1. Oración inicial
Espíritu de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a la verdad toda entera, abre nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Tú, que descendiendo sobre María de Nazareth, la convertiste en tierra buena donde el Verbo de Dios pudo germinar, purifica nuestros corazones de todo lo que opone resistencia a la Palabra. Haz que aprendamos como Ella a escuchar con corazón bueno y perfecto la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura, para custodiarla y producir fruto con nuestra perseverancia.
2. Lectura
a) El contexto:
El significado de la parábola resulta muy claro si la leemos en su contexto. Ella sigue inmediatamente a otra parábola del Reino (21, 33-43) y forma parte de una discusión de Jesús con los sumos sacerdotes y fariseos sobre su misión y autoridad (ver: 21, 23-46).
En la parábola precedente, la parábola de la viña, Jesús hace un sumario de la historia de salvación. Dios rodeaba a Israel con una atención particular y esperaba que tantos cuidados produjesen fruto en una vida de fidelidad y justicia. De tiempo en tiempo enviaba a profetas para recordar al pueblo el fruto que Dios esperaba, pero la misión de los profetas encontraba siempre el rechazo por parte de Israel. Finalmente Dios envió al propio Hijo, pero éste fue matado. Llegado a este punto Jesús declara que dado que Israel continuaba rechazando el Reino, éste pasará a otro pueblo, esto es, a los paganos (21,43). Esta frase nos ofrece la clave de lectura para nuestra parábola que en realidad repite el mensaje de la precedente con otra imagen y composición.
Es necesario decirlo claramente. Las dos parábolas no pueden justificar de ninguna manera la idea de que Dios ha rechazado a Israel en favor de la Iglesia. Basta leer Rom 9-11 para convencerse de lo contrario. Jesús usa un discurso duro, de tipo profético, para inducir a su pueblo al arrepentimiento y hacerse aceptar por él. Por otro lado, también los paganos, convertidos en nuevos invitados, corren el riesgo de ser arrojados fuera, si no han sido hallados vestidos con el traje de bodas.
b) El texto:
Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: `Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda.' Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se enojó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: `La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.' Mateo 22, 1-14Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.
«Cuando entró el rey a ver a los comensales vio allí uno que no tenía traje de boda; le dice: `Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?' Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: `Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.' Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la reflexión personal.
a) ¿Quiénes representan a los invitados que rechazan la invitación?
b) ¿Quiénes representan a los nuevos invitados encontrados por los caminos?
c) ¿Quién representa al hombre sin traje nupcial?
d) ¿Cuáles son en mi vida "los asuntos urgentes" que me impiden aceptar la invitación de Dios?
e) ¿Cuál es el traje pedido por mí concretamente para poder participar en el banquete nupcial del Reino de Dios?
5. Una clave de lectura
para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
● El banquete del Reino
Los profetas muchas veces anunciaron los bienes de la salvación y especialmente aquellos de los tiempos escatológicos con la imagen de un banquete. La primera lectura de la liturgia de este domingo (Is 25, 6-10a) es un ejemplo. También Isaías, al par que Jesús, habla de un banquete preparado por Dios para todos los pueblos, pero el pueblo de Israel y más específicamente la ciudad de Jerusalén, quedan al centro del proyecto de Dios, como mediadores de la salvación que Dios ofrece a todos. En el Nuevo Testamento, por el contrario, aún reconociendo que "la salvación viene de los judíos" (Jn 4, 22), el único mediador de la salvación es Jesús, que continúa ejerciendo su mediación a través de la comunidad de sus discípulos, la Iglesia.
● El traje nupcial
Es una ofensa para quien te ha invitado, ir a la fiesta con un traje ordinario de trabajo. Es señal de que no tienes en la debida consideración la ocasión a la que has sido invitado. Esta imagen, utilizada en la parábola del banquete del reino, quiere significar que no se entra en el Reino sin estar preparado; el único modo de preparase a ello es la conversión. En efecto, cambiar vestido en lenguaje bíblico indica cambiar el estilo de vida o sea convertirse (ver por ejemplo, Rom 13,14; Gal 3, 27; Ef 4, 20,24).
● "Muchos los llamados, pocos los elegidos"
La expresión es un semitismo. En ausencia del comparativo, el hebreo bíblico usa expresiones fundadas en una drástica oposición. Por lo cual esta expresión no dice nada sobre la relación numérica entre los llamados en la Iglesia y los elegidos a la vida eterna. Sin embargo, es verdad que la parábola distingue entre la llamada a la salvación y la elección y perseverancia final. La generosidad del Rey es inmensa, pero es necesario tomar en serio las exigencias del Reino. La expresión es una acuciante llamada a no contentarse con una pertenencia formal al pueblo de Dios. No se puede tomar la salvación por descontado. En esto Jesús sigue de cerca la enseñanza de los profetas. Basta recordar a Jer. 7, 1-15 i Os 6, 1-6.
6. Salmo 47
El Señor Rey de Israel y del mundo
¡Pueblos todos, tocad palmas,
aclamad a Dios con gritos de alegría!
Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
el Gran Rey de toda la tierra.
Somete pueblos a nuestro yugo,
naciones pone a nuestros pies;
él nos elige nuestra heredad,
orgullo de Jacob, su amado.
Sube Dios entre aclamaciones,
Yahvé a toque de trompeta:
¡tocad para nuestro Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad!
Es rey de toda la tierra:
¡tocad para Dios con destreza!
Reina Dios sobre todas las naciones,
Dios, sentado en su trono sagrado.
Príncipes paganos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán.
De Dios son los gobernantes de la tierra,
de él, inmensamente excelso.
7. Oración final
¡Oh Dios, Señor del mundo y de todos los pueblos!. Tú has preparado desde siempre una fiesta para todos tus hijos y nos quiere reunir a todos en torno a tu mesa para participar en la misma vida. Te damos gracias por habernos llamados a tu Iglesia por medio de Jesús tu Hijo. Tu Espíritu nos haga siempre atentos y disponibles para continuar acogiendo tu invitación y nos revista del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad verdadera, a imagen de Cristo, para poder entrar en la fiesta de tu Reino junto con una multitud de hermanos. Sírvete de nosotros, si lo deseas, para continuar llamando a otros al banquete universal de tu Reino.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
Espíritu de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a la verdad toda entera, abre nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Tú, que descendiendo sobre María de Nazareth, la convertiste en tierra buena donde el Verbo de Dios pudo germinar, purifica nuestros corazones de todo lo que opone resistencia a la Palabra. Haz que aprendamos como Ella a escuchar con corazón bueno y perfecto la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura, para custodiarla y producir fruto con nuestra perseverancia.
2. Lectura
a) El contexto:
El significado de la parábola resulta muy claro si la leemos en su contexto. Ella sigue inmediatamente a otra parábola del Reino (21, 33-43) y forma parte de una discusión de Jesús con los sumos sacerdotes y fariseos sobre su misión y autoridad (ver: 21, 23-46).
En la parábola precedente, la parábola de la viña, Jesús hace un sumario de la historia de salvación. Dios rodeaba a Israel con una atención particular y esperaba que tantos cuidados produjesen fruto en una vida de fidelidad y justicia. De tiempo en tiempo enviaba a profetas para recordar al pueblo el fruto que Dios esperaba, pero la misión de los profetas encontraba siempre el rechazo por parte de Israel. Finalmente Dios envió al propio Hijo, pero éste fue matado. Llegado a este punto Jesús declara que dado que Israel continuaba rechazando el Reino, éste pasará a otro pueblo, esto es, a los paganos (21,43). Esta frase nos ofrece la clave de lectura para nuestra parábola que en realidad repite el mensaje de la precedente con otra imagen y composición.
Es necesario decirlo claramente. Las dos parábolas no pueden justificar de ninguna manera la idea de que Dios ha rechazado a Israel en favor de la Iglesia. Basta leer Rom 9-11 para convencerse de lo contrario. Jesús usa un discurso duro, de tipo profético, para inducir a su pueblo al arrepentimiento y hacerse aceptar por él. Por otro lado, también los paganos, convertidos en nuevos invitados, corren el riesgo de ser arrojados fuera, si no han sido hallados vestidos con el traje de bodas.
b) El texto:
Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: `Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda.' Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se enojó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: `La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.' Mateo 22, 1-14Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.
«Cuando entró el rey a ver a los comensales vio allí uno que no tenía traje de boda; le dice: `Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?' Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: `Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.' Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la reflexión personal.
a) ¿Quiénes representan a los invitados que rechazan la invitación?
b) ¿Quiénes representan a los nuevos invitados encontrados por los caminos?
c) ¿Quién representa al hombre sin traje nupcial?
d) ¿Cuáles son en mi vida "los asuntos urgentes" que me impiden aceptar la invitación de Dios?
e) ¿Cuál es el traje pedido por mí concretamente para poder participar en el banquete nupcial del Reino de Dios?
5. Una clave de lectura
para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
● El banquete del Reino
Los profetas muchas veces anunciaron los bienes de la salvación y especialmente aquellos de los tiempos escatológicos con la imagen de un banquete. La primera lectura de la liturgia de este domingo (Is 25, 6-10a) es un ejemplo. También Isaías, al par que Jesús, habla de un banquete preparado por Dios para todos los pueblos, pero el pueblo de Israel y más específicamente la ciudad de Jerusalén, quedan al centro del proyecto de Dios, como mediadores de la salvación que Dios ofrece a todos. En el Nuevo Testamento, por el contrario, aún reconociendo que "la salvación viene de los judíos" (Jn 4, 22), el único mediador de la salvación es Jesús, que continúa ejerciendo su mediación a través de la comunidad de sus discípulos, la Iglesia.
● El traje nupcial
Es una ofensa para quien te ha invitado, ir a la fiesta con un traje ordinario de trabajo. Es señal de que no tienes en la debida consideración la ocasión a la que has sido invitado. Esta imagen, utilizada en la parábola del banquete del reino, quiere significar que no se entra en el Reino sin estar preparado; el único modo de preparase a ello es la conversión. En efecto, cambiar vestido en lenguaje bíblico indica cambiar el estilo de vida o sea convertirse (ver por ejemplo, Rom 13,14; Gal 3, 27; Ef 4, 20,24).
● "Muchos los llamados, pocos los elegidos"
La expresión es un semitismo. En ausencia del comparativo, el hebreo bíblico usa expresiones fundadas en una drástica oposición. Por lo cual esta expresión no dice nada sobre la relación numérica entre los llamados en la Iglesia y los elegidos a la vida eterna. Sin embargo, es verdad que la parábola distingue entre la llamada a la salvación y la elección y perseverancia final. La generosidad del Rey es inmensa, pero es necesario tomar en serio las exigencias del Reino. La expresión es una acuciante llamada a no contentarse con una pertenencia formal al pueblo de Dios. No se puede tomar la salvación por descontado. En esto Jesús sigue de cerca la enseñanza de los profetas. Basta recordar a Jer. 7, 1-15 i Os 6, 1-6.
6. Salmo 47
El Señor Rey de Israel y del mundo
¡Pueblos todos, tocad palmas,
aclamad a Dios con gritos de alegría!
Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
el Gran Rey de toda la tierra.
Somete pueblos a nuestro yugo,
naciones pone a nuestros pies;
él nos elige nuestra heredad,
orgullo de Jacob, su amado.
Sube Dios entre aclamaciones,
Yahvé a toque de trompeta:
¡tocad para nuestro Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad!
Es rey de toda la tierra:
¡tocad para Dios con destreza!
Reina Dios sobre todas las naciones,
Dios, sentado en su trono sagrado.
Príncipes paganos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán.
De Dios son los gobernantes de la tierra,
de él, inmensamente excelso.
7. Oración final
¡Oh Dios, Señor del mundo y de todos los pueblos!. Tú has preparado desde siempre una fiesta para todos tus hijos y nos quiere reunir a todos en torno a tu mesa para participar en la misma vida. Te damos gracias por habernos llamados a tu Iglesia por medio de Jesús tu Hijo. Tu Espíritu nos haga siempre atentos y disponibles para continuar acogiendo tu invitación y nos revista del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad verdadera, a imagen de Cristo, para poder entrar en la fiesta de tu Reino junto con una multitud de hermanos. Sírvete de nosotros, si lo deseas, para continuar llamando a otros al banquete universal de tu Reino.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
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