluso a una misma. Confunde los deseos con la realidad, las palabras con los hechos, las oraciones con la conducta. Por eso Jesús denuncia con tanta fuerza la hipocresía farisaica. Todas nuestras palabras, razonamientos, oraciones y liturgias quedan enfrentadas al dictamen de las obras. Son éstas las que expresan la verdad o la falsedad que hay en nuestras palabras. Los hechos dejan al descubierto la distancia que existe entre los deseos y la realidad.
La invitación de la Palabra hoy, por tanto, es una invitación clara a rechazar la hipocresía y apostar con honestidad por el compromiso, un compromiso que consiste básicamente en hacer la voluntad de Dios. Sin embargo, hacer la voluntad de Dios, con frecuencia se interpreta como una dura carga, como una pesada obligación. Vista así, esa tarea es una mala noticia, nada tiene que ver con el “evangelio”, con la buena noticia de Jesús. Pero el sentido último de este ideal evangélico es bien distinto.
Bien entendido, cabría decir que hay que hacer la voluntad de Dios, no por causa de Dios, sino por causa nuestra. La voluntad de Dios sobre las personas no es un capricho o una arbitrariedad. Poco gana o pierde Dios con nuestros compromisos, con nuestras obras, con nuestra obediencia, con que hagamos o no su voluntad… Todo esto no le hace ni más Dios ni menos.
Dios mira más para sus criaturas que para sí mismo. Su causa es la causa de su creación y especialmente la causa de la humanidad. La voluntad de Dios, la gloria de Dios, es que la mujer y el hombre vivan y vivan en abundancia. Toda la revelación no es más que eso, una manifestación de lo que Dios quiere que seamos, de lo que estamos llamadas y llamados a ser.
Por consiguiente, la persona que hace la voluntad de Dios camina hacia su plena realización. La que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica es una persona auténtica, sabia y coherente, pues emprende el camino de la plena humanización, que es el camino de la vida para sí y para los demás. Por eso, el verdadero culto invita a pasar de las palabras a las obras, de las razones al compromiso.
Nuestra fe en el Dios de Jesús desencadena unas prácticas conformes con esa fe. En ellas se hace verdadera la vida cristiana. El compromiso cristiano no es una obligación impuesta desde fuera. Es una exigencia que nace desde dentro de la experiencia cristiana y nos grita a ser personas honestas. El propio Jesús así lo vivió y nos lo enseñó. Su compromiso fue una exigencia nacida en su interior, a impulsos de la fe y del Espíritu.
Desde esta Palabra que nos engendra podemos afirmar que vale la pena seguir un proyecto de vida conforme al Evangelio de Jesús. Vale la pena tomarse en serio la propuesta de vida que Jesús hace. Vale la pena dejarse afectar por la ternura de Dios y vivir conforme a las exigencias del Reino y su justicia. Y no porque esas exigencias le convengan a Dios, sino porque le convienen al ser humano. Nos va la Vida en ello.
MARICARMEN MARTÍN
carmen@dabar.net
DIOS HABLA
DEUTERONOMIO 4,1-2.6-8
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; así cumpliréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblo que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: “Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio inteligente”. Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?»
SANTIAGO 1, 17 18.21b 22.27
Mis queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la Palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas. Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.
MARCOS 7, l 8.14 15.21 23
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jaras y ollas.) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?» Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me da está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres». Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
El pasado domingo leímos en Josué c.24 la conclusión de la Alianza, con la renovación de la misma por parte de Josué y de su pueblo. El texto de hoy nos presenta a Moisés anunciando a este mismo pueblo (a sus padres) la promulgación de la Ley-Alianza, como camino de alcanzar la tierra, la que Josué conquistará finalmente. Bien puede hablarse de una inclusión o de lo intuitivo de algunos autores al incluir a Josué como libro a añadir al Pentateuco (‘Hexateuco’). Y entre las dos escenas el texto de la Ley y los hechos salvíficos que confirman la fidelidad de Dios y la intermitente fidelidad o desobediencia del pueblo.
Vivida esta Ley con fidelidad es principio de sabiduría (v6). El Eclesiástico llega a identificar sabiduría con ley: ‘El principio de la Sabiduría es la Ley del Señor; y los que temen al Señor no desobedecen sus palabras”(11,11). Y aquí se dice lo mismo: “Ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia” y los pueblos que conocen nuestros mandamientos dicen: ’¡Qué pueblo tan sabio!
Toda esta Ley la presenta hoy Moisés como una serie de ‘leyes y decretos’. La primera palabra es hûq significa un texto legal público, un principio de ley obligada como son las que hoy contienen nuestros Códigos civiles. Pero estas leyes han de concretarse y descender a su aplicación con la multitud de casos y personas que exigen una acomodación a los hechos, las circunstancias que los rodean o la persona que las quebranta según su propia situación. En la actualidad eso se logra con decretos, disposiciones y reglamentos. Y mejor aún con las sentencias de los jueces, considerados intérpretes autorizados de las leyes en su aplicación. Eso serían los ‘decretos’ del texto de hoy, mispatîm de spt=juzgar.
Pero en la historia la segunda y necesaria parte se ha prestado a toda clase de abusos y aplicaciones interesadas (Cuentan que Romanotes, jefe de Gobierno de la nación decía a los diputados: “Vosotros haced las leyes, que yo redactaré el reglamento”). Algo semejante ocurrió a lo largo de los siglos en el Pueblo de Dios.
La Ley fue para ellos principio de sabiduría y camino de fidelidad al Señor. Su aplicación sin embargo se volvió tan confusa e interesada que ya nadie sabía distinguir lo esencial de lo secundario, las leyes de las personas. Los mandatos de los decretos.. Tanto que Jesús, fiel cumplidor de la ley ‘hasta la última tilde o acento de la ley’ se ve obligado a denunciar lo que sólo es ‘tradición de los hombres’.
TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net
SEGUNDA LECTURA
La llamada Carta de Santiago es un conjunto de exhortaciones, si se quiere un tanto desordenadas, escritas probablemente por un cristiano de origen judeo-helenístico culto. No necesariamente ha de pensarse que sea alguno de los “Santiagos” conocidos en el NT, dada la frecuencia del nombre entre los judíos.
Predominan los puntos prácticos y las cuestiones teológicas aparecen más bien de pasada, como fundamento de las recomendaciones morales.
La idea general de todo el escrito es que una fe auténtica lleva consigo una vida coherente con ella. Es una concepción muy comprensible desde un análisis real del ser humano, que no sólo es mente o interioridad, sino actividad y praxis externa. La vida humana no es sólo interior, sino tiene un componente externo esencial. Este aspecto era percibido fuertemente en el antiguo judaísmo y es una de las herencias, al menos en parte, del cristianismo. De ahí que el autor hace al comienzo de su escrito un llamamiento a que quienes han aceptado la Palabra de Dios la vivan y luego va sacando diversas consecuencias.
En esta carta no es tan claro que el término “la Palabra” se refiera directamente a Jesucristo, como ocurre en el Cuarto Evangelio. De hecho llama la atención la falta de referencias explícitas a Cristo, pero hay reminiscencias de las palabras del Señor.
En todo caso la Palabra proviene de Dios, del Padre de las luces, y nos ilumina y transforma, cuando la acogemos realmente , llevándonos a la salvación y haciéndonos creaturas de Dios.
Puesto este fundamento, es lógico que se viva en la práctica con un amor y preocupación por los más débiles.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
EVANGELIO
Texto. Retomamos el evangelio de Marcos. En los versículos inmediatamente anteriores al texto de hoy encontramos la situación habitual desde le comienzo mismo de la actividad de Jesús: gente agolpándose con sus enfermos en torno a Jesús. (6,53-56).
El texto recoge otra situación que también nos resulta familiar desde el cap.2: presencia de los fariseos y sus letrados de Jerusalén, cuestionando unas veces, desaprobando otras el comportamiento de Jesús y de los suyos. ¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores? Manos impuras, es decir, sin pureza ritual, indebidamente preparadas; no se trata de higiene sin más.
El largo paréntesis explicativo de los vs.3-4 es claramente indicador de que Marcos escribe su evangelio para lectores desconocedores de los usos y costumbres judíos. Usos y costumbres englobados bajo la denominación tradición de los mayores, tradición de la que Jesús dice que debe ser pasada por el tamiz del mandamiento de Dios.
En respuesta a los fariseos y sus letrados Jesús les echa en cara el no tener en cuenta el mandamiento de Dios en su práctica de la tradición de los mayores.
En la parte final del texto se produce un hecho novedoso en lo que llevamos de evangelio de Marcos. No es la gente la que busca a Jesús, sino que es Jesús el que convoca a la gente. Y lo hace de forma solemne: Escuchadme todos y entended.
Un término confiere unidad a esta parte final con todo lo anterior: hacer impuro. En la primera parte se ha hablado de impureza; en esta segunda también. Pero la perspectiva es radicalmente distinta en ambas partes. En la primera se ha hablado de la impureza que viene de fuera; en esta segunda se habla de la impureza que viene de dentro. La primera impureza era ritual; la segunda es moral. Sin menospreciar la primera, es a la impureza moral a la que hay que prestar de verdad atención.
Comentario. Va abriéndose paso poco a poco en el evangelio de Marcos una perspectiva humana y, por tanto, universal, superando una perspectiva judía y, por tanto, particular. El Reino de Dios, que ya ha llegado, va adquiriendo un perfil cada vez menos restringido.
De ahí que en el texto de hoy termine por prevalecer y por ser más importante la problemática moral, radicalmente humana, frente a la problemática ritual judía.
Bien entendido, sin embargo, que el texto no va contra la tradición de los mayores, sino contra una práctica de esa tradición que no tenga en cuenta a Dios como referente crítico. Un nuevo rasgo de universalidad, puesto que Dios no lo es sólo de los judíos sino de todos los hombres.
Es precisamente el tener a Dios como referente (por consiguiente, la perspectiva religiosa) lo que posibilita la introducción de una sana dosis de sentido común en el intrincado, pero necesario, mundo de la tradición. El texto no anatematiza la tradición sino la práctica hipócrita de la misma.
Pero lo que el texto de verdad realza es la problemática moral, haciendo del corazón, es decir, de la conciencia libre, la fuente de la vida moral, de la vida realmente humana.
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
NOTAS PARA LA HOMILIA
FIN DEL VERANO
Al terminar el verano puede venirnos bien una reflexión que ponga fin, también, a algunas confusiones que, con frecuencia, aparecen en la mentalidad común de los cristianos.
El mes de agosto y el mes de septiembre son generosos en fiestas populares que nos ponen en conexión con las antiguas formas de vida de nuestros antepasados, fundamentalmente agricultores y, por lo tanto, sujetos a los ritmos del tiempo que marcaba la naturaleza, el clima y su actividad económica. Por eso, celebraban sus fiestas al terminar el ciclo de la recolección.
Hemos estado unos años debatiendo sobre la conveniencia o no de cambiar las fechas de las fiestas patronales para facilitar la asistencia de quienes viven en otros ritmos y ciclos, ya no agrícolas sino urbanos, con vacaciones regidas más por los escolares o, como este año, por la crisis.
Los debates son acalorados por los sentimientos tan profundos, afectivamente, que afloran. La tradición del pueblo, la identidad manifestada en el folclore, la conexión afectiva con la antigua familia, la dificultad de asistir hoy por los horarios laborales y escolares, la conveniencia de facilitar la asistencia de todos. Para unos es algo intocable. Para otros es perfectamente adaptable. Para unos es la esencia. Para otros la esencia es el encuentro y la convivencia.
Esto mismo está en el centro del debate que hoy nos muestran las lecturas. Para un creyente que no quiere inventarse él mismo su religión sino asumir la forma de relación con Dios y con la vida que le muestra una comunidad, que ha contrastado su religiosidad a lo largo de muchos siglos y ha tenido guías como los profetas y renovaciones como la que le imprimió Jesús al dar origen a nuestra iglesia, que ha tenido que pasar por muchos momentos muy diferentes, surgen interrogantes.
Todo el proceso de adaptación histórica ha creado formas nuevas pero inventadas para ser más fieles al fondo esencial. Eso que la primera lectura nos resume en “los mandatos que yo os mando cumplir. Así viviréis”. De forma que la religión bíblica tiene un núcleo profundo y fundante: Unir a Dios con la vida humana para que la vida sea más humana, mejor.
INICIO DE OTRA MENTALIDAD
Ese fondo que marca el criterio de la relación con Dios tiene, luego, infinidad de adaptaciones a los diferentes momentos, necesidades y problemas de la vida que exigen creatividad e imaginación para hacer posible la adaptación. Han surgido costumbres, normas, tradiciones culturales, expresiones religiosas, ritos, devociones. Todo un sinfín de manifestaciones. Pero todas ellas secundarias, subordinadas al fondo que da sentido, que es el criterio, que constituye lo válido, lo perenne, lo eterno. Que Dios quiere aquello que los seres humanos necesitamos para hacer posible la vida.
Si les damos más importancia a estas cuestiones secundarias que al fondo de la experiencia religiosa bíblica original, estamos desvirtuando y devaluando su sentido.
Tanto los profetas, como los libros del Pentateuco, como Jesús, son claros y tajantes. No añadáis nada. No confundáis entre lo profundo e importante y lo superficial y secundario.
Todo lo que puede ayudar a descubrir y vivir sincera y profundamente la relación con Dios y con los seres humanos es bueno por la función que ejerce de ayuda. Pero cuidado, lo que en un momento puede ser una ayuda puede convertirse en una dificultad o en una carga inútil y contraproducente.
Nuestra tradición es la que mantiene la fidelidad al sentido bíblico de unir inseparablemente a Dios con la vida humana y los problemas, descubriendo en ella la acción siempre liberadora y colaboradora de Dios. Las otras tradiciones tienen este criterio para medir su importancia y su supervivencia.
Lo realmente importante es la sinceridad de un corazón sensibilizado por los demás desde la experiencia de un Dios que, como Padre, está pendiente de todos, echa una mano a todos y a todos nos pide que colaboremos en hacer posible una vida mejor y más digna para todos sus hijos.
Una religiosidad sincera y profunda es la que no olvida esta conexión y va haciendo un corazón siempre más nuevo, más humano, más sensible, más compasivo y solidario. Las formas ya saldrán con criterios de comunidad y con espontaneidad.
Lo que debe importarnos no es cómo dice la misa este cura o cuantas horas de ayuno he de guardar antes de comulgar o cómo rezar la novena de S. Antonio o lo que se ha hecho siempre en mi parroquia.
Lo importante es sentirnos invitados por el Dios que Jesús nos ha anunciado como Padre-Madre de todos a trabajar por hacer posible la vida soñada y prometida que se va construyendo en el paso a paso del desierto, es decir, de la vida diaria y rutinaria, en la que es muy importante no perder la perspectiva general del viaje, o lo que le da sentido, horizonte y esperanza.
JOSE ALEGRE ARAGÜES
pepe@dabar.net
PARA LA ORACION
Dios a quien llamamos Padre por tradición de esta comunidad que somos los cristianos. Haz que esa expresión tan repetida desde que Jesús nos la comunicara, no la entendamos como una fórmula rutinaria sino que la sintamos en nuestro interior para que te sintamos cercano, comprensivo con todos y preocupado por todos, así, podremos hacer el esfuerzo sincero de acercarnos a los demás con la convicción de que son hermanos y pueden necesitarnos.
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Tú, Señor, puedes transformar el mundo por ti solo, pero no serías como los padres que ven a sus hijos y respetan su autonomía y su proceso aunque les haga sufrir sino que serías más parecido a un mago que quiere dejar constancia de su poder. Transforma este pan y este vino que han llegado hasta aquí con el esfuerzo de muchos y por eso simboliza el hambre y la necesidad. Haz que simbolice también el cambio que puede ocurrir en nuestro corazón si te escuchamos y aceptamos.
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Nuestra celebración es de gratitud, aunque solemos vivirla más como petición por las muchas necesidades que vemos entre nosotros, pero si miramos la vida con un poco de objetividad vemos la enorme cantidad de regalos que disfrutamos venidos de tu generosidad.
Desde la vida hasta el mundo natural en que se desenvuelve algo tan nuestro y personal como es la realidad que nos circunda. Desde la familia que nos llena de su amor hasta el alimento, la cultura y el entorno en que hemos crecido y vivimos. El sentido en que nuestra vida adquiere significado y la esperanza que alimenta nuestro ánimo para superar las dificultades y no abandonar el esfuerzo en los primeros obstáculos.
Pero sobre todo hemos de agradecerte, Dios bueno, la convicción de tu compañía vital en nuestra pequeña historia y tu cercanía en nuestra existencia cotidiana. Saber que estás cerca, que significamos mucho para ti a pesar de nuestra pequeñez y que eres un Dios familiar a pesar de la grandeza de tus obras.
Nuestro agradecimiento es mucho mayor por Jesús, el Hijo, el que nos introduce en tu familia y nos trae tu Palabra que es siempre aliento, ánimo, esperanza y expresión de tu amor lleno de comprensión y perdón.
También por todos los que nos confirman en tu fe con su testimonio, su compromiso y su entrega a los demás desde la invitación que nos diriges para hacer un mundo lleno de humanidad y solidaridad.
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Y nuestro final de la celebración se traduce en un agradecimiento reiterado, en una petición más insistente y en un deseo de que nos transformes interiormente en personas capaces de ser más humanos, más hermanos y con actitudes de relación abiertas a todos y capaces de acoger a todos como son.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Celebrar siempre es unir algo importante de nuestra vida con un acto en el que, con gestos y palabras, expresamos nuestra alegría o nuestro dolor de un modo solemne y compartido.
En este nuestro, celebramos, efectivamente, la vida, que cada semana nos depara sus sorpresas y novedades, dolorosas unas, festivas otras, preocupantes muchas. Lo hacemos en una comunidad que lleva más de dos mil años haciéndolo con algunas diferencias pero expresando lo mismo de una forma muy parecida a sus comienzos.
Que Dios nos acoge a todos, vive entre nosotros, nos acompaña y nos echa una mano en las muchas tareas que componen la vida.
Desde esa vida, terminando este verano de 2009, escucharemos su Palabra que nos ayuda a entender con profundidad lo que ocurre, dónde estamos y qué podemos esperar y hacer. Pero siempre nos repetirá que Dios no nos deja solos, está en la vida.
También está presente en esta celebración, su Palabra se escuchará por los altavoces interiores del corazón. Su presencia la podréis descubrir si os ponéis unos ojos que permiten ver en los signos vitales, como el pan y el vino, al Dios que se hace pan para saciar las hambres humanas y vino para dar alegría a los desanimados.
SALUDO
Poniendo fin al verano somos invitados a poner fin, también, a ciertas formas de entender nuestra religiosidad. Sed bienvenidos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
ACTO PENITENCIAL
Con un corazón sincero, con sensibilidad humana, no mirando a las normas sino a las personas, pensemos y descubramos cómo somos.
-Tú que nos conoces por dentro, en nuestros sentimientos, ambiciones, contradicciones y problemas. Señor, ten piedad
-Tú que estuviste en medio de los debates sobre lo importante y secundario sin dejarte atrapar en la red de la confusión. Cristo, ten piedad
-Tú que nos das un corazón nuevo, fuente de la libertad interior y fundamento de energía vital y personal. Señor, ten piedad
Dios, Padre que entiende, comprende y acepta, sabe cómo somos por dentro y nos invita a sumirnos unos a otros en nuestra realidad humana.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
En circunstancias difíciles, como siempre consideramos que son las circunstancias en las que vivimos, la antigua comunidad de nuestros antepasados los judíos se pregunta por la importancia de su religión, por su conexión con la vida que llevan y las consecuencias de lo que celebran y rezan, todo significado en la expresión “los mandamientos y preceptos de Dios”.
El autor les descubre que en su religiosidad, lo que están celebrando, aunque no sean conscientes, es su actitud positiva o negativa ante la vida. ¿Nos sirve para algo celebrar a Dios? Sí, responde el texto, porque la celebración está llena de mensajes llenos de contenido para despertarnos a la vida, abrir nuestra esperanza y hacernos más unidos.
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 14)
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que no hace mal a su prójimo, ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
A quienes le preguntaban sobre la importancia de la Palabra de Dios que escuchamos en las celebraciones el autor de esta carta que atribuimos a Santiago nos sugiere la labor callada y constante que la palabra hace en nosotros. Como la semilla plantada, en el silencio y la interioridad de la tierra, va transformándose y creciendo hasta salir fuera. Entonces se manifiesta. ¿Cómo? En la relación con los demás, estando siempre atentos a ver quiénes nos necesitan. Pone un ejemplo de su tiempo: la soledad de las viudas. Y no asumiendo los criterios individualistas y materialistas de un mundo que abandona a cada uno a la lucha por sí mismo.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
En tiempos en que Jesús veía muchos problemas muy graves a su alrededor, no podía entender que hubiera personas religiosas encerradas en cuestiones de forma o de letra pequeña, confundiendo su forma religiosa con la verdadera religión.
Con los problemas tan graves de nuestro mundo, es clara la invitación de Jesús a no entretenernos en debates innecesarios y sí en buscar lo esencial de una religiosidad que debe ser sincera, profunda y muy unida a los problemas reales de nuestro tiempo desde el inmenso amor que Dios tiene por la humanidad y que nosotros debemos hacer presente.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Desde nuestro mundo real, poniendo fin al ambiente que acompaña al verano, preparando la vuelta a la normalidad y sin perder de vista la situación de tantas personas, nos dirigimos a Dios
-Para que los creyentes vivamos con profundidad, sinceramente, desde el corazón, nuestra relación con Dios. Roguemos al Señor
-Para que nuestro mundo entienda que la relación con Dios es inseparable de la relación con los necesitados y los problemas del mundo. Roguemos al Señor
-Para que todos entendamos que Dios significa libertad, esperanza, amor y ganas de hacer un mundo más humano. Roguemos al Señor.
-Por nuestros niños y jóvenes que van a iniciar un nuevo año de formación, educación y preparación para su vida, que descubran la importancia de Dios. Roguemos al Señor
-Por los necesitados de la tierra que son el criterio de nuestra sinceridad religiosa, para que nos vean y sientan cerca de ellos. Roguemos al Señor.
Escucha estas súplicas, Señor, en este día que nos invitas a ser sinceros contigo y con nosotros. Ayúdanos a descubrir que tus mandatos son vida y que tu Palabra está llena de sabiduría para la vida. Por Jesucristo Nuestro Señor.
CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada. Delante de Ti (del disco ‘Cantos para participar y vivir la misa’); Alrededor de tu mesa (1 CLN-A 4); Cristo nos da la libertad (1 CLN-727); Cristo fue sincero (1 CLN-275).
Salmo. LdS o el canto (1 CLN-503)
Aleluya. (1 CLN-E 2) ó el popular (2 CLN-E 4).
Oración de los fieles. (1CLN-G 3)
Ofertorio. Este pan y vino (1 CLN-H 4); Padre eterno (1 CLN-H 1)
Aclamación al memorial. (J 22)
Comunión. Un mandamiento nuevo (CB-210); Con vosotros está (1 CLN-723); El que me ama guardará mi palabra (de Erdozáin en el disco titulado ’15 nuevos cantos para la misa).
Final: Anunciando tu venida (1 CLN-614).
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net
Para el Evangelio el compromiso es un asunto de sinceridad, de verdad, de honestidad. Ser personas sinceras y honestas para con Dios, para con los demás, para una misma… es quizá la primera dimensión del compromiso cristiano. Implica una adhesión fuerte con la verdad, que es el ámbito de Dios. Fuera de la verdad sólo existe la mentira, que es el ámbito del no-Dios.
El error farisaico, por el contrario, es un empeño de engañar a Dios, a los demás e incluso a una misma. Confunde los deseos con la realidad, las palabras con los hechos, las oraciones con la conducta. Por eso Jesús denuncia con tanta fuerza la hipocresía farisaica. Todas nuestras palabras, razonamientos, oraciones y liturgias quedan enfrentadas al dictamen de las obras. Son éstas las que expresan la verdad o la falsedad que hay en nuestras palabras. Los hechos dejan al descubierto la distancia que existe entre los deseos y la realidad.
La invitación de la Palabra hoy, por tanto, es una invitación clara a rechazar la hipocresía y apostar con honestidad por el compromiso, un compromiso que consiste básicamente en hacer la voluntad de Dios. Sin embargo, hacer la voluntad de Dios, con frecuencia se interpreta como una dura carga, como una pesada obligación. Vista así, esa tarea es una mala noticia, nada tiene que ver con el “evangelio”, con la buena noticia de Jesús. Pero el sentido último de este ideal evangélico es bien distinto.
Bien entendido, cabría decir que hay que hacer la voluntad de Dios, no por causa de Dios, sino por causa nuestra. La voluntad de Dios sobre las personas no es un capricho o una arbitrariedad. Poco gana o pierde Dios con nuestros compromisos, con nuestras obras, con nuestra obediencia, con que hagamos o no su voluntad… Todo esto no le hace ni más Dios ni menos.
Dios mira más para sus criaturas que para sí mismo. Su causa es la causa de su creación y especialmente la causa de la humanidad. La voluntad de Dios, la gloria de Dios, es que la mujer y el hombre vivan y vivan en abundancia. Toda la revelación no es más que eso, una manifestación de lo que Dios quiere que seamos, de lo que estamos llamadas y llamados a ser.
Por consiguiente, la persona que hace la voluntad de Dios camina hacia su plena realización. La que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica es una persona auténtica, sabia y coherente, pues emprende el camino de la plena humanización, que es el camino de la vida para sí y para los demás. Por eso, el verdadero culto invita a pasar de las palabras a las obras, de las razones al compromiso.
Nuestra fe en el Dios de Jesús desencadena unas prácticas conformes con esa fe. En ellas se hace verdadera la vida cristiana. El compromiso cristiano no es una obligación impuesta desde fuera. Es una exigencia que nace desde dentro de la experiencia cristiana y nos grita a ser personas honestas. El propio Jesús así lo vivió y nos lo enseñó. Su compromiso fue una exigencia nacida en su interior, a impulsos de la fe y del Espíritu.
Desde esta Palabra que nos engendra podemos afirmar que vale la pena seguir un proyecto de vida conforme al Evangelio de Jesús. Vale la pena tomarse en serio la propuesta de vida que Jesús hace. Vale la pena dejarse afectar por la ternura de Dios y vivir conforme a las exigencias del Reino y su justicia. Y no porque esas exigencias le convengan a Dios, sino porque le convienen al ser humano. Nos va la Vida en ello.
MARICARMEN MARTÍN
carmen@dabar.net
DIOS HABLA
DEUTERONOMIO 4,1-2.6-8
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; así cumpliréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblo que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: “Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio inteligente”. Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?»
SANTIAGO 1, 17 18.21b 22.27
Mis queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la Palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas. Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.
MARCOS 7, l 8.14 15.21 23
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jaras y ollas.) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?» Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me da está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres». Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
El pasado domingo leímos en Josué c.24 la conclusión de la Alianza, con la renovación de la misma por parte de Josué y de su pueblo. El texto de hoy nos presenta a Moisés anunciando a este mismo pueblo (a sus padres) la promulgación de la Ley-Alianza, como camino de alcanzar la tierra, la que Josué conquistará finalmente. Bien puede hablarse de una inclusión o de lo intuitivo de algunos autores al incluir a Josué como libro a añadir al Pentateuco (‘Hexateuco’). Y entre las dos escenas el texto de la Ley y los hechos salvíficos que confirman la fidelidad de Dios y la intermitente fidelidad o desobediencia del pueblo.
Vivida esta Ley con fidelidad es principio de sabiduría (v6). El Eclesiástico llega a identificar sabiduría con ley: ‘El principio de la Sabiduría es la Ley del Señor; y los que temen al Señor no desobedecen sus palabras”(11,11). Y aquí se dice lo mismo: “Ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia” y los pueblos que conocen nuestros mandamientos dicen: ’¡Qué pueblo tan sabio!
Toda esta Ley la presenta hoy Moisés como una serie de ‘leyes y decretos’. La primera palabra es hûq significa un texto legal público, un principio de ley obligada como son las que hoy contienen nuestros Códigos civiles. Pero estas leyes han de concretarse y descender a su aplicación con la multitud de casos y personas que exigen una acomodación a los hechos, las circunstancias que los rodean o la persona que las quebranta según su propia situación. En la actualidad eso se logra con decretos, disposiciones y reglamentos. Y mejor aún con las sentencias de los jueces, considerados intérpretes autorizados de las leyes en su aplicación. Eso serían los ‘decretos’ del texto de hoy, mispatîm de spt=juzgar.
Pero en la historia la segunda y necesaria parte se ha prestado a toda clase de abusos y aplicaciones interesadas (Cuentan que Romanotes, jefe de Gobierno de la nación decía a los diputados: “Vosotros haced las leyes, que yo redactaré el reglamento”). Algo semejante ocurrió a lo largo de los siglos en el Pueblo de Dios.
La Ley fue para ellos principio de sabiduría y camino de fidelidad al Señor. Su aplicación sin embargo se volvió tan confusa e interesada que ya nadie sabía distinguir lo esencial de lo secundario, las leyes de las personas. Los mandatos de los decretos.. Tanto que Jesús, fiel cumplidor de la ley ‘hasta la última tilde o acento de la ley’ se ve obligado a denunciar lo que sólo es ‘tradición de los hombres’.
TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net
SEGUNDA LECTURA
La llamada Carta de Santiago es un conjunto de exhortaciones, si se quiere un tanto desordenadas, escritas probablemente por un cristiano de origen judeo-helenístico culto. No necesariamente ha de pensarse que sea alguno de los “Santiagos” conocidos en el NT, dada la frecuencia del nombre entre los judíos.
Predominan los puntos prácticos y las cuestiones teológicas aparecen más bien de pasada, como fundamento de las recomendaciones morales.
La idea general de todo el escrito es que una fe auténtica lleva consigo una vida coherente con ella. Es una concepción muy comprensible desde un análisis real del ser humano, que no sólo es mente o interioridad, sino actividad y praxis externa. La vida humana no es sólo interior, sino tiene un componente externo esencial. Este aspecto era percibido fuertemente en el antiguo judaísmo y es una de las herencias, al menos en parte, del cristianismo. De ahí que el autor hace al comienzo de su escrito un llamamiento a que quienes han aceptado la Palabra de Dios la vivan y luego va sacando diversas consecuencias.
En esta carta no es tan claro que el término “la Palabra” se refiera directamente a Jesucristo, como ocurre en el Cuarto Evangelio. De hecho llama la atención la falta de referencias explícitas a Cristo, pero hay reminiscencias de las palabras del Señor.
En todo caso la Palabra proviene de Dios, del Padre de las luces, y nos ilumina y transforma, cuando la acogemos realmente , llevándonos a la salvación y haciéndonos creaturas de Dios.
Puesto este fundamento, es lógico que se viva en la práctica con un amor y preocupación por los más débiles.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
EVANGELIO
Texto. Retomamos el evangelio de Marcos. En los versículos inmediatamente anteriores al texto de hoy encontramos la situación habitual desde le comienzo mismo de la actividad de Jesús: gente agolpándose con sus enfermos en torno a Jesús. (6,53-56).
El texto recoge otra situación que también nos resulta familiar desde el cap.2: presencia de los fariseos y sus letrados de Jerusalén, cuestionando unas veces, desaprobando otras el comportamiento de Jesús y de los suyos. ¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores? Manos impuras, es decir, sin pureza ritual, indebidamente preparadas; no se trata de higiene sin más.
El largo paréntesis explicativo de los vs.3-4 es claramente indicador de que Marcos escribe su evangelio para lectores desconocedores de los usos y costumbres judíos. Usos y costumbres englobados bajo la denominación tradición de los mayores, tradición de la que Jesús dice que debe ser pasada por el tamiz del mandamiento de Dios.
En respuesta a los fariseos y sus letrados Jesús les echa en cara el no tener en cuenta el mandamiento de Dios en su práctica de la tradición de los mayores.
En la parte final del texto se produce un hecho novedoso en lo que llevamos de evangelio de Marcos. No es la gente la que busca a Jesús, sino que es Jesús el que convoca a la gente. Y lo hace de forma solemne: Escuchadme todos y entended.
Un término confiere unidad a esta parte final con todo lo anterior: hacer impuro. En la primera parte se ha hablado de impureza; en esta segunda también. Pero la perspectiva es radicalmente distinta en ambas partes. En la primera se ha hablado de la impureza que viene de fuera; en esta segunda se habla de la impureza que viene de dentro. La primera impureza era ritual; la segunda es moral. Sin menospreciar la primera, es a la impureza moral a la que hay que prestar de verdad atención.
Comentario. Va abriéndose paso poco a poco en el evangelio de Marcos una perspectiva humana y, por tanto, universal, superando una perspectiva judía y, por tanto, particular. El Reino de Dios, que ya ha llegado, va adquiriendo un perfil cada vez menos restringido.
De ahí que en el texto de hoy termine por prevalecer y por ser más importante la problemática moral, radicalmente humana, frente a la problemática ritual judía.
Bien entendido, sin embargo, que el texto no va contra la tradición de los mayores, sino contra una práctica de esa tradición que no tenga en cuenta a Dios como referente crítico. Un nuevo rasgo de universalidad, puesto que Dios no lo es sólo de los judíos sino de todos los hombres.
Es precisamente el tener a Dios como referente (por consiguiente, la perspectiva religiosa) lo que posibilita la introducción de una sana dosis de sentido común en el intrincado, pero necesario, mundo de la tradición. El texto no anatematiza la tradición sino la práctica hipócrita de la misma.
Pero lo que el texto de verdad realza es la problemática moral, haciendo del corazón, es decir, de la conciencia libre, la fuente de la vida moral, de la vida realmente humana.
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
NOTAS PARA LA HOMILIA
FIN DEL VERANO
Al terminar el verano puede venirnos bien una reflexión que ponga fin, también, a algunas confusiones que, con frecuencia, aparecen en la mentalidad común de los cristianos.
El mes de agosto y el mes de septiembre son generosos en fiestas populares que nos ponen en conexión con las antiguas formas de vida de nuestros antepasados, fundamentalmente agricultores y, por lo tanto, sujetos a los ritmos del tiempo que marcaba la naturaleza, el clima y su actividad económica. Por eso, celebraban sus fiestas al terminar el ciclo de la recolección.
Hemos estado unos años debatiendo sobre la conveniencia o no de cambiar las fechas de las fiestas patronales para facilitar la asistencia de quienes viven en otros ritmos y ciclos, ya no agrícolas sino urbanos, con vacaciones regidas más por los escolares o, como este año, por la crisis.
Los debates son acalorados por los sentimientos tan profundos, afectivamente, que afloran. La tradición del pueblo, la identidad manifestada en el folclore, la conexión afectiva con la antigua familia, la dificultad de asistir hoy por los horarios laborales y escolares, la conveniencia de facilitar la asistencia de todos. Para unos es algo intocable. Para otros es perfectamente adaptable. Para unos es la esencia. Para otros la esencia es el encuentro y la convivencia.
Esto mismo está en el centro del debate que hoy nos muestran las lecturas. Para un creyente que no quiere inventarse él mismo su religión sino asumir la forma de relación con Dios y con la vida que le muestra una comunidad, que ha contrastado su religiosidad a lo largo de muchos siglos y ha tenido guías como los profetas y renovaciones como la que le imprimió Jesús al dar origen a nuestra iglesia, que ha tenido que pasar por muchos momentos muy diferentes, surgen interrogantes.
Todo el proceso de adaptación histórica ha creado formas nuevas pero inventadas para ser más fieles al fondo esencial. Eso que la primera lectura nos resume en “los mandatos que yo os mando cumplir. Así viviréis”. De forma que la religión bíblica tiene un núcleo profundo y fundante: Unir a Dios con la vida humana para que la vida sea más humana, mejor.
INICIO DE OTRA MENTALIDAD
Ese fondo que marca el criterio de la relación con Dios tiene, luego, infinidad de adaptaciones a los diferentes momentos, necesidades y problemas de la vida que exigen creatividad e imaginación para hacer posible la adaptación. Han surgido costumbres, normas, tradiciones culturales, expresiones religiosas, ritos, devociones. Todo un sinfín de manifestaciones. Pero todas ellas secundarias, subordinadas al fondo que da sentido, que es el criterio, que constituye lo válido, lo perenne, lo eterno. Que Dios quiere aquello que los seres humanos necesitamos para hacer posible la vida.
Si les damos más importancia a estas cuestiones secundarias que al fondo de la experiencia religiosa bíblica original, estamos desvirtuando y devaluando su sentido.
Tanto los profetas, como los libros del Pentateuco, como Jesús, son claros y tajantes. No añadáis nada. No confundáis entre lo profundo e importante y lo superficial y secundario.
Todo lo que puede ayudar a descubrir y vivir sincera y profundamente la relación con Dios y con los seres humanos es bueno por la función que ejerce de ayuda. Pero cuidado, lo que en un momento puede ser una ayuda puede convertirse en una dificultad o en una carga inútil y contraproducente.
Nuestra tradición es la que mantiene la fidelidad al sentido bíblico de unir inseparablemente a Dios con la vida humana y los problemas, descubriendo en ella la acción siempre liberadora y colaboradora de Dios. Las otras tradiciones tienen este criterio para medir su importancia y su supervivencia.
Lo realmente importante es la sinceridad de un corazón sensibilizado por los demás desde la experiencia de un Dios que, como Padre, está pendiente de todos, echa una mano a todos y a todos nos pide que colaboremos en hacer posible una vida mejor y más digna para todos sus hijos.
Una religiosidad sincera y profunda es la que no olvida esta conexión y va haciendo un corazón siempre más nuevo, más humano, más sensible, más compasivo y solidario. Las formas ya saldrán con criterios de comunidad y con espontaneidad.
Lo que debe importarnos no es cómo dice la misa este cura o cuantas horas de ayuno he de guardar antes de comulgar o cómo rezar la novena de S. Antonio o lo que se ha hecho siempre en mi parroquia.
Lo importante es sentirnos invitados por el Dios que Jesús nos ha anunciado como Padre-Madre de todos a trabajar por hacer posible la vida soñada y prometida que se va construyendo en el paso a paso del desierto, es decir, de la vida diaria y rutinaria, en la que es muy importante no perder la perspectiva general del viaje, o lo que le da sentido, horizonte y esperanza.
JOSE ALEGRE ARAGÜES
pepe@dabar.net
PARA LA ORACION
Dios a quien llamamos Padre por tradición de esta comunidad que somos los cristianos. Haz que esa expresión tan repetida desde que Jesús nos la comunicara, no la entendamos como una fórmula rutinaria sino que la sintamos en nuestro interior para que te sintamos cercano, comprensivo con todos y preocupado por todos, así, podremos hacer el esfuerzo sincero de acercarnos a los demás con la convicción de que son hermanos y pueden necesitarnos.
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Tú, Señor, puedes transformar el mundo por ti solo, pero no serías como los padres que ven a sus hijos y respetan su autonomía y su proceso aunque les haga sufrir sino que serías más parecido a un mago que quiere dejar constancia de su poder. Transforma este pan y este vino que han llegado hasta aquí con el esfuerzo de muchos y por eso simboliza el hambre y la necesidad. Haz que simbolice también el cambio que puede ocurrir en nuestro corazón si te escuchamos y aceptamos.
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Nuestra celebración es de gratitud, aunque solemos vivirla más como petición por las muchas necesidades que vemos entre nosotros, pero si miramos la vida con un poco de objetividad vemos la enorme cantidad de regalos que disfrutamos venidos de tu generosidad.
Desde la vida hasta el mundo natural en que se desenvuelve algo tan nuestro y personal como es la realidad que nos circunda. Desde la familia que nos llena de su amor hasta el alimento, la cultura y el entorno en que hemos crecido y vivimos. El sentido en que nuestra vida adquiere significado y la esperanza que alimenta nuestro ánimo para superar las dificultades y no abandonar el esfuerzo en los primeros obstáculos.
Pero sobre todo hemos de agradecerte, Dios bueno, la convicción de tu compañía vital en nuestra pequeña historia y tu cercanía en nuestra existencia cotidiana. Saber que estás cerca, que significamos mucho para ti a pesar de nuestra pequeñez y que eres un Dios familiar a pesar de la grandeza de tus obras.
Nuestro agradecimiento es mucho mayor por Jesús, el Hijo, el que nos introduce en tu familia y nos trae tu Palabra que es siempre aliento, ánimo, esperanza y expresión de tu amor lleno de comprensión y perdón.
También por todos los que nos confirman en tu fe con su testimonio, su compromiso y su entrega a los demás desde la invitación que nos diriges para hacer un mundo lleno de humanidad y solidaridad.
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Y nuestro final de la celebración se traduce en un agradecimiento reiterado, en una petición más insistente y en un deseo de que nos transformes interiormente en personas capaces de ser más humanos, más hermanos y con actitudes de relación abiertas a todos y capaces de acoger a todos como son.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Celebrar siempre es unir algo importante de nuestra vida con un acto en el que, con gestos y palabras, expresamos nuestra alegría o nuestro dolor de un modo solemne y compartido.
En este nuestro, celebramos, efectivamente, la vida, que cada semana nos depara sus sorpresas y novedades, dolorosas unas, festivas otras, preocupantes muchas. Lo hacemos en una comunidad que lleva más de dos mil años haciéndolo con algunas diferencias pero expresando lo mismo de una forma muy parecida a sus comienzos.
Que Dios nos acoge a todos, vive entre nosotros, nos acompaña y nos echa una mano en las muchas tareas que componen la vida.
Desde esa vida, terminando este verano de 2009, escucharemos su Palabra que nos ayuda a entender con profundidad lo que ocurre, dónde estamos y qué podemos esperar y hacer. Pero siempre nos repetirá que Dios no nos deja solos, está en la vida.
También está presente en esta celebración, su Palabra se escuchará por los altavoces interiores del corazón. Su presencia la podréis descubrir si os ponéis unos ojos que permiten ver en los signos vitales, como el pan y el vino, al Dios que se hace pan para saciar las hambres humanas y vino para dar alegría a los desanimados.
SALUDO
Poniendo fin al verano somos invitados a poner fin, también, a ciertas formas de entender nuestra religiosidad. Sed bienvenidos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
ACTO PENITENCIAL
Con un corazón sincero, con sensibilidad humana, no mirando a las normas sino a las personas, pensemos y descubramos cómo somos.
-Tú que nos conoces por dentro, en nuestros sentimientos, ambiciones, contradicciones y problemas. Señor, ten piedad
-Tú que estuviste en medio de los debates sobre lo importante y secundario sin dejarte atrapar en la red de la confusión. Cristo, ten piedad
-Tú que nos das un corazón nuevo, fuente de la libertad interior y fundamento de energía vital y personal. Señor, ten piedad
Dios, Padre que entiende, comprende y acepta, sabe cómo somos por dentro y nos invita a sumirnos unos a otros en nuestra realidad humana.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
En circunstancias difíciles, como siempre consideramos que son las circunstancias en las que vivimos, la antigua comunidad de nuestros antepasados los judíos se pregunta por la importancia de su religión, por su conexión con la vida que llevan y las consecuencias de lo que celebran y rezan, todo significado en la expresión “los mandamientos y preceptos de Dios”.
El autor les descubre que en su religiosidad, lo que están celebrando, aunque no sean conscientes, es su actitud positiva o negativa ante la vida. ¿Nos sirve para algo celebrar a Dios? Sí, responde el texto, porque la celebración está llena de mensajes llenos de contenido para despertarnos a la vida, abrir nuestra esperanza y hacernos más unidos.
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 14)
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que no hace mal a su prójimo, ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
A quienes le preguntaban sobre la importancia de la Palabra de Dios que escuchamos en las celebraciones el autor de esta carta que atribuimos a Santiago nos sugiere la labor callada y constante que la palabra hace en nosotros. Como la semilla plantada, en el silencio y la interioridad de la tierra, va transformándose y creciendo hasta salir fuera. Entonces se manifiesta. ¿Cómo? En la relación con los demás, estando siempre atentos a ver quiénes nos necesitan. Pone un ejemplo de su tiempo: la soledad de las viudas. Y no asumiendo los criterios individualistas y materialistas de un mundo que abandona a cada uno a la lucha por sí mismo.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
En tiempos en que Jesús veía muchos problemas muy graves a su alrededor, no podía entender que hubiera personas religiosas encerradas en cuestiones de forma o de letra pequeña, confundiendo su forma religiosa con la verdadera religión.
Con los problemas tan graves de nuestro mundo, es clara la invitación de Jesús a no entretenernos en debates innecesarios y sí en buscar lo esencial de una religiosidad que debe ser sincera, profunda y muy unida a los problemas reales de nuestro tiempo desde el inmenso amor que Dios tiene por la humanidad y que nosotros debemos hacer presente.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Desde nuestro mundo real, poniendo fin al ambiente que acompaña al verano, preparando la vuelta a la normalidad y sin perder de vista la situación de tantas personas, nos dirigimos a Dios
-Para que los creyentes vivamos con profundidad, sinceramente, desde el corazón, nuestra relación con Dios. Roguemos al Señor
-Para que nuestro mundo entienda que la relación con Dios es inseparable de la relación con los necesitados y los problemas del mundo. Roguemos al Señor
-Para que todos entendamos que Dios significa libertad, esperanza, amor y ganas de hacer un mundo más humano. Roguemos al Señor.
-Por nuestros niños y jóvenes que van a iniciar un nuevo año de formación, educación y preparación para su vida, que descubran la importancia de Dios. Roguemos al Señor
-Por los necesitados de la tierra que son el criterio de nuestra sinceridad religiosa, para que nos vean y sientan cerca de ellos. Roguemos al Señor.
Escucha estas súplicas, Señor, en este día que nos invitas a ser sinceros contigo y con nosotros. Ayúdanos a descubrir que tus mandatos son vida y que tu Palabra está llena de sabiduría para la vida. Por Jesucristo Nuestro Señor.
CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada. Delante de Ti (del disco ‘Cantos para participar y vivir la misa’); Alrededor de tu mesa (1 CLN-A 4); Cristo nos da la libertad (1 CLN-727); Cristo fue sincero (1 CLN-275).
Salmo. LdS o el canto (1 CLN-503)
Aleluya. (1 CLN-E 2) ó el popular (2 CLN-E 4).
Oración de los fieles. (1CLN-G 3)
Ofertorio. Este pan y vino (1 CLN-H 4); Padre eterno (1 CLN-H 1)
Aclamación al memorial. (J 22)
Comunión. Un mandamiento nuevo (CB-210); Con vosotros está (1 CLN-723); El que me ama guardará mi palabra (de Erdozáin en el disco titulado ’15 nuevos cantos para la misa).
Final: Anunciando tu venida (1 CLN-614).
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net
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