Nos disfrazamos porque nos gustan las caretas. Cuando me levanto, me pongo una y la voy cambiando según las circunstancias: la de ejecutivo, comerciante, oficinista, rico, pobre, payaso, escritor, comerciante, listo, alegre, deprimido. Pero no soy nada de eso.
A niveles profundos soy un punto de la inmensidad de Dios, lo tengo todo. Si logro despertar a esa conciencia de mi plenitud, me situó en un lugar permanente donde la muerte no existe. Todo lo demás pasa. Jesús dice: “El reino de los cielos dentro de vosotros está”.
Para conectar, hay que bucear en ese ser profundo que hay detrás del personaje sin dejar que la mente interfiera, desde el silencio.
Estamos allí, y allí somos felices, pero no nos damos cuenta. Preferimos las caretas, los personajes copiados de la tele, la publicidad, los vecinos. Vivimos como copias, y somos originales.
A niveles profundos soy un punto de la inmensidad de Dios, lo tengo todo. Si logro despertar a esa conciencia de mi plenitud, me situó en un lugar permanente donde la muerte no existe. Todo lo demás pasa. Jesús dice: “El reino de los cielos dentro de vosotros está”.
Para conectar, hay que bucear en ese ser profundo que hay detrás del personaje sin dejar que la mente interfiera, desde el silencio.
Estamos allí, y allí somos felices, pero no nos damos cuenta. Preferimos las caretas, los personajes copiados de la tele, la publicidad, los vecinos. Vivimos como copias, y somos originales.
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