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domingo, 13 de marzo de 2011

Dom 13 3 11. La 1ª Tentación es el dinero: Benedicto XVI y F. Dostoievsky

Publicado por El Blog de X. Pikaza

Dom 1 de Cuaresma. Mt 4, 1-4. Ayer presenté la tentación de Jesús según de Mc 1, 12-13. Hoy desarrollo el mismo tema con Mt 4, 1-11 (cf. Lc 4, 1-13) y lo hago el mismo día (10 3 11) en que el Papa (Benedicto XVI) lanza en varias lenguas la segunda parte de su libro sobre Jesús de Nazaret.
Igual que de mis lectores, conozco por “filtraciones oficiales” (Osservatore Romano) algunas novedades del libro del Papa, que no son tales, pues vienen siendo discutidas desde hace decenios por los estudiosos:
a. Diferencia entre el evangelio de Juan y los sinópticos en torno al carácter pascual o no pascual de la Última Cena (una diferencia que observaron ya los Santos Padres);
b. Las dos fechas en las que pudo celebrarse la Última Cena/Pascua de Jesús (martes noche, según los esenios, y jueves noche, según el calendario oficial del templo), siguiendo las investigaciones clásicas de Annie Jaubert;
c. Un posible desarrollo extenso de los días de pasión: Jesús habría celebrado la Cena el martes noche (que era la pascua según el calendario esenio) y fue juzgado por el sanedrín, Herodes y Pilato a lo largo de dos días (miércoles y jueves), para ser condenado al fin por Pilato y crucificado el viernes a la mañana, antes de que comenzara la pascua oficial de los sacerdotes…
Pero no quiero desarrollar aquí esos temas (de los que trató hace tiempo R. E. Brown, La muerte del Mesías, Verbo Divino, Estella, Estella 2005, pág. 1604). Volveré sobre ellos otro día, cuando se hayan apagado los ecos inmediatos de este nuevo libro del Papa.
Hoy, con ocasión del evangelio del próximo domingo (tentaciones de Jesús en Mt 4), quiero empezar una serie de tres post sobre las tentaciones y de la iglesia antigua y moderna. Asumo para ello parte de unos materiales que he publicado ya, cf. http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2008/02/09/p142140#more142140 ; http://libroarena.blogspot.com/2007/02/el-da-de-la-palabra_24.html. Ahora,retomó esos materiales de un modo crítico (como él mismo Papa quería en la introducción de su primer libro: págs.7-21). Seguiré cada día este esquema:
(1) Texto, con una pequeña “ubicación”.
(2) Reflexión básica de Dostoievsky (con referencia, en su momento a otro ruso, al que alude también el Papa: Vladimir Soloviev).
(3) Profundización de Benedicto XVI, con un certero, aunque quizá limitado, análisis social.
(4) Reflexión crítica, con un camino abierto para el momento actual, teniendo en cuenta el estado de la Iglesia
(Imagen de la tentación en el Retablo de la Catedral vieja de Salamanca. A Jesús le tienta un "monje" eclesial).

1. TEXTO (MT 4, 1-4). CON UNA PEQUEÑA UBICACIÓN.
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Pero él le contestó, diciendo: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
El evangelio un programa de humanizacion y "lucha" contra los poderes diabólicos. Para exponer el sentido de esa lucha escribieron los separados de Qumran su Manual de Guerra (4QM); para situar los tres campos de batalla han escrito Mt 4 y Lc 4 este espléndido relato que recoge, en el principio de la historia de Jesús, el sentido de conjunto de su obra. Como los héroes del mito, Jesús debe superar las pruebas que le presenta el tentador:
(a) Le dicen que utilice su autoridad para hacer las piedras se hagan pan, pues el hambre aprieta entre las gente.
(b) Le dicen que asuma el poder, porque es grande la opresión de los gobiernos pervertidos, especialmente el de Roma.
(c) Le dicen que realice milagros externos de tipo religioso, al lado del tempo, para que los hombres superen su angustia y puedan lograr seguridad sobre la tierra.
Estas “tentaciones” no son hechos aislados, al comienzo de la actividad de Jesús, aunque es muy probable que, iniciando su mensaje, él haya debido superar alguna prueba, sino expresión del conflicto permanente de su vida y de su obra. Eran muchos los judíos de su tiempo que habrían optado por el Diablo. Son muchos los cristianos posteriores que han seguido al Tentador, pues la Iglesia sigue estando en la misma situación de prueba y debe decidirse, y no siempre lo ha hecho (ni lo hace) en la línea de Jesús. Así ha planteado el tema F. Dostoievsky:
Si hubo alguna vez en la tierra un milagro verdaderamente grande fue aquel día, el día de esas tres tentaciones. Precisamente, en el planteamiento de esas tres cuestiones se cifra el milagro. Si fuese posible idear, sólo para ensayo y ejemplo, que esas tres preguntas del Espíritu terrible se suprimiesen sin dejar rastro en los libros y fuese menester plantearlas de nuevo, idearlas y escribirlas otra vez, para anotarlas en los libros, y a este fin se congregase a todos los sabios de la tierra... ¿piensas tú que toda la sabiduría de la tierra reunida podría discurrir algo semejante en fuerza y hondura a esas tres preguntas que, efectivamente, formuló entonces el poderoso e inteligente Espíritu en el desierto?... Porque en esas tres preguntas aparece compendiada en un todo y pronosticada toda la ulterior historia humana y manifestadas las tres imágenes en que se funden todas las insolubles antítesis históricas de la humana naturaleza en toda la tierra (Los hermanos Karamásovi, en Obras completas, III, Aguilar, Madrid, 1964, 208)
2. DOSTOIEVSKY: FUE UNA TENTACIÓN UNIVERSAL, DE JESÚS Y DE LOS HOMBRES (INCLUIDA LA IGLESIA)
«Si eres hijo de Dios di a esas piedras que se vuelvan alimento» (cf. Lc 4, 3). Así argumenta el Diablo, con lógica perfecta: si Dios nos ha creado y sacado de Egipto (esclavitud) es evidente que debe alimentarnos. Son millones los hambrientos: si hay Dios, debe resolver su problema. Jesús ha respondido que «no sólo de pan viven los hombres» (Lc 4, 4), sino, y sobre todo, del don creador de la gracia y de la libertad, es decir, de unas nuevas relaciones humana.
Dostoievsky ha interpretado así la razón del Satán, con las palabras que un Inquisidor de Sevilla (que para él es signo del Papa de Roma) habría dicho a Jesús, en el “Poema” del Gran Inquisidor, de los hermanos Karamazov
«Tú quieres irle al mundo, y le vas con las manos desnudas, con una ofrenda de libertad que ellos, en su simpleza y su innata cortedad de luces, ni imaginar pueden... porque nunca en absoluto hubo para el hombre y para la sociedad humana nada más intolerable que la libertad. ¿Y ves tú esas piedras en este árido y abrasado desierto?... Pues conviértelas en pan, y detrás de Ti correrá la Humanidad como un rebaño, agradecida y dócil. Pero tú no quisiste privar al humano de su libertad y rechazaste la proposición, porque ¿qué libertad es esa -pensaste- que se compra con pan?» (Ibid 208-209).
Como sabemos, en aquel tiempo el problema del hambre resultaba intolerable. El mismo Jesús pertenecía a la clase de los campesinos sin tierra, de los artesanos precarios, hallándose cerca de los mendicantes y mendigos de diverso tipo. ¿Qué significaba en ese contexto dar pan, convertir las piedras del desierto en pan? Los terratenientes y terratenientes se habían convertido en dueños de un pan que ellos empleaban para imponerse así sobre los pobres.
Pues bien, Jesús no quiere asumir el camino de Satán, resolviendo desde arriba el problema del pan, para así alimentar desde fuera a los hombres, pues con ello acabaría construyendo un nuevo tipo de imposición, más perversa que todas las anteriores.Jesús no quiere “convertir las piedras en pan”, sino cambiar a los hombres, para que compartan el pan.
El diablo de Dostoyevsky (de Mt 4) piensa que “sólo construye del todo el que da de comer” y dice a Jesús: “de haber optado por el pan habrías respondido al general y sempiterno pensar humano: ¿ante quién adorar?”. Adorar a los que manejan el dinero (economía) desde arriba, convirtiéndonos así en esclavos de la Mamona. Ésta es la primera propuesta del Diablo, para quien el hombre es ante todo “economía” (estómago), un animal a quien se debe alimentar y a quien se puede someter.
Pues bien, en contra de eso, para Jesús el hombre es, ante todo, libertad para el amor, de manera que la economía está al servicio de la comunicación humana. Por eso rechaza la propuesta del Diablo, que ha sabido dónde está el primer problema de los hombres, pero que lo ha presentado de forma equivocada, entendiendo el pan en forma de imposición y “milagro” externa.
Jesús sabe con el Diablo que el problema del pan es primordial y por eso lo ha puesto en el centro de su proyecto de reino, pero no en forma de medio para la imposición y división de clases (pan para el poder y para la adoración), sino como expresión de comunión, desde la perspectiva de la palabra, es decir, de la comunicación y del amor, pues el hombre vive de la palabra de Dios y esa palabra se expresa en forma de comunicación del pan.
3. PROFUNDIZACIÓN. BENEDICTO XIV. SERÍA TENTACIÓN PARA EL MARXISMO Y EL CAPITALISMO, NO PARA LA IGLESIA
J. RATZINGER (Benedicto XVI) ha vuelto al tema en su libro Jesús de Nazaret, La Esfera del Libro, Madrid 2007, págs. 52-72 (cf. 55-59), que ahora quiero resumir, aceptando su motivo principal y mostrando que, en el fondo del pan, se encuentra Dios. A juicio del Papa, el pan es signo de los bienes que Dios “debería” concedernos:
«La prueba de la existencia de Dios que el tentador propone en la primera tentación consiste en convertir las piedras del desierto en pan. En principio se trata del hambre de Jesús mismo; así lo ve Lucas: «Dile a esta piedra que se convierta en pan» (Lc 4, 3). Pero Mateo interpreta la tentación de un modo más amplio, tal como se le presentó ya en la vida terrena de Jesús y, después, se le proponía y propone constantemente a lo largo de toda la historia. ¿Qué es más trágico, qué se opone más a la fe en un Dios bueno y a la fe en un redentor de los hombres que el hambre de la humanidad? El primer criterio para identificar al redentor ante el mundo y por el mundo, ¿no debe ser que le dé pan y acabe con el hambre de todos?
Cuando el pueblo de Israel vagaba por el desierto, Dios lo alimentó con el pan del cielo, el maná. Se creía poder reconocer en eso una imagen del tiempo mesiánico: ¿no debería y debe el salvador del mundo demostrar su identidad dando de comer a todos? ¿No es el problema de la alimentación del mundo y, más general, los problemas sociales, el primero y más auténtico criterio con el cual debe confrontarse la redención? ¿Puede llamarse redentor alguien que no responde a este criterio?
1. A juicio del Papa, ésta es una tentación “marxista”, cuya experiencia ha fracasado:
«El marxismo ha hecho precisamente de este ideal —muy comprensiblemente— el centro de su promesa de salvación: habría hecho que toda hambre fuera saciada y que «el desierto se convirtiera en pan». «Si eres Hijo de Dios...»: ¡qué desafío! ¿No se deberá decir lo mismo a la Iglesia? Si quieres ser la Iglesia de Dios, preocúpate ante todo del pan para el mundo, lo demás viene después. Resulta difícil responder a este reto, precisamente porque el grito de los hambrientos nos interpela y nos debe calar muy hondo en los oídos y en el alma.
La respuesta de Jesús no se puede entender sólo a la luz del relato de las tentaciones. El tema del pan aparece en todo el Evangelio y hay que verlo en toda su amplitud. Hay otros dos grandes relatos relacionados con el pan en la vida de Jesús. Uno es la multiplicación de los panes para los miles de personas que habían seguido al Señor en un lugar desértico. ¿Por qué se hace en ese momento lo que antes se había rechazado como tentación? La gente había llegado para escuchar la palabra de Dios y, para ello, habían dejado todo lo demás. Y así, como personas que han abierto su corazón a Dios y a los demás en reciprocidad, pueden recibir el pan del modo adecuado. Este milagro de los panes supone tres elementos: le precede la búsqueda de Dios, de su palabra, de una recta orientación de toda la vida. Además, el pan se pide a Dios.
Y, por último, un elemento fundamental del milagro es la mutua disposición a compartir. Escuchar a Dios se convierte en vivir con Dios, y lleva de la fe al amor, al descubrimiento del otro. Jesús no es indiferente al hambre de los hombres, a sus necesidades materiales, pero las sitúa en el contexto adecuado y les concede la prioridad debida. Este segundo relato sobre el pan remite anticipadamente a un tercer relato y es su preparación: la Ultima Cena, que se convierte en la Eucaristía de la Iglesia y el milagro permanente de Jesús sobre el pan. Jesús mismo se ha convertido en grano de trigo que, muriendo, da mucho fruto (cf. Jn 12, 24). El mismo se ha hecho pan para nosotros, y esta multiplicación del pan durará inagotablemente hasta el fin de los tiempos. De este modo entendemos ahora las palabras de Jesús, que toma del Antiguo Testamento (cf. Dt 8,3), para rechazar al tentador: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4, 4).
Hay una frase al respecto del jesuita alemán Alfred Delp, ejecutado por los nacionalsocialistas: «El pan es importante, la libertad es más importante, pero lo más importante de todo es la fidelidad constante y la adoración jamás traicionada».
Cuando no se respeta esta jerarquía de los bienes, sino que se invierte, ya no hay justicia, ya no hay preocupación por el hombre que sufre, sino que se crea desajuste y destrucción también en el ámbito de los bienes materiales. Cuando a Dios se le da una importancia secundaria, que se puede dejar de lado temporal o permanentemente en nombre de asuntos más importantes, entonces fracasan precisamente estas cosas presuntamente más importantes. No sólo lo demuestra el fracaso de la experiencia marxista».
2. Ésta es una tentación “capitalista”, que está fracasando:
«Las ayudas de Occidente a los países en vías de desarrollo, basadas en principios puramente técnico-materiales, que no sólo han dejado de lado a Dios, sino que, además, han apartado a los hombres de Él con su orgullo del sabelotodo, han hecho del Tercer Mundo el Tercer Mundo en sentido actual.
Estas ayudas han dejado de lado las estructuras religiosas, morales y sociales existentes y han introducido su mentalidad tecnicista en el vacío. Creían poder transformar las piedras en pan, pero han dado piedras en vez de pan. Está en juego la primacía de Dios. Se trata de reconocerlo como realidad, una realidad sin la cual ninguna otra cosa puede ser buena. No se puede gobernar la historia con meras estructuras materiales, prescindiendo de Dios. Si el corazón del hombre no es bueno, ninguna otra cosa puede llegar a ser buena. Y la bondad de corazón sólo puede venir de Aquel que es la Bondad misma, el Bien.
Naturalmente, se puede preguntar por qué Dios no ha creado un mundo en el que su presencia fuera más evidente; por qué Cristo no ha dejado un rastro más brillante de su presencia, que impresionara a cualquiera de manera irresistible. Éste es el misterio de Dios y del hombre que no podemos penetrar. Vivimos en este mundo, en el que Dios no tiene la evidencia de lo palpable, y sólo se le puede buscar y encontrar con el impulso del corazón, a través del «éxodo» de «Egipto». En este mundo hemos de oponernos a las ilusiones de falsas filosofías y reconocer que no sólo vivimos de pan, sino ante todo de la obediencia a la palabra de Dios. Y sólo donde se vive esta obediencia nacen y crecen esos sentimientos que permiten proporcionar también pan para todos».
3. Significativamente, las dos aplicaciones de Benedicto XVI son certeras y han de tenerse en cuenta, pero el Papa parece suponer que el pan/capital/riqueza no ha sido (ni es) tentación para la Iglesia, que habría seguido fielmente a Jesús . Estrictamente hablando, la Iglesia no estaría en este campo "bajo tentación", no habría caído en ella, pudiendo presentarse así como ejemplo bueno para marxistas y capitalistas.
4. UN PROBLEMA ABIERTO. QUIZÁ ES TAMBIÉN TENTACIÓN PARA LA IGELSIA
Esa profundización del Benedicto XVI resulta certera pero, a mi juicio, acaba siendo insuficiente, por tres razones:
1. No responde a la pregunta inquietante de Dostoyesky
Conforme al poema del Gran Inquisidor, Dostoievsky había identificado al Diablo de la tentación con el Inquisidor de Sevilla (es decir, con el Papa de Roma). A su juicio, el Papa de Roma (representante de la Gran Iglesia de Occidente y de su política militar y económica) había optado por el Diablo, buscando el pan, es decir, el dominio económico del mundo.
La Iglesia de Occidente habría tomado, en el fondo, el control de la economía, no para fines explícitamente malos, sino para dirigir desde arriba (desde el pan, desde la riqueza) la marcha de los pueblos. Esa Iglesia rica había olvidado el sentido y milagro de la gratuidad (es decir, el regalo de la vida, el don del amor).
El Cardenal Ives M. Congar apelaba con frecuencia a esta acusación de Dostoievsky, a quien daba razón (no del todo, pero en gran parte). A su juicio, la Iglesia de Occidente se había aliado con el poder del pan, es decir, de la riqueza, para dirigir de esa manera las conciencias. Sin una fuerte “conversión” en este campo, la Iglesia Romana no puede entender ni vivir el mensaje de las tentaciones del evangelio.
2. El Papa no plantea el tema del servicio a los pobres
La respuesta del Papa es certeza y profunda, va en contra del marxismo (que ha querido arreglar el tema del hombre con un cambio económico) y del capitalismo (que quiere remediar el hambre del mundo creado esclavitudes mayores).Tanto en un caso como en otro ha que decir: ¡No sólo de pan vive el hombre!
Pero dicho eso hay que añadir que el pan se vuelve humano (es signo de gracia y de fraternidad) allí donde se comparte, en gesto de comunión y trabajo solidario, desde los últimos del mundo, como ha hecho Jesús en su evangelio. Ciertamente, no sólo de pan vive el hombre, pero tampoco vive sin pan. Lo primero no es pan material, sino la palabra de comunicación, el diálogo de amor y de justicia, el camino de la solidaridad… Pero esa Palabra Compartida (que es escucha de Dios y comunicación humana) se encarna en el pan compartido. Sólo el pan, el diálogo de amor y la solidaridad pueden hacer que la vida sea comunión, no imposición del Diablo.
3. El Papa no recoge la temática de Mateo 4, quien al hablar de la tentación de Jesús está hablando de la tentación de la Iglesia.
Mateo 4 (y Lc 4) presentan a Jesús como modelo y principio de la vida de la Iglesia. Lo que al evangelio le importa de verdad no es la tentación de Jesús por aislado, sino esa tentación en la vida de la Iglesia, como ha puesto de relieve (por ejemplo Y. M. Congar). Jesús superó la tentación, pero es muy posible que la Iglesia no la haya superado. Por eso, está bien aludir al marxismo y al capitalismo. Pero Benedicto XVI podía y debía haber dado un paso más, analizando el sentido del pan/dinero en la historia y en la actualidad de la Iglesia.

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