1. - Cuando hace ya unos cuantos años empezó a airearse en los medios de comunicación la amenaza de la enfermedad del SIDA, se alzaron dedos amenazadores lanzando la ira de un supuesto Dios contra grupos concretos de hombres gritando: ¡Castigo de Dios!
Cuando en 1912, en su primer crucero trasatlántico, se hundía el barco inglés, “Titanic”, arrastrando al fondo del mar a 1.275 pasajeros también hubo dedos amenazadores con el ¡Castigo de Dios!
Desde Sodoma y Gomorra, los hombres no hemos podido vencer la tentación de buscar un culpable cuya foto clavamos en la tabla de anuncios de cualquier sheriff como en las películas del oeste: ¡Se busca a ese hombre culpable!
Y Jesús en el Evangelio de hoy nos dice que no está por las películas del oeste, ni por esos dedos amenazadores, ni por esos supuestos castigos de Dios. Hipócritas, ¿creéis que esos hombres muertos así son más pecadores que vosotros? Y nos da una pista para buscar al verdadero culpable: la higuera plantada en la viña de Dios, cuidada con cariño y esmero por el viñador, y que no da fruto.
2. - Higuera sin frutos y manos vacías:
—Cuentas corrientes muy llenas y, tal vez, higuera sin frutos. Manos vacías.
—Puestos y cargos con gran poder decisivo y, tal vez, higuera sin frutos. Manos vacías.
—Chicos y chicas centro de fiestas en discotecas y, tal vez, higuera sin frutos. Manos vacías.
—Exactos cumplidores de misas, ayunos y reglas y, tal vez, higuera sin frutos y manos vacías.
Esto es lo que el Señor no puede aguantar. Venir a la higuera mimada y cuidada año tras año y no encontrar en ella fruto. No busquemos más al hombre culpable. No pongamos precio a su cabeza. Mirémonos a nosotros mismos y comencemos a dar fruto. ¿O basta la Fe? Fe sin obras, es Fe muerta.
3. - El cristiano es necesariamente una fotografía de Dios. Lo que el cristiano es, eso es su Dios para el que no cree. Un cristiano estéril muestra al mundo a un Dios estéril. La fecundidad de la higuera da idea de la bondad del suelo.
Abraham en la primera lectura le pide a Dios su documento de identidad. ¿Tú quién eres? Pues la gente nos pide a nosotros el documento de identidad de nuestro Dios. ¿Quién es ese tu Dios? ¿Qué hace? ¿Qué ha hecho por nosotros?
Y es un poco agobiante saber que por nuestros frutos le conocerán a Él. Somos el rostro visible de Dios. Somos las manos visibles de su Providencia. ¿Pueden estar inactivas esas manos de Dios? ¿Pueden estar sus manos vacías?
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